Mirando hacia atrás puede convenirse que estas situaciones estaban cantadas desde el momento que se echa en falta una ley de financiación, apoyo en su caso, y transparencia de gestión de entidades deportivas, desde el fútbol o baloncesto hasta otros deportes absolutamente minoritarios. No se entendería, de otra forma, que cada inicio de temporada haya quinielas en muchos deportes acerca de qué equipos han de perder la categoría por motivos económicos, y menos se entiende que se hable con total ligereza de que tal o cual formación tiene una deuda importante con Hacienda, con la Seguridad Social, con proveedores, con los propios jugadores, etc., mientras leemos a continuación la millonada que piensa gastarse esa misma formación en fichajes.
Lo que ya es historia |
Y esa ley debe ser sensible y elástica con el diferente soporte popular del deporte de que se trate; volviendo al balonmano, el caso del Atlético de Madrid (que hace dos escasas temporadas fue tabla de salvación para el extinto y prestigioso Ciudad Real, y continuador, aún más atrás del antiguo Atlético y del Neptuno) no es el primero, sino el último hasta hoy de muchos otros que le han precedido en época reciente como el Altea, el Cantabria, el Torrevieja, el San Antonio....
Sólo con unas reglas claras del juego económico-fiscal puede sanearse nuestro deporte, Y solo con unas reglas claras pueden evitarse agravios como el permitir la desaparición por deudas de un equipo (el Logroñés, por ejemplo) a la vez que se "salva" a otro con una situación financiera igual de caótica mediante una operación urbanística cuya presunta ilegalidad aún colea años después.
Pero es más: esas reglas de juego pueden contribuir a luchar contra la eterna sospecha de que determinados personajes utilizan los club deportivos para operaciones oscuras ligadas al delito de blanqueo de capitales, además, naturalmente de para su enriquecimiento personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario