Participaba hace unos días en un coloquio acerca de la previsibilidad o no de la actual crisis y, dando por sentado que las circunstancias específicas de todas las crisis económicas y sociales que hemos sufrido no permiten generalizar, tampoco acaba de ser del todo cierto que muchas de ellas (incluso la actual) no hubieran podido evitarse o, cuando menos, limitar su alcance.
Que en los últimos años se instaló en todos la sensación de que todo valía y que el crecimiento se antojaba imparable y eterno, es un hecho doloroso en el que no vale la pena ahondar. Que el "reparto de cromos" de la responsabilidad ha derivado hasta el punto de que el responsable de la situación sea el ciudadano de a pie, mas doloroso. Pero, aunque no sea más que un recordatorio histórico y hasta cierto punto exótico, vale la pena desempolvar las viejas palabras de Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos, que, en una carta al Secretario del Tesoro, Robert Gallatin, en 1802:
“Pienso que las entidades bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que todos los ejércitos listos para el combate. Si el pueblo estadounidense permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos privados, y todas las entidades que florecerán en torno a ellos, privarán a los ciudadanos de lo que les pertenece, primero con la inflación y más tarde con la recesión, hasta que sus hijos se despierten, sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron.” (para los puristas de los matices de la traducción, aquí va el original en inglés: “I believe that banking institutions are more dangerous to our liberties than standing armies. If the American people ever allow private banks to control the issues of their currency, first by inflation, then by deflation, the banks and corporations that will grow up around the banks will deprive the people of all property until their children wake-up homeless on the continent their fathers conquered.”)
¿Alguien cree que esa impresión de Jefferson es extrapolable, aún parcialmente a situaciones posteriores?
Pero la Historia nos enseña aún más; en 1863, también en Estados Unidos, el Secretario del Tesoro Hugh McCulloch, consideró conveniente divulgar unas "Recomendaciones" a aquellos que pretendían desempeñar el noble oficio de banquero. Este documento, incorporado con frecuencia en los manuales de riesgos dice así:
"Recomendaciones a los Banqueros":
"No conceda créditos que no estén asegurados más allá de toda contingencia razonable. No haga nada para animar o promover la especulación. Facilite solamente las transacciones que sean legítimas y prudentes. Que sus descuentos sean por un plazo tan corto como le permita el negocio de sus clientes, e insista en que el pago de todo el papel se realice al vencimiento, tanto si Vd. necesita el dinero como si no. No renueve nunca una operación o una factura simplemente porque no conozca donde colocar el dinero con la misma rentabilidad, en caso de realizarse el pago. De ningún otro modo puede Vd. controlar adecuadamente su línea de descuento, o hacerla permanentemente segura."
"Distribuya sus créditos en lugar de concentrarlos en unas pocas manos. Los créditos elevados concedidos a una sociedad o individuos únicos, aunque en ocasiones pueden ser lícitos y necesarios, son generalmente poco juiciosos y frecuentemente inseguros. Los acreedores importantes pueden tener posibilidad de controlar el Banco: y si se produce esta relación entre un Banco y su cliente, no es difícil saber quien sufrirá finalmente las consecuencias. Cada dólar que una Banco presta por encima de su capital y reservas, lo debe, y sus gestores tiene por consiguiente la obligación más estricta hacia sus acreedores, así como a sus accionistas, de mantener sus líneas de descuento permanentemente controladas."
"Trate a sus clientes con desprendimiento, no olvidando nunca que un Banco prospera si sus clientes prosperan, pero nunca les permita que le dicten su política."
"Si duda de la conveniencia de un descuento, déle al Banco el beneficio de la duda y rechácelo. No descuente nunca si duda de su conveniencia. Si tiene razones para desconfiar de la integridad de un cliente, ciérrele su cuenta. No trate nunca con un bribón en la creencia de que Vd. puede impedir que le engañe. El riesgo en este caso es mayor que los beneficios."
"Pague a sus empleados salarios que les permitan vivir con holgura y respetabilidad sin tener que robar: y exíjales la totalidad de su tiempo. Si un empleado vive por encima de sus ingresos, despídalo. Incluso si su exceso de gastos se puede explicar en forma consistente con su integridad, aún así despídalo. la extravagancia, aunque no sea un crimen, conduce inadvertidamente al crimen. No puede ser empleado de confianza de un Banco quien gasta más de lo que gana."
"El capital de un Banco debe ser una realidad, no una ficción. Y debe estar en las manos de quienes tienen dinero que prestar, y no de los necesitados de él. El interventor tratará de evitar, por todos los medios a su alcance, la creación de un capital ficticio por parte de los Bancos nacionales, mediante el uso de su propia circulación fiduciaria, o de cualesquiera otros medios artificiales; y en sus esfuerzos para conseguirlo confía poder contar con la cooperación de todos los Bancos bien dirigidos."
"Persiga un negocio bancario directo, honesto y legítimo. No deje que la perspectiva de grandes beneficios le tiente a hacer nada que no este permitido por la Ley de Moneda Nacional. Los esplendidos financieros, en el mundo de la Banca, son generalmente o farsantes o truhanes."
Sin comentarios. Sólo un apunte final: en más de un curso que he tenido la oportunidad de impartir sobre la gestión de riesgo en la banca, cuando ocasionalmente se presentaba la oportunidad de debatir el contenido de las Recomendaciones, la impresión general es que se trataba de un texto anticuado, arcaico y que no tenía razón de ser actualmente,
Ya se ve, por desgracia, que la historia se repite.
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