martes, 12 de marzo de 2024

Cocina con música.



En el año 1984 se empieza a emitir en la televisión pública española TVE un programa de cocina que se llamaba Con las Manos en la Masa. Elena Santonja, que era la presentadora, en cada programa invitaba a un famoso o famosa a cocinar con ella y a preparar alguna receta delante de la cámara. Hasta que llegó Elena Santonja, en la televisión española no se había visto un programa de cocina como aquel; no es que fuera especialmente rompedor, porque fuera de nuestro país era un formato que estaba de sobras probado, pero en España no era tan común tener un programa en el que se cocinaran un par de recetas explicadas por una persona que era la conductora también del programa, con anotaciones en pantalla sobre cómo había qué hacer dichas recetas y los ingredientes que se necesitaban. Y que, como remate, tuviera siempre un invitado que, además de ejercer de pinche, fuera entrevistado al mismo tiempo. Básicamente, ese era el mecanismo de funcionamiento de ‘Con las manos en la masa’, tan sencillo y exitoso, que sirvió de plantilla para todos los programas de cocina que llegaron después. Y a la hora de pensar en una sintonía para el programa, Elena Santonja no busca muy lejos y recurre a su propia hermana. Carmen Santonja, que entonces estaba en un grupo femenino llamado Vainica Doble donde componen la canción que canta la otra componente del grupo, Gloria van Aerssen, quizás para evitar acusaciones de favoritismo, pero para que Gloria no cantara sola buscan un acompañante masculino, nada más y nada menos que el hoy conocidísimo Joaquín Sabina. Juntos, pero sobre todo las Vainica Doble, graban una de las sintonías creadas especialmente para un programa de televisión más memorables de la historia. La retahíla de platos que mencionan en la canción, desde el bacalao al pil-pil, las migas o la caldereta, explicaba perfectamente lo que se pretendía hacer en el programa, utilizando ingredientes que pudieran encontrarse fácilmente en el mercado. Como decimos, con el invitado en cuestión se iba entrelazando el proceso de elaboración de los platos con una charla más informal en la que se hablaba sobre sus proyectos, su carrera, o los temas que fueran surgiendo. La cocina puede ser el lugar más cálido de la casa y no solo por los fogones. Mientras se prepara la comida y se trajina con las ollas, se tararea, se escucha la radio y se habla con cercanía. Con las manos en la masa fue primer espacio de cocina que se emitió en la TVE y nunca se ha vuelto a hacer algo así. Con la naturalidad que la caracterizaba, Santonja soltó que: “Hoy en día se publican a la semana dos libros de cocina, lo cual es un disparate [aunque ella misma sacó cuatro entre 1987 y 1998]”, instando a las editoriales a fijarse menos en moderneces; actualmente más de una empresa con poder habría puesto el grito en el cielo ante tal declaración en la televisión. El visionado del programa hoy, con la perspectiva del paso del tiempo, provoca sensaciones encontradas. El ritmo de la televisión ha cambiado mucho y los episodios pueden parecer ahora interminables aunque solo duren 20 minutos. Los decorados están a años luz de los que rodean a los hermanos Torres y los gráficos son la pesadilla de cualquier diseñador. También hay trazas de machismo aún normales en la época incluso en programas dirigidos por gente como Santonja, y también se ha calificado de machista la canción de “las vainicas” y Sabina, por el diálogo que mantiene el marido que llega hambriento a casa y la mujer que le hace la comida ante sus exigencias. Puede verse como tal o como una denuncia de la situación habitual de las amas de casa que tienen que cumplir los deseos culinarios -y de lo que sea- de sus esposos aunque hayan hecho cursos para “cordon bleu”. A pesar de su enorme éxito, ‘Con las manos en la masa’ terminó algo abruptamente en 1991, cuando TVE quiso incluir publicidad en el programa y Santonja se negó a no ser que ella recibiera una compensación. Con el fin de ese espacio llegó el principio del emporio de Karlos Arguiñano, contratado para hacer un programa diario llamado ‘El menú de cada día‘ que tuvo un gran éxito desde el primer momento. Además, para entonces habían proliferado los magacines matinales, que incluían breves espacios culinarios, y ‘Con las manos en la masa’ ya no era tan relevante como cuando se estrenó. Sin embargo, su legado se ha dejado notar en todos los programas de cocina estrenados después, empezando por los del propio Arguiñano.


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