miércoles, 26 de junio de 2019

Refugiados: el hoy.

Hace una semana escasa, con motivo de la conmemoración (que no “celebración”, no 
confundamos) del Día Mundial de los Refugiados, la ONU proclamaba que 
 
Imagen relacionada
 
 
En torno a 70,8 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a huir de sus 
hogares. Sin duda una cifra sin precedentes. Entre ellas hay casi 25,9 millones de personas 
refugiadas, más de la mitad menores de 18 años.

Además, se estima que hay 10 millones de personas apátridas a quienes se les ha negado 
una nacionalidad y acceso a derechos básicos como educación, salud, empleo y libertad de 
movimiento.

En la actualidad, en todo el mundo, cada dos segundos una persona se ve obligada a 
desplazarse como resultado de los conflictos y la persecución. 

En el Día Mundial de los Refugiados, que se celebra cada 20 de junio, conmemoramos su 
fuerza, valor y perseverancia. Esta celebración nos brinda la oportunidad de mostrar nuestro 
apoyo a las familias que se han visto obligadas a huir.

En junio de 2016, ACNUR, el organismo de las Naciones Unidas para los refugiados, lanzó 
la campaña #ConLosRefugiados para pedir a los gobiernos que colaboraran y cumplieran 
con su deber en relación a las millones de personas que precisaban ser acogidas.
… 
 
Resultado de imagen de necrofronteras
 
Pero, como dice el refrán, una cosa es predicar y otra dar trigo, y con estos mimbres, resulta, 
cuando menos, preocupantemente llamativo que, menos de una semana después de esta 
declaración, ayer, 25 de junio, en la sede del Consejo General de la Abogacía Española, en 
el Paseo de Recoletos, en Madrid, tuviera lugar la presentación del informe con el impactante 
nombre de La vida en la necrofrontera elaborado por el colectivo Caminando Fronteras1, que, 
aparte de su crudeza, desmonta algunos lugares comunes usados como arma política para 
crear opiniones y reacciones interesadas. El uso del término “necrofronteras” (que se extiende 
a “necropoder” y otros en el documento) ya es todo un catálogo de intenciones habida cuenta 
de que el prefijo necro, que no es una palabra castellana, tiene etimológicamente origen griego 
bajo denominación «νεκρο» (nekro), significa “muerto” y abarca a todas las palabras y 
expresiones relacionados con muerto, cadáver, difunto, fiambre, exánime o fallecido, cualquier 
cuerpo muerto o también en estado o condición de descomposición, sea cualquier ser vivo en 
particular. Es un elemento radical que es usado en palabras compuestas, como necropsia, 
necrología, necrofilia, necromancia, etc.

La lectura de algunos extractos del Prólogo del informe ya nos proporcionan elementos de
reflexión, empezando por la de que los testimonios recogidos son reales, no fruto de una 
novela de ficción:

En este momento, decenas, cientos, miles de personas están intentando atravesar alguna 
frontera. Van con sus niños y niñas a cuestas, con su impulso de vida, con la determinación de 
encontrar nuevos motivos para mantener la esperanza. Mientras ello ocurre, el necrocapitalismo 
está poniendo en marcha toda su maquinaria de muerte para apresarles, esclavizarles y 
convertirles en mercancías.

En las fronteras resulta evidente la complicidad y articulación con la que actúan los gobiernos 
europeos y el poder corporativo -legal e ilegal- para alimentar e incrementar las ganancias 
millonarias que resultan de controlar a las personas migrantes. Como el informe detalla, toda 
una industria de violencia y muerte se beneficia de vigilar, detener, encarcelar y deportar, 
traficar y esclavizar e incluso rescatar y asistir a quienes intentan atravesarlas. En las 
fronteras se hace evidente la renuncia de los Estados a su obligación de garantizar los 
derechos humanos no importa cuántos tratados se hayan firmado, ni cuantos acuerdos se 
logren en Naciones Unidas..

En las fronteras, el neoliberalismo avanza velozmente, externalizando, privatizando, 
recortando presupuestos a los servicios públicos. En ellas ocurre lo que luego se generaliza 
en todos los territorios, gobiernos e instituciones. Los derechos de los que son despojados 
las personas migrantes son los mismos que poco a poco van siendo arrebatados al resto de 
la población. Porque la voracidad del necrocapitalismo no tiene ningún límite, ni pretende 
respetar ningún pacto que haga posible unos mínimos de justicia social. En las fronteras se 
hace visible el debilitamiento de la democracia y el retroceso autoritario. 

El uso del sistema de justicia para levantar falsas acusaciones contra activistas con la 
finalidad de restringir su derecho a defender los derechos humanos es una acción cada vez 
más común por parte de gobiernos que presumen de gozar de una democracia y estado de 
derecho sólidos. 

Migrar siendo pobre, mujer, negra, trans, indígena, migrar sin papeles, sin el permiso y 
beneplácito de quienes controlan el poder, es transgredir el orden establecido y desafiar al 
necrocapitalismo. El derecho inalienable al libre tránsito, la determinación de buscar mejores 
condiciones de vida y la lucha por la libertad es más fuerte que todas las fronteras con sus 
violencias. 
 
 
Imagen relacionada
(pen)Última imagen de hoy mismo, ahogados al intentar entrar en territorio estadounidense ¿Son o no son necrofronteras?
 
Las personas migrantes y sus familias constituyen la base de la resistencia al necropoder”, 
ellas son las portavoces legítimas de su propia situación, quienes saben cuales son las 
soluciones y están alzando la voz por quienes desaparecen o mueren en medio del mar y 
constituyen un movimiento global que ha desenmascarado la impunidad, complicidad y falta 
de humanidad de gobiernos y grupos criminales en muchas parte del mundo. Superando un 
indescriptible dolor y con todo el sistema en su contra buscan justicia, dignifican la memoria 
y exigen narrativas que pongan el énfasis en los perpetradores y dejen de exhibir a las 
víctimas.

Todas las personas hemos sido migrantes o hemos tenido familiares migrantes, y estamos 
vivas hoy gracias a que alguien nos ha procurado cuidados durante esas experiencias de 
tránsito y movilidad. Que no se nos olvide nunca, que esa experiencia colectiva grabada en la 
memoria de nuestros ancestros sea una fuerza que nos ayude a terminar con esta política 
de muerte que pretende arrebatarnos la esperanza.


Hacer morir y dejar morir”, afirma el informe, una denuncia, en definitiva, contra “toda una 
industria de violencia y muerte que se beneficia de vigilar, detener, encarcelar y deportar, 
traficar y esclavizar e incluso rescatar y asistir a quienes quieren atravesarlas”.

La contundencia de sus cifras echa por tierra todo intento de disfrazar de éxito estas políticas: 
1.020 víctimas entre 2018 y el primer cuatrimestre de 2019. Resultado de 70 naufragios y de 
12 embarcaciones desaparecidas, en tres rutas distintas: la del Estrecho, la del Mar de 
Alborán y la ruta de las Canarias.La zodiac no era buena, pero subimos. De repente empezó a perder aire. La noche era tan 
oscura y hacía tanto frío que no puedo decir cuándo caía la gente al agua. Pedíamos socorro, 
pero no llegaban. Iban cayendo y yo pensaba que sería la próxima. Me abrazaba a mi bebé. 
No recuerdo el rescate, solo el hospital. Las familias llamaban y nos preguntaban quiénes 
estábamos vivos y por qué habían muerto. Yo les decía ‘los mató la frontera’, porque si no 
hubiésemos estado ahogándonos en una frontera, hubiesen venido a salvarnos. A mí me ha 
llevado años aprender lo que significan las fronteras en nuestras vidas migrantes”, explica la 
camerunesa F.S. 
 
Resultado de imagen de necrofronteras
 
 
Para el Comité Internacional de Cruz Roja, “debe presumirse que las personas desaparecidas 
siguen con vida hasta que se determine la suerte que han corrido”, y tienen el derecho a ser 
buscadas por las autoridades pertinentes y a que se investiguen las circunstancias de su 
desaparición. Es lo que se denomina “pérdida ambigua”. No hay un cuerpo y por ende no hay 
un funeral, ni ritos que ayudan a aceptar la pérdida permanente. “Así la pérdida puede 
prolongarse indefinidamente, agota a las personas física y emocionalmente, sufren una 
confusión generalizada, viven con la ilusión de que un día aparezcan con vida”.A veces se recurre a los marabús, a nuestras creencias ancestrales. Estos dicen que les ven 
en algún lugar, en islas, pero con vida. Puede parecer una locura, y creeréis los europeos que 
tal vez lo decimos por estar “retrasados”, pero es una forma de proteger a la familia y a la 
comunidad de esa pérdida tan dolorosa”, cuenta el líder comunitario S.P.

El informe se centra en poner voz a las supervivientes y sus familias y que sean ellas, sus 
palabras y sentires las que sirvan de hilo conductor para contar los efectos de la frontera en 
sus vidas, y las resistencias que crean para luchar contra esas zonas de excepción 
democrática.

El primero en acuñar el término de “necropolítica” fue el pensador camerunés Achille Mbembe, 
quien se refirió a regímenes políticos actuales que “obedecen al esquema de hacer morir y 
dejar vivir a cuerpos concebidos como mercancías susceptibles de ser desechadas”. Y es 
Andrés Fabián Henao Castro, quien enmarca el término en los contextos fronterizos.Pensaba que la frontera era una línea, pero era mucho más: son los bandidos, los policías, 
los militares, los perros, las vallas, la moto mafia, las armas. También es el miedo, el corazón 
que se acelera, el cuerpo que tiembla, los ojos que se cierran, la voz que se apaga. En ese 
momento tu cuerpo está a merced de todo. La primera vez fue de Mali a Argelia. Por mi cuerpo 
pasaron varios militares, eso era la frontera. Pasaron, follaron y dejaron un bebé dentro. Mi 
bebé de frontera. Después fue la de Argelia y Marruecos. Los perros de los militares argelinos 
me mordieron las piernas y me partí un brazo al caer en la zanja”, relata F.S.

Empresas que se lucran, el negocio del armamento, la militarización de las fronteras y la 
externalización del control de movimiento forman parte de esta necropolítica a la que resisten 
las vidas migrantes. “Se nos rompieron los zapatos de tanto correr aquella noche. Es así como 
empezaron las redadas más grandes en Marruecos. Nunca había visto tantos militares juntos, 
ni tantas esposas para atarnos, ni tantos autobuses. Para hacer detenciones tan masivas hay 
que hacer una gran inversión de material”, destaca el camerunés C.G.

Su compatriota, S.M. vivió una experiencia similar en Libia. “Nos rescataron los guardacostas 
libios. No sé cómo calificar la palabra “rescate”, porque cuando llegas a la orilla, llegas vivo, 
pero en la mayoría de las ocasiones, esclavo. Estuve en uno de esos centros que han creado 
para encerrarnos. Llamaron a mi familia para enviar dinero de la liberación que eran unos 200 
euros y como no les pareció suficiente me vendieron como esclavo. Durante cinco meses 
trabajé en la construcción siendo esclavo, literalmente, y un día, cuando ya no podía trabajar 
más y no rendía como antes, me soltaron”, detalla.

El guineano L.S. logró saltar la valla, pero otra vez “la ley” en la frontera operó en forma de 
devolución en caliente. “Habíamos entrado por la valla. Muchos estábamos ensangrentados, 
pero no sentíamos dolor. Es pensar que dejas atrás tanto sufrimiento. Fue todo muy rápido, 
como una película. El corazón va a mil, es entrar o morir. Sabes que es peligroso, pero debes 
seguir adelante. No sé cómo explicarlo, tú no puedes entenderlo porque no estás en mi piel, en 
mi sangre. Había traductores, pero solo de francés y yo no hablo bien francés, así que no 
entendía nada. Lo que allí estaba pasando no estaba hecho para protegernos, estaba hecho 
para hacernos daño. Eso se notaba, no comprendía lo que firmaba, pero sabía que lo firmaba 
con dolor. Estaba en un gran shock. Me vi en el lado marroquí de nuevo. Después, en la cárcel 
y deportado al sur”, recuerda. 
 
 
Resultado de imagen de necrofronteras
 
Marruecos hace parte del trabajo sucio con dinero de la Unión Europea. Para ello, son 
fundamentales los discursos de odio: hablar de efecto llamada, invasiones u oleadas, de la 
“lucha contra las mafias”, “contra el terrorismo” o la “trata de seres humanos”, termina 
justificando y normalizando, incluso, hechos como los sucedidos el 6 de febrero de 2014 en 
la playa ceutí de El Tarajal.

Especial violencia se ejerce en las fronteras contra las mujeres migrantes, que pese a todo 
encuentran estrategias para sobrevivir y cuidar, aún a costa de su cuerpo. “Me duele el pecho, 
más cuando no sé qué dar de comer a mis dos hijas. A veces me prostituyo por dos euros para 
prepararles el Cerealac de las mañanas. Muchas mujeres lo hacen. No sé quién es el padre de 
una de mis hijas porque me violaron entre cuatro al cruzar la frontera de Argelia. La segunda 
es de un maliense al que me entregué para un matrimonio del camino”, desgrana. Un “marido” 
que algunas mujeres buscan para sobrevivir. La violencia de un solo hombre, que protege de 
la violencia de otros muchos.

Una violencia que no cesa de este lado de la valla. “Cuando intenté montar en otra zodiac, no 
pude hacerlo, me detuvieron en mitad de la playa. Mi hermana iba con mi hijo y ella se quedó 
dentro de la embarcación que arrancó sin nosotras. Se lo quitaron al llegar. Llegué a España 
cansada, pero solo pensando en él. A cualquier persona blanca que me encontraba le decía 
que buscaba a mi hijo. A la policía le decía que lo buscaba, ellos solo me preguntaban cosas 
de la embarcación, y de las veces que había cruzado y que a quién había llamado. Solo les 
decía que dónde estaba mi hijo. Me llevaban de un lugar a otro, nos ponían en fila. Yo era una 
madre desesperada, pero ellos no me entendían. Me dieron la ropa, me interrogaron, pero no 
les interesaba escucharme. Así que lo que hice fue llorar y llorar. No sé, si lloraba mucho tal 
vez me escuchasen… Me sentí como una negra, con todo lo que eso significa. A veces era la 
pobrecita negra, otras simplemente la negra”, narra la camerunesa R.G.

La necrofrontera se extiende a todo un sistema de acogida en el que se crean nuevos tipos de 
centros que reproducen viejas prácticas en las que imperan criterios de control. Cuerpos 
cosificados, que nada más llegar se convierten en un número, que no tienen más derechos que 
a un reparto “en función de su situación de vulnerabilidad y victimización”.Había sufrido al principio del verano los desplazamientos al sur tras las redadas en Tánger, y 
ahora veía los desplazamientos al norte de España. No soy tonto, seré inmigrante pero tonto
 no. Al final, que Marruecos nos desplace al sur da dinero y que España nos desplazara al 
norte también les daba dinero. ¿O es que España no recibe dinero de la UE? ¿Es que todo 
esto no es un negocio?”, pregunta el guineano A.B. En efecto, si un hecho marcó la situación 
migratoria en 2018 fue el desplazamiento —y abandono— de centenares de personas desde 
las ciudades del sur hacia tres destinos fundamentales: Madrid, Barcelona y Bilbao. Un 
sistema de acogida organizado como un país de tránsito. Una especie de huida hacia 
adelante justificada, otra vez, por el relato hegemónico de que “todos se quieren ir”. Difícil 
querer quedarse cuando es imposible tener un espacio donde descansar y pensar en rehacer 
sus vidas.Cogimos un autobús y llegamos a Málaga, pero no había nadie esperando. Dormimos en la 
estación y le mandamos un vídeo a Helena (de Caminando Fronteras). Cuando lo lanzó por 
Facebook, la Cruz Roja nos recogió y nos llevó a un sitio donde nos pudimos duchar. Nos 
dieron 80 euros y nos dijeron que nos fuéramos. Me vine abajo porque arriesgué mi vida por 
venir aquí y me vi en esa situación, donde no podía estar en ningún sitio”, cuenta el marfileño 
R.O., y agrega que una vez devuelto de Francia conoció “a gente de una red ciudadana que 
estaba ayudando a las personas migrantes como yo. Pude tranquilizarme, me explicaron, me 
ayudaron… Pensé que en Irún estaba bien y decidí pedir asilo. Ahora vivo aquí en Hondarribia, 
ayudo en la red a otra gente en las mismas circunstancias, Mi percepción de Europa ha 
cambiado desde que estoy aquí, he encontrado mi sitio”, concluye.

Las redes que plantan cara al necropoder y que tienen a las propias personas migrantes y sus 
familias como las primeras defensoras de sus derechos, lo hacen a través de lazos comunitarios 
creados en los países de origen, tránsito y destino. 
Resultado de imagen de informe cear 2019
 
 
Paralelamente, y de forma complementaria, otro informe imprescindible, el del Comité Español 
de Ayuda al Refugiado (CEAR) que, por cierto, cumple 40 años, y fue creado de forma 
unitaria (PP-PSOE-IU-CCOO-UGT-USO-Cáritas, en una muestra de que hubo una época en 
la que los políticos no se dedicaban a sembrar crispación y llegaban a consensos en temas 
de bien común, ideologías aparte) para tratar de forma colectiva los asuntos del asilo y el 
refugio de personas; dice que 100.000 expedientes de solicitudes de asilo se acumularon el 
año pasado y que el “Mare Mortum” se tragó en 2018 2.299 personas.

En lo que va de año 7.839 personas han llegado a las islas griegas y 2.513 han cruzado la 
frontera desde Turquía. A tres años del tratado de la UE con Turquía, 72.000 personas 
permanecen atrapadas en campamentos en Grecia. 35.597 era la cifra horrorosa y creciente 
de las personas ahogadas en el Mediterráneo. Era porque ayer morían otras 22 personas en 
el mar de Alborán, pese a los avisos de los activistas. Y este año ha continuado en el control 
y la limitación de Salvamento Marítimo, el proyecto de expulsión de miles de personas en 
situación irregular o de deportación de la infancia migrante, el bloqueo del barco Open Arms 
y Aita Mari mientras siguen muriendo decenas o centenares de personas en el Mediterráneo, 
la continuidad sin vergüenza de las devoluciones en caliente, entre otras vulneraciones.

300 activistas se encuentran encausados en Europa por ayudar a migrantes. 15 de ellos en 
nuestro país. Bomberos, defensores de derechos humanos, o gente del común que no quiere 
dejar morir mirando para otro lado.

Desmontando ese tópico falaz de que la rica Europa carga con la mayoría de refugiados y se 
tiene que "defender", las cifras evidencian que la mayoría de ellos optan por quedarse en 
territorios limítrofes con el suyo, y que, de nuestro entorno, Turquía sigue siendo el primer 
país de acogida de refugiados en términos absolutos, con una población de 3,5 millones de 
personas, principalmente sirios, en tanto que Líbano acoge el mayor número de refugiados 
respecto al tamaño de su población nacional. 
Resultado de imagen de informe cear 2019
 
 
¿Seguimos? Pero, hablemos de personas, no de números. 
 
------------------------------------------
 

1Precisamente estos días se publica el carpetazo a la persecución judicial sobre Helena Maleno, fundadora e integrante del colectivo Caminando Frontera (en un caso parecido al de Oscar Camps, de Open Arms, los bomberos sevillanos y otros) ya que, siete años después de comenzar a ser investigada por la policía española, de ser acusada por un juzgado de Tánger de un "delito de tráfico de seres humanos y favorecimiento de la inmigración" irregular, se acaba la pesadilla porque la justicia marroquí archiva definitivamente la causa abierta contra la defensora de derechos humanos al no encontrar ningún indicio de delito y queda acreditado que su labor de auxilio de inmigrantes en dificultades a bordo de pateras no supone ningún acto ilegal
Llamar a Salvamento Marítimo o la Marina Marroquí para dar aviso de una patera en dificultades no es delito ni en España ni en Marruecos, ni favorece de ninguna manera que la gente se eche al mar. Se acabó la coartada policial de algunos mandos de los cuerpos de seguridad españoles que durante 7 años ha perseguido a esta defensora de los de derechos de los migrantes. El Tribunal de Tánger, que desde 2017 investigaba a Helena Maleno por su labor en la ayuda a las personas que le pedían auxilio en El Estrecho, ha archivado definitivamente el procedimiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario