A las nuevas generaciones, seguramente, les costará creerlo, y mucho menos imaginarlo, pero, tampoco hace tantos años, cuando el Renault 12 y el Citroën CX eran los coches de moda, sin pensar para nada si eran con motor de gas, eléctrico o vete tú a saber, la inflación era del 30%, nacían 14.618 hijos ilegítimos y en la tele el bigote de Íñigo y la barba eran tendencia. ¡Ay, la televisión, ya hemos llegado! Ese pequeño cacharro al que después muchos llamaron caja tonta empezaba a ocupar un lugar privilegiado en casi todos los hogares (por lo menos en aquellos que podían permitírselo). La tele marcaba los pasos de la sociedad española. Los ciudadanos sabían (sabíamos) qué hora era por el programa que veían, que era el diapasón que marcaba el movimiento del país. Era domingo porque por la noche en la pequeña pantalla se veían las aventuras de 'Curro Jiménez'; (el 'Juego de Tronos' de aquella época, la historia de un bandolero con patillas infinitas encarnado por el actor Sancho Gracia que hacía las delicias de cualquier espectador, especialmente de las espectadoras), eran las 15.00 horas porque Lalo Azcona iba a dar el parte (luego eso pasó a conocerse como “emitir las noticias” pero ahí quedaba la impronta cuartelera) del día; era viernes porque llegaba una nueva andanza animal en 'El hombre y la Tierra' de Félix Rodríguez de la Fuente. En política, al no existir los sondeos a pie de urna, RTVE decidía que mientras los españoles esperaban para saber quién iba a ser su presidente, qué mejor que entretenerlos con la música de Manolo Escobar, el morbo de Susana Estrada o el humor de Pepe da Rosa apretujados en el especial de 'Esta noche: fiesta'. Hoy, algo así sería impensable: las críticas que le caerían a una cadena por programar entretenimiento y fiesta en una noche electoral serían imposibles de contener, pero en aquel tiempo la televisión era así. Fueron los años de la televisión comprometida combinada con la convencional. Se alternaban programas como 'Tariro, tariro' con otros de corte más clásico como 'Aplauso'. Surgían dibujos que marcarían una generación, la que estudió EGB: 'David, el Gnomo', 'Heidi', 'D'artacan y los tres mosqueperros', 'Mazinger Z' y una larguísima lista para la que aquí no hay espacio. Las series de producción nacional generaban tal audiencia y éxito que incluso se repusieron en décadas posteriores, 'Verano Azul', 'Anillos de oro', 'Turno de oficio', 'Brigada central', y otras muchas que sentaron las bases para los años dorados que llegarían más tarde. Si hubo una época de cambio social en España esa fue la década de los 80 del pasado siglo, de cambio y de construcción; de transformación y simbología; de primeras veces y las que vendrían. Aquel "Encanna, las empanadillas" y la teta fugaz de la cantante italiana Sabrina, o los 'zero points' en Eurovisión de la canción que nos representaba, 'Quién maneja mi barca'. Si hubo algo que marcó España, fue sin duda la televisión de los 80. A finales de esa década llegaron las cadenas privadas y, para ir rápido, la oferta televisiva se ha visto incrementada en los últimos años por plataformas multicanal de televisión por suscripción, que presentan cientos de canales; nacionales y autonómicos, públicos y privados, generalistas y temáticos, etc, que es a lo que están habituadas las nuevas generaciones.
Pues en esa situación en la que los aparatos receptores de televisión de los españolitos sólo estaban preparados para captar las dos cadenas de emisión de que se disponía (salvo los muy afortunados que se habían montado unas aparatosas antenas parabólicas que les permitían captar, aunque fuera con continuas, molestas e insolventables interferencias, un puñado de emisoras extranjeras, preludio de lo que es hoy la televisión), llegó a las pantallas en 1985 (iniciando así, todo sea dicho, la tradición de emisión de telenovelas que llega hasta nuestros días) la “lacrimógena” serie/telenovela Los ricos también lloran, basada en una radionovela que, por cierto, encumbró a Verónica Castro, actriz, cantante y presentadora de televisión mexicana. Era otra época y eran otros gustos, y el éxito de la serie llegó a toda América (como curiosidad, cuando se estrenó en Argentina tuvo que ser cambiado su nombre, ya que el gobierno militar de la época consideró su título original demasiado transgresor), Europa, Asia, África y Oceanía durante los años siguientes al de su producción, doblándose hasta en 25 idiomas distintos; de los más importantes fueron su doblaje al portugués, italiano, francés e inglés, y también tuvo doblajes en versiones menos comunes como en polaco, ruso, japonés, punjabi (para India), cantonés, mandarín (para China), árabe (para Egipto y Arabia Saudita) y coreano.
Este largo preámbulo nos ayuda a contextualizar el tema, que no es otro que la creencia generalizada de que eso del cambio climático del que tanto se habla no nos afecta a nosotros directamente, que es cosa de territorios lejanos y pobres, que nuestra riqueza nos proporciona también invulnerabilidad y que los ricos también lloran no pasa de ser el título de una antigua serie televisiva. Pues no; el asma es, en los países desarrollados, la enfermedad crónica más común en la infancia y se ha asociado con una mayor morbilidad y mortalidad. Una investigación reciente del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), realizada con la metodología de Evaluación de Impacto en la Salud (HIA, por sus siglas en inglés), apuntaba que el 33% de los casos nuevos de asma infantil en Europa eran atribuibles a la contaminación atmosférica y que los niños y niñas más afectados son los que tienen un nivel socioeconómico más alto. "Solo en los dos últimos años, han surgido diversos análisis sobre contaminación atmosférica y la aparición del asma infantil, lo cual refuerza la hipótesis de diversos grupos de investigación que sostienen que la contaminación atmosférica contribuye de manera sustancial a la carga de enfermedad del asma pediátrico. En gran medida, estos impactos en la salud se pueden prevenir y existen numerosas intervenciones que pueden reducir los niveles ambientales de contaminación del aire y la exposición de niños. Podemos y debemos hacer alguna cosa al respecto", concluye la investigadora asociada al Centro para el Avance de la Investigación en Emisiones del Transporte, Energía y Salud del Instituto A&M del Transporte de Texas (Estados Unidos), Haneen Khreis. Los casos de asma infantil están aumentado constantemente con los años al igual que han ido en aumento las emisiones de gases contaminantes y el desarrollo industrial y de tráfico urbano. El progreso futuro con el asma infantil requiere un enfoque que no se limite a controlar y tratar la enfermedad y vaya hacia su prevención, entre otras causas reduciendo la contaminación del aire relacionada con el tráfico de las ciudades. Una causa prevenible por parte de todos. El trabajo ha estimado que hasta un 11 por ciento de los nuevos diagnósticos de asma en niños podrían prevenirse cada año si los países europeos cumplieran con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) relativos a los niveles de partículas contaminantes.
El transporte por carretera es una de las principales fuentes de contaminación del aire y en el caso de Barcelona, ciudad en la que, a diferencia de otros lugares, la población con más poder adquisitivo tiende a vivir en distritos de la parte alta, donde hay más tráfico y contaminación del aire, y según comenta Mark Nieuwenhuijsen, director de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal y uno de los autores de la publicación, “Barcelona necesita urgentemente de intervenciones para reducir el volumen de tráfico de vehículos motorizados, que tiene un impacto negativo en la salud de los niños y niñas que viven en la ciudad. La reducción del tráfico no solo disminuiría la contaminación atmosférica, sino que también reduciría el ruido y los efectos de las islas de calor, y aumentaría los niveles de actividad física, con los beneficios que todo ello conlleva para la salud". Si esto es así (y lo es), hemos de concienciarnos en serio de que los efectos del cambio climático no entienden tampoco de la situación económica de nadie y puede afectar a todos; otra cosa es que uno disponga de más o menos recursos económicos para tratar médicamente la afectación. Debe ser por cosas, de índole económica, como esa, que es difícil llegar a acuerdos en las sucesivas cumbres sobre el clima.
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