martes, 30 de enero de 2018

Utilidad -o no- de la Historia.

Tengo un amigo historiador, con el que, por cierto, no nos podemos ver con la frecuencia que a ambos nos gustaría, y pese a que tenemos fuertes discrepancias en muchos aspectos, estas divergencias de opinión no influyen en absoluto en nuestra consolidada relación de amistad, basada en el respeto y el afecto, pese a lo que pregonan algunos politicastros, a los que el calificativo más suave que los define es el de "espernible", que pregonan que el manifestar ideas diferentes a las suyas es augurio de división, enfrentamiento, ataque a la convivencia, caos y no sé cuántas catástrofes más anticipando un seguro apocalipsis, todo ello por conseguir unos votos basados en sentimientos manipulados (lo triste es que hay multitud de personas bienintencionadas que los creen y les votan, pero eso es otra historia).

En nuestras charlas distinguimos la figura del historiador, profesional que estudia y analiza desde todos los puntos de vista posibles, incluyendo su relación/influencia con otros, los llamados hechos históricos en su realidad, alejada de la utilización política de los mismos, del concepto historia, mucho más sutil y sibilino. En este blog hemos mantenido la idea (ver sobre todo las entradas del 08/05/16 y siguientes) de que lo que nos imbuyen como historia, particularmente la referida a un país o territorio, es, simplemente, la narración, más o menos novelada, de unos hechos (con gran relevancia de las victorias bélicas en la narración) de tal manera que justifican la situación socio/política del presente. Por eso resulta pernicioso lo que suelen hacer muchas instancias cuando surge el tema, como es el relacionar/supeditar el futuro de las personas, e incluso de las comunidades, al pasado de los Estados, en particular si lo único que se resalta de ese pasado son las victorias bélicas (en las que, lógicamente, no se sabe en general si los antepasados de quien hoy dilucida su futuro fueron del bando de los vencedores o de los acallados) y no otros aspectos.

Lo que resultaría ridículo y una clara muestra de ignorancia si no fuera tan dramático en su demostración de inmovilismo arrogante es ese empeño, hasta de las más altas esferas políticas, en pretender que todo cambio es malo e implanteable porque la Historia nos dice hasta hoy que las cosas están como están.¿Seguro que, por eso, no pueden cambiar, en su caso, a mejor?
Resultado de imagen de miedo al cambio

Como nos dicen los psicólogos, la metatesiofobia, término académico con el que se denomina el miedo al cambio, es algo muy común en la sociedad actual ya que desde que somos pequeños nos inculcan que nuestros objetivos en la vida deben ser, por ejemplo, buscar una pareja estable, un trabajo estable y tener un hogar (domicilio) estable dentro de una zona geográfica determinada, con unos límites definidos a la que llaman NUESTRO país con una organización y una forma social que también nos inculcan como nuestras. Nos han hecho creer que la felicidad y esa estabilidad que, a la postre, pretenden que se convierta en nuestra indiscutible y natural zona de confort, van de la mano. Sin embargo, cada vez es más evidente que los seres humanos necesitamos adaptarnos a los cambios. Sin ir más lejos, hasta hace bien poco en términos de tiempo históricos nuestra especie era nómada y se veía obligada a gestionar su día a día en función de las condiciones y los recursos que tuviesen en cada momento y en cada lugar. Es más, el cambio es inevitable en nuestras vidas. Estemos conscientes o no, queramos aceptarlo o no, las cosas y la gente cambian, si bien la sociedad y la tradición ejercen una poderosa influencia sobre cada uno de nosotros, lo que se traduce en que, cualquier cambio nos exige modificar nuestra conducta o forma de pensar ante una nueva situación porque nuestra forma "normal" de reaccionar (a la que estamos acostumbrados) ya no nos es útil, y no, como recuerdan los psicólogos, cuando tendemos a ridiculizar e incluso oponernos fieramente a procesos orientados a cambiar nuestra mentalidad, es decir, al sistema de creencias con el que hemos creado nuestro, posiblemente, falso concepto de identidad..Al obedecer las directrices determinadas por la mayoría, hacemos todo lo posible para no salirnos del camino trillado, rechazando sistemáticamente ideas nuevas, diferentes y desconocidas. No nos gusta cambiar porque a menudo lo solemos asociar con la frustración y la vergüenza que conlleva sentir que nos hemos equivocado. O peor aún: que hemos fracasado. De ahí las tan pronunciadas sentencias: “¡Yo soy así, tengo la razón (o el poder) y no pienso cambiar!” “¡Los que tienen que cambiar son los demás!.

Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de cambio al que tememos? y ¿qué tiene que ver con la Historia?

Partamos de la premisa, cuando hablamos de los seres vivos, de que admitimos que nacen, crecen, se reproducen (o no) y mueren, es decir, que registran un cambio constante, como ya dedujo el filósofo griego Heráclito hace veinticinco siglos. Pero ¿estas características sólo pueden atribuirse a los seres vivos? Pues parece que no, que realmente pueden aplicarse sin menoscabo a todos los aspectos relacionados con el hecho de vivir: culturas, lenguas, leyes, países, religiones, etc. El conocido sociólogo y politólogo Wallerstein1 lo define asi: "El cambio es eterno. Nada cambia jamás. Los dos tópicos son "ciertos". Las estructuras son los arrecifes de coral de las relaciones humanas, que tienen una existencia estable durante un período relativamente largo de tiempo. Pero las estructuras también nacen, se desarrollan y mueren".
Resultado de imagen de sociedad viva

En efecto, simplemente mirando atrás en el tiempo, podemos corroborar que esto es cierto, y que lo que hacen algunos de apelar a la Historia para justificar su inmovilismo arrogante, por ejemplo al mantener que a las leyes actuales (sean las que sean) se las ha de considerar eternas, es un error teñido de ignorancia, porque, precisamente la Historia nos enseña que los cambios son constantes y afectan a conceptos tan sagrados e inamovibles como lengua, territorio, religión y todos en general.

Miremos algunos para comprobarlo: sin entrar (hoy no toca) en algunos de los motivos de su desaparición, nadie duda que muchas lenguas y culturas otrora florecientes ya han muerto, en algunos casos tras un crecimiento previo importante. Si nos fijamos en los países/territorios, basta echarle un vistazo a un atlas de hace sólo cincuenta años para advertir los cambios (pausados o rápidos, civilizados o traumáticos) habidos en el mapa político de nuestro mundo. Por cierto, ya que hemos citado a Wallerstein, quizá no esté de más volverlo a recordar en este punto, ya que sostiene que el Estado-Nación es un concepto del pasado, pese a que algunas elites crean que,en función de este concepto, tienen el poder casi por derecho divino. Respecto a nuestra Europa, opina que nos encontramos en un interregno como el que hubo entre la Edad Media y el Renacimiento; puede durar 50, 70 años, hasta que seamos capaces de ver qué es pasado y futuro en nuestro presente.

La Ley.... ¿qué decir cuando el Poder no es capaz de ver, a su conveniencia, que no hay ninguna ley que sea eterna? Si se informaran un poco en esa Historia en la que se escudan, verían que a lo largo del tiempo todas las leyes evolucionan de acuerdo con la cambiante realidad social (y malo cuando no cambian como la sharia islámica, a la que ellos son los primeros en criticar -con razón- por su crueldad, insensibilidad y anacronismo). Aplicando sus teorías aún sería vigente el Código de Hammurabi o, entre nosotros, el Fuero Juzgo. Sin comentarios.

Incluso a temas que se sitúan por encima del bien y del mal (y nunca mejor dicho) como la religión también se les puede aplicar la evidencia histórica de que nacen y mueren, si no, no se entendería que, sin ir más lejos, hoy no haya ninguna adoración a Zeus y su corte, en un momento todopoderosos e inspiradores de toda una cultura y forma de vida universales (a la medida del universo conocido entonces, claro), y hoy convertidos de dioses en meros personajes objeto de estudio de una época histórica para los expertos, o nos parezcan sólo una rémora exótica nombres como Thor, Odín, Manitú y tantos otros que en su día concitaban temerosa devoción.

En definitiva, que la Historia puede ser una poderosa herramienta política de manipulación interesada a la vez que un magnífico instrumento de análisis del pasado para seleccionar de él aquello que interese para mejorar un futuro deseable e imprevisible, teniendo en cuenta, eso sí, que el presente en el que efectuamos el análisis está en permanente evolución, seamos o no conscientes de ello. Y más vale que lo seamos.

Acabamos con música, con el poema de Gabriel Celaya (Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta de nombre competo, que fue un poeta español de la generación literaria de posguerra, uno de los más destacados representantes de la que se denominó «poesía comprometida» o poesía social) España en marcha, al que puso música en 1967 Paco Ibáñez, del que lo recordamos en su actuación en el Teatro Olympia, de París, el 2 de diciembre de 1969. Es interesante saber hoy que el concierto fue grabado en directo, y es todo un referente no sólo poético o musical, sino también ideológico y político, de la generación, también en nuestro país, marcada por los acontecimientos de mayo de 1968 en París.




------------------------------
 
1Immanuel Wallerstein es un sociólogo, politólogo y científico social histórico estadounidense. Principal teórico del análisis de sistema-mundo, también conocido como economía-mundo, o teoría, enfoque o acercamiento analítico de los sistemas-mundo (expresión original en inglés World-systems approach), que es un desarrollo de la crítica postmarxista que intenta explicar el funcionamiento de las relaciones sociales, políticas y económicas a lo largo de la historia en el planeta Tierra. Es una teoría historiográfica, geopolítica y geoeconómica con gran vigencia y aplicación en las relaciones internacionales.

1 comentario:

  1. Cada entrada da que pensar. Gracias!
    Lástima que seguro que no las lee quién nos iría bien que las leyera...

    ResponderEliminar