miércoles, 9 de agosto de 2017

¿Así se escribe la Historia?

King Crimson es, con más de cuarenta años de trayectoria, una de las bandas más longevas de la historia de la música y uno de los más importantes representantes de lo que se conoció como rock progresivo. Además, sus componentes (cambiantes a lo largo del tiempo) están considerados como músicos de gran calidad técnica e interpretativa. En 1969 el grupo debutó como telonero de los Rolling Stones en un concierto en el Hyde Park londinense, y ese mismo año grabó su primer disco, In the Court of the Crimson King, cuya cara A (estamos hablando de vinilo, naturalmente) cerraba "Epitaph", canción marcada, por un lado, por su letra apocalíptica, de Ian McDonald y, musicalmente, por la presencia dominante en ella del mellotron (instrumento musical electro-mecánico polifónico que apareció a mediados de los años 1960 y que hizo furor por su utilización en la música rock). En la canción, antes de repetir el estribillo de "La confusión será mi epitafio" (Confusion will be my epitaph), se explica, entre otras cosas, que "El destino de toda la humanidad, veo, está en manos de tontos" (The fate of all mankind, I see, is in the hands of fools)


Lo que pasa es que esa verdad latente en cualquier observador no fanatizado, de que, con frecuencia, ciertas acciones de los gobiernos de turno carecen totalmente de sentido, son hábilmente escamoteadas o justificadas en la Historia oficial; por ejemplo, este mes de agosto se cumplen 103 años de una carnicería de soldados franceses a manos de las tropas alemanas en el frente de Metz y Estrasburgo (o de Alsacia y Lorena, como queráis) durante la 1ª Guerra Mundial, originada porque el Alto Estado Mayor francés ordenó a su Infantería atacar en tromba las posiciones enemigas porque sus espías le habían asegurado que los alemanes rehusaban usar la bayoneta. Lo que no le habían dicho es que esto era así porque disponían de unos artilugios novedosos llamados ametralladoras que eran capaces de hacer quinientos disparos por minuto y que hacían innecesarias las bayonetas. Fue la primera gran carnicería de esa guerra, disimulada en los libros de Historia por el hecho de que Alemania resultó perdedora, con lo que la masacre se presenta como un heroico sacrificio necesario en lugar de un fallo garrafal del Mando, con consecuencias trágicas.

¿Cómo lo explicarían si Francia hubiera quedado en el bando de los vencidos? Pues hay que suponer que con pocas diferencias. Y es que, en los casos en que es más evidente la inoperancia, ignorancia, ineptitud, arrogancia, incompetencia (a veces, la suma de todas) de un gobierno, más descarada es la manipulación para culpar a otros de la propia ineficacia, adobado todo ello con copiosas dosis de eso que ahora se llama postverdad y que antes conocíamos llanamente como mentiras, cuando no con falta de información sobre los hechos y el imbuir a la ciudadanía de que creer a pie juntillas los postulados oficiales aún sin explicaciones, es como creer un dogma de fe. Y que eso es lo que se debe hacer. Eso nos pasa ahora, sin ir más lejos, con el cansino, y cada vez más peligrosamente enrevesado tema "de Catalunya", que empezó siendo la voluntad de presentar un memorial de agravios al Gobierno de Madrid y que vete a saber lo que acabará siendo.

Sin entrar en el fondo ni la evolución de la cuestión, nos limitaremos a señalar algunas muestras (ya conocidas, por otra parte) de manipulación insana, siguiendo los casos comentados, encaminada a apelar a unas "esencias patrióticas" previamente manipuladas también para tapar la manifiesta ignorancia en gestionar el tema.

Para empezar, resulta cansina esa cantinela aplicada desde el principio para todo lo que rodea el tema, y repetido con llamativo seguidismo por la mayoría de medios y por todos los partidos, "constitucionalistas" (¿o hay que decir "inmovilistas"?) de que estamos ante algo ilegal, prescindiendo de que en sus orígenes hace 6 años numerosos dictámenes de reputados juristas (entre los que habían padres de la Constitución) certificaban que la consulta planteada entonces estaba perfectamente amparada en la Constitución de 1978 y que su celebración estaba supeditada sólo a la simple voluntad política. La respuesta del Presidente del Gobierno fue "Yo no quiero", sin aportar ni una sola razón a la negativa.
Lo curioso es que mientras en 6 años los legisladores (?) no han tenido tiempo para evaluar la razonabilidad y forma de las demandas ciudadanas con el fin de hacer su trabajo y ver si conviene revisar (o no) la normativa para canalizarlas adecuadamente (vamos, que no se ha hecho NADA), el Gobierno ha puesto en marcha una Ley (votada en el Parlamento, todo hay que decirlo) por la que, quebrantando esa Constitución que pregonan defender, confiere atribuciones anticonstitucionales al Tribunal Constitucional para que vaya haciendo trajes sancionadores a medida para cada iniciativa anunciada por la Generalitat y que el Gobierno se manifiesta incapaz de gestionar políticamente.

Otra muletilla que no resiste ni un análisis superficial (y hay que trasladarse para ello varios años atrás) es aquello de que presentar agravios es romper y dividir España. Si hay que poner una fecha y nombrar un protagonista de esa ruptura y división de España, esta fecha es anterior al inicio del actual "tema Catalunya" y el protagonista no es la Generalitat. El 31 de julio de 2006 el Partido Popular presentó ante el Tribunal Constitucional un recurso de inconstitucionalidad contra el nuevo Estatut de Catalunya, en el que se recurrían 114 de los 223 artículos y 12 disposiciones del mismo mientras que no hubo recurso contra otros Estatutos de contenidos similares. Paralelamente el Partido Popular inició una campaña de recogida de firmas "contra los catalanes" (sic) con la que consiguió numerosos votos viscerales, espurios pero válidos en una votación. Resulta palmario, pues, que España se rompió entonces al enfrentar artificialmente, por motivos partidistas, a unas comunidades con otras (al margen de cuál sea la elegida para hacer de pim-pam-pum. Lo relevante es alentar el enfrentamiento), criminalizando desde ese momento cualquier iniciativa, hasta que la ciudadanía, jaleada sólo con slogans y no con información veraz, apoya sin pensar esa muletilla del gobierno. Además, pensemos, alguien medianamente inteligente que realmente busque la unidad (no impuesta por la fuerza) será el primer interesado en conocer si hay agravios e identificarlos para gestionarlos conjuntamente de manera adecuada; jamás prohibir expresarlos. Y mucho menos amenazar con castigos por hacerlo.

Pero donde se observa un salto cualitativo en la demostración de incompetencia para entender y gestionar el tema es en esa apelación inmoral a que presentar agravios es atentar contra la soberanía de todos los españoles. Parada obligatoria. ¿Qué es soberanía? ¿La facultad de elegir que sean recortados los gastos superfluos de los ministerios y no la sanidad? ¿La seguridad de que será tenida en cuenta y tramitada siempre la presentación de una Iniciativa Legislativa Popular? ¿La confianza de que serán expulsados y castigados todos los cargos públicos envueltos en corrupción? ¿La idoneidad de reprobar y remover a los representantes públicos que voten sin más para aprobar leyes claramente lesivas para los intereses de sus representados?.... ¿O sólo se habla de soberanía para impedir que una minoría (sobre el conjunto estatal, claro) exprese las razones de unos agravios, no sea que se identifiquen con ellos? Porque, mirado sin pasión fanática, ¿quién soy yo para prohibir las razonadas aspiraciones de un tercero, esté o no de acuerdo con ellas?
Bien haría el Gobierno en extremar la prudencia con la manipulación interesada de conceptos delicados como el de soberanía, con el que se le pueden sacar los colores en un momento. Por recordar sólo acontecimientos recientes sobre los que se observa que se corre un tupido velo que los oculta, el 12 de octubre de 1968 (hace menos de 50 años, un suspiro en términos de períodos históricos), en plena dictadura, se concedió la independencia a la entonces Guinea Española, sin que haya constancia de que se apelara a la recia y viril soberanía ciudadana para concederla o no; es más, no consta que votasen en su referéndum, del 11 de agosto de 1968, Murcia o Extremadura, pongamos por caso, sino sólo los ciudadanos guineanos.
Tampoco consta que se apelara a la soberanía para consolidar el traspaso a Marruecos de Ifni y otros territorios ni, sobre todo, cuando, en 1976, España abandonó ignominiosamente el Sahara Occidental y sus habitantes (españoles de pleno derecho) en manos de Marruecos y Mauritania según los Acuerdos de Madrid de 1975, no válidos, por cierto, según el Derecho Internacional. Paradójicamente se presentó como un triunfo de la soberanía el desenlace del chusco incidente del deshabitado islote de Perejil, que no llegó a más por la sensatez del gobierno marroquí frente a la belicosidad del entonces ministro Trillo.
Mucho cuidado con el uso de determinadas expresiones para alimentar un sentimiento anti-algo que se quiere basar en la creación de falsos bajos instintos.
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Mención aparte merecen los discursos elaborados por la Casa Real, aparentemente más comedidos y que utilizan lugares comunes para llegar a la misma conclusión que el Gobierno. Si hay un leit motiv repetido machaconamente para negar el derecho a expresar agravios es sacar rápidamente a colación "lo que nos une" (si bien no se define nunca qué es eso que nos une), y "la Historia común". Pues, siento decirlo, pero los redactores deberían saber que una Historia, relato por definición de vencedores y vencidos jamás puede ser común; nunca se puede equiparar el rol del vencido con la justificación del triunfador. Si existen lo que se conoce como agravios históricos, difícilmente se puede defender con ellos la existencia de una Historia común, sino de una Historia impuesta a la que se ha de llamar "común".¿O alguien con dos dedos de frente, por muy redactor de discursos que sea, es capaz de mantener que la historia de sacrificios, renuncias y humillaciones (que aún colea) de los vencidos en nuestra guerra (in)civil es la misma que la de los excesos (que ídem) de los vencedores? Por eso mismo, la Historia nunca puede servir de base en los planes de futuro de las personas salvo que se diseñe de forma que los vencidos sigan siéndolo, al igual que los vencedores. Es más, la Historia no sólo no es incuestionable (veleta que sigue el viento dominante en cada momento) sino que es un conocidísimo instrumento de manipulación de las "esencias del poder1" hasta el punto de que a veces es difícil distinguir la realidad de la ficción e, incluso a veces, se venera la ficción sabiendo que lo es. ¿Quién no ha oído hablar de la Sindone, Sudario de Turín, Sábana Santa o Santo Sudario? Ya sabéis, esa tela de lino que muestra la imagen de un hombre que presenta marcas y traumas físicos propios de una crucifixión y que se venera como el sudario que albergó el cuerpo de Jesús cuando lo bajaron de la cruz, desde que en 1958 el papa Pío XII autorizó la imagen en relación con la devoción católica hacia la Santa Faz de Jesús. No se desvela ningún secreto al decir que la Santa Sede autorizó en 1988 la datación por carbono-14 de la sábana, que se realizó en tres laboratorios diferentes, y los tres laboratorios dataron la tela entre los siglos XIII y XIV (concretamente entre1260 y 1390) pero, en 1998, Juan Pablo II dictaminó como válido el peso de la tradición.... y se siguen obteniendo royalties por su contemplación en la capilla real de la catedral de San Juan Bautista, en Turín, pese a saberse que es un fiasco.

La verdad es que, a desgrado de los historiadores vocacionales no políticos (que los hay), en todo el mundo se teje una maraña entre la realidad y la ficción interesada que frecuentemente es complejo identificar en el imaginario histórico colectivo lo que es o ha sido real. En el caso de la Historia de España, hay un antes y un después del noventayochismo que impulsa la creación de una historia "común". Efectivamente, en una época en la que España está agotada por la pérdida de las últimas colonias, arruinada económicamente y con incipientes problemas con sus posesiones en Marruecos, necesita mitos a los que agarrarse para levantar la moral y los encuentra en las ideas de, entre otros, el filólogo e historiador Ramón Menéndez Pidal y su fascinación por el Romancero medieval de Castilla. De ahi a convertir las leyendas de Castilla en el crisol de los mitos de toda España, un paso, unido a la concepción centralista de la sociedad que tan bien le vino al nacionalcatolicismo posterior y que llegó a considerar los nacionalismos periféricos como un accidente morboso de la Historia de España, en contraposición con la idea imperante desde la invasión napoleónica de que España es una gran nación compuesta de pequeñas naciones2.
A decir de los expertos, la idea de España y de los españoles que defendía Menéndez Pidal es hoy difícilmente sostenible y, además, hay muchos historiadores recientes que han demostrado la falsedad de los mitos fundacionales de Castilla. La figura del Cid, de Fernán González, de los jueces de Castilla… no eran tan importantes en la historia de Castilla y se demuestra, en definitiva, que todas las naciones que conocemos son inventadas, todas nacen de manera artificial, no hay ninguna nación elegida por motivo divino, no hay ninguna que sea una realidad natural eterna.

Para acabar estas reflexiones, nada mejor que un divertimento consistente en el análisis de la evolución de una historia (ajena, para no herir susceptibilidades) y las ramificaciones que puede generar a lo largo del tiempo.

Cuando uno se desplaza por la autopista francesa des Deux Mers adentrándose en el Midi desde el Mediterráneo, encuentra en un altozano cercano a Narbona, ya en camino a Carcasona, una escultura monumental de cemento de más de 10 metros de altura que representa a tres "caballeros", con los que se consolidan los avisos que se han podido encontrar si venimos de Nimes, Montpellier, Beziers..., es decir, en todo el Languedoc, "Vous êtes en pays cathare" (Estais entrando en el país cátaro) y se publicita la ruta de los castillos cátaros y toda una industria turística temática.


Los cátaros... El catarismo fue un movimiento religioso gestado muchos siglos antes de que apareciera por Europa, nacido de las antiguas creencias paganas orientales, cuya principal doctrina contenía dos principios fundamentales y contrapuestos, el Bien y el Mal, que representaban respectivamente, la parte espiritual del hombre, contra el mal, representado por el diablo en todo lo material, que se consideraba impuro. En Europa, los cátaros consideraban a la Iglesia de Roma, desorientada y perdida de la primitiva esencia con la que los primeros cristianos vivían su Fe, con sencillez, pobreza y humanismo, que según los cátaros, había perdido en gran manera, convirtiéndose en una religión, prepotente, intransigente, cuyos fieles vivían en continuo temor al castigo divino por cualquier falta o desvío de sus actos, que pudiera reportarles la condenación de sus almas, estaban los cristianos obligados bajo pena de excomunión, obediencia ciega hacia los dogmas que la Iglesia, consideraba inamovibles. Por eso a los cátaros se les llamaba "perfectos". Se conoce su implantación en Asia Menor, norte de Italia, sur de Francia, y en zonas del Camino de Santiago de España, Navarra, Aragón y muy extendidos en Catalunya (donde eran conocidos como bons homes). Su evolución está muy documentada, aunque parece que poco estudiada realmente, en las crónicas de la época, "El libro de los dos principios"... y las actas de la Inquisición que los persiguió.
¿Por qué, entonces, un movimiento tan extendido se asocia hoy sólo con el sur de Francia? Pues por razones políticas posteriores, como en muchas Historias oficiales.
En 1872, Napoleón Peyrat, escritor de fértil imaginación aunque poco preocupado por la veracidad, publica su Histoire des Albigeois: les Albigeois et l'Inquisition en la que viene a glosar que la victoria definitiva de los cruzados papales sobre los cátaros en Montsegur significó la desaparición de los derechos dinásticos del Rey de Aragón y el Conde de Barcelona (que toleraban o protegían a los "perfectos") sobre Occitania, el Rosellón, el Languedoc, la Provenza, etc., que pasaron, como agradecimiento de su apoyo al Papa, a manos del Rey de una Francia, que era entonces un reino minúsculo en el norte, en permanente conflicto con Bretaña. Para dar más valor a esa naciente expansión de Francia, Peyrat dió al Languedoc una importancia económica y estratégica que no tenía, y se sacó de la manga la existencia de un gran tesoro cátaro, que los vencidos consiguieron ocultar, antes de ser aniquilados, en unas cuevas en el entorno de Montsegur. Tampoco importa en el relato de Peyrat que, tras la capitulación de 1244 en Montsegur, el movimiento cátaro aún durara 77 años (hasta 1321, con la ejecución del último "perfecto" occitano), aunque ya fuera del Languedoc y sus líos dinásticos
Para seguir liando la madeja, y aprovechando la eclosión en busca de la espiritualidad que supuso el fin de la 1ª Guerra Mundial, el filósofo y magistrado Deodat Roché puso de moda que los garabatos que se habían encontrado en las "cuevas del tesoro de Montsegur" eran en realidad mensajes cátaros para la posteridad3. La siguiente vuelta de tuerca hay que atribuirla al escritor Maurice Magre, que en su obra de nombre larguísimo Magiciens et Illuminés. Apollonius de Tyane. Le Maître inconnu des Albigeois. Les Rose-Croix. Le Mystère des Templiers. Nicolas Flamel et la Pierre philosophale. Saint-Germain l'immortel. Cagliostro le charlatan. Mme Blavatsky et les Théosophes hace un prolijo examen de la secreta influencia en la civilización occidental de los sabios orientales, con gran protagonismo de los cátaros. Magre conoció al alemán Otto Rahn,que internacionaliza el mito del tesoro cátaro, con especial atención al Santo Grial4 o cáliz que contuvo la sangre de Jesús en la Última Cena en su Kreuzzug gegen den Gral. Die Geschichte der Albigenser (Cruzada contra el Grial. La historia de los albigenses). Hay que decir que Rahn se afilió después a las SS nazis y equiparó en sus escritos a los cátaros (“perfectos”) con la raza aria.

Para rizar el rizo, en 1982, los escritores Baiget, Leigh y Lincoln publican conjuntamente El enigma sagrado (The Holy Blood and the Holy Grail en su original en inglés) en el que dan a conocer la hipótesis de que Jesús de Nazaret se casó con María Magdalena, tuvieron uno o más hijos, los cuales emigraron a lo que hoy en día es el sur de Francia. Una vez allí, se involucraron con las familias nobles que se convertirían en la dinastía merovingia, cuya reclamación por el trono de Francia es defendida por una sociedad secreta llamada el Priorato de Sion.
Siguiendo esa línea de ficción, el escritor estadounidense Dan Brown publica en 2003 su conocidísima novela El código Da Vinci, en donde narra los intentos de Robert Langdon, Profesor de Iconografía Religiosa de la Universidad Harvard, para resolver un misterioso asesinato ocurrido en el Museo del Louvre en París. El desarrollo de la historia requiere la solución de varios acertijos y anagramas. La solución a cada uno de ellos se encuentra íntimamente ligada a la posible ubicación del Santo Grial y lo relativo a la misteriosa sociedad secreta del Priorato de Sion, así como a los Caballeros templarios. La historia también envuelve a la organización católica del Opus Dei. Lo más chocante del caso, viendo el tránsito constante entre Historia, leyenda, invención,... es que el Opus Dei se embarcó en una feroz campaña de desprestigio contra la novela y su autor como si los hechos novelados fueran algo así como la Nueva Verdad Revelada que se ha de combatir. La pregunta pertinente que cabe hacerse, pues, es si los Poderes suelen fabricar a sabiendas leyendas falsas a las que dan categoría histórica para crédulos, como temían que pasara con la ficción de Brown.

¿Así se escribe la Historia?

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1No me resisto a recordar en este punto unos artículos leídos recientemente en una página de Internet de Historia (??) en los que se afirma seriamente que el hombre que realizó las pinturas en las Cuevas de Altamira fue un español tal como se considera hoy el término, equiparándolo por ejemplo con Séneca. No eran españoles, sin embargo, Maimónides (cordobés pero judío) ni mucho menos Almanzor (andaluz de pura cepa aunque azote de las tropas cristianas de su época).

2Eso de "nación de naciones" no es un fruto del marasmo político actual como muchos creen en una exhibición de ignorancia política. El término fue acuñado por el militar y lingüista, colaborador de Olavide, nacido en Barcelona, defensor a ultranza de la unidad de España, anticatalán acérrimo (pese a lo que defendía que Catalunya era una pequeña nación en la que su burguesía era dinámica y el motor económico de España frente a la sociedad castellana, que definía como ociosa) y destinado en Cádiz (en donde  colaboró en la redacción de "la Pepa") Antonio de Capmany en su publicación de 1808 El Centinela contra los franceses en la que incitaba a los españoles a una lucha a muerte contra el invasor Napoleón, al que consideraba la Anti-España.

3Quizá cueste creerlo, pero estas teorías estrambóticas tuvieron gran aceptación y se cuentan entre sus defensores personajes de prestigio, como la filósofa Simone Weil.

4Poca broma. Cuando el lugarteniente de Hitler y líder de la SS Heinrich Himmler visitó España en octubre de 1940, se desplazó al Monasterio de Montserrat (que, según le habían informado, era el trasunto del Montsalvat del Parsifal wagneriano) buscando allí el paradero oculto del Grial.

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