Por un lado, el tan cacareado (y criticado por todos los sectores sociales, desde los sindicatos hasta los propios inspectores fiscales) plan, bendecido por la inefable mayoría absoluta del congreso, para aflorar miles de millones que reposan en paraísos fiscales, se ha revelado como un verdadero fiasco, con unas cifras ridículas que refleja, cuando menos, la incompetencia de sus defensores en el diseño y su arrogancia en la tramitación.
Por otro lado, se vuelve a poner encima de la mesa la Tasa Tobin con alguna particularidad lexicológica:: en lo que parece ser "marca de la casa" de este gobierno (el rescate no es rescate, los recortes no son recortes, etc.) la tasa se conoce con el nombre de "tasa sobre las transacciones financieras". Sin embargo, su gestión parece que forme parte del juego del escondite ya que en el plazo de una semana ha batido numerosos records: se implanta, se aplaza, se descarta y se recupera bautizándola con el nuevo nombre.
Perplejidad para el mero espectador, inquietud para los agentes afectados, merma de confianza para los famosos mercados que nos vigilan.... y, en la más benévola de las consideraciones, absoluta incoherencia para los autores de la norma.
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