sábado, 24 de enero de 2015

¿Políticos de casta o casta de políticos?

El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua contempla las siguientes acepciones en la definición de la palabra "casta":

   - 1. f. Ascendencia o linaje. Se usa también referido a los irracionales.
   - 2. f. En la India, grupo social de una unidad étnica mayor que se diferencia por su rango, que impone la endogamia y donde la pertenencia es un derecho de nacimiento.
   - 3. f. En otras sociedades, grupo que forma una clase especial y tiende a permanecer separado de los demás por su raza, religión, etc.
   - 4. f. Especie o calidad de algo.

no contando en esta relación, como es natural, una quinta posibilidad, ceñida al ámbito zoológico.
Es imprescindible esta entradilla si lo que se pretende es analizar someramente, desde el punto de vista objetivo del espectador, los dimes y diretes que se observan a todos los niveles, en la política, en los medios, en la redes sociales, acerca de la popularidad (y aceptación) que ha conseguido el señalar a la clase política sin excepción como "casta", tomado esto casi siempre como peyorativo. 

Se ha de advertir, de acuerdo con el diccionario de la RAE que si el término se asume en su primera acepción, con matices, es inocuo y digno de todo respeto, lo que también se podría decir si se asume su utilización con la acepción cuarta, por lo que cabe deducir que si provoca los enojos y enconos que provoca es porque quien lo recibe supone que quien lo esgrime está usando las acepciones segunda o tercera, es decir, está refiriéndose a "casta" como representativa de alguien que se siente parte de  un grupo que forma una clase especial y tiende a permanecer separado de los demás.

Un inciso interesante en este punto. Los medios, haciéndose eco de las voces autorizadas de los partidos políticos convencionales (o al revés, que nunca se sabe) hacen responsable de la identificación de la clase política en general con la "casta" en sentido peyorativo a los líderes de la nueva formación Podemos. Pues sin entrar al fondo del tema, lo cierto es que esta particularidad en la acusación de autoría no deja muy bien paradas a Sus Señorías, ya que la idea, ampliamente debatida desde legislaturas anteriores, tomó forma de libro cinco años antes de la irrupción de Podemos en el escenario político (Daniel Montero - LA CASTA -El increíble chollo de ser político en España, La esfera de los libros, 2009), lo que podría llevar a pensar en una cierta falta de hábito de lectura de nuestros políticos o en un cierto desdén, por ignorancia, por la crítica.

Hay múltiples indicadores que apuntan, por desgracia, a que sí, a que los políticos (no necesariamente limitado a los que ejercen las prerrogativas del poder) se sienten situados en un nivel diferente y privilegiado que el resto de ciudadanos y casi olvidan, en algún caso, su papel de representante de los intereses e inquietudes de quien lo ha elegido, pero, de todos esos indicadores que podrían enumerarse, sólo analizaremos aquí, y a vuela pluma, una pequeña muestra.


a) Si es necesario que suceda un 15M para que los partidos tradicionales conozcan las demandas populares, y aún así, se produce la eclosión de nuevas formaciones políticas que asuman estas demandas ante la falta de reacción de los partidos al uso, es difícil mantener la idea de que los políticos no son una voluntaria "clase diferente", ajena a la realidad de sus representados.

b) Si en sede parlamentaria se escucha y difunde públicamente un sonoro, educado y elegante "¡Que se jodan!" por parte de una señoría, dedicado a las clases más desfavorecidas, y ese exabrupto da lugar a aplausos en lugar de censura, es evidente que nos encontramos ante perfiles sociales diferentes. Lo llamativo es que en situaciones análogas se permita al protagonista continuar como representante de la ciudadanía, porque, tras esa demostración pública, ¿a quién representa? ¿de verdad puede representar a alguien o se le mantiene para que apriete el botón correspondiente que le indica su partido en las votaciones?


c) Nadie piense que la impresión de que los políticos se sienten una clase aparte es exclusiva de nuestro país. Impresentables hay en todos lados. Como muestra, un botón reciente: en el Reino Unido, la baronesa Anne Caroline Jenkin, amiga cercana de la difunta primera ministra Margaret Thatcher, que reside en una casa en Kennington, al sur de Londres, valorada en unos 2 millones de euros, y que es miembro de la Cámara de los Lores (la Cámara Alta del Parlamento) desde 2011, donde representa al gobernante Partido Conservador, lanzó una peculiar propuesta para solucionar el problema de hambre en su país remedando la famosa frase atribuída a María Antonieta: "Hemos perdido nuestras destrezas para cocinar. Los pobres no saben cocinar y la comida hecha en casa sale más barata que la comprada hecha". Ante la tormenta provocada por sus palabras ,la baronesa intentó disculparse, pero se reafirmó echando aún más leña al fuego: "He cometido un error. Dije estupideces sin guión pero si hoy en día la gente tuviera las mismas habilidades a la hora de cocinar que las generaciones anteriores, ninguno de nosotros comería tanta cosa precocinada. (…) La vida es considerablemente mucho más barata si se sabe cocinar". Y eso, dicho así en un país en el que la demanda de asistencia alimentaria de emergencia ha crecido de forma acusada pasando de las 128.697 personas en 2011 al prácticamente millón de personas a inicios del 2014, lo que parece confirmar, aquí también, que el mundo en el que viven representantes y representados no es el mismo.

d) Mención aparte, ya que salimos fuera de las fronteras, merece la vida-muelle en la que están instalados nuestros representantes europeos. Hace un tiempo circuló profusamente por las redes una grabación (cuyo visionado puede recuperarse clicando  aquí) cuyo contenido no ha sido desmentido y que ahorra cualquier comentario adicional.



 Está claro que cualquier generalización, máxime en temas tan delicados como este, no es conveniente, y se entienden las quejas, cuando se les incluye en el mismo saco que a la "casta", de aquellas personas dedicadas a la política que ejercen su labor con total dedicación e identificación con sus representados. Por eso llama la atención de que aquellos que deben de dar ejemplo se escuden en el argumento estúpido y manipulador de que "la gran mayoría no es casta", lo cual es rigurosamente cierto, pero eso es igual que si se dijera (en el bien entendido de que se compara únicamente validez o no de argumentos y en modo alguno situaciones) que la gran mayoría de alumnos de este país son ajenos al bullying para justificar que a los que no lo son no se les expulse y apliquen las medidas correspondientes.

Sólo cabe esperar que en próximas legislaturas, en nuestro país y en todos, podamos estar orgullosos de que la palabra "casta" se aplique en todo su valor cuando se afirme que  tenemos representantes "de casta" y no dé lugar a la acepción de que pertenecen a una "casta" privilegiada.


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