domingo, 10 de septiembre de 2017

¿Por qué se extingue una lengua?

Los mundurucú (formal y oficialmente, Wuy-jugu) son una tribu indígena de Brasil, que habita en las tierras vecinas a las de los más conocidos yanomami, concretamente en el valle del río Tapajós, afluente del Amazonas, región que era conocida precisamente como Mundurucânia. Si a alguien que esté leyendo estas líneas le entra el gusanillo de viajar a la prehistoria moderna haciendo turismo para conocerlos, lo tiene fácil: toma un avión desde Río de Janeiro o Sao Paulo a Santarem, una ciudad a ochocientos kilómetros del Atlántico, Amazonas arriba; desde allí, una travesía en ferry de unos trescientos kilómetros remontando el río Tapajós le lleva hasta Itaituba (pueblo nacido de la fiebre del oro) y, como última etapa teórica, trescientos kilómetros más de soportar baches por lo que fue orgullosa autopista Transamazónica (insensata infraestructura nacionalista, se podría decir que antecesora de nuestras radiales de Madrid) hasta Jacareacanga, pequeño asentamiento ya al borde del territorio mundurucú... donde hay que esperar si llegan algunos indígenas (que pueden coincidir el día siguiente o tardar semanas) y negociar con ellos para que lo lleven en canoa a alguno de sus poblados. Algo más que el macropuente de la Constitución, vamos, sólo para llegar.

Los mundurucú viven principalmente de la agricultura, la pesca, la caza y la recolección de productos silvestres, y hoy también producen cestas y otras artesanías. Se les conoce desde la segunda mitad del siglo XVIII y, a partir de mediados de siglo XIX, comenzaron a tener problemas con su territorio ya que la fiebre del caucho provocó su desplazamiento hacia las áreas caucheras en la ribera de los ríos. Actualmente (apoyados, entre otros, por Greenpeace), luchan para preservar su territorio tradicional frente a la minería, la construcción de represas hidroeléctricas e hidrovias. El gobierno de Brasil planea construir más de cuarenta presas en la cuenca del río Tapajós, parece que como preludio a una gran vía fluvial navegable para el transporte de mercancías. Sólo el más grande de estos proyectos dejaría bajo las aguas una superficie de territorio similar a la ciudad de Nueva York (729 km²), destruiría 14 lagos permanentes y estacionales, más de 7.000 hectáreas de formaciones rocosas y 320 islas fluviales. Los principales afectados, claro, no son los terratenientes, sino los indígenas que llevan habitando la cuenca del río Tapajós desde hace miles de años, y todavía viven en la región más de 12.000 miembros, la mayoría asentados en las riberas del río. Sus comunidades dependen del río para su alimentación, como medio de transporte y como forma de expresión cultural y espiritual. La pérdida del río supondrá el fin de su forma de vida.
Resultado de imagen de munduruku lengua
El "progreso" destrozando el habitat mundurucú
La mayoría de los mundurucú todavía viven relativamente aislados, pero al igual que muchos otros grupos indios con un largo historial de contactos, tienden a vestir ya ropa occidental como camisetas y pantalones cortos. Inevitablemente, otras características de la vida moderna terminarán entrando en su mundo, como la electricidad y la televisión. Así es como el progreso mal entendido y peor gestionado ha acabado siempre con las culturas. ¿Y el idioma? ¿Se pierde?

Hablan el idioma mundurucú, que es una de las lenguas tupi1,con unas características peculiares para nosotros además de su fonética particular: no tiene tiempos verbales, ni plurales, ni palabras para los números mayores de cinco2, lo cual, dicho sea de paso y paradójicamente, les confiere toda una pátina de sofisticación lingüística si pensamos que aún hay lenguas amazónicas en las que los numerales son "uno – dos - muchos". Los muy curiosos (o que se planteen, como hemos apuntado, una escapada turística), en Internet encontrarán una página donde pueden consultar el diccionario mundurucú-portugués-español-inglés de un vocabulario básico. Pero, en realidad, algunos mundurucú, especialmente los que viven en poblados situados en la periferia de su territorio, han aprendido portugués y son bilingües. Este es el primer paso para la desaparición del mundurucú, como lengua minoritaria, pues, como afirma la Unesco en su informe Vitalidad y peligro de desaparición de las lenguas, publicado en 2003, La lengua no dominante pierde terreno. Los padres empiezan a utilizar la lengua dominante en su trato cotidiano con los hijos en el hogar, y los niños pasan a ser semihablantes de su lengua materna (bilingües pasivos). Los padres y los mayores de la comunidad tienden a ser bilingües activos en las lenguas dominante y vernácula: entienden y hablan las dos y puede haber niños ya bilingües (por la influencia del entorno) en familias donde se utilice activamente la lengua vernácula. Por esta inercia de erosión "natural", la Unesco avisa en el citado informe de que se estima que hoy hay en el mundo unas cinco mil lenguas vivas amenazadas de desaparición3, pese a que recuerda que la diversidad lingüística es esencial en el patrimonio de la humanidad. Cada lengua encarna la sabiduría cultural única de un pueblo. Por consiguiente, la pérdida de cualquier lengua es una pérdida para toda la humanidad. Pero así ha pasado y seguirá pasando4. ¿Quién de nosotros recuerda haber oído hablar de lenguas como el tartésico, el árabe andalusí, el cántabro prerromano, el guanche y otras, hoy muertas pero muy vivas en su día en lo que hoy es España?
Resultado de imagen de lenguas muertas

Sin embargo, lo dramático es que, como dice el repetido informe, a veces el peligro no está en esa erosión sino que el peligro de desaparición de una lengua puede ser el resultado de fuerzas externas, tales como el sojuzgamiento militar, económico, religioso, cultural o educativo. La perversión no es sólo la prohibición del uso de la lengua minoritaria, sino que puede ser mucho más sutil (como ha pasado en nuestro país, por ejemplo, con el acento andaluz, que se ha identificado machaconamente de manera miserablemente arrogante con la falta de cultura, y eso con la vergonzosa aquiescencia cómplice, todo hay que decirlo, de las instituciones andaluzas) para "castigar" su uso, de manera que muchos pueblos, asociando su condición social desfavorecida con su cultura, han llegado a creer que no merece la pena salvaguardar sus lenguas. Abandonan su lengua y su cultura con la esperanza de vencer la discriminación, asegurarse un medio de vida y mejorar su movilidad social o integrarse en el mercado mundial.

La actitud de atacar o menospreciar directamente, como algunos suelen hacer sin tapujos, una lengua minoritaria buscando sin disimulos su extinción, además de ser un grave delito (impune, todo sea dicho) a la mismísima condición humana, representa un exponente de la ruindad y la maldad ignorante de algunos especímenes de la especie humana. Porque, vamos a ver, volviendo a la lengua mundurucú, hablada por unas 12.000 personas, hay que pensar que es, como todas las lenguas para cada persona, la que recibió de sus padres para descubrir la vida, el vehículo para aprender lo que necesite saber, el instrumento con el que se relaciona con los demás, la lengua con la que aman y rezan (profesan, por cierto el catolicismo predicado en su día por misioneros franciscanos junto a mitos heredados de su cultura antigua a través de sus chamanes). ¿Quién soy yo para atacarla aunque tenga sometido a su pueblo, sólo porque mi lengua la hablan 300 millones de personas, cifra muy superior a los 12.000 de la suya? ¿Acaso me da algún derecho sobre la persona del indígena el hecho de que haya más gente en el mundo que hable mi lengua y no la suya? Es la nefasta herencia del espíritu conquistador (¿aniquilador?) de algunos pueblos, en este caso como exponente de ese desatino histórico/político de "un país, una lengua" como muestra de dominación que conduce a la incultura, en clara contraposición con la pujanza de otros países más modernos como los Estados Unidos de América, en los que ni tan siquiera hay lengua oficial, y donde basan su, sin discusión, acendrado sentido del patriotismo, cohesión social y progreso en todos los campos en otros aspectos, quizá más alineados con lo que dice la frase atribuída a Voltaire de que uno es de donde se siente feliz y libre, y ¿cómo sentirte libre y feliz donde se coarta, dificulta y hasta se prohibe o impide el uso normal de la lengua heredada con el amor de los padres?.

Hay que reconocer, lamentablemente, que el espíritu castellano de la sociedad española ha propiciado, por su arrogancia, auténticas barbaridades con la destrucción de la cultura, historia y lengua del oponente político o del sojuzgado promoviendo eso que llaman la "historia común", que no es sino la del bando vencedor amplificada (como sucede en la mayoría de países, por otra parte). La lástima es que para verificarlo no es necesario retroceder a los años de Reconquista o a los de la Conquista de América, no; en cuestión de desapariciones de lenguas en España, el proceso parece que sea continuo. Baste citar (sin olvidar el "pecado" de hablar el castellano con un acento distinto al definido como oficial) como lenguas o variedades dialectales extinguidas o en proceso de extinción el guanche canario, el bable astur-leonés, la fabla aragonesa, el castúo extremeño, el panocho murciano, el dialecto riojano (con expresiones del euskera), etc., incluso el romaní gitano. Debe puntualizarse que, aunque no aparezcan en esta relación, la Unesco considera también lenguas amenazadas en España, a diferente nivel, el euskera, el gallego y el catalán/valenciano/mallorquín, pese a tener el status de cooficiales.
Imagen relacionada
El "tiro de salida" del castúo con ese nombre
De todas estas lenguas, seriamente amenazadas o simplemente desaparecidas entre nosotros, vale la pena detenerse por sus especiales características en el caso del castúo que, como tal denominación de lengua nació en época reciente con la intención de dignificar el habla rural extremeña. El nombre "castúo" se debe al poeta extremeño Luis Chamizo Trigueros, popularizado cuando en 1921 publicó su libro de poemas El Miajón de los Castúos en el habla rural, y que definió como "castizo, mantenedor de la casta de labradores que cultivaron sus propias tierras". En poco tiempo, el término "castúo" se extendió y aglutinó todas las formas del extremeño (estremeñu), desde las cercanas al cántabro-montañés o al astur-leonés hasta las hablas castellanas meridionales extremeñas, en tránsito hacia el leonés. Pronto dio lugar a la aparición de obras literarias en castúo, del propio Chamizo, pero, sobre todo, del más conocido José María Gabriel y Galán, de forma que el castúo o extremeño tradicional se ha plasmado en textos escritos, configurando realmente una literatura vernácula; donde cada vez son más los nuevos poetas y escritores que se interesan en utilizar esta lengua como vehículo de cultura. Para muestra y definición de los motivos que subyacen en la lengua, un botón:

Me trompecé el’otro día
con un forasteru,
mu compuestu y mu finu,
que se llegó ende la capitá,
y decía que semus lus extremeñus
incurtos y de mu mal jablá.

No soy yo una jembra
de mucha gramática
ni tampoco mu estudiá,
pero asina jablaba mi madre,
asina jablaba mi agüela,
asina jablaban lus de mucho más pa’trás,
y asina jablo yo,
pá que no se me olvide nunca ni una letra
de la que jablan también
nuestrus más grandes poetas.

Sepa usté, señó mío,
que cuandu un extremeñu jilvana
toas y ca una de las letras,
empalma comu una melodía tras otra
lo que no es otra cosa
que la lengua que se jabla
en nuestra tierra.

Sepa usté, forasteru,
qu’en cá lugá se jabla una lengua.
Y si no,
aviente, aviente usté una mirá
por lus jondones de la jistoria
a vé si se da cuenta
que no semus lus extremeñus
más incurtos que lus que nacierun
ajuera de la nuestra Extremaura.

Sepa usté, forasteru,
que sabemus mu requetebien leé y escrebí
lus extremeñus.
Pa eso, cuandu eramus zagalinas,
un maestro mu resabio,
y mu letrau,
nus enseñó en la escuela.
Y pa encandilá lus nuestrus pensares
no nus jacen falta
ni las eses, ni las jerres.

Y ya, pa terminá,
si tiene una miajina de vagá, aviente usté
una ojeá por lus librus
de Luis Chamizo ó
de Gabriel y Galán
a ve si encuentra usté, señó mío,
arguna incurtura en su pluma desgarrá.

(Maria José Mateos Pombero – "Sepa usté, forasteru ...")

Pues bien, a pesar del loable esfuerzo por parte de unos pocos por mantener viva SU lengua, aunque no sea lengua oficial, hace pocos meses un extremeño "de pro" me despotricaba en las Redes acerca del castúo a la que despreciaba, precisamente porque no es oficial y es minoritaria y con "nombre artificial inventado" en un alarde de desdén imperialista en lugar de considerarla como lo que es, un factor cultural identitario a proteger (sea cual sea su nombre), además, me decía "porque no la entiendo. ¿no pueden hablar español, como todo el mundo?"

Acabáramos. O sea, tapar ignorancia con arrogancia. Destrozar cultura ajena por incapacidad propia. Sin comentarios.

---------------------------
1Las lenguas tupíes o macro-tupí son una familia de unas 80 lenguas indígenas de América habladas por los pueblos tupíes. Es la familia de mayor extensión geográfica en América del Sur, extendiéndose dispersamente tanto en la Amazonía como en la Cuenca del Plata. Comprende 10 subfamilias, de las cuales las más extendidas tanto geográfica como demográficamente son las lenguas tupí-guaraníes, en los territorios limítrofes con los delidioma español..

2Un inciso sobre este punto: nadie lo sabe con certeza, pero probablemente los números no tengan más de diez mil años de historia, referido ello a un sistema básico de palabras y símbolos para designar los números. Una de las teorías es que esta práctica surgió junto con la agricultura y el trueque, pues los números eran una herramienta indispensable para hacer inventario y asegurarte de que no te estafaban. Si, como los mundurucú, solo se cultiva lo necesario para subsistir, y el dinero ha empezado a circular por sus aldeas recientemente, no se desarrollan las aptitudes para contar. No obstante, hace decenas de miles de años, mucho antes de la llegada de los números, nuestros ancestros debían de poseer cierta perspicacia para las cantidades. Debían de ser capaces de distinguir un mamut de dos mamuts, y ser conscientes de que una noche no es lo mismo que dos noches. Sin embargo, el salto intelectual desde la idea concreta de dos cosas hasta la invención de un símbolo o palabra para la idea abstracta de «dos» tardó muchos siglos en producirse. En definitiva, los números son tan corrientes en nuestra vida que es difícil imaginar cómo hay gente que puede sobrevivir sin ellos.

3Es comprensible porque alrededor del 97% de la población mundial habla aproximadamente un 4% de las lenguas del mundo; a la inversa, alrededor del 96% de las lenguas del mundo son habladas por aproximadamente un 3% de los habitantes del mundo, según la Unesco. Así pues, casi toda la heterogeneidad lingüística del mundo corresponde a un número muy pequeño de personas.

4A veces con el desinterés manifiesto por parte de la que fue lengua dominante en mantener, antes de que se pierdan irremediablemente, los nexos "familiares" que hubo entre las lenguas, como reflexionábamos acerca de la relación español – chamorro en http://management-briznas.blogspot.com.es/2017/08/corea-estados-unidos-y-la-marcaespana.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario