Este año de aniversarios, se cumplen 50 del cubo de Rubik y 80 de su creador, el arquitecto y profesor de Arquitectura de la Universidad de Budapest Erno Rubik, hijo de un ingeniero aeronáutico a quien admiraba enormemente y del que dijo haber aprendido mucho sobre el trabajo en el sentido de que es un proceso precisamente de creación que tiene un objetivo y un resultado positivo también. ¿Alguien no conoce el cubo de Rubik? Hay muy pocas cosas en el mundo que resulten universales y comunes para ciudadanos de distintos países. Una de ellas es sin duda el Cubo de Rubik, conocido por ser el juguete más vendido del mundo. Este artefacto, del que disfrutan tanto niños como mayores, posee unos atributos que hacen de él un objeto de recreo muy curioso y poderoso: su extrema simpleza y funcionalidad. ¿Acaso alguna vez alguien te ha enseñado el juego? Realmente no, pues nada más tenerlo entre tus manos sabes cuál es el objetivo: rellenar todas las caras de un mismo color. Este cubo de colores es uno de los juegos que ha puesto y que aún pone a prueba las mentes de miles de jugadores en todo el mundo, un objeto con el que, sobre todo quienes ya peinan canas, han pasado horas y horas de diversión... o de desesperación. Con más de cuarenta y tres trillones de configuraciones posibles (este impresionante número representa la cantidad de combinaciones posibles que se pueden lograr al manipular las distintas capas del cubo, agregando un componente infinitamente variable a un juego que, a primera vista, podría parecer estático), el cubo de Rubik, también conocido al principio como el "cubo mágico", es el rompecabezas más famoso de todos los tiempos. Así, no es de extrañar que todos aquellos que intentan resolverlo (muchos mientras hacen ejercicio; otros incluso con los pies y en un tiempo récord) se sientan plenamente satisfechos cuando consiguen dejar cada una de sus caras de un mismo color, que es como debe ser el resultado final.
Uno de los pasatiempos preferidos del joven Erno era construir modelos geométricos. Fue gracias a ello que siendo profesor de Arquitectura en la Facultad de Artes Aplicadas de Budapest, en 1974, ideó un cubo hecho con veintisiete bloques de madera para enseñar a sus alumnos algunos conceptos de espacio y geometría tridimensional, una manera sencilla de modelar el movimiento tridimensional para sus estudiantes. Para construir su cubo, Rubik unió unos bloques de madera a unas gomas elásticas para que aquellos pudieran moverse sin que la estructura entera acabara desmoronándose. Finalmente las gomas se rompieron y Rubik se dio cuenta de las combinaciones que había podido realizar. El paso siguiente fue colocar papel adhesivo de distintos colores en cada uno de los seis lados del cubo y lo volvió a girar. Rubik estaba encantado con la gran variedad de combinaciones de colores que se había llegado a producir, pero también vio que nunca se podía volver al diseño original (uno de los mayores atractivos del juego reside en su número casi ilimitado de posibles soluciones; esta es una de sus cualidades más misteriosas: el final se convierte siempre en nuevos comienzos. En un inicio, Rubik debió pensar que su cubo había sido creado para atraer a un público muy específico y aglutinar así a diferentes personas con conocimientos y experiencia en la matemáticas o la ingeniería, pero contra todo pronóstico descubrió que estaba llegando a gente que no tenía nada que ver con estas disciplinas. Aunque el procedimiento del juego es muy sencillo, los senderos por los que te pueden llevar sus colores son casi infinitos: hasta más de 43 trillones de variaciones posibles. ¿Cómo algo tan simple puede reunir en sí mismo tantas formas de resolverse?). Este acto aparentemente simple desencadenó una búsqueda épica que llevó a Rubik y su equipo universitario un mes completo para resolverlo. En ese momento inicial, ni siquiera estaban seguros de que un ser humano pudiera resolver el enigma que habían creado. Sin embargo, lo que surgió como una herramienta educativa se convirtió rápidamente en un fenómeno que desafiaría y cautivaría al mundo entero. El invento, que con el paso del tiempo terminó llamándose Cubo de Rubik se convertiría en un rompecabezas de tres dimensiones con miles de aspirantes para resolverlo repartidos en todas las partes del mundo. Tras solicitar una patente para su invento, Rubik llevó su idea a una pequeña cooperativa de Budapest dedicada a la fabricación de juguetes. De este modo, el cubo se empezó a fabricar a pequeña escala. La denominación húngara "Bűvös Kocka" (“Cubo mágico”) añadía un toque de misterio a este rompecabezas que rápidamente se ganó el corazón de aquellos que buscaban desafíos intelectuales y momentos de diversión intrigante. Al final la fortuna se aliaría con Rubik cuando conoció a Tibor Laczi, un húngaro expatriado que trabajaba como vendedor de una compañía de ordenadores austríaca que llevó en 1979 el cubo de Rubik a la Feria del Juguete de Núremberg, en Alemania, donde conoció al experto juguetero y agente comercial estadounidense de mucha influencia, de origen británico Tom Kremer. Kremer también se sintió fascinado por el cubo, y él y Laczi lograron un acuerdo con la empresa estadounidense Ideal Toy Company para la compra y distribución de un millón de cubos de Rubik. A partir de aquí el cubo fue exhibido en ferias de juguetes de Europa y Nueva York, y se convirtió en poco tiempo en todo un éxito mundial. Entre los años 1980 y 1981 llegó a ganar el premio al Mejor Juego del Año en la categoría de mejor rompecabezas en Reino Unido.
El cubo de Rubik fue portada de la prestigiosa revista norteamericana Scientific American, donde se aseguraba que el cubo era una de las cosas más asombrosas jamás inventadas para enseñar ideas matemáticas porque cualquier giro de cualquier cara, ya sea de 90 o 180 grados en el sentido de las agujas del reloj (o viceversa) es un elemento de un grupo, y también lo son las secuencias arbitrarias de dichos giros. Por otro lado, no todo el mundo estaba tan entusiasmado con el invento: The New York Times lo calificó de "moda pasajera" pero la comunidad científica, cada vez más fascinada con el cubo, salió en su defensa y declaró: "El cubo es muy perdurable, como eterno, tiene una estructura demasiado asombrosa como para que la gente pierda el interés por él de la noche a la mañana. Es un objeto milagroso, un invento prodigioso y hermoso". A tal punto llegó que en 1983 se convirtió en el protagonista estrella de la serie de dibujos animados 'Rubik, the Amazing Cube'.
El cubo de Rubik ha sido sometido a diversos análisis matemáticos. En el año 2019 un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California logró crear un algoritmo capaz de resolver por sí mismo el cubo en el menor número de movimientos posible pero sólo en el 60% de las ocasiones. De hecho, una de las grandes incógnitas del cubo, y que ha mantenido en vilo a los matemáticos durante décadas, es cuál es la cantidad mínima de movimientos necesaria para lograr resolverlo. Esta cifra se conoce como el Número de Dios. Según cuenta la web cube20.org, los movimientos necesarios para poder resolverlo serían veinte(entre estas posiciones existe una conocida como superflip en la cual las esquinas del cubo están en su posición correcta, aunque sus aristas estén orientadas incorrectamente). Desde que apareció, se estima que ya han sido vendidas más de 450 millones de unidades por todo el globo (aunque 50 millones de ellas fueron simples imitaciones no autorizadas); asimismo han proliferado las publicaciones en las que se describe la mejor forma de lograr resolver el "cubo mágico". También han aparecido en el mercado muchas variantes del cubo original, incluida una que se conoce como "Cuboku", un híbrido entre el cubo de Rubik y el sudoku.
El cubo inspiró numerosas obras de arte y películas (a recordar aquella claustrofóbica y metafísica película llamada 'Cube', de 1997) y también dio a luz a un nuevo y exigente deporte mental llamado 'speedcubing' que actualmente llena los estadios de todo el mundo de gente que compite para ser el primero en completar este rompecabezas en el menor tiempo posible: el hecho de que se haya convertido en un deporte oficial lo merece, es un objeto milagroso, un invento prodigioso y hermoso. Este deporte mental despegó en 1982 con el primer Campeonato del Mundo celebrado, lógicamente, en Budapest. Minh Thai, representante de Estados Unidos, emergió como el pionero, estableciendo un récord con una velocidad de 22,95 segundos para resolver el Cubo de Rubik. Desde entonces, las competiciones de Speedcubing se han multiplicado en todo el mundo, organizadas y reguladas por la World Cubing Association desde 2004. Esta asociación, con representantes en 70 países, ha convertido a este Cubo en el epicentro de desafíos que van más allá de la velocidad estándar. El récord actual del Cubo de Rubik lo consiguió en Junio de 2023 el speedcuber Max Park con un tiempo de 3,13 sg. Ahora, se publica un nuevo libro en el que se trata de entender su gran popularidad y cómo se hizo un hueco no solo en las manos de todos nosotros, sino también en nuestras cabezas, al tratarse de un juego material muy mental. 'Cubed: The Puzzle of Us All', escrito por su propio inventor, explica cuáles fueron los cálculos matemáticos y el procedimiento para llegar a diseñar un juguete con tanto carisma. En internet podemos encontrar libros, tutoriales y vídeos en los que se nos explican trucos para resolverlo en el menor tiempo posible. Por no hablar de las personas prodigio que parecen haber aprendido a jugar nada más nacer y son capaces de resolverlo en apenas unos segundos o echándole un rápido vistazo para después lograrlo con los ojos cerrados. Para aquellos que buscan maestría en la resolución del Cubo de Rubik, el método Fridrich (CFOP) se alza como la técnica más popular. Este enfoque, que combina práctica intensiva, trucos manuales y la memorización de una serie considerable de algoritmos, ha sido adoptado con entusiasmo por la comunidad de speedcubers. Este método, concebido por la campeona mundial Jessica Fridrich, se ha convertido en el estándar de oro para aquellos que buscan no solo resolver el Cubo, sino hacerlo con velocidad y eficiencia sorprendentes. Y así es como después de medio siglo de existencia, el Cubo de Rubik con su capacidad para desafiar mentes, inspirar competiciones y generar comunidad ha elevado este modesto rompecabezas a un estatus que va más allá del mero entretenimiento
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