En la película Alexander,
dirigida el año 2004 por Oliver Stone, en la que se glosa la niñez
y juventud, hasta llegar a la edad adulta del gran Alejandro Magno –
Collin Farrell, pasando por sus tormentosas relaciones de
adolescencia con su padre Filipo II de Macedonia – Val Kilmer
(sobre cuya paternidad existen dudas fundadas) y unas no menos
complejas relaciones con su madre Olimpia de Epiro – Angelina
Jolie, hay una secuencia, filmada sin duda para satisfacer las
tendencias estético-culturales actuales pero que resulta poco
creíble en la realidad o, cuando menos, chocante, y es aquella en la
que Aristóteles1
– Christopher Plummer imparte sus conocimientos a Alejandro joven,
junto con otros compañeros, no en un foro o en campo abierto, sino
en las ruinas de un edificio.
Más allá de la película y
sus anacronismos estéticos, lo cierto es que para la historia de la
civilización antigua las hazañas de Alejandro Magno (Alejandro III
de Macedonia el Grande, en puridad) supusieron un torbellino de tales
proporciones que aún hoy se puede hablar sin paliativos de un antes
y un después de su paso por el mundo. Y aunque su legado
providencial (la extensión de la cultura helénica hasta los
confines más remotos) se vio favorecido por todo un abanico de
circunstancias favorables que reseñan puntualmente los
historiadores, su biografía (en la que no entraremos) es en verdad
una auténtica epopeya, la manifestación en el tiempo de las
fantásticas visiones homéricas y el vivo ejemplo de cómo algunos
hombres descuellan sobre sus contemporáneos para alimentar
incesantemente la imaginación de las generaciones venideras. Y algo
tuvo que ver en todo ésto Aristóteles, de quien, con los años,
confesaría Alejandro que le enseñó a «vivir dignamente»; y por
el que siempre sintió una sincera gratitud.
No es el de Alejandro, ni de
lejos, el único caso que demuestra la efectividad de ejercer las
acciones de gobierno incorporando a ellas puntos de vista no
estrictamente políticos, o incluso, en su caso, estrictamente
bélicos; así se puede observar, por ejemplo, en el libro El arte
de la guerra, atribuído al militar y estratega chino Sun Tzu,
unos 500 años a. C., que no solo es popular entre los teóricos
militares, sino que también se ha ganado una gran aceptación entre
los líderes políticos y los de gestión empresarial porque, a pesar
de su título, El arte de la guerra aborda estrategias de un
modo amplio, incidiendo en la administración pública y la
planificación y describe, naturalmente, teorías para las batallas,
pero también aboga por la diplomacia y el cultivo de las relaciones
con los oponentes como algo esencial para la salud de un estado.
Sin entrar a tomar partido,
pero sí constatando que se están tomando medidas cuyas
consecuencias, hoy por hoy, son imprevisibles, es inevitable fijarse
en la montaña rusa en que se ha convertido el contencioso planteado
inicialmente como una mejora en la relación entre Catalunya y España
y que hoy está presentado, sin serlo, en un tema
exclusivamente jurídico, por la cerrazón de unos y otros (aunque
como siempre en estos casos, más por unos que por otros, según
sopla el viento). El intentar analizar con cierta objetividad el
incumplimiento de los sabios consejos de El arte de la guerra
en este caso para desembocar en el marasmo actual nos retrotrae a
unos años atrás, cuando lo que se planteaba era posible. Sólo
caben entonces dos alternativas: o no se sabe o no se quiere buscar
una solución.
Llegados a este punto de
divergencia, permitámonos la licencia de olvidar lo que recoge la
hemeroteca (sería dramático que se pudiera comprobar a través de
la citada hemeroteca que estamos como estamos porque una parte se
hubiera enrocado en el "no quiero", lo que sería pregonar incompetencia arrogante jugando de manera
insensatamente peligrosa por una falta de sensatez personal con el bienestar social actual y con el
futuro de todo un país). Partamos, pues, de la premisa de que lo que
falla en la búsqueda de una solución duradera es el método a
aplicaren esa deseada y deseable mejora de relaciones. No olvidemos
en ese contexto las palabras de Albert Einstein: «Una locura es
hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados
diferentes. Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo
mismo», luego parece razonable que, para dar salida a una
situación enquistada hay que hacer algo diferente a lo que hacíamos.
Pero, ¿qué?, porque la verdad es que se nos ha habituado en todos
los tiempos, en las escuelas y en las universidades, a estimular y
cultivar el pensamiento lógico o vertical, que, si bien es
eficaz, resulta incompleto con frecuencia. El pensamiento lógico,
selectivo por naturaleza, ha de complementarse con las cualidades
creativas de otro tipo de pensamiento, llamado lateral, que es
el conjunto de procesos mentales destinados al uso de información de
modo que genere ideas creativas mediante una reestructuración
inteligente de los conceptos ya existentes en la mente.
La eficacia del pensamiento
lateral es fácilmente observable cuando se gestionan soluciones para
modelos rígidos en los que:
- Es extremadamente difícil
modificar un modelo.
- La información
incorporada a un modelo (caso), no se puede usar fácilmente asociada
a otro modelo diferente.
- Se percibe concentración,
todo lo que tiene cierta semejanza con un modelos estándar se
percibe como si fuese el mismo
- Los modelos se crean a
veces formando divisiones más o menos arbitrarias.
- Hay una gran continuidad
en el sistema.
- La secuencia u orden de la
información de entrada desempeña un papel demasiado importante en
el desarrollo de los modelos, dificultando el orden óptimo de datos
posteriores.
- Hay una tendencia de pasar
bruscamente de un modelo (caso) a otro en vez de conferir a la
evolución de las ideas, una transición más suave.
El pensamiento lateral es
una forma específica de organizar los procesos de pensamiento, que
busca una solución mediante estrategias o algoritmos no ortodoxos,
que normalmente serían ignorados por el pensamiento lógico. El
pensamiento lateral está íntimamente relacionado, pues, con los
procesos mentales de la perspicacia, la creatividad y el ingenio. Se
trata de una forma definida de aplicar estos recursos de la mente a
un tema o problema dado, oponiendo nueva información con ideas
viejas. Se obtendría así una modificación de la idea antigua como
resultado de los nuevos conocimientos. Por ello, el pensamiento
lateral tiene como función también la liberación del efecto
restrictivo de las ideas anticuadas, lo que conduce a cambios de
actitudes y enfoques, a la visión diferente de conceptos inmutables
hasta entonces. La liberación del efecto moralizador de las viejas
ideas y el estímulo de nuevas ideas es una doble función del
pensamiento lateral.
En el pensamiento lateral se
busca a veces información que nada tiene en común con el problema
que se estudia, mientras en el pensamiento lógico o vertical sólo
se busca lo que está relacionado con dicho problema. El pensamiento
lateral no pretende sustituir al pensamiento vertical: ambos son
necesario en sus respectivos ámbitos y se complementan mutuamente;
el primero es creativo, el segundo selectivo. El pensamiento lateral
aumenta la eficacia del pensamiento vertical, al ofrecerle nuevas
ideas para su elaboración lógica. El pensamiento lateral es, en
definitiva, un modo diferente al habitual de usar la mente y se
constituye en un hábito y en una actitud mental.
Pese a todo, el pensamiento
lateral inspira cierta desconfianza, principalmente porque se ignora
el mecanismo de la perspicacia y la subordinación de la información
a los modelos establecidos, que actúan como clisés limitadores de
nuevas ideas. El pensamiento lateral aumenta la eficacia del
pensamiento vertical al poner a su disposición un gran número de
ideas, de las que aquél puede seleccionar las más adecuadas y es
útil sólo en la fase creadora de las ideas y de los nuevos enfoques
de problemas y situaciones. Paradójicamente, su selección y
elaboración final corresponden al pensamiento lógico o vertical.
Culturilla: el término fue
acuñado por el profesor maltés Edward de Bono, catedrático de la
Universidad de Oxford en su libro New Think: The Use of Lateral
thinking publicado en 1967, que se refiere a la técnica que
permite la resolución de problemas de una manera indirecta y con un
enfoque creativo.
No pretendemos convertir
esta entrada en una clase de psicología aplicada, por lo que a modo
de resumen, solo recordaremos que hay cuatro elementos clave en el
proceso de pensamiento lateral para resolver problemas, que son:
- Comprobación de
suposiciones: al enfocar un problema con un pensamiento lógico o
vertical es posible que no se encuentre la solución. Usualmente, se
llegan a deducir cosas que son factibles pero que seguramente no son
la respuesta buscada. Con una "mente abierta" se enfrenta a
cada nuevo problema que se presenta.
- Hacer las preguntas
correctas: lo más importante en el pensamiento lateral es saber qué
preguntas deben formularse. Cuando se utiliza este método para
resolver problemas se debe comenzar haciendo preguntas generales para
enmarcar adecuadamente el problema. Luego, examinar los datos
conocidos con preguntas más específicas sometiendo a examen las
hipótesis más obvias, hasta alcanzar una visión alternativa
cercana a la solución.
- Creatividad: es otra
herramienta clave del pensamiento lateral o creativo. La costumbre de
ver los problemas siempre desde un mismo enfoque no siempre ayuda a
resolverlos2.
Se trata entonces de enfocarlos creativamente desde otro ángulo. La
perspectiva lateral será más efectiva a la hora de resolver
cuestiones aparentemente no convencionales.
- Pensamiento lógico: para
lograr un pensamiento lateral adecuado es un requisito refinar el
análisis de modo lógico, la deducción y la disciplina del
razonamiento, ya que sin estos elementos el pensamiento lateral sería
un pensamiento anhelante, que sólo se limita a extraer ideas
excéntricas.
El pensamiento lógico es
importante porque permite poner orden en los pensamientos,
expresarlos con claridad, realizar interpretaciones o deducciones
correctas, descubrir falsedades y prejuicios, así como saber asumir
actitudes críticas ante determinadas situaciones. Además de todo
ello, el pensamiento lógico permite, en el campo de la investigación
científica, suministrar el empleo correcto de los esquemas válidos
de inferencia, proporcionar legalidad a los procedimientos deductivo,
inductivo y analógico, establecer las bases para toda operación
racional, y finalmente, realizar de manera coherente, consistente y
sistemáticamente todo el proceso de investigación.
Pero, desde luego, la
aplicación del pensamiento lateral no es una panacea de que se
encontrarán soluciones, creativas o no, a los temas presentados,
como tampoco es panacea el pensamiento lógico; ni siquiera la
combinación de ambos. Para la mayoría de ocasiones en la práctica
cotidiana, lo verdaderamente eficaz es eso que llamamos sentido
común, y además tenemos la seguridad de que hay temas cuya atención
escapa, tanto al pensamiento lógico como al lateral por sí mismos. Veamos:
Adolphe Quételet (1796 –
1874) fue un astrónomo, matemático, sociólogo y naturalista belga,
fundador del Observatorio real de Bélgica y responsable, con sus
trabajos, de que la palabra "estadística" tenga el
significado que hoy le conocemos, que, aprovechando que Francia había
empezado a publicar sus estadísticas de crímenes en 1825, tuvo la
ocurrencia de examinarlas, llegando a la conclusión de que el número
de asesinatos se mantenía prácticamente constante año tras año,
incluso que la proporción de medios empleados (pistola, cuchillo,
puños, veneno,...) parecía seguir un patrón, lo que, en su
vertiente de sociólogo, lo expresó así fundamentalmente:
- El delito es un fenómeno
social que puede conocerse y determinarse estadísticamente.
- Los delitos se cometen año
con año con absoluta regularidad y precisión.
- Los factores que influyen
como causas de la actividad delictiva son: el clima, la pobreza, la
miseria, el analfabetismo, etc.
Dejando aparte el tercer
factor, el de causalidad, el análisis de los dos primeros llegó a plantear
serias dudas morales a Quételet, toda vez que si bien en un año cualquiera
es imposible saber quién se convertirá en asesino, es posible
predecir estadísticamente en cualquier año el número probable de
asesinatos que se producirán, lo que le llevó a cuestionar de forma
muy seria la responsabilidad personal (ahora sí ligada al factor de
causas) y la ética del castigo. Y eso porque, en su opinión, si la
sociedad se mostraba como una máquina que fabricaba un número
regular y mantenido de asesinos, ¿no indicaba ésto que era la
sociedad, no el individuo, la culpable de los asesinatos?
Ahí queda eso, que aún hoy
resulta políticamente recurrente como debate, que queda abierto a someterlo a un
ejercicio de pensamiento lateral si alguien se atreve, y que viene a
corroborar que, como Alejandro Magno o Sun Tzu, la buena política
debe ser continua compañera de viaje de otras ramas del saber como
filosofía, lógica, retórica, metafísica, estética, ética, etc.,
curiosamente disciplinas que algunos designan como prescindibles en
los planes de estudio generales.
Ejemplo clásico de pensamiento lateral gráfico: "Cómo unir los 9 puntos con 4 rectas sin levantar el lápiz del papel". (Hay que romper con la idea que nos limita a la actuación DENTRO del cuadrado representado por los 9 puntos) |
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1Es
cierto que si bien la educación de Alejandro fue inicialmente
dirigida por Leónidas, un austero y estricto maestro macedonio que
daba clases a los hijos de la más alta nobleza, que lo inició en
el ejercicio corporal pero también se encargó de su educación, a
los trece años fue puesto bajo la tutela de Aristóteles, el
filósofo que más influyó en la filosofía y las ciencias. Durante
cinco años sería su maestro, en un retiro de la ciudad macedonia
de Mieza. Aristóteles le daría una amplia formación intelectual y
científica en ramas como filosofía, lógica, retórica,
metafísica, estética, ética, política, biología, y otras tantas
áreas. Sin embargo, no hay ni la más pequeña prueba de que
Aristóteles influyera en Alejandro, ni en objetivos ni en métodos
2No
me resisto, cuando se habla de cambio de enfoque, a reproducir íntegramente una
historia suficientemente ilustrativa, del propio De Bono: "Hace
muchos años, cuando una persona que debía dinero podía acabar en
la cárcel, un comerciante de Londres tuvo la desgracia de deber una
suma elevada a un prestamista. A éste, que era viejo y feo, le
gustaba la preciosa hija adolescente del mercader. Y le hizo una
oferta. Dijo que cancelaría la deuda del mercader si a cambio se
quedaba con la joven.
Tanto el mercader como la hija
se horrorizaron con la propuesta, de manera que el astuto
prestamista sugirió que fuera la providencia quien dirimiese el
asunto. Les dijo que metería una piedrecita negra y otra blanca en
un monedero vacío y que entonces la joven debía extraer una. Si
escogía la negra, sería su esposa y se cancelaría la deuda del
padre. Si escogía la blanca, podría quedarse con el padre y la
deuda también se cancelaría. Pero si se negaba a sacar una
piedrecita, sería el padre quien iría a la cárcel y ella quien
pasaría hambre.
El comerciante aceptó a
regañadientes. Estaban en un sendero, sembrado de piedrecitas, del
jardín del mercader mientras hablaban y el prestamista se detuvo
para recoger los dos guijarros. Cuando los cogía, la chica, con
ojos de lince a causa del miedo, se fijó en que el hombre tomaba
los dos negros y los metía en el monedero. Acto seguido, el
prestamista pidió a la chica que escogiese la piedrecita que
decidiría su destino y el de su padre.
Imaginad que estáis en ese
sendero del jardín del mercader. ¿Qué habríais hecho si
hubierais sido la desgraciada chica? ¿Qué le habríais dicho si
hubierais tenido que aconsejarla?
¿Qué tipo de razonamiento
utilizaríais para resolver el problema? Tal vez creáis que un
análisis lógico minucioso debería solucionar el problema, si es
que tiene solución.
Este tipo de pensamiento es,
sencillamente, el pensamiento vertical. El otro tipo es el
pensamiento lateral. Los pensadores verticales por lo general no
resultarían de gran ayuda para una chica en esta situación. Según
su manera de plantear el problema, hay tres posibilidades:
1. La chica debería negarse a
extraer la piedrecita.
2. La chica debería demostrar
que hay dos guijarros negros en el monedero y poner en evidencia el
engaño del prestamista.
3. La chica debería extraer la
piedrecita y sacrificarse para salvar a su padre de la cárcel.
Ninguna de estas posibilidades
es demasiado útil, ya que si la joven no coge la piedrecita su
padre va a la cárcel, y si la coge entonces se ha de casar con el
prestamista.
El relato muestra la diferencia
entre el pensamiento vertical y el lateral. Los pensadores
verticales se centran en el hecho de que la chica tiene que extraer
una piedrecita. Los pensadores laterales, en cambio, lo hacen en la
piedrecita que queda fuera. Los pensadores verticales adoptan el
punto de vista más razonable de una situación y acto seguido
intentan resolverla de manera lógica y atenta. Los pensadores
laterales tienden a examinar todas las maneras diferentes de ver un
problema, en vez de aceptar las más prometedoras y actuar en
consecuencia.
La joven del relato metió la
mano en el monedero y sacó un guijarro. Sin mirarlo, hizo un
movimiento torpe y lo dejó caer en el sendero, donde se confundió
inmediatamente entre los demás.
—¡Oh, qué torpe soy!
—dijo—. Pero no pasa nada… si mira en el monedero, me podrá
decir qué piedrecita he cogido gracias al color de la que queda.
Como el guijarro que queda es,
evidentemente, negro, no queda más remedio que asumir que había
extraído el guijarro blanco, ya que el prestamista no osaría
admitir su deshonestidad. De esta manera, al usar el pensamiento
lateral, la chica cambia lo que parece una situación imposible por
otra increíblemente ventajosa.
En realidad, la situación de
la joven es mucho mejor que si el prestamista hubiera sido honesto y
hubiera puesto una piedrecita blanca y otra negra dentro del
monedero, ya que entonces sólo hubiera tenido una posibilidad
equitativa de salvarse. Tal y como están las cosas ahora, se
asegura que se quedará con el padre y a la vez consigue la
cancelación de la deuda".
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