Algunos nombres conocidos
Reconozcámoslo: la difícil labor de
combatir la evasión fiscal ha frustrado a los responsables y técnicos de
Hacienda (los que no tenían cuenta en Suiza,
obviamente) a lo largo de décadas porque, ante la imposibilidad de hacer desaparecer esos territorios,
se trabaja en dos frentes:
-
por un lado, se creó una convención sobre la ayuda mutua en materia fiscal como
primer paso en un proceso voluntario de intercambio automático de información y
en ese sentido, el G-20 instó a los paraísos fiscales a firmar al menos doce
tratados de intercambio de información (recordemos la opinión documentada de
Zucman sobre ellos).
- por otro, la
OCDE ha venido elaborando normas para intentar controlar la ingeniería fiscal
de las corporaciones multinacionales y que dificultarán la práctica de
registrar sus beneficios en los paraísos fiscales con el fin de evitar el
impuesto de sociedades. Por ejemplo, recuérdese que saltó a la luz pública que
las multinacionales estadounidenses declaran la mitad de sus beneficios
globales en seis centros offshore en Holanda, Luxemburgo, Irlanda,
Bermudas, Suiza y Singapur. En palabras de Pascal Saint-Amans, director del Centro
de Política Tributaria de la OCDE, “Empresas como Google y Apple actúan como si
no existiera el Estado”.
En lo que se refiere al primer
punto, habrá que convenir que los resultados distan un largo trecho de la
euforia expresada unos años antes, ya que el informe del Foro Mundial sobre la
transparencia fiscal de la OCDE del mismo año 2013 en que se publicó el libro de Zucman, y años después de los firmes acuerdos de Londres, dado conocer en Yakarta (Indonesia)
destaca la existencia de 20 países[1]
que no cumplen con los objetivos marcados por la OCDE de intercambio automático
de información y de transparencia tributaria, considerados esenciales para
eliminar la evasión tributaria mediante el uso de paraísos fiscales. Hay que
decir que sí, que según el Foro citado, hay 74 países o jurisdicciones (y alguna
de ellas, ciertamente, paraíso fiscal) que han firmado la convención sobre
ayuda mutua en materia fiscal con la que empieza el proceso hacia el intercambio
automático de información, y también hay que decir que, dentro de la vieja
Europa, ni Suiza ni Luxemburgo están entre esos 74.
En el caso de Suiza, pese a su
incumplimiento, su ministra de Finanzas afirma sin empacho que “vamos hacia un
sistema de intercambio automático de información, pero es importante que haya un sistema, un patrón internacional, que sea
aceptado por todos los centros financieros que son nuestros competidores”, o
sea que, dicho de otra forma y en plata, “ya nos apuntaremos al intercambio de
información cuando se compruebe que lo hagan todos y no haya otro remedio”. De
hecho, las inversiones secretas de los residentes siguen contando con la
protección del Estado y hasta de la Constitución suiza, aunque se han adoptado
medidas contra las cuentas extranjeras.
El caso de Luxemburgo es algo más
delicado ya que pese a que se encuentra
en el corazón de la zona euro, que es miembro de la unión monetaria, que suele
criticar el despilfarro del sur y que
tiene un veto sobre todas las cuestiones relativas a la fiscalidad la UE, es
uno de los países que se dedica a poner palos en la rueda del plan de la OCDE
de establecer el intercambio automático de información en todos los paraísos
fiscales.
Según
Gabriel Zucman en la obra citada, Luxemburgo es “el paraíso fiscal de los
paraísos fiscales, presente en todos las etapas del circuito, y utilizado por
todos las otras plazas financieras”. Según otras fuentes[2],
2,5 billones de dólares están aparcados en vehículos offshore en el
gran ducado. Y un botón de muestra: mientras el Gobierno luxemburgués se ha
mostrado dispuesto a reformarse en
sus declaraciones públicas, se dedica a crear una nueva fundación privada que
“garantiza un elevado nivel de confidencialidad” a los inversores así como un
almacén para guardar obras de arte conocido como la “fortaleza de arte”.
En su
libro, Zucman propone como un primer paso efectivo aplicar sanciones comerciales
a todos los paraísos fiscales que no participan en un sistema multilateral de
intercambio automático de información, tal y como también ha propuesto un grupo
de países europeos, entre ellos España, Francia y Reino Unido, pero…. como Luxemburgo forma parte de la UE no puede
ser amenazado con sanciones comerciales. Por cierto que advierte también Zucman
en su análisis que Luxemburgo podría desatar una “catástrofe como la de Irlanda
o Chipre, debido al sobredimensionamiento de su sector financiero offshore”.
Existen
estrechos lazos entre los dos grandes paraísos fiscales europeos, Suiza y
Luxemburgo, porque más de la mitad de los 8.000 fondos comercializados por los
bancos suizos están incorporados en Luxemburgo. “Invertir en un fondo luxemburgués mediante una cuenta suiza tiene
mucho sentido para un evasor fiscal: Luxemburgo no retiene impuestos sobre pagos
transfronterizos de modo que el evasor recibe el dividendo entero en su cuenta
en Suiza. Esto no resulta tan atractivo si el fondo se incorpora en Suiza ya
que se retiene el 35%. Así se complementan los paraísos fiscales europeos”,
nos decía no hace mucho un experto en eso que se llama planificación fiscal.
En
definitiva, fijémonos que la actividad sólo en los paraísos fiscales europeos[3]
(de los que, como se ve, Andorra y Gibraltar juegan en otra división si no
directamente en otra liga) tiene graves consecuencias macroeconómicas para la zona
euro. Si se tienen en cuenta los billones de euros que alguna élite europea
tiene aparcados en cuentas secretas en paraísos fiscales, los países de la UE,
asegura Zucman “son más ricos de lo que
pensábamos aunque los residentes más ricos esconden parte de sus activos en
paraísos fiscales lo cual contribuye al empobrecimiento de los estados”.
Y no deja
de ser curioso que la evasión fiscal masiva no sólo ha privado a los estados
europeos de casi dos billones de euros de ingresos tributarios, sino que
también ha sido el pretexto para reducir a lo largo de los años los impuestos sobre
la riqueza y uno de los motivos de que la progresividad del sistema tributario
en Europa haya ido bajando desde hace 20 años por extenderse la idea de que si
se obliga a tributar, el dinero saldrá del país para terminar en un paraíso fiscal.
[1] Alguna
reacción resulta realmente chusca: el secretario de las Islas Vírgenes
Británicas (incluidas en la lista de países que no cumplen ni por asomo un
mínimo compromiso), Neil Smith, dijo que la decisión de considerarlos “no
cumplidores” no es justa con ellos, por ser un territorio industrializado donde los haya porque en las islas, con 40.000
habitantes, están registradas 850.000 empresas.
[2] Nick Shaxson, Treasure islands: Tax havens and the men who stole the world,
Vintage.
[3] Es
preciso recordar, y no es ninguna boutade,
que numerosas voces autorizadas de organismos internacionales que conocen la
materia han señalado en más de una ocasión que los paraísos fiscales más
agresivos se encuentran en la City de Londres, el distrito financiero de
Paris…o La Castellana, de Madrid. Sin el concurso operativo de entidades y
corporaciones limpias, aunque sea
solo actuando como corresponsales, sería imposible realizar la mayoría de las
transacciones con origen o destino en paraísos fiscales al uso.
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