Un día de este 2018 (no se
sabe cuál, o sea, que podría ser hoy), el mismo cada año, cumple
años (no se sabe cuántos) el músico estadounidense de origen
griego Chris Spheeris, poco conocido por su nombre entre nosotros. Confieso que yo tampoco lo conocía hasta que (eso sí, hace años) una persona muy querida me sugirió que lo escuchara atentamente.
Sorprende que en una época
como la que vivimos, en la que a cualquiera que berrea algo que nos
dicen que es una canción se le dedican páginas y páginas de papel
couché y del que sabemos hasta el postre que tomó en el restaurante
del aeropuerto el día (hace 5 años) que se retrasó el vuelo en el
que volvía a España de una estancia en la Riviera Maya (acreditada
con profusión de fotos en sus playas) en la que estuvo acompañado
de la que entonces era su sexta pareja "fija"; sorprende,
digo, encontrar personajes públicos (por su profesión) como
Spheeris tan celosos de su vida privada, hasta el punto de que no se
divulguen datos como su fecha de nacimiento.
¿Y quién es este Spheeris?
Pues no es un don nadie. Empezó
a componer para guitarra en su adolescencia y actualmente cuenta con
más de veinte discos publicados, dentro de los que hay obras
calificadas como auténticas joyas de la New Age Music por los
expertos, ha puesto música también a películas y a varias series
de televisión americanas, ha editado trabajos en colaboración con
Paul Vouduris (músico nacido en Trípoli, Libia, hijo de refugiados
griegos llegados de Turquía)) o Vangelis (nacido como Evangelos
Odysseas Papathanassiou en Volos, Grecia), y un largo etcétera.
Todo un síntoma, por cierto, en la era Trump y de la deprimente insensibilidad de la rica UE, estos orígenes de
excelentes músicos y la influencia que eso ha tenido en una música
cálida, melódica, esencialmente mediterránea.
Su estilo es muy
característico, reconocible con facilidad. Spheeris alterna temas de
melodías directas de instrumentos de sonidos muy definidos como el
piano o la guitarra (en temas como Lovers and Friends, Andalu) con
instantes mucho más suaves, dulces, donde los teclados envolventes y
deliciosos forman preciosas atmósferas de paz y armonía (Stars,
Remember Me…). Otras veces se mueve entre la frontera de ambas
tendencias, como el relajante Field of Tears, dirigido por un oboe
brillante y secundado por teclados y guitarras.
Se puede casi afirmar que
todos los temas son perfectos, admirables, de inusitada expresividad.
Basta una escucha para que enamore y conmueva profundamente. La
música de Spheeris forma parte de las pocas composiciones, se encuadren o no en la New Age, que son
uno de los mejores reflejos de lo lejos que puede llegar la
sensibilidad del ser humano, prodigiosas, sublimes, de una elegancia
infinita, un trabajo precioso de principio a fin que debería
trascender las fronteras de los géneros para llegar a los corazones
de cualquiera con un mínimo interés en el verdadero conocimiento.
Pues eso, feliz cumpleaños, Chris
Spheeris, sea cuando sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario