Juan Pardo y Antonio Morales, “Junior”, se conocieron a principios de los años 60, cuando uno y otro comenzaban a dar sus primeros pasos en el mundo de la música. Junior había nacido en Manila, Filipinas, hijo de español y filipina, pero pronto sus padres se instalaron en España, primero en Barcelona y, más tarde, en Madrid. El joven, acostumbrado a un ambiente cosmopolita y libre, buscó en la música una salida a la opresiva situación que vivía la España de los cincuenta. Además, a diferencia de la gran mayoría de los españoles, Junior dominaba otros idiomas. como el inglés o el tagalo y, con semejantes credenciales no le fue difícil entrar a tocar primero en Los Jump y después en Los Pekenikes, conjunto en el que fue sustituido por Juan Pardo, con el que finalmente coincidiría en Los Brincos. Entre los años 1964 y 1966, con Juan y Junior en su formación, Los Brincos firmaron algunos de los mejores temas de la historia del pop español. Sin embargo, las desavenencias con Fernando Arbex, baterista y líder del conjunto, provocaron que Juan Pardo y Junior decidieran probar suerte por su cuenta. 29 de marzo de 1967. Esa fue la fecha de la presentación oficial de Juan y Junior como dúo Después del fallido intento por hacerse con el control de Los Brincos, los expulsados Juan Pardo y Junior deciden formar pareja artística y seguir en el mundo musical como dúo; tuvieron una carrera breve (estuvieron juntos menos de dos años), pero muy intensa, en todos los sentidos. En lo musical lanzaron numerosos singles con bastante éxito, que luego los recogerían en un álbum, e hicieron algunas actuaciones para televisión tanto en España como en el extranjero. También hicieron sus pinitos en el cine; rodaron una película a las órdenes de Pedro Olea, y cuando iban a participar en una segunda se separaron. Pero aparte de lo artístico, también eran conocidos en el mundo de la prensa del corazón, ya que Juan Pardo salía con Rocío Dúrcal y Junior con Marisol; cosas de la vida, al final Junior acabó casándose con Rocío Dúrcal, por lo que no era raro ver noticias suyas en las portadas de las revistas de ese tipo. Tal fue el renombre que alcanzaron, que una discoteca madrileña se llamó JJ por ellos. El propio Pablo Picasso, emocionado con «Anduriña», les hizo un dibujo para la portada del disco (aunque luego un cerebro de la compañía discográfica lo pasó a la contraportada ‘por anticomercial’); cosas del márquetin musical de la época. La carrera de Juan y Junior fue explosiva, conmovedora, brillante y demasiado fugaz, un poco como los fuegos artificiales. Su abrupta separación, cuando no llevaban ni dos años funcionando como dúo, dejó atónito a su numeroso público, un público entregado desde los acordes iniciales de ‘La Caza’, su primer sencillo, convertido en inolvidable banda sonora del verano de 1967. Pocas veces se habían utilizado en la música moderna recursos poéticos como los que despliegan Juan y Junior en sus canciones: manantiales, jardines, campanas y pórticos de iglesias, golondrinas y claveles marchitados que crean un microcosmos de viajes en tren, aldeas gallegas y besos bajo el sol que nos acercan al mundo rural y la cultura popular de un modo sorprendente y personal. Un catálogo de imágenes bucólicas que funcionan en perfecta armonía con el sonido eléctrico y urbano del grupo.Inolvidables. Se fueron demasiado pronto. Qué pena que nos dejaran con la miel en los labios. La historia de Juan y Junior está plagada de detalles y anécdotas que dan buena cuenta del vertiginoso ritmo de actividad que el dúo desarrolló en estos escasos dos años. En diciembre de 1967 fueron elegidos “Mejor grupo español” por el programa Ritmo Joven de la Cadena SER, y a punto estuvieron de participar en el festival de Eurovisión de 1968 con Nos falta fe, si no fuera porque quedó descartada en favor del La, la, la de Joan Manuel Serrat. La versión de la canción con la que hoy los recordamos, veinte años después de su separación, A dos niñas, de 1968, tiene su pequeña historia: con la aparición de las televisiones privadas, hubo varias las estrellas de la radio que probaron suerte en la televisión y una de ellas fue Encarna Sánchez. Encarna Sánchez y Juan Pardo eran grandes amigos que, además de apoyarse mutuamente en el campo profesional, se les podía ver juntos en estrenos, entregas de premios y otros actos sociales, por lo que no fue difícil para Sánchez convencer al cantante para ser entrevistado; más complicado fue que Antonio Morales, “Junior” aceptase interpretar, junto a Juan Pardo, algunas de las canciones del repertorio de Juan y Junior. Los artistas llevaban años sin hablarse debido a un amargo enfrentamiento del que apenas se conocían detalles, tanto es así, que la actuación se rodó de manera que el uno no tuviera que encontrarse con el otro. Al final de la canción, cuando la imagen de su compañero de grupo desaparecía entre las sombras del plató, el propio Pardo bromeaba con el tema y decía “Yo juraría que era Junior el que estaba allí, ¿verdad?”. En la siguiente escena, Encarna Sánchez continuaba jugando al despiste. “¿Era Junior? ¿No era Junior? Los niños dicen que se confunde la fantasía con la realidad?”. Encarna Sánchez consiguió reunirlos en una especie de “ensoñación”, otra de sus genialidades
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