Mañana es la
festividad de San Juan Bautista, lo que quiere decir que esta noche
es la víspera, la Noche de San Juan, en la que se celebra en
Catalunya la Revetlla (verbena) de Sant Joan, la Nit del Foc (Noche
del fuego) o la Nit de les Bruixes (Noche de las brujas), que con
todos esos nombres se la conoce. Realmente, la Noche de San Juan es
una festividad de origen pagano que, como tantas otras, fue asignada
a una advocación cristiana, en la que se suelen encender hogueras o
fuegos. El origen de esta costumbre se asocia con las celebraciones
agrícolas en las que se festejaba la llegada del solsticio de
verano, el 21 de junio en el hemisferio norte, cuyo rito principal
consiste en encender una hoguera con la finalidad de "dar más
fuerza al sol", que a partir de esos días iba haciéndose más
"débil" (los días se van haciendo más cortos hasta el
solsticio de invierno, el 22 de diciembre, de celebración también
adaptada al cristianismo, en ese caso la Navidad). Simbólicamente,
el fuego también tiene una función "purificadora" en las
personas que lo contemplaban y, en una reminiscencia de las antiguas
tradiciones, se cree que los deseos se harán realidad en esta noche.
Se celebra, con variantes, en muchos puntos de Europa y de América
Latina.
En España son
conocidas, sobre todo (sin que eso signifique despreciar otras
costumbres, claro) las Fogueres de Sant Joan, en Alicante, la
Revetlla de Sant Joan en Catalunya y las llamadas Falles del
Pirineu1,
que se celebra en distintas localidades de Aragón y Catalunya y que
está declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Pese a ser
celebraciones, todas ellas, con un fuerte arraigo en las tradiciones,
nadie puede negar su evolución y adaptación (sobre todo en zonas
urbanas) a las nuevas formas de vida social. Y si quedan dudas
echemos un vistazo a lo que era y lo que es la Fiesta de San Juan en
Barcelona.
No hace muchos
años, el ritual de la Revetlla consistía de forma estándar en:
1.- Localizar
algún conocido o amigo-de-un-amigo que dispusiera de una casa o
local vacío lo suficientemente espacioso para pasar en él, un grupo
reducido, la noche de Sant Joan. Y lograr ser invitado, claro.¡Ah!:
los padres y demás adultos debían estar "de viaje" y no
aparecer por allí.
2.- Aportar un
tocadiscos (la verdad es que la calidad de sonido tampoco tenía
mucha importancia) y unos cuantos discos, entre ellos alguna novedad
traída de Andorra y una mayoría de música de la conocida como
"lenta".
3:- Llevar
cuatro petardos sonoros, pero sólo para que los demás supieran que
se disponía de ellos y se decidía entre todos usarlos, nunca a
iniciativa propia, que podía ser rechazada.
4.-Ir bien
aprovisionado de cava en lugar de otra bebida (era la ocasión, junto
con Navidad, en que se echaba la casa por la ventana) y de cocas
(tortas) variadas: de fruta, de cabello de ángel, de llardons
(chicharrones),... porque la noche es larga y no conviene
desfallecer.
5.- Dejar
marcada una hora (que a la hora de la verdad nunca se cumplía) en
que se abandonaría la casa para ir a la playa más cercana ya que la
tradición manda que la revetlla ha de acabar viendo el amanecer,
aunque sea tumbado en la arena de la playa.
¡Qué tiempos
aquellos! ¡Cuántas relaciones han nacido, se han consolidado... o
se han roto en una revetlla de Sant Joan! Pero... un momento; ¿y las
hogueras? ¿no habíamos quedado en que eran el rito principal y el
origen de la tradición?
Pensemos. Situémonos en una
ciudad en la que no todas sus calles están asfaltadas, en la que las
familias no renuevan su mobiliario con la facilidad con que se hace
hoy, y en la que la vida social (y particularmente la de los niños)
se desarrolla en la calle. En ese escenario, cuando alguien tenía un
mueble del que deshacerse (y no había, como hoy, servicio
domiciliario de retirada), lo guardaba para quemarlo en la hoguera
que por Sant Joan se montaba en el barrio, y la chiquillería, de
entre 10 y 15 años, pasaba a recogerlo e iba apilándolo, con la
complicidad de los adultos, en auténticas montañas de maderas en
plazas o espacios amplios sin asfaltar. Lo que el montaje de las
hogueras significaba para los niños, lo describe muy bien, con un
deje de nostalgia, el maestro Serrat en su canción Per Sant
Joan2.
Pero los tiempos cambian; por una parte, para lo que es la fiesta, no
todo el mundo tiene conocidos en cuya casa se puedan celebrar estos
saraos y empieza a extenderse la costumbre de que son los propios
ayuntamientos los que ofrecen espacios, generalmente abiertos ("¡y
con música en vivo, tú!"), en los que a veces aprovechan el evento para
adecentar y promocionar, como nos vuelve a decir el maestro Serrat,
ahora en su canción Fiesta: "Gloria a Dios en las alturas;
/ recogieron las basuras / de mi calle, ayer a oscuras / y hoy
sembrada de bombillas..". pero manteniéndose el ritual de acabar
el jolgorio en la playa y popularizándose hasta extremos
preocupantes el uso de un material pirotécnico, cada vez más
sofisticado y peligroso para su utilización doméstica por no
profesionales. El gran avance social está en el hecho de que con
estas medidas se "democratiza" la fiesta, propiciando su
transversalizació e interclasismo,como se observa en la letra de la
canción Fiesta, antes citada. Lo que no quiere decir que
hayan acabado las revetllas privadas, ojo, que siguen produciéndose
aunque ahora ya no llamen tanto la atención.
¿Y las hogueras? ¿Siguen
siendo o no el meollo de la fiesta, atendiendo sus orígenes? Pues,
para decirlo de manera elegante, se trata de una tradición que va de
capa caída, encendiéndose cada año un número menor3.
Y ¿qué ha pasado para que una tradición tan enraizada hace poco
tiempo esté en trance de desaparecer? Según un reciente estudio
efectuado por la Universidad de barcelona, hay diversas causas:
- Por un lado, causas
urbanísticas y de movilidad con el automóvil sin encontrar espacios
reservados a hogueras, pese a que históricamente habían existido en
barrios en los que ahora se prohiben, en los que no se han registrado
cambios de forma importantes.
- Por otro lado, se detecta
la promulgación de normas afines cada vez más restrictivas con las
muestras "de espontaneidad" como puede ser la quema en la
calle de unas maderas inservibles pese a que, en realidad, desde que
en Barcelona se promulgó (a mediados del siglo XVIII) el primer
bando prohibiéndolas, la persecución de las hogueras ha sido tan
inútil que a menudo se convertía en un acto meramente estético.
Todo apunta a que el factor
más determinante para el declive de las hogueras populares fue otro.
Sencillamente pasó que un año nadie recogió la madera, la escondió
y la sacó en su momento para levantar una hoguera la noche de San
Juan. Un año los niños y niñas que tradicionalmente habían
asumido la tarea ritual de encender un fuego en medio de la calle o
la plaza no lo hicieron. El grupo se había disuelto y el barrio ya
no era el escenario de una buena parte de su vida, allí donde hasta
entonces habían aprendido las cosas más importantes, las que nadie
explica ni en casa ni en la escuela. El grupo no salió esa noche a
hacer su hoguera, pero tampoco los otros días. La televisión y los
sitios virtuales terminaron sustituyendo la calle, la familia los
apartaba de la ciudad cada fin de semana y en verano, y se acabó
imponiendo la llamada "pedagogía del tiempo libre", que
implicaba el establecimiento de madrigueras , centros recreativos,
campamentos, colonias ..., donde los niños jugaban a juegos
dirigidos y eran debidamente monitoreados por especialistas no en
vano llamados "monitores".
Dicho de otro modo, la
extinción de la costumbre de encender hogueras por San Juan no puede
explicarse sin tener en cuenta la disolución de formas de
apropiación colectiva del espacio público que fueron inseparables
de la sociabilidad de barrio y, en concreto, del papel que jugaban
los grupos de niños que encontraban en el espacio que se abría
entre la casa y el colegio un marco para una experiencia de libertad,
autonomía y creatividad que los niños y niñas de hoy ya no son
conocidos. Tal vez la desaparición de las hogueras de San Juan
signifique a la postre algo mucho más importante y extrapolable a
otros asuntos más serios que la revetlla: la extinción de la última
sociedad de seres libres.
Pero, pese a todo, ¡Feliz
verbena!
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1La
fiesta se celebra en el Pirineo Aragonés en varios pueblos de las
regiones de Sobrarbe y La Ribagorza y, en el Pirineo Catalán se
reparte entre las regiones de Alta Ribagorça, Berguedá, Pallars
Jussà, Pallars Sobirá y la Val d’Aran. con rituales con el fuego
como protagonista. Según la tradición de cada localidad, los
participantes descienden desde la zona más alta de las montañas
portando antorchas artesanales encendidas (fallas), trazan formas en
el aire con el fuego, danzan o encienden una gran hoguera en el
pueblo. Estos ritos se transmiten de generación en generación y
según la localidad pueden simbolizar el paso a la vida adulta, la
purificación o la fertilidad.
2La
canción es una versión, con letra y temática radicalmente
diferentes, de En San Juan, de Juan y Junior. La letra en
castellano de la versión de Serrat que nos ocupa dice
aproximadamente así: "Una noche cuando el verano abría los ojos
/ por aquellas calles donde tú y yo nos hemos hecho mayores, /
donde aprendimos a correr, / sobre un palmo de arena / se alzaba una
hoguera por San Juan. / Entonces un trozo de madera era un tesoro /
y con una mesa vieja ya éramos ricos. / Por las calles y las plazas
/ íbamos de casa en casa /para quemarlo todo aquella noche / de San
Juan. / Éramos cuatro golfilllos, / no sabíamos mucho / de las
lágrimas que hacen que gire el mundo., / íbamos entrando en la
vida, / nunca una mentira / nos era necesaria y nada nos quitaba el
sueño ../ aquellas noches de San Juan .../ Los años me han alejado
de mi calle / y se han perdido aquellos compañeros de juegos. / Lo
bueno y lo que estorba / como si cualquier cosa. / parece que todo
se hubiera quemado en el fuego / de San Juan. / Y ahora, esta tarde
/ otra vez / veo los "nanos" recogiendo leña por la
calle. /Corren / como yo antes corría, / los llamo y me miran /
como si fuera un gusano extraño y pasajero / esta noche de San Juan
.../ Dadme un trozo de madera para quemar / o la tomaré de donde
pueda, como ayer, / como si no hubiera de otra / yo he sido como
vosotros: / no quiero sentirme viejo esta noche. / Que un trozo de
madera vuelva a ser un tesoro./ Que con una mesa vieja sea rico. /
Por las calles y las plazas / iré de casa en casa / para hacerlo
quemar todo esta noche / de San Juan".
3No
confundir en este pronóstico "hogueras" como las de
Alicante y similares que, por sí mismas ya son un espectáculo,
alejado del que ofrece la quema de una pila de muebles viejos.
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