La primera de ellas es la dificultad que está habiendo entre nosotros para llegar a un acuerdo eficaz en la necesaria reforma de las relaciones laborales. Es normal que las partes negociadoras de un tema tan complejo partan de posiciones no coincidentes, pero todos han de ser conscientes de que está en juego algo más que una paz inmediata: la consecución de un marco estable y flexible de futuro y es un error politizar la negociación y plantear, como se ha hecho, una demora artificial en la misma en espera de que cambie el color político del gobierno de forma que el nuevo, previsiblemente, facilite llegar a unas condiciones del acuerdo "alineadas con los intereses de la patronal" (así se ha dicho).
La segunda noticia es el reciente revolcón sufrido en el estado de Nueva York por el partido republicano, cuyos representantes, en su afán de impedir las mejoras sociales propuestas por los demócratas, han olvidado de que el objetivo último de esas mejoras es el ciudadano (votante) y han tensado la cuerda para sus propios correligionarios, en particular jubilados conservadores, que han cambiado el signo de su voto tradicional en cuanto han visto que su bienestar no es sino moneda de cambio en una mera lucha por el poder de unos y otros.
Ya no estamos en campaña, pero, precisamente por eso, noticias como estas deberían de adquirir el protagonismo que les corresponde si lo que se pretende es el bien común y no el número de votos.
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