Es una creencia popular
convertida en tópico esa de que los peces tienen una capacidad de
memoria de sólo 30 segundos a pesar de que es conocido
científicamente que eso no es exactamente así, ya que, por ejemplo,
en 2014, investigadores canadienses demostraron que, de hecho, estos
animales pueden recordar el contexto y asociaciones hasta 12 días
después, lo que lograron establecer aplicando un método simple:
cada pez (un cíclido africano, para los expertos) fue entrenado para
entrar en una zona concreta del acuario para recibir un premio de
comida, en sesiones de entrenamiento de unos 20 minutos de duración.
Después de tres días, se dio a los peces un tiempo de descanso de
12 días y luego se les reintrodujo en su área de entrenamiento y se
grabaron sus movimientos. Los investigadores vieron que los cíclidos
mostraron una clara preferencia por el área asociada con la
recompensa de comida, lo que sugiere que recordaron las experiencias
anteriores del entrenamiento.
Además, experimentos
científicos aparte, parece comprensible que, para los peces que
viven en estado salvaje, la capacidad de asociar lugares con la
comida podría ser vital para su supervivencia. "Los peces
que recuerdan dónde se encuentra la comida tienen una ventaja
evolutiva sobre aquellos que no", afirma el científico
principal de este trabajo, Trevor Hamilton. "Si son capaces
de recordar que cierta área contiene los alimentos sin la amenaza de
un depredador, lograrán volver a esa zona. Una carpa que ha
estado a punto de morder el anzuelo recuerda la experiencia y evita a
los pescadores durante varios meses". Un estudio más
profundo reveló que no sólo son capaces de recordar un lugar
concreto, sino que también pueden memorizar formas, colores, sonidos
e incluso la cara de sus cuidadores.
Esto se pone también de
manifiesto en otros experimentos que demuestran que, además de una
gran memoria, tienen un tiempo de atención, sin
distracciones, de 9 segundos, un segundo por encima del de los
seres humanos. La idea, pues, de que los peces tienen mala
memoria es falsa, según muestran los resultados de las
investigaciones llevadas a cabo. O sea, que eso de que los peces
tienen sólo unos segundos de memoria es un auténtico bulo.
En el género humano, la
cosa cambia (al menos, en teoría) Es por eso que el estudio de la
memoria suele centrarse sobre todo en los homínidos, que presentan
la estructura cerebral más compleja de la escala evolutiva.
Culturilla: el cerebro humano de un individuo adulto estándar
contiene unos cien mil millones de neuronas y unos cien billones de
interconexiones entre ellas, de forma que, aunque a ciencia cierta
nadie sabe la capacidad de memoria del cerebro, según el escritor y
divulgador científico Carl Sagan, tenemos la capacidad de almacenar
en nuestra mente información equivalente a la de diez billones de
páginas de enciclopedia.
Pero este prodigio teórico
está permanentemente amenazado, no sólo por deficiencias en
factores biológicos que producen la amnesia o mala memoria, que
podríamos definir como la ausencia de recuerdos de un período
determinado de la vida en que se suele estar consciente de que son
recuerdos que existieron, pero que se han perdido, parcial o
totalmente, sino a ese mecanismo que nos evita acumular un exceso de
datos que creemos inútiles, que se llama olvido. Olvidar es algo
normal, incluso necesario, pues se trata de acordarse de únicamente
lo importante, de tal manera que los datos almacenados pueden ir
diluyéndose con el paso del tiempo (de explotar esta factor saben
mucho, por cierto, quienes diseñan las campañas políticas).
Algunos investigadores afirman que los recuerdos se conservan de por
vida, y lo que falla es el modo de acceder a ellos.
Con todo lo dicho, cabe
reparar en el hecho de que, frecuentemente, se producen ciertos
episodios que parecen propiciar una amnesia colectiva, un olvido
voluntario (¿inadvertido?) o, lo que es el colmo, un clarísimo
estado de memoria de pez. Y no me refiero a esa tradición ya apuntada de inducir
amnesia selectiva a la ciudadanía en los períodos previos a las
elecciones para no perder votos (aunque eso se complemente hoy día
con dosis a espuertas de lo que se ha dado en llamar posverdad,
es decir, lo que siempre se ha conocido como mentiras, aunque
sean envueltas en celofán), no, sino a sucesos menos importantes (o
no) o que llaman menos a considerarlos trascendentes para la
convivencia cotidiana o para el futuro.
Estos días parece culminar
una avalancha de noticias de todo tipo (ninguno bueno) que giran
alrededor del mundo de nuestro deporte rey: la imputación del
ex presidente del FCBarcelona por un presunto delito de blanqueo vinculado con el
fútbol internacional, los "pecadillos" con Hacienda de
nombres como Messi, Cristiano Ronaldo, Falcao, Xabi Alonso, Di María,
etc1,
los amaños en los resultados de partidos orquestados por casas de
apuestas, los problemas económico-fiscales de no pocos personajes
relacionados con el fútbol, y un (por desgracia) largo etcétera. Lo
curioso es comprobar que cada caso que sale a la luz parece
representar una novedad desde todos los puntos de vista y rasga ese
velo virginal que dicen que envuelve al deporte y sus protagonistas,
olvidando que, concretamente el fútbol, está hace tiempo en el
punto de mira de las autoridades de todo el mundo por su tendencia a
convertirse en la cueva de Alí Babá.
El fútbol es, ante todo, un
negocio, que mueve pasiones, de acuerdo, pero un negocio al fin y al
cabo. Pensemos que, según proyecciones oficiales disponibles, la
cifra de negocio de este año en Primera y Segunda División en España superará
los 3.327 millones de euros, lo que se ha de reconocer que constituye
un bocado apetitoso y, sólo en Europa, el fútbol mueve casi 14.000
millones de euros, el 0,1% del PIB de la UE. Ningún deporte se
acerca tan siquiera a estas cifras.
Además, las características
de la gestión del fútbol son propicias para el mercado negro. Es por eso que, ya
en 2009, emitió el GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional
contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo) un
documento/informe
(ya conocido por los lectores de este blog pero que a la vista está
que vale la pena recordar y percatarse de que nadie ¡ay! no le ha hecho
ni el más mínimo caso. Y siguen pasando cosas) en el que alerta
sobre la vulnerabilidad del sector para ser usado en sucios manejos.
Ya entonces, y en primer lugar, el GAFI destacaba que resulta fácil
penetrar ilegalmente en este sector, donde se mueven grandes
cantidades de dinero en fichajes, en comisiones y en apuestas y donde
el flujo de dinero es continuo. Además, se trata de un deporte
globalizado, donde son frecuentes las transferencias de capitales de
unos países a otros, lo que facilita perder el rastro del dinero.
"El control del origen o destino de los pagos es débil o
inexistente", dice el
informe. Así, los "clubes de fútbol son vistos por
las redes criminales como un vehículo perfecto para blanquear
dinero".
El GAFI ya reclamaba en el
documento el establecimiento de "un código de buenas
prácticas", que ya existía en el Reino Unido, para facilitar
cauces de comunicación entre los equipos de fútbol y sus
respectivas agencias tributarias nacionales (se evitarían algunos
problemillas de los jugadores, que sabrían en todo momento sus
obligaciones, de forma que el posible defraudador lo sería
conscientemente de serlo y no inconscientemente), y una regulación
homogénea a nivel internacional, que posibilitara la transparencia y
la profesionalización de los directivos (se evitarían especuladores
que usan el fútbol en su único beneficio, y es que muchos
dirigentes de los equipos suelen proceder de otros negocios y carecen
de experiencia acerca del funcionamiento del fútbol).
¿Y por qué el GAFI se
preocupa del fútbol? Sencillamente porque es el mayor deporte del
planeta. Hay 38 millones de futbolistas en todo el mundo registrados
y cinco millones de árbitros oficiales aunque los jugadores no
profesionales se calcula que ascienden a 265 millones, casi ocho
veces la población total de España. Si bien el fútbol siempre ha
sido popular, el GAFI constataba que en los últimos años previos al
informe el volumen de negocio había alcanzado cotas impensables unos
años antes: los ingresos totales de las cinco ligas más importantes
de Europa -inglesa, española, alemana, italiana y francesa-
ascendían en 1996 a 2.500 millones de euros. Diez años más tarde
la cifra se había incrementado un 68%, hasta los 7.900 millones.
A este cambio habían
contribuido, sobre todo, la comercialización de los derechos de
televisión, que hoy supone la principal fuente de ingresos en la
mayoría ligas europeas (en España, según un estudio de Deloitte,
el 42% de los ingresos proceden de las televisiones. Otro 32%
procede de los patrocinadores y de la publicidad, y la fuente de
ingresos tradicional -la venta de entradas para los partidos y las
cuotas de los socios- ciertamente es aún una parte importante, pero
cada vez más residual, del negocio. Sólo el 26% de los ingresos del
fútbol español se origina en las taquillas del estadio). Además, en
las grandes operaciones económicas aparecen agentes e intermediarios
"que muchas veces operan sin licencia", según denuncia el informe, y cuyo rol en
las negociaciones no está a veces nada claro.
Ante este marco global y,
particularmente, ante la ausencia de una normativa coordinada, ¿a
alguien le extraña que haya quien se proponga hacer ganancias
rápidas y fáciles escudándose, eso sí, en las pasiones que
despiertan los colores del club? La prueba de que los colores del
club se pretende que queden por encima de todas las cosas la da el
detalle chusco de que en su día se quiso desacreditar el informe del GAFI
porque se publicó coincidiendo con la detención de José Luis Pérez
Caminero, ex jugador del Atlético de Madrid y ex internacional con
la selección española, por una supuesta vinculación con un red de
narcotráfico y blanqueo de dinero, lo que justificó que sesudos y
objetivos tertulianos, deportivos y no deportivos se volcaran
en una campaña de descalificación del GAFI y de TODO el informe, al que
presentaban como un ataque al fútbol español.
Pese a estos avisos
contenidos en el informe del GAFI de hace años, las barrabasadas no
han cesado; algunas, incluso, de ámbito planetario, de las que nos
hemos hecho eco en esas líneas, como el Mundial de Brasil,
el escándalo de la FIFA
o el más jugoso pese a que se tratara con sordina, de las revelaciones de Football Leaks.
Eso es una pequeña muestra de que existe una complaciente impunidad
en seguir usando el deporte (los colores, para ser exactos)
para conseguir cobertura en operaciones claramente delictivas.
¿Es o no es impunidad? |
Y eso sin entrar en la
podredumbre del mercado de fichajes. Muy pocos se atreven a decir que
el mercado de fichajes está lleno de irregularidades para que se
lucren hombres que no saben lo que es un balón de fútbol. A pesar
de la crisis económica mundial, la burbuja del fútbol no pincha y
el deporte rey vive en un mundo paralelo. El mercado de fichajes, en
concreto, es un lugar espléndido para el blanqueo de capitales. (un
caso conocido y sintomático es el del fallecido narco colombiano Pablo Escobar, que utilizó
el club Nacional de Medellín para lavar su dinero. Innumerables
delincuentes han empleado el mundo del fútbol para esconder sus
fechorías).
Los valores del capitalismo
en su peor versión han sido trasladados al fútbol y los que tienen
asiento en los palcos están encantados. A ellos no les interesa
realmente el deporte del fútbol pero han encontrado una puerta
giratoria espléndida para continuar con el saqueo. Para desgracia de
ellos pueden comprar todo lo que no tenga corazón. Como asegura
Jorge Valdano en Fútbol, el juego infinito. El nuevo fútbol como
símbolo de la globalización: "Lo que no es posible
comprar con dinero es el sentimiento. Eso es propiedad del hincha. En
ese mundo no existen las puertas giratorias. Podemos cambiar de
marido, de mujer, de partido político o de religión, pero no se
puede cambiar de equipo de fútbol".
Y justamente de eso se
aprovechan los mafiosos.
No me resisto a finalizar
citando un caso real, ocurrido en un país sudamericano, presentado
por el experto en Prevención del blanqueo de capitales y la
financiación del terrorismo Juan Carlos Galindo y registrado por
GAFISUD (filial sudamericana del GAFI) en el que se mezcla lo público
y lo privado en una organización criminal que actúa dentro de una
institución del poder legislativo estatal y utiliza en sus
procedimientos de corrupción: personas físicas (“testaferros” y
“pantallas”), una hoja de pago de contabilidad paralela, créditos
fraudulentos, amnistía fiscal, declaraciones falsas de impuesto de
renta y, claro, traspasos financieros a equipos de fútbol.
La organización criminal
está compuesta por personas que recibieron financiación para una
campaña electoral. Después de la elección los involucrados, ahora
diputados, ejecutaron una estrategia de corrupción dentro de la
Asamblea, asumiendo los principales puestos (como la Presidencia, las
Secretarias, la Tesorería, y otros puestos estratégicos) y crearon
una hoja de pago y una contabilidad paralela, para operar pagos de
sueldos de empleados ficticios. Los sueldos, de un valor importante,
se pagaron a testaferros:
a) Se emitieron cheques
en concepto de sueldo a nombre de los empleados ficticios
(testaferros). En seguida tales cheques se endosaron a nombre de una
empresa de factoring que simulaba una operación de fomento de la
actividad con todas aquellas empresas que habían participado en la
financiación de la campaña electoral. De esa forma se devolvieron
todos los fondos recibidos en el curso de la campaña electoral.
b) Además, se
descontaron fondos de la hoja de pago de los empleados, a beneficio
de una empresa del sector inmobiliario. Posteriormente la empresa
reenvió aquellos fondos a los diputados. Para justificar los
ingresos, los diputados simularon una venta de un inmueble a la
empresa involucrada (sector inmobiliario).
c) Asimismo, la
organización creó más procedimientos para retirar fondos de la
Asamblea; Los diputados tomaron préstamos bancarios en entidades
financieras con el aval de la Asamblea y por medio de los miembros de
la mesa directora de la Asamblea. Los recursos provenientes de los
préstamos se dividieron entre los diputados, que nunca cancelaron
los créditos sino la Asamblea Nacional.
d) Los diputados
emplearon equipos de fútbol como pantalla para defraudar y desviar
fondos públicos. En algunos casos los equipos de fútbol fueron
administrados por el Presidente de la Asamblea en cooperación con el
gerente financiero del equipo;
e) El Intendente del
Gobierno Nacional imputó en colaboración con la Asamblea y la
autoridad tributaria actos de amnistía fiscal y perdonó a diversas
empresas sus deudas fiscales; algunas perteneciendo a diputados
nacionales.
Este caso es lo que se
denomina una tipología de blanqueo de capitales compleja, en la que
se usaban fondos públicos y equipos de fútbol para el blanqueo y la
corrupción. Sin comentarios.
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1Sólo
como comentario al margen, y dejando bien claro que no debe haber
ningún jugador, se llame como se llame y arrastre las pasiones deportivas que arrastre, al que se le permita
incumplir sus obligaciones fiscales, lo que resulta muy llamativo es
que se les castigue públicamente a ellos mientras sus asesores salen de rositas.
Hacienda ha admitido que, en no pocos casos, la deuda tributaria
exigida ahora obedece a cambios de criterio de la propia Hacienda;
si eso es así, cuesta entender que a un personaje que juega muy
bien con una pelota en los pies pero que tiene notorias dificultades
en enlazar coherentemente tres frases seguidas se le acuse de ser el
cabecilla de una red de defraudadores, en tanto que sus asesores, que
sí están obligados a conocer las leyes fiscales y estar al día de
posibles cambios de criterio para obrar en consecuencia,
habitualmente quedan fuera del foco de la investigación y libres de
sospecha.
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