viernes, 22 de marzo de 2024

Fembots.

 


Pensad por un momento en robots en el cine o en las series televisivas; seguramente el imaginario lleve hasta un fornido Arnold Schwarzenegger en Terminator o al ciborg-policía Robocop, toda una sociedad de androides creados para dar rienda suelta a los instintos más bajos del hombre, desde perversiones sexuales a la violencia extrema. Ahora buscad entre todos estos referentes robots con aspecto femenino; se limitan a damiselas en apuros o prostitutas. Lo mismo que ocurre en películas consideradas «de culto» como Blade Runner, donde sus protagonistas femeninas son o bien modelos «de placer» y entrenadas para la prostitución; o secretarias que se ven envueltas en una guerra que les queda muy grande y para la que necesitan ser salvadas. Personajes femeninos también se pueden encontrar en la ficción. Por ejemplo, la película «Her» cuenta con un sistema operativo artificial (llamado Samantha), con la seductora voz de Scarlett Johansson. Su "dueño humano", interpretado por Joaquin Phoenix, termina enamorándose de ella. Los artistas siempre se adelantan a la ciencia. Hoy por hoy, LAS robots nada tienen que ver con las de las películas de ciencia ficción de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Ahora son muy bellas y seductoras y, gracias a la Inteligencia Artificial han proliferado por miles, mucho antes que en la vida real. Muchos de los robots que se producen son “fembots1”, réplicas de mujeres. Sin embargo, cuando se trata de inteligencia artificial del tipo humanoide, normalmente son hombres. ¿Pero por qué es así? Una respuesta puede ser que muchos de los desarrolladores son hombres y que encuentran atractivas a las mujeres o porque las personas encuentran que las mujeres son más amigables que los hombres. De la asistente Siri del iPhone hasta las asistentes mecanizadas en el primer hotel con personal robots en Japón, un porcentaje aparentemente desproporcionado de sistemas de inteligencia artificial tiene personajes femeninos. ¿Pero por qué? Una de las razones para el exceso de inteligencias femeninas artificiales (IA) y los androides (robots diseñados para verse o actuar como seres humanos) puede ser que estas máquinas tienden a realizar trabajos que tradicionalmente se han asociado con las mujeres. Por ejemplo, muchos robots están diseñados para funcionar como sirvientas, asistentes personales o guías de museos, además, muchos de los ingenieros que diseñan estas máquinas son hombres, y que él cree que los hombres encuentran atractivas las mujeres, y que las mujeres se sienten bien con otras mujeres. La tendencia probablemente refleja lo que algunos hombres piensan sobre las mujeres, que no son seres humanos plenos. Lo que se necesita de ellas se puede replicar, pero cuando se trata de los robots más sofisticados, tienen que ser hombres. Otra razón para tener robots femeninos podría ser que las mujeres son percibidas como menos amenazantes o más amigable que los hombres, y lo mismo podría decirse de los robots infantiles.


La palabra “robot” se utilizó por primera vez en 1920 en la obra R.U.R. (Robots Universales Rossum) del dramaturgo checo Karel Capek, aunque el vocablo se escribía como “robotnik”. Lo nominaron 7 veces al Premio Nobel de Literatura y, a pesar de que no lo consiguió (falleció en 1938 con 48 años), logró permanecer en la memoria más que otros galardonados pues su término, que tomó de la lengua materna en referencia al duro trabajo, acabó sustituyendo al de autómata y se adentró en las fábricas, en los laboratorios, en las aulas. Siri es quizás el ejemplo más conocido de la I
nteligencia Artificial. El nombre en idioma antiguo nórdico significa «mujer hermosa que te lleva a la victoria», y la voz por defecto es una estadounidense femenina conocida como Samantha. Apple adquirió a Siri en 2010 para la investigación sin fines de lucro y su voz ahora viene en forma de hombre o mujer, estando disponible en varios idiomas. Los resultados de una investigación indican que los hombres prefieren voces femeninas, pero no mostraron preferencia implícita para ellas, mientras que las mujeres en el estudio implícitamente prefirieron voces femeninas a las masculinas. Cuando se trata de una voz sin cuerpo, las posibilidades de que sea de mujer probablemente aumentan un poco, pero cuando se trata de hacer algo totalmente humanoide, es casi siempre masculino, y cuando los robots humanoides son mujeres, tienden a ser el modelo de atractivas mujeres jóvenes y serviles. No es el cine o la tecnología los que cosifican, sino la sociedad. Y lo hace a través de la concepción androgénica que construye lo que cada cual debe ser. Si se piensa, por ejemplo, en robots que se utilizan en el rescate de personas, no hace falta ponerles una cara bonita o una voz agradable, y encima se les presuponen unos rasgos varoniles; por el contrario, algunas máquinas de tabaco nos dan las gracias por nuestra compra con voz melosa y femenina; o incluso Sophia, el robot humanoide más avanzado del mundo, responde de forma dulce y su cara está dentro del canon que la sociedad actual reconoce como atractivo para una mujer. ¿Cuál es el motivo de que esto ocurra? Que hay que ponerle cara al papel de servilismo que ese robot va a desempeñar, se establece una imagen para el rol que no es necesaria en los robots de rescate, porque no están construidos para eso y, a pesar de todo, la mayoría de las veces se cae en esta «cosificación» de la mujer, incluso la robótica, por desconocimiento, no por intencionalidad. Y eso es muy peligroso. Sin embargo, la tecnología no es el nuevo yugo esclavizador de la mujer. De hecho, es al contrario pues imaginad lo que era para una madre con seis hijos tener que lavar la ropa de toda la familia. La lavadora para las mujeres significó la salvación. Las máquinas no son malas y da miedo esa visión catastrofista del futuro. ¿Por qué tiene que ser irremediablemente una visión desastrosa y profundamente machista?; la educación, a nivel de universidades que crean a futuros maestros, así como la responsabilidad de los medios de comunicación, es la clave. Todo depende de que haya una formación con perspectiva de género, que hasta ahora no se ha dado, y que se aplique a todos los niveles: desde la universidad a los estudios sobre aplicaciones de inteligencia artificial. Y quizá así los robots pierdan una sexualización que solo el ser humano percibe.


En la actualidad, este patrón servil de la mujer ha traspasado la
s pantallas: los asistentes virtuales tienen nombres y voces femeninas, triunfan en internet modelos digitales como Shudu, que acumula 130.000 seguidores en Instagram y es parte de una agencia que solo trabaja con maniquíes que existen únicamente en online; o el negocio de las muñecas sexuales a las que se las puede dar diferentes personalidades y que cuentan con inteligencia artificial para responder a los estímulos como si fueran mujeres reales (con la «ventaja» que no lo son y el terreno de la legalidad es mucho más difuso). Aparte de robots que tienen rasgos de «mujeres perfectas», las mujeres reales también están abrazando la tecnología como forma de llegar a la excelencia, sobre todo física. Muchas chicas sueñan con ser «influencers» a pesar de que algunas de estas nuevas «gurús» adolescentes que retransmiten su día a día en internet y redes sociales han alertado sobre la mentira que encierran sus idílicas imágenes.¿Y el mundo de los videojuegos? La primera robot femenina en un videojuego occidental hace su aparición en 1993 y su nombre es WD40, una poderosa humanoide asesina que, en su breve aparición en Space Quest V, no duda en eliminar a todos sus enemigos a la vez que se reivindica una y otra vez como mujer. Sin embargo, y más allá de las buenas intenciones bajo las que fue concebida, WD40 no deja de recordarnos que el masculino es lo genérico. Los creadores de videojuegos suelen aplicar marcas de género (lazos, pestañas, pelo largo) a un modelo base. En el caso de esta androide, los desarrolladores hicieron que su condición femenina recayera fundamentalmente en un par de protuberantes e innecesarios pechos. La verdad es que ha habido algunos intentos por superar ese papel sumiso que arrastraban las androides, como ocurre en unos pocos juegos de lucha. La distancia con lo tradicionalmente femenino no evita que las tramas giren en torno a los cuidados o que las motivaciones de Kara, una protagonista de un videojuego, no distingan entre los deseos propios y los ajenos y mientras que sus compañeros tienen motivos profesionales o políticos para avanzar en la trama, Kara, que cobra conciencia a raíz de una agresión machista, se conforma con huir, cuidando de la niña que accidentalmente ha caído a su cargo. Sin embargo, es fácil comprobar que en los últimos años ha renacido el interés por la mujer robot dentro de la ciencia ficción y parece haber ocurrido incorporando nuevas perspectivas en las que normalmente sus historias ya involucran algún tipo de empoderamento: ahí está el hecho de que uno de los personajes más carismáticos jamás escritos en videojuegos sea un robot y tenga voz de mujer. En Portal, uno de los juegos mejores considerados de la historia, encontramos a GLaDOS, una irónica, pasivo-agresiva y charlatana inteligencia artificial cuyo cuerpo en el plano físico no necesita de tetas, pelo largo o pestañas para dejar clara su condición femenina. Y es por eso por lo que, en sus propias palabras: "Yo soy eterna y tú solo vas a vivir 60 años".

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1Un ginoide, o fembot, es un robot antropomorfo de aspecto femenino; si bien en el lenguaje coloquial, el término «androide» suele usarse tanto para los robots de apariencia masculina como los de apariencia femenina. El concepto de mujer artificial aparece desde la mitología griega. Al artesano de los dioses Hefesto, se le atribuía la fabricación de mujeres de metal, las Kourai Khryseai (‘doncellas doradas’) con movimiento propio y «llenas de pensamientos y sabiduría», que le servían como ayudantes.​ Otra escena mitológica respecto al tema, es la historia de Pigmalión y Galatea. El rey Pigmalión cansado de no encontrar a la mujer ideal, comenzó a fabricar estatuas representándola. Hasta que creó una estatua tan perfecta, que se enamoró de ella; sabiendo que ese amor estaba condenado, Pigmalión imploró a la diosa Afrodita que le diera vida a la estatua, lo cual conmovió a la diosa e hizo que le concediera su deseo. Es notorio cómo ambas historias mitológicas ya contienen los elementos primordiales de las historias de ginoides o fembots contemporáneas: criaturas hechas para trabajar y servir, así como para representar un ideal amoroso o erótico, hecho a la medida.

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