No obstante, estos buenos resultados no significan, por desgracia, una mejora real en la situación, si recordamos que ya en enero, febrero y marzo de este año, después de que el 1 de enero el Banco de España hiciera efectivo un cambio en la forma de calcular la mora, que ahora incluye en el crédito total el correspondiente a los Establecimientos Financieros de Crédito (EFC), el índice registró pequeñas caídas porcentuales tras las cuales la morosidad subió ligeramente en abril para bajar de nuevo en mayo y volver a retroceder en junio. Después volvió a subir en julio y en agosto.
La realidad es que, en los últimos doce meses, la morosidad de la banca española ha empeorado, en porcentaje no demasiado significativo, pero ha empeorado.
Es llamativo notar que, en la teórica mejora actual. resulta determinante la caída del volumen de los créditos concedidos por las entidades financieras, que a finales de septiembre se habían reducido hasta 1,386 billones de euros desde los 1,391 billones de un mes antes, debido, básicamente, al desapalancamiento de familias y empresas. De la misma forma, hay que resaltar en este análisis que la cartera crediticia de los Establecimientos Financieros de Crédito (EFC), entidades especializadas en financiar bienes de consumo, se elevó a 34.981 millones desde los 34.555 millones del mes anterior, pero los dudosos bajaron considerablemente hasta los 3.882 millones desde los 4.087 millones de agosto, lo que hizo caer la ratio.
En conclusiones apresuradas parece desprenderse de este somero análisis que:
- sigue siendo falaz culpar a las economías domésticas de los incumplidos, cuando se demuestra que un incremento de líneas de crédito para ellas (básicamente consumo) lleva aparejado, no un incremento paralelo, sino una disminución de la morosidad.
- la banca sigue sin abrir el grifo del crédito que permita una cierta recuperación y una mejora auténtica de la ratio en la medida de que quien realmente quiere regularizar pueda hacerlo.
- se evidencia una vez más lo errático de las decisiones oficiales que no permiten una salida del marasmo financiero ocasionado por la desaparición de inversiones, el nulo incentivo a la recuperacion del tejido empresarial-industrial y el consiguiente desplome del consumo
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