Estamos asistiendo a unos cambios sociales de los que, hoy por hoy, nadie es capaz de predecir su alcance. La consolidación de la crisis es un hecho (pareciera que ha llegado para quedarse); la globalizacion no tiene marcha atrás y... el poder de los llamados "agentes económicos" es cada vez más obscenamente visible,en el sentido de que no hay ningún disimulo en cuestionarlo.
En ese orden de cosas, da la impresión de que los sindicatos han perdido el norte, por una parte anclados en una trasnochada lucha de clases y por otra con demasiados deseos por "salir en la foto" para justificarse ante su parroquia.
Siempre he creído que un sindicato es una organización que tiene su razón de ser en la defensa de los derechos del débil, pero también en contribuir a la búsqueda de soluciones que permitan una estabilidad de todos, y no una confrontación eterna con los empresarios en el mantenimiento de algunos "derechos" de difícil encaje en la situación actual. Dicho de otra forma, quizá sería más positivo (aunque menos vistoso) arremangarse codo a codo con los pequeños empresarios, que son la base del tejido de este país, no lo olvidemos, colaborando en la búsqueda de soluciones que respeten desde la óptica de los más vulnerables las nuevas e imparables tendencias sociales a la vez que sienten las bases del derecho y respeto mutuo, en lugar de organizar manifestaciones con gran parafernalia en "defensa" de unos colectivos, numerosos, eso sí, a los que, siendo benevolentes en la expresión, cabría tachar, cuando menos, de privilegiados.
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