martes, 1 de agosto de 2017

De Costa-Gavras a las patrias

El Premi Internacional Catalunya (menos publicitado y promocionado que otros como el Princesa de Asturias, por ejemplo) es un premio otorgado cada año desde 1989 por la Generalitat de Catalunya con el que se reconoce el trabajo de personas que no sólo han contribuido al desarrollo de la cultura, la ciencia, la economía, etc., sino que además hayan destacado por haber realizado sus trabajos con un alto compromiso ético y humanístico. Entre los galardonados encontramos a Karl Popper, Mstislav Rostropóvich, Václav Havel, Pere Casaldàliga, Jimmy Carter o Malala Yousafzai entre otros. Este año 2017, la distinción ha recaído en el director de cine greco-francés Costa-Gavras1, reconociendo así el jurado, por un lado, "la contribución del cine a la sociedad como una de las grandes formas de representación artística" al ser el primer cineasta al que se concede el premio y, por otro lado, al galardonado en concreto, “la calidad de su extensa e intensa filmografía, así como su mirada crítica sobre el mundo y su compromiso social”.
De la lectura de sus declaraciones y entrevistas (además, claro está, del visionado de sus películas) es fácil deducir su compromiso político-social y su coherencia y hoy nos quedamos con aquella reflexión suya de que la desinformación es la base de la manipulación.

No es ninguna novedad; la falta de información o la información sesgada, parcial o incompleta ha existido siempre como instrumento de influencia en las voluntades, y, por tanto, de poder. Sin ir más lejos, la Iglesia Católica llegó al extremo de excomulgar a quien se atreviera (era ilegal, ¿os suena?) a traducir la Biblia a la lengua vulgar, ya que ello podía dar pie a quien la leyera a interpretaciones diferentes de las que la Jerarquía ordenaba, en un claro ejercicio de información controlada. Por eso resulta tan preocupante ese tipo de periodismo (?) tan en auge hoy día en que se exige al colaborador del programa o a la persona entrevistada "un titular" o una respuesta de sí o no, pedida con insistencia, a cuestiones llenas de matices en las que la información razonada previa es indispensable. Y eso cuando no, como a veces se observa, el titular se parece como un huevo a una castaña al contenido de la propia noticia que viene desarrollada a continuación del titular. El (pen)último ejemplo a que he asistido de este alarde de manipulación interesada (todo sea por las audiencias) prescindiendo del valor de la información, ha sido el de una pizpireta conductora de un programa de tertulia política televisivo preguntando insistentemente a un entrevistado: Dígame sí o no: ¿usted iría a votar en el referéndum ilegal de Catalunya del 1 de Octubre? ¿Sí o no? Y se quedó tan ancha. La pregunta que cabría hacerse, ya que estamos en un tema tan delicado como éste, es si la audiencia tiene información razonada y completa del mismo o se han quedado en la superficie del visceral es ilegal y no te dejo antes de formarse una opinión sólida en uno u otro sentido.
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Enfatizando según conviene
No es este el lugar para desgranar la información de algo tan complejo y con tantas aristas, a lo sumo para recordar que tras la partidista recusación del Estatut de Catalunya por parte del Partido Popular (algún día alguien tendrá que explicar por qué la "Andalucía, realidad nacional" que consta en su Estatuto, por ejemplo, no se recusa, y, en cambio, decir que "El Parlamento de Catalunya, recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía, ha definido Catalunya como nación" merece la presentación fulminante de recurso) y de algún que otro portazo del gobierno de Madrid a las aspiraciones catalanas, mostradas en continuadas manifestaciones pacíficas de millones de personas, impele al entonces President de la Generalitat, Artur Mas, a plantear la celebración de una consulta (factible y constitucional en opinión de muchos juristas e incluso de algún padre de la Constitución) para que la ciudadanía se expresara sobre su encaje dentro de España, ante lo que el PP arguyó que eso crearía agravios con el resto de territorios y que rompía España (la expresión es cosa del PP en ese contexto, ahí está la hemeroteca) y el gobierno de Madrid se cerró en banda, sin hablar y sin dar alternativas. De cómo una consulta constitucional se convirtió en el cepo en el que todos estamos metidos es un monumento, precisamente, a las consecuencias de lo que aparece como incapacidad exhibida por el gobierno para gestionar el tema (pese a que su Presidente no cesa de proclamar que es hoy "el principal problema de España") y, acudiendo a Costa-Gavras, a una manipulación a gran escala, para poner a todos los españoles en contra, por una sonora desinformación perfectamente orquestada.

Porque, vamos a ver: ¿alguien recuerda en estos 6 años un solo argumento del gobierno, sus partidos afines y su coro mediático que no sea "es ilegal", "no os dejo" o "es un invento de cuatro visionarios", incluso cuando, en primera propuesta, era una consulta legal sobre un deseo manifestado por millones de personas? Su único argumento ha sido la prohibición permanente (incluso a hablar), el ponerse trascendente excusándose en algo tan difuso como eso de la soberanía (soberanía ¿sobre qué? ¿sobre la voluntad de terceros? Si es eso lo que se pretende, eso no es democracia sino dictadura de mayorías, que es otra cosa), la judicialización a medida que se iban dando avances que no se sabían (o no se podían, en función de estrategias anteriores del partido) gestionar... o el apelar a la fibra sensible de la población, por los perversos efectos emocionales de una presunta separación administrativa.

Craso y pueril error. No vamos a caer ahora en la tentación, seguramente enriquecedora, de transitar sobre el concepto "patria" y sus múltiples variantes (mira por dónde, señuelo frecuente para la manipulación), pero define el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como Patria, en su primera acepción a la Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos. Si recientemente se han conmemorado los 250 años de la fundación de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía por colonos a los que no se les discute que vinieran de Stuggart, pongamos por caso, para luchar por lo mejor en su nueva tierra, no se entiende que se cuestione que alguien llegado a Catalunya desde Azuaga, por ejemplo, quiera lo mejor (sin faltar a la solidaridad, por supuesto) también para su tierra de acogida. El futuro de las personas nunca debe anclarse a la historia, al pasado de los Estados, siempre basado en vencedores y vencidos.... salvo que lo que se busque sea perpetuar estos roles.
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Dejadme compartir en este punto una historia real de la que tengo conocimiento fidedigno cercano. En los años 30 del pasado siglo había en la zona a caballo entre Almería y Murcia (allí donde el acervo popular dice que el terreno, a diferencia de otros que dan frutas, verduras, cereales, pastos, etc. ése sólo da pena) una familia numerosa, como muchas otras, que veía con desesperación cómo, a pesar de trabajar de sol a sol como esclavos, incluso los niños, a duras penas conseguían comer casi cada día. Como en aquellos años no estaba España para alegrías, alguien les habló de buscar suerte en el extranjero ¡total, poco había que perder! y, tras muchas dudas porque eso representaba separarse de su familia, amigos, ambiente,... finalmente tomaron la decisión de marchar, embarcando todos en Cartagena, en un pesquero que les llevaría a Barcelona, de donde, en un viaje penoso, se trasladaron a buscar trabajo en los campos de una ciudad del sur de Francia. Cuando, al cabo de poco tiempo, la madre comprobó que (eso sí, trabajando como negros) sus hijos no tenían problema para poder comer cada día ¡y podrían ir al colegio, francés pero colegio!, se guardó celosamente y con cariño todos sus recuerdos y se entregó a la nueva tierra en la que sus hijos tenían un futuro. Jamás volvió al terruño. Y lo que son las cosas; por cuestiones amorosas, los hijos mayores regresaron después a establecerse en España, sin que ello les afectara ni a los unos ni a los otros en sus relaciones con los suyos pese a que, ocasionalmente, los gobiernos de España y de Francia no estuvieran a partir un piñón, en una demostración (otra más) de que lo importante es la persona, no su "etiqueta", lejos de las decisiones administrativas de los gobernantes de turno de los territorios, que en nada pueden influir en los sentimientos y afectos.
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Es evidente, volviendo en este caso a nuestro gran Costa-Gavras, que tiene razón en que la desinformación es la madre de la manipulación, aunque al final es cada uno de nosotros quien decide buscar y contrastar información antes de tomar decisiones, en el sentido que sea, de acuerdo con su ideología, experiencia y sentimientos o se conforma en acatar sin más el slogan fácil que sabe que se lanza para manipularlo.

P.S.- En las líneas que anteceden no hay opinión que no esté respaldada por hechos que se pueden hallar y contrastar en la hemeroteca de los últimos seis años.

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1Konstantinos Gavras, más conocido como Costa-Gavras, nació en Atenas en 1933, hijo de padre ruso y madre griega, y se nacionalizó francés tras llegar a París a comienzos de los años 50 para estudiar cinematografía.
Si se repasa brevemente su filmografía, la película que lo dio a conocer al gran público fue "Z", del año 1969, interpretada por Yves Montand y Jean Louis Trintignant, con guión escrito al alimón con nuestro Jorge Semprun, en la que se reconstruye el asesinato organizado por la policía de un líder izquierdista, y el intento de disfrazarlo de accidente. Posteriormente vinieron "La confesión", sobre las torturas del estalinismo; "Estado de sitio", en la que denuncia la connivencia de la CIA con la asesina dictadura cívico-militar en Uruguay de 1973 a 1985, "Desaparecido", que trata de la complicidad de Estados Unidos en el golpe de Augusto Pinochet en Chile (y que, por cierto, estaba proyectado rodar en Barcelona pero al coincidir el tiempo previsto para el rodaje con el golpe de Estado de Tejero, hubo rápido cambio de planes y se rodó en México). "La caja de música", que habla de los criminales de guerra aún ocultos, etcétera.
Realmente, cada película que dirige le sirve para hacer patente su compromiso político, desde las de su primera época (puro thriller político),o las posteriores de drama sentimental, hasta las de los últimos años, en que se dedica más a la ficción social. En definitiva, como dice el conocido crítico Diego Galán, "su cine compone una crónica política de las principales páginas de la segunda mitad del siglo pasado… y que aún continúa reflejando el presente".

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