domingo, 28 de mayo de 2017

Fútbol: blanqueo de capitales a patadas.

Es una creencia popular convertida en tópico esa de que los peces tienen una capacidad de memoria de sólo 30 segundos a pesar de que es conocido científicamente que eso no es exactamente así, ya que, por ejemplo, en 2014, investigadores canadienses demostraron que, de hecho, estos animales pueden recordar el contexto y asociaciones hasta 12 días después, lo que lograron establecer aplicando un método simple: cada pez (un cíclido africano, para los expertos) fue entrenado para entrar en una zona concreta del acuario para recibir un premio de comida, en sesiones de entrenamiento de unos 20 minutos de duración. Después de tres días, se dio a los peces un tiempo de descanso de 12 días y luego se les reintrodujo en su área de entrenamiento y se grabaron sus movimientos. Los investigadores vieron que los cíclidos mostraron una clara preferencia por el área asociada con la recompensa de comida, lo que sugiere que recordaron las experiencias anteriores del entrenamiento.

Además, experimentos científicos aparte, parece comprensible que, para los peces que viven en estado salvaje, la capacidad de asociar lugares con la comida podría ser vital para su supervivencia. "Los peces que recuerdan dónde se encuentra la comida tienen una ventaja evolutiva sobre aquellos que no", afirma el científico principal de este trabajo, Trevor Hamilton. "Si son capaces de recordar que cierta área contiene los alimentos sin la amenaza de un depredador, lograrán volver a esa zona. Una carpa que ha estado a punto de morder el anzuelo recuerda la experiencia y evita a los pescadores durante varios meses". Un estudio más profundo reveló que no sólo son capaces de recordar un lugar concreto, sino que también pueden memorizar formas, colores, sonidos e incluso la cara de sus cuidadores.

Esto se pone también de manifiesto en otros experimentos que demuestran que, además de una gran memoria, tienen un tiempo de atención, sin distracciones, de 9 segundos, un segundo por encima del de los seres humanos. La idea, pues, de que los peces tienen mala memoria es falsa, según muestran los resultados de las investigaciones llevadas a cabo. O sea, que eso de que los peces tienen sólo unos segundos de memoria es un auténtico bulo.

En el género humano, la cosa cambia (al menos, en teoría) Es por eso que el estudio de la memoria suele centrarse sobre todo en los homínidos, que presentan la estructura cerebral más compleja de la escala evolutiva. Culturilla: el cerebro humano de un individuo adulto estándar contiene unos cien mil millones de neuronas y unos cien billones de interconexiones entre ellas, de forma que, aunque a ciencia cierta nadie sabe la capacidad de memoria del cerebro, según el escritor y divulgador científico Carl Sagan, tenemos la capacidad de almacenar en nuestra mente información equivalente a la de diez billones de páginas de enciclopedia.
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Pero este prodigio teórico está permanentemente amenazado, no sólo por deficiencias en factores biológicos que producen la amnesia o mala memoria, que podríamos definir como la ausencia de recuerdos de un período determinado de la vida en que se suele estar consciente de que son recuerdos que existieron, pero que se han perdido, parcial o totalmente, sino a ese mecanismo que nos evita acumular un exceso de datos que creemos inútiles, que se llama olvido. Olvidar es algo normal, incluso necesario, pues se trata de acordarse de únicamente lo importante, de tal manera que los datos almacenados pueden ir diluyéndose con el paso del tiempo (de explotar esta factor saben mucho, por cierto, quienes diseñan las campañas políticas). Algunos investigadores afirman que los recuerdos se conservan de por vida, y lo que falla es el modo de acceder a ellos.

Con todo lo dicho, cabe reparar en el hecho de que, frecuentemente, se producen ciertos episodios que parecen propiciar una amnesia colectiva, un olvido voluntario (¿inadvertido?) o, lo que es el colmo, un clarísimo estado de memoria de pez. Y no me refiero a esa tradición ya apuntada de inducir amnesia selectiva a la ciudadanía en los períodos previos a las elecciones para no perder votos (aunque eso se complemente hoy día con dosis a espuertas de lo que se ha dado en llamar posverdad, es decir, lo que siempre se ha conocido como mentiras, aunque sean envueltas en celofán), no, sino a sucesos menos importantes (o no) o que llaman menos a considerarlos trascendentes para la convivencia cotidiana o para el futuro.

Estos días parece culminar una avalancha de noticias de todo tipo (ninguno bueno) que giran alrededor del mundo de nuestro deporte rey: la imputación del ex presidente del FCBarcelona por un presunto delito de blanqueo vinculado con el fútbol internacional, los "pecadillos" con Hacienda de nombres como Messi, Cristiano Ronaldo, Falcao, Xabi Alonso, Di María, etc1, los amaños en los resultados de partidos orquestados por casas de apuestas, los problemas económico-fiscales de no pocos personajes relacionados con el fútbol, y un (por desgracia) largo etcétera. Lo curioso es comprobar que cada caso que sale a la luz parece representar una novedad desde todos los puntos de vista y rasga ese velo virginal que dicen que envuelve al deporte y sus protagonistas, olvidando que, concretamente el fútbol, está hace tiempo en el punto de mira de las autoridades de todo el mundo por su tendencia a convertirse en la cueva de Alí Babá.

El fútbol es, ante todo, un negocio, que mueve pasiones, de acuerdo, pero un negocio al fin y al cabo. Pensemos que, según proyecciones oficiales disponibles, la cifra de negocio de este año en Primera y Segunda División en España superará los 3.327 millones de euros, lo que se ha de reconocer que constituye un bocado apetitoso y, sólo en Europa, el fútbol mueve casi 14.000 millones de euros, el 0,1% del PIB de la UE. Ningún deporte se acerca tan siquiera a estas cifras.
Además, las características de la gestión del fútbol son propicias para el mercado negro. Es por eso que, ya en 2009, emitió el GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo) un documento/informe (ya conocido por los lectores de este blog pero que a la vista está que vale la pena recordar y percatarse de que nadie ¡ay! no le ha hecho ni el más mínimo caso. Y siguen pasando cosas) en el que alerta sobre la vulnerabilidad del sector para ser usado en sucios manejos. Ya entonces, y en primer lugar, el GAFI destacaba que resulta fácil penetrar ilegalmente en este sector, donde se mueven grandes cantidades de dinero en fichajes, en comisiones y en apuestas y donde el flujo de dinero es continuo. Además, se trata de un deporte globalizado, donde son frecuentes las transferencias de capitales de unos países a otros, lo que facilita perder el rastro del dinero. "El control del origen o destino de los pagos es débil o inexistente", dice el informe. Así, los "clubes de fútbol son vistos por las redes criminales como un vehículo perfecto para blanquear dinero".
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El GAFI ya reclamaba en el documento el establecimiento de "un código de buenas prácticas", que ya existía en el Reino Unido, para facilitar cauces de comunicación entre los equipos de fútbol y sus respectivas agencias tributarias nacionales (se evitarían algunos problemillas de los jugadores, que sabrían en todo momento sus obligaciones, de forma que el posible defraudador lo sería conscientemente de serlo y no inconscientemente), y una regulación homogénea a nivel internacional, que posibilitara la transparencia y la profesionalización de los directivos (se evitarían especuladores que usan el fútbol en su único beneficio, y es que muchos dirigentes de los equipos suelen proceder de otros negocios y carecen de experiencia acerca del funcionamiento del fútbol).

¿Y por qué el GAFI se preocupa del fútbol? Sencillamente porque es el mayor deporte del planeta. Hay 38 millones de futbolistas en todo el mundo registrados y cinco millones de árbitros oficiales aunque los jugadores no profesionales se calcula que ascienden a 265 millones, casi ocho veces la población total de España. Si bien el fútbol siempre ha sido popular, el GAFI constataba que en los últimos años previos al informe el volumen de negocio había alcanzado cotas impensables unos años antes: los ingresos totales de las cinco ligas más importantes de Europa -inglesa, española, alemana, italiana y francesa- ascendían en 1996 a 2.500 millones de euros. Diez años más tarde la cifra se había incrementado un 68%, hasta los 7.900 millones.
A este cambio habían contribuido, sobre todo, la comercialización de los derechos de televisión, que hoy supone la principal fuente de ingresos en la mayoría ligas europeas (en España, según un estudio de Deloitte, el 42% de los ingresos proceden de las televisiones. Otro 32% procede de los patrocinadores y de la publicidad, y la fuente de ingresos tradicional -la venta de entradas para los partidos y las cuotas de los socios- ciertamente es aún una parte importante, pero cada vez más residual, del negocio. Sólo el 26% de los ingresos del fútbol español se origina en las taquillas del estadio). Además, en las grandes operaciones económicas aparecen agentes e intermediarios "que muchas veces operan sin licencia", según denuncia el informe, y cuyo rol en las negociaciones no está a veces nada claro.

Ante este marco global y, particularmente, ante la ausencia de una normativa coordinada, ¿a alguien le extraña que haya quien se proponga hacer ganancias rápidas y fáciles escudándose, eso sí, en las pasiones que despiertan los colores del club? La prueba de que los colores del club se pretende que queden por encima de todas las cosas la da el detalle chusco de que en su día se quiso desacreditar el informe del GAFI porque se publicó coincidiendo con la detención de José Luis Pérez Caminero, ex jugador del Atlético de Madrid y ex internacional con la selección española, por una supuesta vinculación con un red de narcotráfico y blanqueo de dinero, lo que justificó que sesudos y objetivos tertulianos, deportivos y no deportivos se volcaran en una campaña de descalificación del GAFI y de TODO el informe, al que presentaban como un ataque al fútbol español.

Pese a estos avisos contenidos en el informe del GAFI de hace años, las barrabasadas no han cesado; algunas, incluso, de ámbito planetario, de las que nos hemos hecho eco en esas líneas, como el Mundial de Brasil, el escándalo de la FIFA  o el más jugoso pese a que se tratara con sordina, de las revelaciones de Football Leaks. Eso es una pequeña muestra de que existe una complaciente impunidad en seguir usando el deporte (los colores, para ser exactos) para conseguir cobertura en operaciones claramente delictivas.
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¿Es o no es impunidad?
Y eso sin entrar en la podredumbre del mercado de fichajes. Muy pocos se atreven a decir que el mercado de fichajes está lleno de irregularidades para que se lucren hombres que no saben lo que es un balón de fútbol. A pesar de la crisis económica mundial, la burbuja del fútbol no pincha y el deporte rey vive en un mundo paralelo. El mercado de fichajes, en concreto, es un lugar espléndido para el blanqueo de capitales. (un caso conocido y sintomático es el del fallecido narco colombiano Pablo Escobar, que utilizó el club Nacional de Medellín para lavar su dinero. Innumerables delincuentes han empleado el mundo del fútbol para esconder sus fechorías).

Los valores del capitalismo en su peor versión han sido trasladados al fútbol y los que tienen asiento en los palcos están encantados. A ellos no les interesa realmente el deporte del fútbol pero han encontrado una puerta giratoria espléndida para continuar con el saqueo. Para desgracia de ellos pueden comprar todo lo que no tenga corazón. Como asegura Jorge Valdano en Fútbol, el juego infinito. El nuevo fútbol como símbolo de la globalización: "Lo que no es posible comprar con dinero es el sentimiento. Eso es propiedad del hincha. En ese mundo no existen las puertas giratorias. Podemos cambiar de marido, de mujer, de partido político o de religión, pero no se puede cambiar de equipo de fútbol".
Y justamente de eso se aprovechan los mafiosos.

No me resisto a finalizar citando un caso real, ocurrido en un país sudamericano, presentado por el experto en Prevención del blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo Juan Carlos Galindo y registrado por GAFISUD (filial sudamericana del GAFI) en el que se mezcla lo público y lo privado en una organización criminal que actúa dentro de una institución del poder legislativo estatal y utiliza en sus procedimientos de corrupción: personas físicas (“testaferros” y “pantallas”), una hoja de pago de contabilidad paralela, créditos fraudulentos, amnistía fiscal, declaraciones falsas de impuesto de renta y, claro, traspasos financieros a equipos de fútbol.

La organización criminal está compuesta por personas que recibieron financiación para una campaña electoral. Después de la elección los involucrados, ahora diputados, ejecutaron una estrategia de corrupción dentro de la Asamblea, asumiendo los principales puestos (como la Presidencia, las Secretarias, la Tesorería, y otros puestos estratégicos) y crearon una hoja de pago y una contabilidad paralela, para operar pagos de sueldos de empleados ficticios. Los sueldos, de un valor importante, se pagaron a testaferros:

a) Se emitieron cheques en concepto de sueldo a nombre de los empleados ficticios (testaferros). En seguida tales cheques se endosaron a nombre de una empresa de factoring que simulaba una operación de fomento de la actividad con todas aquellas empresas que habían participado en la financiación de la campaña electoral. De esa forma se devolvieron todos los fondos recibidos en el curso de la campaña electoral.

b) Además, se descontaron fondos de la hoja de pago de los empleados, a beneficio de una empresa del sector inmobiliario. Posteriormente la empresa reenvió aquellos fondos a los diputados. Para justificar los ingresos, los diputados simularon una venta de un inmueble a la empresa involucrada (sector inmobiliario).

c) Asimismo, la organización creó más procedimientos para retirar fondos de la Asamblea; Los diputados tomaron préstamos bancarios en entidades financieras con el aval de la Asamblea y por medio de los miembros de la mesa directora de la Asamblea. Los recursos provenientes de los préstamos se dividieron entre los diputados, que nunca cancelaron los créditos sino la Asamblea Nacional.

d) Los diputados emplearon equipos de fútbol como pantalla para defraudar y desviar fondos públicos. En algunos casos los equipos de fútbol fueron administrados por el Presidente de la Asamblea en cooperación con el gerente financiero del equipo;

e) El Intendente del Gobierno Nacional imputó en colaboración con la Asamblea y la autoridad tributaria actos de amnistía fiscal y perdonó a diversas empresas sus deudas fiscales; algunas perteneciendo a diputados nacionales.

Este caso es lo que se denomina una tipología de blanqueo de capitales compleja, en la que se usaban fondos públicos y equipos de fútbol para el blanqueo y la corrupción. Sin comentarios.

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1Sólo como comentario al margen, y dejando bien claro que no debe haber ningún jugador, se llame como se llame y arrastre las pasiones deportivas que arrastre, al que se le permita incumplir sus obligaciones fiscales, lo que resulta muy llamativo es que se les castigue públicamente a ellos mientras sus asesores salen de rositas. Hacienda ha admitido que, en no pocos casos, la deuda tributaria exigida ahora obedece a cambios de criterio de la propia Hacienda; si eso es así, cuesta entender que a un personaje que juega muy bien con una pelota en los pies pero que tiene notorias dificultades en enlazar coherentemente tres frases seguidas se le acuse de ser el cabecilla de una red de defraudadores, en tanto que sus asesores, que sí están obligados a conocer las leyes fiscales y estar al día de posibles cambios de criterio para obrar en consecuencia, habitualmente quedan fuera del foco de la investigación y libres de sospecha.

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