domingo, 27 de septiembre de 2020

El destino de un libertino.


Hace un tiempo, durante una relajada, despreocupada y tranquila caminata por el Paseo del 
Molino de Viento, ese entorno glosado en sus recuerdos de añoranza por el gran aunque 
olvidado poeta carolinense Eulogio Muñoa Navarrete,  el encargado de la Biblioteca Pública 
de La Carolina me comentó su desazón como profesional porque en la Biblioteca se había 
recibido una carta de alguien que se identificaba como doctorando en Historia de la 
Universidad de Lima (Perú) y solicitaba información para su tesis acerca del episodio de 
desencuentro (por llamarlo de alguna forma) habido entre su paisano, Pablo de Olavide, a la 
sazón Intendente de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, con capitalidad en La Carolina 
(donde se dirigía la carta de petición), y la ya decadente Santa Inquisición. La desazón le 
provenía porque, decía, no encontró ningún documento ni referencia sobre el tema, no ya en 
la Biblioteca, sino en ningún negociado, archivo o departamento oficial de todo el Ayuntamiento 
y la petición del doctorando peruano se quedó sin atender.

 
Esto le pareció llamativo, no por la ausencia de documentación acerca de un protagonista 
principal en la historia del pueblo, sino porque, paralelamente, el personaje estaba 
fuertemente anclado en la cotidianidad del pueblo sin advertirse. Por un lado, la Calle Olavide, 
una de las principales arterias, que arrancaba en la espaciosa Plaza del Ayuntamiento con 
sus edificios “fundadores”, que resumía buena parte de la historia comercial local con las 
tiendas de Moraleda, Camacho, Juan Francisco, Cattoni, Férriz, la farmacia, la zapatería de 
El Niño Jesús, la bodega de Gregorio Español, la barbería, el estudio de Juanito el fotógrafo, y 
otras (curiosamente, ningún bar). Por otro lado, integrado en el paisaje cotidiano y contiguo al 
edificio de la Iglesia, el imponente Palacio del Intendente Olavide, de estilo neoclásico y 
construcción de sillería, sin que exista tampoco, por cierto, documento o referencia al autor, 
arquitecto o constructor, uno de los primeros edificios de arquitectura civil (junto con la prisión) 
que se levantaron en la Capital de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena. La fachada está 
conformada por cuatro colosales columnas dóricas pareadas sobre zócalo, que se alzan hasta 
el segundo piso y domina en el ático el escudo de Carlos III, lo que convierte a este edificio 
con la Iglesia adyacente (que, originalmente, formaba una sola unidad arquitectónica con el 
palacio, lo que se mantuvo hasta levantar la torre del campanario de la iglesia) en, 
posiblemente, el más fotografiado y emblema de La Carolina como Capital de Las Nuevas 
Poblaciones. Una leyenda habla de la existencia de un túnel (nunca encontrado) en dirección 
hacia el antiguo castillo moro de la montaña, aunque con salida al exterior mucho antes,en el 
campo, que permitiría la evacuación de sus moradores en caso de necesidad.

Veamos, pues el personaje y el episodio que da lugar a la petición del doctorando peruano, a 
la luz de nuevas investigaciones y estudios surgidos al amparo de la conmemoración del 
bicentenario, en 1967, de la creación de las Nuevas Poblaciones. Pablo Antonio José de 
Olavide y Jáuregui (1725 – 1803), hijo de navarros emigrados a América, nació en Lima (hoy 
capital del Perú), donde estudió, y se licenció en Teología por la Real y Pontificia Universidad 
de San Marcos, considerada incluso hoy la institución educativa más  importante del país, de 
la que fue catedrático con apenas veinte años. Tras el terremoto de Lima del 28 de octubre de 
1746, que destruyó la ciudad y causó la muerte de su familia, fue nombrado por el propio virrey 
administrador de los bienes de los fallecidos, especialmente de las obras pías derruidas por el 
seísmo; pero fue acusado de haber tomado dinero para “obras impías”, como la construcción 
del Teatro. Argumentó la muerte de su padre para evitarse problemas con la justicia y huyó de 
Lima dejando cuantiosas deudas. 
 
Llega a España en 1752 y es encarcelado por orden del fiscal de Lima por corrupción de la 
administración colonial. Estuvo en libertad provisional hasta el archivo de la causa en 1757 
tras ser apartado de todas sus responsabilidades públicas en las colonias. Viajó después por 
Italia y Francia, conoció a los filósofos en boga como Voltaire y Diderot (época de la Revolución 
Francesa), compró libros (franceses; consiguió autorización para leer también los Libros 
Prohibidos y cuando posteriormente la Inquisición registró su casa, dejó constancia con 
asombro de que sólo encontraron en ella dos libros en castellano) y filosofó sin preocupaciones, 
 entrando en contacto, además, con el conde de Aranda, quien le confió varios cargos oficiales
A su regreso a Madrid, en 1765, rico por su matrimonio con una acaudalada viuda, le fue fácil 
hacerse hueco en los salones de la aristocracia, entre los que estaban algunos de los llamados 
a servir al rey Carlos III, cuya brillante obra había podido admirar al pasar por Nápoles como el 
propio Aranda o Campomanes. Paralelamente, atravesar Sierra Morena a mediados del XVIII 
era un verdadero peligro, que todo aquel que transitaba entre Castilla y Andalucía era carne de 
trabuco, ya que los bandoleros asaltaban cualquier mercancía con la tranquilidad del que va a 
cobrar un billete premiado; vamos, que había una impunidad alarmante y, harto de esta 
situación en su reino, Carlos III promovió la creación de las Nuevas Poblaciones de Andalucía y 
Sierra Morena, un plan para acabar con la inseguridad en la zona de Despeñaperros; la idea 
consistía en colonizar esos espacios desérticos para disuadir a los maleantes, y nombra a 
Olavide Intendente de Sevilla y del Ejército de Andalucía y Superintendente de las Nuevas 
Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía. Con este nuevo cargo comienza a planificar una 
reforma al modelo del despotismo ilustrado en el comercio, los asentamientos, la defensa y 
promoción de la cultura, abriendo la primera escuela de arte dramático de España y la 
desposesión de privilegios, con la reorganización de algunas zonas urbanas de la ciudad. Su 
fama se extiende por toda la Corte. Posteriormente emprende la colonización de Sierra 
Morena de conformidad con el Fuero de las Nuevas Poblaciones de 1767, en un gran 
proyecto de más de 40 años para el que contó con amplios poderes y el apoyo de 
Campomanes y las propiedades confiscadas a los jesuitas.



Olavide, cuya fama de libertino le precedía, pronto dejó traslucir su peculiar forma de ser: Ia 
de un latinoamericano excesivo, abierto y alborotador y enseguida empezaron las críticas por 
el lado de Ia religión. Los colonos suizos y alemanes exigían recibir doctrina religiosa en su 
Iengua, por lo que Olavide ya de entrada se había resignado a meter frailes alemanes en las 
Poblaciones y entre ellos apareció un capuchino con abundantes dotes de mando, que 
Ilegaba con intención de meter en cintura a sus compatriotas, pues habían empezado a 
plantear problemas. Eso es lo que entendió el cándido Olavide cuando el 13 de mayo de 1770 
conoció a Fray Romualdo1, el que iba a convertirse en su terrible enemigo. 

 
A todo ello, un rumor se iba agigantando en Europa: la Inquisición española Ianguidecía; la 
Europa de les philosophes se atribuía un nuevo avance. Pero en las Nuevas Poblaciones con 
sus colonos centroeuropeos, el clima de hostilidad fomentado por el capuchino alemán recién 
llegado fue trocando las risas iniciales de los amigos de Olavide por el gesto preocupado. Al 
principio, según declaró luego Olavide, el fraile les servía de diversión: "Nos divertíamos con 
descubrir su ignorancia, y con los disparates y absurdos que decía". Fray Romualdo soportaba 
las risas, pero no era manco. Con un pésimo castellano, iba escribiendo folios y más folios 
con detalles de la vida diaria de Olavide, escandalizándose y exagerando, y los dirigía como 
denuncia en todas direcciones, incluidos los obispos de Jaén y Córdoba; pero sus denuncias 
no tenían éxito. Asombrado de que el odiado libertino tuviera apoyos incluso entre los prelados, 
apuntó más arriba, a Madrid.

En 1775, el temible fraile puso en las manos de los inquisidores de Corte y del confesor de 
Carlos III, el retrato del vividor, del deísta, del corrompido con la más detallada descripción del 
espíritu de un hombre libre, que nada tenía que temer de un Dios a su semejanza, 
inmensamente bueno y comprensivo. El problema, a la altura del posterior 1776, no era ya que 
Olavide fuera denunciado una vez mas a la Inquisición, lo grave era que hubiera un plácet regio 
para conducir al libertino ante el monstruo que masones y philosophes decían haber 
exterminado. A Olavide se la tenían jurada las fuerzas más reaccionarias de la España de 
Carlos III. Pero todo el mundo sabía que sus amigos eran muy poderosos y que habían 
llegado hasta el rey para que el peruano tuviera un enorme poder para ponerlo al frente de 
las reformas en los sectores más decisivos. El propio rey beato ordenó a Olavide trasladarse 
a Madrid, en noviembre de 1775, "para tratar negocios de su Real Servicio". Nada más leer la 
orden, Olavide, consciente del peligro, abandonó La Carolina2 y se instaló en Madrid para 
preparar su defensa. Inmediatamente se deshizo de libros prohibidos, adquirió otros de 
oraciones y santos, no olvidó el rosario en su atuendo -estaba acusado de reírse de esa 
devoción-, ni el escapulario de la virgen del Carmen, que ya no se quitó del pecho. 
 
Advertido de su gravísima situación, Olavide se presentó ante el inquisidor y se sinceró como 
católico y pecador arrepentido durante dos horas. Una semana antes escribió justificando su 
posición de verdadero católico, dejando una declaración de fe, profunda y sentimental, cuyo 
último destinatario era, evidentemente, Carlos III, el único que a esas alturas podía parar la 
maquinaria. Pero fray Romualdo, que había llegado a Madrid secretamente, siguió destilando 
veneno. Mientras, durante la primavera y el verano de 1776, iban declarando hasta 78 testigos 
más, y al fin, el 14 de septiembre de ese año, el Tribunal llegaba a la terrible conclusión: "Que 
este sujeto sea preso en las cárceles secretas deste Santo Oficio, con secuestro de todos sus 
bienes, libros y papeles, y se siga su causa hasta definitiva". Y entró en las cárceles secretas 
de la inquisición de Madrid una vez obtenido el plácet expreso de Carlos III. Durante dos años, 
Olavide "desaparecía del mundo de los vivos", a decir de los cronistas. El efecto en toda 
Europa fue extraordinario: la Inquisición volvía a cebarse con una víctima y Europa se dolía de 
que todavía ocurrieran cosas así en España.

Pasados dos años, el expediente “apareció de nuevo” en las mesas de despacho de los 
servidores del rey, el inquisidor y el ministro, que tenían que solucionar el espinoso caso del 
"desaparecido" y lo harían mediante el autillo, un auto de fe a puerta cerrada en el que sólo 
habría un público previamente seleccionado. Acordada la solución -y la sentencia-, se 
cumplimentaron los pasos a seguir con la misma cautela. La sentencia ya podía ser blanda: 
simplemente penitencial. Pero no lo fue: tras pasar dos terribles años "desaparecido", Olavide 
quedaba privado de todos sus honores e inhabilitado perpetuamente, desterrado de Madrid, 
Sitios Reales, Nuevas Poblaciones y Lima, y todos sus bienes fueron confiscados.

 
El primer destino del condenado fue Sahagún, en la fría provincia de León, donde pasó el 
terrible invierno hasta que lo trasladaron a Murcia, previo paso por la estación termal de 
Puertollano (Cudad Real) y una breve estancia en Almagro (Ciudad Real). Con la ayuda de 
sus "contactos" no fue difícil para él escapar de la condena inquisitorial, huir y exiliarse en 
Francia. Y en Francia le sorprendió la Revolución Francesa y sus efectos. Olavide escapó 
también de la guillotina y, con el tiempo, regresó a España para morir en Baeza, cerca de La 
Carolina, en 1803.

A modo de corolario, las Nuevas Poblaciones habían sido, bajo el mandato del 
Superintendente Olavide, focos de enciclopedismo. Se había ensayado, durante su gobierno 
local, la puesta a punto de una sociedad racionalista, enajenada de la Santa Religión... Una 
sociedad que, según estos visionarios ilustrados, sería la residencia de la felicidad terrena. Y 
lo de "focos enciclopedistas" no es una afirmación a la ligera. La polución revolucionaria 
puede constatarse si consideramos una anécdota muy elocuente: un ejemplar de la 
"Enciclopedia" - ese pestífero órgano revolucionario de Denis Diderot - fue escondida en el 
Altar Mayor de la Iglesia de La Carolina (contigua, como se ha apuntado, al Palacio del 
Intendente), donde fue descubierta ya en el siglo XX, ocasionando un grandioso escándalo. 
Se atribuyó esta profanación a Juan Miguel de Caamaño Afonsín de Sotomayor, primer oficial 
de la Secretaría del Superintendente. Olavide, laico masonizado que se fingía "católico 
reformista" (cuando, según la Inquisición, era un hereje); también alimentaba en La Carolina el 
embrión de una Sociedad Económica que luego se trasladaría a Baeza. Olavide ridiculizaba a 
Fray Romualdo de Friburgo, capuchino tudesco que lideraba a los colonos católicos. Olavide 
(no olvidemos que no era ninguna jerarquía de la Iglesia, sino un laico cuya comunión con la 
Santa Iglesia estaba más que en duda), interfería en cuestiones litúrgicas, lo que ocasionó el 
enfrentamiento con el sector de católicos íntegros alemanes, liderado por Fray Romualdo de 
Friburgo.

 

La  legión de historiadores del escándalo político del siglo ilustrado que ha acudido en busca 
de la Verdad ha acabado frente al muro de la falta de pruebas, como era de esperar, pero 
también, con el cartapacio repleto de indicios y sospechas sobre el papel de Carlos III. Y es 
que, al final, el rey ilustrado se esfuma siempre y los problemas políticos que hay tras este 
caso se diluyen o se oscurecen ante  la  apariencia religiosa. Algunas pruebas que 
involucraban al rey han desaparecido misteriosamente del Archivo Histórico Nacional y del de 
Simancas. El investigador jesuíta  Olaechea3 acabó reconociendo en sus estudios que “el 
célebre auto inquisitorial contra Olavide sigue siendo todavía un enigma histórico. Nadie ha 
explicado aún de forma convincente cómo fue posible que, en un momento determinado, 
todos los organismos civiles del país, comenzando por el propio rey y sus ministros,se 
inhibieran por completo ante el poder del Santo Oficio, y abandonaran al peruano a su suerte. 
¿Qué fuerzas políticas –y con qué objeto– se pusieron de acuerdo para dar cabida a este 
fugaz despliegue de poder de la Inquisición; o qué pretendía el Gobierno español al cruzarse 
de brazos, y permitir este brote repentino de los métodos inquisitoriales? ¿A quién se quería 
amedrentar, o qué plan de reforma se quería abortar, para que no fuera llevado a la práctica”. 
Y es que el caso político más  resonante del reinado de Carlos III no fue sólo un proceso 
inquisitorial contra un libertino, manirroto y descreído, en un extremo, ni desde luego, un 
intento de parar las reformas ilustradas en España escarmentando a la minoría ilustrada, en el 
otro. En medio hay un rey que a menudo se olvida que, ilustrado o no, tiene el poder absoluto. 
Y a veces lo demuestra.

 
No es casual, pues, la desazón de mi amigo bibliotecario.
 
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1Romualdo Baumann o Fray Romualdo de Friburgo (1720 – 1792), religioso capuchino, a finales de 1769, estando en Roma, el general de su orden le indicó que debía marchar a España, junto a otros compañeros, para suministrar el alimento espiritual necesario a los colonos centroeuropeos que se estaban estableciendo en las Nuevas Poblaciones. De este modo llegó a La Carolina y fue destinado por Pablo de Olavide para atender a dicha colonia. Allí participó en no pocas ocasiones de las tertulias organizadas por el mencionado superintendente, individuo contra el que iría acumulando un profundo rencor. Tanto es así que muy poco tardó en delatarlo por primera vez ante el Tribunal del Santo Oficio. Denuncias iniciales que pudieron ser frustradas por los excelentes contactos que Olavide mantenía en la corte madrileña. Pero en 1775 la situación era bastante diferente, y sus acusaciones comenzaron a tenerse en cuenta. Tanto es así, que constituirían el principal argumento para su proceso inquisitorial y posterior sentencia condenatoria. Ahora bien, tras el clima de sedición generalizada que provocó en todas las Nuevas Poblaciones (en el que fray Romualdo huyó ocultamente), el gobierno decidió la expulsión inmediata de todos los capuchinos presentes en ellas.

2Ahora empieza a entenderse por qué no hay ninguna documentación de hechos posteriores en los archivos de la capital de las Nuevas Poblaciones: Olavide ya no estaba allí.

3Rafael Olaechea Albístur (1922 – 1993) fue un historiador, miembro de la Real Academia y profesor de la Universidad de Zaragoza. La mayor parte de sus investigaciones y libros se refieren a la España del siglo XVIII.

 

miércoles, 23 de septiembre de 2020

La paja en el ojo ajeno.


En uno de los picos informativos de temas relacionados con el blanqueo de capitales (es algo 
cíclico; cuando se conoce algún hecho, generalmente escandaloso, los medios le dan 
prioridad de tratamiento y lo ponen de rabiosa actualidad copando titulares y portadas… para 
olvidarlo completamente un momento después), y a propósito de la ubicación de los refugios 
financieros, hizo fortuna la expresión de que no hay que ir muy lejos en la búsqueda porque 
los paraísos fiscales mejores y más seguros están en el entorno de la Castellana” (haciendo 
referencia a la popular arteria madrileña, que alberga sedes de grandes entidades financieras). 
 
Lejos de ser ésto un chascarrillo fácil para desdramatizar la situación, y siendo sumamente 
prudente en la generalización para que no paguen justos (que los hay, aunque, quizá, cada 
vez menos) por pecadores, la afirmación alude a una verdad que se sospechaba pero que la 
publicación de determinadas filtraciones ha sacado a plena luz y que afecta, curiosamente, al 
organismo que se pretende modelo a seguir y se arroga facultades sancionatorias en todo el 
mundo (y si no, que le pregunten a la banca andorrana). El pasado 20 de septiembre, gracias 
a información del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), fruto de una 
investigación periodística de más de un año de duración, salieron a la luz pública los llamados 
«FinCEN1 Files», en un informe que desnuda el lavado de dinero a nivel mundial, involucrando  
a grandes bancos que aparecen remisos en reportar operaciones sospechosas, y ayudando a 
blanquear capitales. La filtración expone cómo se mueve el dinero ilícito a través de los bancos 
a nivel global con documentos secretos de la Unidad de Inteligencia Financiera de Estados 
Unidos que revelan un millonario flujo de fondos, de origen dudoso o directamente delictivo, 
que logra sortear regulaciones débiles del sistema.  

 
La filtración contiene un total de 20.298 documentos. De ellos, 14.413 son correos electrónicos; 
2.928 son PDFs y el resto hojas de cálculo, texto e imágenes. Para ello los periodistas 
analizaron durante más de un año más de 2.100 Reportes de Operaciones Sospechosas, ROS 
(o SAR, en inglés, por Suspicious Activity Report). Se trata de informes secretos enviados por 
bancos con sede en Estados Unidos a la Unidad de Inteligencia Financiera del Tesoro de los 
Estados Unidos, estrictamente confidenciales, al punto que los bancos no pueden confirmar ni 
negar públicamente su existencia. Sociedades, empresarios, figuras del fútbol y del espectáculo, 
acusados de presuntos sobornos y corrupción, financieras que operan a la luz del día 
aparecen vinculados a estas alertas de transacciones sospechosas.

 
Los ROS se confeccionan cuando los bancos globales - aquellos que tienen acceso a la 
Reserva Federal de Estados Unidos para compensar el flujos de dólares entre ellos -, o los 
que actúan como sus bancos “corresponsales” en otros países, fuera de Estados Unidos, 
observan una transacción de dinero potencialmente sospechosa que pasa por ese país. Bajo 
la ley de Secreto Bancario, las instituciones financieras están obligadas a ayudar a los 
organismos oficiales a detectar y prevenir maniobras de blanqueo de capitales, así como 
también informar a la FinCEN sobre movimientos que puedan indicar una actividad irregular o 
presuntamente delictiva.

 
Los ROS reflejan las preocupaciones de los organismos de control dentro de los bancos y las 
instituciones financieras y no son necesariamente indicativos de una conducta delictiva o una 
evidencia de irregularidad. Pero sí pueden potencialmente implicar delitos financieros, que 
involucran a clientes con perfiles considerados de “alto riesgo” o que estuvieron bajo 
investigación judicial, o con comentarios “negativos” en los medios por las sospechas 
alrededor de sus actividades. En ese sentido, funcionan como una forma de alertar a los 
reguladores gubernamentales y a las fuerzas de seguridad sobre actividades presuntamente 
irregulares y posibles delitos.


 
Pero la investigación muestra cómo las instituciones bancarias importantes, incluidos HSBC, 
Deutsche Bank, JP Morgan Chase y Barclays, fracasaron en numerosas oportunidades en 
frenar flujos de dinero ilícito alrededor del mundo. Y si bien los bancos de Estados Unidos 
están autorizados a tomar medidas para detener operaciones sospechosas detectadas por 
sus sistemas, suelen optar por enviar un reporte sospechoso a la FinCEN en el Departamento 
del Tesoro, una vez realizada la operación. Así, buscan cumplir con la normativa y evitar 
sanciones, a la vez que no interfieren en el movimiento global de dinero sucio. Los bancos 
podrían servir como un cuello de botella, cortando el flujo de dinero ilícito en todo el mundo, o 
al menos, los giros a empresas pantalla anónimas. Pero los archivos de FinCEN muestran 
cómo los bancos encargados de detener la actividad sospechosa realmente se benefician 
enormemente de ella. Los incentivos financieros de las entidades apuntan a mantener en 
movimiento ese dinero sucio.

 
Incluso cuando presentan un ROS que por sí solo no detiene las transacciones de dinero, a 
menudo no lo hacen hasta mucho después de que el dinero se haya agotado. Al analizar los 
documentos, ICIJ encontró que los bancos esperaron una media de 166 días, más de cinco 
meses, después de detectar una transacción sospechosa para alertar a FinCEN. El  análisis 
de ICIJ encontró que los bancos que aparecen en “FinCEN Files” procesaban regularmente 
transacciones con compañías registradas en paraísos fiscales, sin conocer al dueño final de 
la cuenta. Al menos el 20% de los informes contenían un cliente con una dirección en uno de 
los principales paraísos financieros del mundo, las Islas Vírgenes Británicas, mientras que 
muchos otros proporcionaron direcciones en el Reino Unido, los Estados Unidos, Chipre, 
Hong Kong, los Emiratos Árabes Unidos, Rusia y Suiza. En la mitad de los reportes, los 
bancos no habían completado el proceso de identificar a las partes intervinientes en una 
operación, y no tenían información sobre una o más de las entidades que había detrás de las 
transacciones.

 
En palabras de Graham Barrow, experto en la lucha contra el blanqueo de capitales y miembro 
de Transparency International y Tax Justice Network, “No solamente los delincuentes son los 
que blanquean el dinero. Los bancos tienen un papel muy importante que desempeñar porque 
son el sistema mediante el cual ese dinero se mueve desde un país a otro más agradable y 
seguro. Este es un problema enorme y todos, en última instancia, pagamos el precio por esto 
porque este dinero proviene de nuestros impuestos y nuestras contribuciones a la sociedad 
cuando debería gastarse en proporcionarnos buenas carreteras, buenos transportes, buenas 
escuelas y un buen servicio de salud. Necesitamos, como sociedad, hacer algo al respecto”.

 

En este sentido, este trabajo de investigación pudo rastrear el rol jugado por los bancos en 
ocultar el dinero desviado de fondos públicos, de estafas, o generado a través de la venta de 
drogas, la extracción ilegal de oro y otras actividades ilegales, y esa operatoria bancaria (?) 
impacta en la vida de muchos ciudadanos, víctimas de la evasión de impuestos que priva a 
los estados de atender necesidades de los que más necesitan, y expone cómo estafadores 
trasladan las ganancias más allá del alcance de las autoridades, y funcionarios y empresarios 
corruptos engrosan fortunas mal habidas y consolidan su poder.

 
Los documentos ROS, compilados por los bancos, compartidos con las autoridades, pero 
ocultos a la vista del público, exponen el vacío de los protocolos bancarios y la facilidad con 
que los delincuentes los han explotado. Las ganancias de las guerras contra las drogas, las 
fortunas malversadas de los países en desarrollo y los ahorros ganados con esfuerzo pudieron 
entrar y salir de estas instituciones financieras, a pesar de las advertencias de los propios 
empleados de los bancos. El blanqueo de capitales es un delito que posibilita otros delitos. 
Puede acelerar la desigualdad económica, drenar fondos públicos, socavar la democracia y 
desestabilizar naciones, y los bancos juegan un papel clave. Pero las leyes destinadas a 
detener el crimen financiero les han permitido florecer. Siempre que un banco presente un 
aviso (aunque sea tarde) de que puede estar siendo usado para una actividad delictiva, 
prácticamente se inmuniza a sí mismo y a sus ejecutivos de la persecución penal. La alerta de 
actividad sospechosa efectivamente les da un pase gratuito para seguir moviendo el dinero y 
cobrando sus tarifas.

 

Los “FinCEN Files” y los ROS que contienen ofrecen una visita guiada al mundo del delito, la 
corrupción y la desigualdad, con papeles protagonistas desempeñados por políticos, oligarcas 
y estafadores con buena labia (con nombres y apellidos), y el rol crucial de los banqueros que 
atienden a cada uno de ellos. Los ROS demuestran que el fracaso de los bancos y otras 
instituciones financieras para desbaratar el flujo de dinero ilícito fomenta el delito y causa 
sufrimiento a escala planetaria.

 
En un mundo asolado por crisis que acaparan los titulares de los diarios, incluida la pandemia 
del Covid-19 que destruye vidas y medios de subsistencia, el movimiento sin control alguno de 
dinero sucio puede parecer una amenaza remota, pero sus consecuencias son profundas: 
narcotraficantes y estafadores mueven sus ganancias más allá del alcance de las autoridades. 
Los déspotas y los corruptos capitanes de la industria amasan fortunas ilícitas y consolidan su 
poder. Y acuciados por la falta de fondos, los gobiernos no pueden pagar el tratamiento para 
los enfermos. Se puede comprobar en el documento publicado de la investigación que en e
centro de estas historias hay personas reales afectadas de maneras reales: familias que 
perdieron sus ahorros en artimañas financieras predatorias, atletas olímpicos despojados de 
sus victorias por funcionarios corruptos, padres que lloran a hijos e hijas caídos en batalla, una 
madre trabajando a destajo y un hermano consumido por las drogas. Y no son novelas.
 
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1FinCEN, acrónimo de Financial Crimes Enforcement Network (en España: Control de delitos financieros o Unidad de inteligencia financiera) es una oficina del Departamento del Tesoro de Estados Unidos que recopila y analiza información sobre transacciones financieras para combatir el blanqueo de capitales, la financiación del terrorismo y otros delitos financieros nacionales e internacionales.

 

domingo, 20 de septiembre de 2020

Unos cardan la lana …


Pues resulta que hace unas fechas nos encontrábamos en casa tranquilamente, en la 
sobremesa de una cena organizada, eso sí, aplicando a rajatabla los protocolos 
sanitarios de seguridad recomendados por las autoridades en esta pandemia del 
Covid-19 para las pequeñas reuniones de personas cercanas. En la tele estaban 
emitiendo, aunque nadie le hacía ni caso, una de esas infumables (con perdón, va a 
gustos) películas, todas parecidas, de superhéroes, tan en boga. Pasar de comentar la 
película a hablar del “padre de las criaturas”, el inclasificable Stan Lee1, era algo 
previsible, y derivar la conversación al mundo de los cómics, natural, como un viaje a 
los cimientos de la película.

 
La opinión, prácticamente unánime, era que los cómics de superhéroes, de Marvel en 
definitiva, “padres” de la película que emitían, parecían todos cortados por el mismo 
patrón y causaban de entrada un cierto rechazo, con un algo de Independence Day 
(todos los “malos” son siempre antiestadounidenses) en la trama, en todas las tramas, 
en la que, a decir de algunos, los personajes tienen rasgos psicóticos, con ciego 
seguimiento a un líder, fanatismo exacerbado… vamos, una pseudo-religión o secta en 
todo regla, y una estética forzada de luces y sombras (no en vano los dibujantes 
actuales beben en las fuentes y replican sin matices el estilo de los míticos Jack Kirby 
y Steve Ditko, que tanto éxito y aceptación tuvieron años atrás) aunque es poco 
sabido que algunas portadas han sido realizadas por autores españoles (precisamente, 
españoles) que, en ocasiones, también redibujaron algunas viñetas para adaptarlas al 
gusto europeo.

 

Pero no es sólo cuestión de estética; el cómic estadounidense, pese a su enorme 
volumen de producción y mareante poder de difusión, siempre se ha considerado muy 
alejado de los estándares de calidad del europeo e incluso del sudamericano, lo que no 
quita que haya tenido magníficos autores y/o dibujantes que hoy forman parte 
indiscutible de la historia del cómic. Hablemos, entonces, de historia.

 
En Europa la evolución de la historieta seguía un camino propio. Se considera al inglés 
Thomas Rowlandson el inventor del cómic en el año 1809, aunque lo publicara en 1812, 
“Los viajes del doctor Syntax”, tal vez el primer cómic o aventura seriada de la historia 
en tener resonancia, y en esa época hacen su aparición los bocadillos parlantes; en 
1837 el suizo Rudolph Tópffer publica la primera la tira cómica de la historia: “Las 
aventuras de Obadiah Oldbuck” y en 1867 Charles Roos y Marie Duval crean el primer 
personaje inglés: Ally Sloper; en 1908 se editan en Italia las primeras tiras cómicas en 
el Corriere dei piccoli, y en Francia aparecen las aventuras de Pieds Nickeles, los 
estafadores Croquignol, Filochard y Ribouldingue, en el diario Le Journal. En España, 
el dibujante catalán Apel·les Mestres (1854-1936), formado en Europa, será precursor 
de un género que proliferará en numerosas publicaciones a lo largo del siglo XIX, y la 
historieta o cómic como la entendemos hoy se inicia también en Catalunya en 1904, 
con la revista El Patufet (aunque, en puridad, no sea éste un cómic), la primera 
colección de tiras cómicas que se publica en España en forma de revista aparece en 
1915, con el nombre de Dominguín, pero no se publica la primera y verdadera revista 
de cómic hasta 1917, con el TBO, que dará nombre (tebeo) a todas las publicaciones 
gráficas de este tipo.

 

Si somos estrictos, el origen de los cómics se remonta a miles de años, desde que el 
ser humano tuvo la necesidad de dibujar para poder explicar una historia, aventura, 
acontecimiento o leyenda. Alumbrado por la luz cimbreante de una hoguera, un viejo 
cazador pintaba en el fondo de una cueva una secuencia de caza. Lo hacía con un 
tizón acabado de extraer del fuego, hace tal vez 14.000 años. Fue ese, posiblemente, 
el inicio de una larga historia, pero las pinturas egipcias, las vasijas griegas, los frescos 
romanos, las pinturas murales de iglesias ortodoxas “explicando” las vidas de Jesús y 
de los santos no se consideran historietas (o la joya de los relieves “contando pasajes 
de la Biblia” en la portada, del siglo XII, de la catedral de Ripoll, Girona), y hay que 
esperar a la sátira social y política para encontrar los antecedentes reconocibles del 
cómic. No hay que olvidar como dichos antecedentes las miniaturas de las Cantigas 
de Santa María de Alfonso X el Sabio, del siglo XIII o las aleluyas (o auques catalanas, 
de uso más común en Catalunya que en el resto de España), serie de estampas 
acompañadas de unos versos pareados al pie, surgidas en la Francia del siglo XVI y 
de temática religiosa que tuvieron su mayor auge en el XVIII (curiosamente, aunque 
ese es otro tema, las aleluyas castellanas solían ser escritas en más de una lengua, 
como pueden ser el latín y la lengua mozárabe).

 
Sin embargo, según los cánones, y pese a todo ello, se ha convenido que el primer 
cómic moderno publicado en el mundo, fuera el estadounidense The Yellow Kid (El 
chico amarillo), de Richard Felton Outcault, el 16 de febrero de 1896 en el diario The 
World de Nueva York. Esto es así porque hacia finales del siglo XIX, tanto en Europa 
como en Estados Unidos, los periódicos recurrían a diferentes incentivos con el fin de 
atraer el mayor número de lectores y, por consiguiente, controlar el mercado. La 
modernización de los sistemas de impresión en Estados Unidos permitió que a partir 
de 1893 se incluyera una página en color en los suplementos dominicales (origen de la 
expresión "prensa amarilla") y, en ellas, tiras cómicas. Fueron éstas las que sentaron 
las bases del cómic actual, con las secuencias de imágenes consecutivas para 
articular un relato, la permanencia de uno o más personajes a lo largo de la serie y la 
integración del texto en la imagen, con los globos de diálogo.

 
Lo demás ya es historia, aunque siempre hay un primer número para todo: por ejemplo, 
en 1929 aparece en Europa el primer Tintín (En el país de los soviets) y en EEUU 
Tarzán de los monos, en 1930, Mickey Mouse, en 1938, Superman2, pero los 
superhéroes de Marvel que han originado estas líneas pertenecen a otra historia. La 
edad de oro del cómic (antes de la irrupción del manga y el estilo japonés) tuvo lugar 
en la segunda mitad del siglo XX, cuando proliferan las tiras diarias en la prensa, los 
cómic books y los superhéroes. Es en ese momento cuando el cómic experimenta una 
rápida expansión internacional, diversificándose ampliamente el género.

 
Una muestra del cómic en España: Luis García.

Y es esa época de esplendor la que marca las diferencias; en cuanto a Marvel Comics, 
la verdad es que había sido una empresa con escasa organización interna en la que el 
citado Stan Lee funcionaba como principal guionista, editor literario y artístico, pero su 
éxito provocó la adquisición de la empresa por unos nuevos dueños que pronto 
mostraron interés en convertir a Marvel en la principal editorial de cómics 
estadounidense, invirtiendo en una nueva distribuidora, aumentado la plantilla y el 
número de títulos publicados; el objetivo era puramente económico: saturar el mercado 
y acabar con las pequeñas y medianas editoriales, pero una serie de factores como la 
inflación, la crisis del petróleo y la aparición de otras aficiones entre los más jóvenes 
condujeron a una caída de ventas que amenazaba con acabar con la propia industria 
del cómic. Hoy en día, Marvel sigue siendo una de las editoriales más importantes del 
cómic estadounidense. Sus personajes son conocidos a nivel mundial, pero no ya 
como personajes de cómic, sino gracias a las adaptaciones al cine de muchos de ellos. 
Desde la óptica de la estética, puede decirse que no han evolucionado desde el inicio 
del diseño de sus superhéroes que tan buenos dividendos les proporcionaron, hasta el 
punto de que hay un identificable “estilo Marvel”, el mismo ya sea un cómic actual o 
uno de hace diez años.

 
Para ver lo que acontecía mientras por estos pagos, nos apoyaremos en la doctora 
Francesca Lladó Pol3, titular de Ciencias Históricas y Teoría de las Artes en la 
Universitat de les Illes Balears y en su libro Los cómics de la transición. El boom del 
cómic adulto (1975-1984), reelaboración parcial de su tesis doctoral publicado por 
Glénat, donde analiza la gestación, aparición, triunfo y crisis del llamado "cómic adulto" 
en España, revisando y analizando desde distintos puntos de vista los personajes y 
autores más relevantes de este período así como las revistas de cómics, tanto 
“tradicionales” como contraculturales, que aparecieron (y sucumbieron) en aquellos 
años.  

De "La paga del soldado", de A.H.Palacios, publicada en Trinca

 
Hemos de partir de la base de que en España esos años coincidieron con una auténtica 
ebullición sociopolítica originada, entre otras cosas, por la agonía y muerte de Franco, 
la Marcha Verde marroquí, la desaparición de las antiguas Cortes, la autorización del 
Partido Comunista, la discusión, redacción, votación y promulgación de la Constitución, 
el golpe de Estado, el triunfo en las votaciones del Partido Socialista, la entrada en la 
OTAN y en el (entonces) Mercado Común Europeo, la aprobación de la Ley del 
divorcio,… todo ello a velocidad mareante, lo que facilitaba un clima que favorecía la 
creatividad. Eso se tradujo en el llamado “boom” del cómic gracias a la labor de 
autores/editores como Roberto Rocca, José María Berenguer, Luis García, Josep Maria 
Beà, Rafael Martínez, Joan Navarro, Josep Toutain,... responsables de un auténtico 
aluvión de revistas, Totem, Blue Jeans, Trinca (editada por la Editorial Doncel, de la 
falangista Dirección Nacional de la Juventud, pero se ha de decir que esta revista no 
entró en contenido político), El Jueves, Trocha, Bumerang, 1984, Creepy (que se nutría, 
mira por donde, de cómic estadounidense, aunque no de la factoría Marvel), El Víbora, 
Comix internacional, Delta, Bésame Mucho, Cairo, Cimoc, Sargento Kirk, Metal Hurlant, 
Rambla, Makoki, Vértigo,…

 
Pero pronto llegaron las vacas flacas; Bruguera (que, casualmente, comercializaba 
aquí parte del fondo de Marvel) fue la primera de las grandes editoriales en entrar en 
crisis, hasta el punto de que algunos de sus autores tuvieron que dejarla y se sumaron 
a la revista Jauja, ya en 1982 aunque, a la larga, el lector juvenil pareció preferir a los 
superhéroes norteamericanos, que desde 1982 editaron en la propia Bruguera, en dura 
competencia con Zinco y Forum. La saturación del mercado fue ya evidente, pronto 
agravada por una recesión económica internacional que, entre otras cosas, encareció 
el precio del papel y corrió en paralelo con el auge de nuevos medios de 
entretenimiento, como los videojuegos.

 
Lo cierto es que en estos años de aparente bonanza, editores y autores habían perdido 
una oportunidad dorada de interesar de verdad al público lector en general y así, a 
pesar de la proliferación del tebeo subvencionado, la mayoría de las revistas de cómic 
fueron cerrando por temas ligados a la viabilidad económica. Para entonces, ya se 
había publicado el primer manga, Candy Candy (1985). 

 

Pero eso ya es otra historia.
 
PS- El día 10 de octubre, en una entrevista para Deadline, Alan Moore, creador de los cómics 
'Watchmen' y 'V de Vendetta' ha vuelto a mostrarse crítico con las películas de superhéroes, 
siendo la última que vio 'Batman' de Tim Burton en 1989. Moore declaró que ya hace años le 
parecía "una señal realmente preocupante" que miles de adultos hicieran cola "para ver 
personajes que fueron creados hace 50 años para entretener a niños de 12 años" y que esto 
parecía ser "una especie de anhelo de escapar de las complejidades del mundo moderno" e 
"infantilizaba a la población".
 
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1Stan Lee (1922- 2018), de nombre real Stanley Martin Lieber, fue un escritor (no dibujante, no nos confundamos) estadounidense, además de productor y ocasional actor (básicamente en cameos) de cine. Es principalmente conocido por haber creado personajes icónicos del mundo del cómic tales como Spider Man, Hulk, Iron Man, Los 4 Fantásticos, Thor, Daredevil, Doctor Strange, X-Men, Black Panther, Capitán América, Hombre Hormiga y Bruja Escarlata, entre otros muchos superhéroes. El trabajo de Stan Lee fue fundamental para expandir Marvel Comics, llevándola de una pequeña casa publicitaria a una gran corporación multimedia. Todavía hoy, los cómics de Marvel se distinguen por indicar siempre «Stan Lee presenta» en los rótulos de presentación.

2Como curiosidad en España, los incombustibles Mortadelo y Filemón aparecen por primera vez en la revista de cómic Pulgarcito de la mano de su creador Francisco Ibáñez en 1958, las historias largas vendrán en 1969, cuando ambos detectives ingresan en la agencia “de inteligencia” TIA. En 2003 siguió los pasos del modelo Marvel y se filmó la película, dirigida por Javier Fesser,

3Francesca Lladó Pol es Doctora en Historia del Arte y Profesora Titular de la Universitat de les Illes Balears. Sigue dos líneas de investigación vinculadas al arte contemporáneo, una ligada al cómic y otra vinculada a los pintores viajeros, especialmente los argentinos llegados a Mallorca a principios del siglo XX. Dentro de las últimas publicaciones vinculadas al cómic destacan Treinta años de cómic en Mallorca (1975-2005) (Palma, 2009) y El cómic en Mallorca durante los años ochenta. Un medio de renovación cultural (Freiburg, 2012).