De la evolución ¿previsible?
Parece razonable, a juzgar por
lo visto hasta ahora, que la comunidad internacional haya tomado cartas en el
asunto, aunque sólo sea para dejar en buen lugar a los dirigentes políticos que
empeñaron su palabra, en el ya lejano 2009, en combatir los perniciosos efectos
de la existencia de los paraísos fiscales. Sin embargo, un somero vistazo a las
iniciativas (?) acordadas por los organismos relacionados nos dice que no ha
sido exactamente así.
Volvamos a Gabriel Zucman. Con
independencia de que actualmente está en preparación una nueva versión de su La
richesse cachée des nations, de 2013[1],
ampliando el enfoque de su investigación, es incuestionable que estamos
atravesando un momento político-social en que se ponen de manifiesto dudas
crecientes sobre los compromisos de los líderes del G-20 para combatir la
evasión fiscal mediante presiones sobre los paraísos fiscales, también en que
la salida a la luz pública de ciertos episodios llamativos del (in)cumplimiento
fiscal de las multinacionales ha promovido el estudio de nuevas normas sobre el
desplazamiento de los beneficios de estas corporaciones con el fin de
declararlos en centros offshore y por último los intercambios de
información sobre cuentas secretas.
Con independencia, decimos, de esa actualización, Zucman, ahora
profesor en la London School of Economy, ha publicado en la prestigiosa
American Economic Asociation (AEA)[2],
concretamente en el número 4 del volumen 28 de su Journal of Economic Perspectives correspondiente a Otoño de 2014, el
interesante artículo Taxing across Borders: Tracking Personal Wealth abd Corporate Profits (algo así como Tributación al límite: Seguimiento de
la riqueza personal y los beneficios empresariales) en el que el
autor, indagando en fuentes, oficiales y cruzando datos con otras fuentes menos
oficiales, intenta estimar la magnitud de la evasión del impuesto de sociedades
y la evasión de impuestos personales a través de paraísos fiscales y
territorios offshore. Para las corporaciones, su tasa efectiva de
impuestos se ha reducido del 30 al 20 % en los últimos 15 años, y alrededor de
dos tercios de esta disminución puede atribuirse a un aumento de la evasión
fiscal internacional ya que la declaración de sus ganancias en paraísos
fiscales registra un aumento de diez veces desde el 1980. Con todo ello, Zucman
ofrece datos de cuánto dinero tiene la élite empresarial, financiera (y, por
supuesto, política) oculta en el turbio mundo de los centros offshore: nada
menos que 7,5 billones (con “b”, repetimos) de dólares –el 8% de la riqueza
mundial (para España, según estos datos, más de ese porcentaje)– se esconde en
paraísos fiscales desde Suiza a las Islas Vírgenes Británicas pasando por
Luxemburgo, en una tendencia claramente ascendente si consideramos que en 2008
habían 4,5 billones. Es cierto que el 100 % de este dinero no evade impuestos,
pero el 80% sí, de forma que los impuestos que han sido evadidos cada año por
individuos de elevado patrimonio y multinacionales a escala internacional
llegan a 200.000 millones de dólares (cinco veces el déficit presupuestario español
anual). Es más, cabe la posibilidad de que el negocio oculto en este sentido
sea muy superior, porque el autor no incluye en su investigación bienes
inmuebles ni obras de arte.
La
mayor parte de esos fondos -el 60%- pertenecen a titulares de Estados Unidos y
Europa[3],
pero crece la evasión desde países en desarrollo (sólo hay que recordar eventos
conocidos recientes como Petróleos de Venezuela o la brasileña Petrobras). Hay
algún indicio de que hay mucho patrimonio español, portugués, italiano y griego
en Suiza. Pero es difícil de saber porque las cuentas nunca están a un nombre
propio, sino que se usan las empresas pantalla[4].
Es dolorosamente significativo comprobar que,
pese a los discursos y la proclamación de “iniciativas políticas ambiciosas”
como el programa de la OCDE para combatir la ingeniería tributaria en las
estrategias de las empresas multinacionales, Zucman demuestra que crece cada
año la cantidad de dinero que se escapa para ocultarse en los oscuros
centros offshore o que se esconde detrás de las empresas pantalla en
paraísos fiscales. “Hay una falta de voluntad política”, denuncia el
economista. “Se ha creado la impresión de que no se puede hacer nada, que la
evasión fiscal es algo exógeno. Pero esta es una percepción errónea. Es muy
fácil cerrar los paraísos fiscales y forzar a las multinacionales a pagar
impuestos. Sólo hace falta voluntad política empezando por un primer objetivo
principal, que debe ser la creación de un registro financiero mundial”
Llegados a este punto, en el que parece fuera
de duda el hecho de que el problema sólo se puede abordar sobre la política,
conviene reflexionar (y, posiblemente, desmontar) acerca de algunos tópicos
oficiales que, aparentemente, impiden esa acción política.
El principal punto de partida es que los
gobernantes han de ser plenamente conscientes de que la evasión tributaria es
un factor clave en la extrema desigualdad que vivimos y en la concentración de
la riqueza, y no al revés. Hay que traer a colación, pues, el asunto de las
crecientes desigualdades sociales y recordar que cuando Picketty[5]
(por cierto, y casualmente, profesor que fue de Zucman) advierte que la renta
sobre el capital crece a un ritmo mayor que el PIB, y que en el mantenimiento
de ese motor de la desigualdad uno de los motivos principales es la evasión
fiscal y los recortes de los impuestos sobre el capital.
Después está esa muletilla recurrente de los
responsables de Economía y de Hacienda, que dice que no es conveniente subir
los impuestos a las clases altas por el riesgo de que se lleven fuera su
dinero, es decir, proclaman su decisión de bajar impuestos sobre el capital por
el miedo a la evasión fiscal; es más, justifican su errática política económica
con el argumento de que "¡No podemos hacer nada; sólo recortar los impuestos
a las multinacionales y las rentas altas!", lo que cambia el foco de
atención del problema, desviándolo del eje principal, que es, directamente, cerrar
los paraísos fiscales. Y para ello sólo hace falta aplicar sanciones
comerciales, retirar permisos bancarios, dificultar la actividad internacional
de los bancos[6].
Y es falso igualmente que haya una correlación
directa entre la presión tributaria y la competitividad empresarial, como
demuestra, por ejemplo, el hecho de que la época en que Estados Unidos tuvo un
crecimiento económico más robusto y un mayor índice de creación de empleo (en
los años previos al inicio del mandato de Greenspan en la economía americana)
coincidió con la de tipos marginales sobre beneficios empresariales y del
patrimonio más altos de su historia.
Si se admite que el fondo de la
cuestión (también en la lucha por eliminar los paraísos fiscales) es la falta
de ingresos tributarios, hay dos frentes: la eliminación de los paraísos
fiscales sacando a la luz y poniendo bajo control todo lo que esconden es uno,
pero quizá lo primero es actuar conjuntamente contra los malos usos y
privilegios de las multinacionales, y, a modo de ejemplo, calcular los
impuestos que le toca pagar a Apple según una estimación de las ventas o los
clientes que tiene en un determinado país, de tal modo que si Apple vende más
ordenadores en España que en Irlanda debe pagar más impuestos[7].
Así de simple, y cualquier país soberano (ahora que hay tanta verborrea sobre
la soberanía) puede hacerlo, aunque, qué duda cabe, sería mejor llevarlo a cabo
de manera coordinada en todos los países, entre otras cosas porque si,
siguiendo el ejemplo, España le dice a Apple que ha calculado que el 10% de sus
beneficios globales se generan en España, lo que equivale a mil millones, y le
explica que aplicará el impuesto de sociedades a esos mil millones. Apple no
puede hacer nada, porque hacerlo violaría las normas de la OCDE, así que lo
lógico es pactarlo a nivel europeo.
En cuanto se ataque en serio a
los paraísos fiscales, empezando, inexcusablemente, por una transmisión de
información absoluta y transparente, todos los argumentos sobre la necesidad de
recortar impuestos a los ricos para evitar la evasión caerán por su propio
peso.
Algunas conclusiones políticas de estas reflexiones
El 6 de noviembre
de 2014, el colectivo de
periodistas ICIJ (The International Consortium of Investigative Journalists –
Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación) reveló públicamente y de manera coordinada en todos los medios de comunicación a la vez su examen
sobre los documentos filtrados de la agencia consultora Pricewaterhouse
Cooper (PwC) en la que se demuestra que más de 340 multinacionales han recurrido a la evasión fiscal para pagar
menos impuestos. Y todo es posible gracias a las ventajosas leyes
fiscales de Luxemburgo. De
ahí el nombre con el que se conoce la operación: LuxLeaks.
LuxLeaks cuenta cómo las multinacionales han reducido
su carga fiscal gracias a la filial luxemburguesa del gabinete de
auditoría y asesoramiento PwC, y con la complicidad de las autoridades
fiscales del Gran Ducado. En total, no son menos de 550 los acuerdos preparados por los
empleados de PwC que se han hecho públicos gracias a LuxLeaks. En estos
acuerdos, fechados desde 2002 a 2010, se ven envueltas más de 340 multinacionales, entre ellas nombres
tan conocidos como Pepsi, Ikea, AIG, Fiat, Amazon, JP Morgan, Heinz, Burberry,
PIMCO o Deutsche Bank. Cada documento detalla una evasión fiscal perteneciente
a una sociedad cliente de PwC y contiene la firma de uno de
los empleados de las oficinas de tasación luxemburguesas o bien una
carta de confirmación redactada por este empleado. Algunos de estos documentos
ya eran muy conocidos: el programa Cash Investigations, de France 2 o la BBC ya habían hablado de ellos antes. Sin embargo, la
información que contenían la mayoría de estos documentos no había sido
sometida a investigación.
De forma muy resumida, las sociedades en cuestión, a menudo grandes
multinacionales, habían obtenido acuerdos fiscales con las autoridades
luxemburguesas para disminuir al máximo su carga fiscal y así pagar
los impuestos mínimos[8]. Algunas
de ellas tienen actividad económica o financiera en Luxemburgo, pero la gran
mayoría de ellas sólo posee una filial, a menudo una SL o “sociedad limitada”
que, creada con lo mínimo, se usa para gestionar algunas decisiones financieras
tomadas por la "sociedad madre". Por ejemplo, su capital puede
incrementarse para hacer transitar, en papel, varios millones de euros a través
de Luxemburgo sin que haya presencia visible ni necesaria actividad
económica alguna. Basta con que un estudio de abogados o una fiduciaria se
ocupe del día a día de la administración de una sociedad, sin preocuparse
por crear verdadero valor económico. Simplemente, con que uno de los
administradores de la filial luxemburguesa detalle el aumento de capital y
los cambios administrativos sobre papel, estos pasan a ser oficiales con
la firma de un notario y publicados seguidamente en la gaceta oficial de
Luxemburgo (el Mémorial C). Lo que impacta es que, a ojos de la
legislación luxemburguesa, las prácticas del gabinete de asesoramiento PwC
reveladas por Luxleaks son legales.
Tanto ha sido el impacto internacional de la investigación,
especialmente en la Unión Europea, que ha sobrepasado todas las
expectativas, y eso demuestra que un tema, en principio, técnico y con tan poco
gancho a primera vista como es la tasación de las empresas, puede recibir
la atención que se merece si los lectores, telespectadores u oyentes consiguen
comprender por qué estas prácticas de optimización fiscal les conciernen y cómo
éstas pueden afectar su vida cotidiana.
Con todo, el escándalo de LuxLeaks viene cuando se conoce que afecta
directamente a Jean-Claude Juncker, el recién elegido presidente de la Comisión
Europea, que era primer ministro y ministro de finanzas de Luxemburgo cuando se
firmaron los acuerdos. Efectivamente, los acuerdos o tax rulings analizados se
firmaron entre los años 2008-2010, coincidiendo con el periodo en que Juncker
compatibilizó su labor de primer ministro con la de ministro de Finanzas,
cartera que ocupó desde 1989, con competencias directas sobre fiscalidad. En
un país de la talla de Luxemburgo, es imposible que su primer ministro no
estuviese al corriente de estas prácticas. Se trata diferenciar bien
entre el hecho de que estas prácticas eran legales[9],
puesto que esos documentos legalizaban finalmente un acuerdo fiscal entre una
multinacional y una autoridad gubernamental, y entre el aspecto ético de las
mismas.
Política….
Como respuesta, la Comisión Europea, recordemos que ahora liderada por Juncker,
anunció que ampliará las investigaciones ya abiertas contra Luxemburgo y otros
países por prácticas similares si encuentra motivos para hacerlo, sin
prejuzgar la decisión definitiva. Eso sí, el mismo personaje se permite dar
lecciones de ética a otros, como a Grecia o incluso a España, sin ir más lejos.
Es decir, se observa de forma repetitiva, cuando se descubre un
escándalo de esta magnitud, que en lugar de afrontarlo y buscar soluciones en
beneficio del conjunto de la sociedad, los poderes públicos le aplican sordina, lo rodean de silencio
y le echan tierra por encima esperando que se olvide y justificando de alguna manera o quitándoles
importancia a comportamientos indecentes mientras paralelamente se criminaliza
y persigue penalmente a quien protesta pacíficamente por las consecuencias (evitables) de
ese escándalo.
En palabras de Zucman, “La decisión de elegir al ex primer ministro
de Luxemburgo como presidente de la comisión europea es imperdonable, ya que
Juncker dice que por un lado están de acuerdo con la competencia tributaria y,
por el otro lado, son partidarios de la armonización tributaria. No tiene
sentido”.
“El pasado de Jean-Claude
Juncker no podría ser peor en el área de los impuestos. Produce espanto que se
considerase a Juncker la mejor persona para liderar Europa. Si lo comparas con
la fundación de Estados Unidos, entonces eligieron a Jefferson o a Washington.
En Europa eligen a Juncker”.
En definitiva, los paraísos fiscales seguirán existiendo, gozando,
además, de una salud excelente si la lucha contra ellos se deja en manos de los
políticos. Al menos, de estos políticos ya que concluir que son el
ejemplo paradigmático de que el gobierno mundial está en poder de eso que se
llama “los mercados”, que son los que hacen mover los hilos de la política a su
antojo por encima de cualquier otro objetivo, no es exagerar.
[1] Ver la
primera parte de este mismo boletín, publicada el 01-04-15
[2] La American
Economic Asociation (Asociación de Economía de América), con sede actual en
Washington DC, se creó en 1885 principalmente por académicos de colegios y
universidades, aunque hoy atrae a un creciente número de personas vinculadas a
grupos empresariales y profesionales, con casi 18.000 miembros, de los que alrededor del 15% son de la empresa privada, y
el resto pertenecen al sector público u organizaciones sin fines de lucro.
. Tiene los siguientes objetivos:
- Fomentar la investigación económica, especialmente el estudio histórico y estadístico de las condiciones reales de la vida industrial.
- Divulgar publicaciones sobre temas económicos.
- Fomentar la discusión económica libre, sin tomar actitud partidista, ni comprometer a sus miembros a cualquier posición en cuestiones económicas concretas.
- Fomentar la investigación económica, especialmente el estudio histórico y estadístico de las condiciones reales de la vida industrial.
- Divulgar publicaciones sobre temas económicos.
- Fomentar la discusión económica libre, sin tomar actitud partidista, ni comprometer a sus miembros a cualquier posición en cuestiones económicas concretas.
[3] En
contra de lo que se puede presumir por los rankings de riqueza que suelen
aparecer en las revistas especializadas y valoraciones de los bancos dedicados
a gestionar altos patrimonios, no son los americanos los que ocultan más su
fortuna, quizás por el temor que les asiste al
estar muy castigada penalmente la evasión fiscal en EEUU. Sostiene Zucman
que son los europeos los que gestionan más sus fortunas en paraísos fiscales,
concretamente da la cifra de 2,6 billones de dólares para ellos, ocupando el
segundo lugar los millonarios asiáticos, que cobijan fuera del alcance del
fisco, 1,3 billones de dólares, mientras que los estadounidenses mantienen 1,2
billones y los millonarios de los países del Golfo Pérsico, 800.000 millones.
[4] No deja
de ser curioso que las “empresas pantalla” sean fruto de la evolución normativa
en el combate contra los paraísos fiscales. Hasta los años setenta, un evasor podía
utilizar en estos territorios una cuenta con número pero sin nombre. Como ahora
esto es ilegal, se usa una cuenta a nombre de una entidad pantalla, que es una
empresa con una dirección en un paraíso fiscal creada por los banqueros para que sea más difícil indagar y descubrir
el movimiento del dinero. Es un hecho que los bancos privados y gestores de
riqueza (entidades como Goldman Sachs, Cap Gemini, Banco Santander) están concentrando sus actividades en el segmento de desconocidos
ultrarricos, con más de 500 millones de dólares de patrimonio. Estas fortunas están
subiendo mucho más que otras y acaban siendo depositadas en centros offshore.
[5] Ver el Boletín nº 41 de este mismo blog, sobre “Desigualdad social y
crecimiento", de 26-10-14
|
[6] Estado Unidos lo
ha hecho a través de su legislación de intercambio de información, que aplica
un impuesto del 30% sobre los beneficios de los bancos que usan paraísos fiscales
para sus transacciones sin permitir el intercambio de información.
[7] Estados
Unidos también aplica ya este criterio a los impuestos de sociedades recaudados
a nivel de cada uno de los estados que componen EE.UU.
[8] Algunas compañías
consiguieron, incluso, impuestos de sociedades de tan sólo el 1% sobre los beneficios que llevaron a
Luxemburgo. Para obtener un índice tan ridículamente bajo, es necesario que las
multinacionales obtengan la valoración de gabinetes de abogados o, como en este
caso, de gabinetes de asesoramiento. Éstos, analizan el funcionamiento de la
empresa de cabo a rabo con el fin de identificar los mecanismos fiscales que
permiten finalmente reducir al máximo la carga fiscal. Llama la atención cosas
como que una dirección (ahora ya popular), el número 5 de la calle Guillaume
Kroll alberga a más de 1.600 compañías, según los documentos revelados.
[9] Un motivo más (y van...) para desconfiar y rehuir de los gobernantes paladines en todas las ocasiones que se le presentan sólo de
“cumplir la ley” sin preocuparse de si es justa o no.
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