jueves, 7 de febrero de 2013

Drogas y desempleo

Ya empieza a ser habitual que, envueltos en el marasmo de las miserias cotidianas, por lo que se refiere a las noticias sobre los hechos que se suceden, nos pasen desapercibidas cosas que no deberían hacerlo. Es lo que ha pasado con el Informe mundial sobre las drogas 2012, que, aunque solo sea por la particularidad de que es la primera vez que la ONU lo publica también en castellano, ya debería haber merecido, seguramente, más atención de la que se le ha dispensado.

El informe, accesible en la página web de la ONU desde el día 17 de enero pasado, sigue la pauta de años anteriores y se estructura en dos grandes bloques:

- Estadísticas recientes y análisis de las tendencias de los mercados de drogas ilícitas
- El problema contemporáneo de la droga: características, pautas y fuerzas motrices

El informe, como es natural, detalla los esfuerzos realizados por los diferentes países y territorios para luchar contra esta lacra social y sus consecuencias, y ofrece un pormenorizado análisis de los resultados de esta lucha, tanto desde el punto de vista de las interceptaciones y decomisos como de la efectividad de los programas (muchos de ellos promovidos por la propia ONU) diseñados e implementados para crear una conciencia social de rechazo. Sin embargo, el informe no puede limitarse (y no lo hace) a ser una mera hoja estadística y, dentro de su neutralidad (encarnada por el hecho de que expone el problema, pero no está en su mano sugerir propuestas), llama la atención sobre una relación que, en época de crisis, puede sembrar un terreno que, a la larga, podría causar terribles consecuencias.

Esta relación es, lisa y llanamente, la que se da en épocas difíciles, entre el consumo y distribución de drogas y el desempleo. Citando el contenido del informe, "El desempleo parece ser otra fuerza motriz socio económica del tráfico y el consumo ilícitos de drogas. Entre los varones jóvenes, en particular, el desempleo aumenta las probabilidades de participación en el comercio y el consumo de drogas ilícitas. Dadas las altas tasas de desempleo existentes en muchos países, sobre todo entre los jóvenes, el acceso al mercado de trabajo es a menudo un desafío considerable. Si bien el consumo de drogas ilícitas puede limitar las posibilidades de una persona de ingresar (o de mantener su lugar) en la fuerza laboral, la frustración causada por la imposibilidad de encontrar un empleo adecuado puede conducirla al consumo de drogas, lo que crea un círculo vicioso".
Más adelante, el informe se muestra contundente: "En la evolución del problema contemporáneo de la droga han incidido diversas fuerzas motrices. Algunas se relacionan con tendencias demográficas, como el género, la edad de la población y los niveles de urbanización, mientras otras son de carácter socioeconómico, como los niveles de ingreso disponible, la desigualdad y el desempleo".
Y puestos a buscar ejemplos: "En Filipinas, según una encuesta nacional de hogares efectuada en 2008, más de la tercera parte de las personas que se identificaron como consumidores actuales de drogas estaba desempleada, en tanto que la tasa de desempleo general era del 7,3%".

En temas tan delicados como el que estamos tratando, sería ingenuo y demagógico establecer una correspondencia directa entre desempleo y consumo de droga; no, el problema es más complejo, pero, a la vista de las cifras asusta pensar el impacto que puede tener en una sociedad con el 50 % de sus jóvenes en situación de desempleo. Volvemos al principio: Bárcenas, Urdangarín, Mato, Crespo, Bankia... no deberían distraer al gobierno en la necesidad de abordar políticas que, más allá de la austeridad, promuevan la indispensable creación de empleo. Los "daños colaterales" de no hacerlo pueden ser irremediables.

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