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domingo, 24 de febrero de 2019
Un titular NO ES una noticia.
La Codorniz, “La revista más audaz para el lector más inteligente”, fue una revista de humor
satírico gráfico y literario publicada desde 1941 a 1978, marcando un hito y sirviendo de
inspiración a las posteriores El Papus, Hermano Lobo y Por Favor.La Codorniz fue fundada por Miguel Mihura, como sucesora de la desaparecida revista
franquista La Ametralladora, y dirigida por el propio Mihura, que en 1944 le pasó el testigo al
escritor Álvaro de Laiglesia (Todos los ombligos son redondos, En el cielo no hay almejas, Tú
también naciste desnudito, Racionales pero animales,…) quien daría el toque personal que
caracterizaría a la revista.
A pesar de sus reconocidas raíces en el humor fascista, al evolucionar con la sociedad, tuvo
problemas con la censura de la dictadura de Francisco Franco y sufrió numerosas multas,
apercibimientos y, de modo irremediable, suspensiones en 1973 y 1975 (tengamos en cuenta
que se publicaba en un tiempo en el que ni siquiera había censura previa; salía la edición y, si
no gustaba a quien tenía que gustar, les secuestraban el número ya distribuido por los kioscos
y les cerraban la edición por un tiempo) Asimismo es víctima, o quizá disfruta con ello, de
múltiples de eso que llamamos leyendas urbanas referidas a portadas y artículos que nunca
publicó y sin embargo son famosísimos. Algunos de estos bulos son, haciendo memoria:- La existencia de una portada titulada “Frasco, frasco, frasco, arriba es piña”, de la que se
dice que les secuestraron la edición y les cerraron la revista; sigue la leyenda urbana diciendo
que, para protestar por la censura, hicieron el número que figura a continuación.- La portada del túnel: se veía la entrada de un túnel, por el que se disponía a entrar una
locomotora; todas las páginas interiores de la revista estaban en negro, como si fuese la
oscuridad del interior; y como contraportada, el tren saliendo del túnel.- La de Bombín es a bombón: de todas las portadas-bulo, seguramente la más famosa fue la
de “Bombín es a bombón, como cojín es a equis. Y nos importan tres equis que nos cierren la
edición”. Hay personas que aseguran, incluso, tener un número de esta edición.- La portada del Fresco de Galicia: otro dibujo que la gente afirma haber visto. Un parte
meteorológico en el que en destacado recuadro podía leerse: “Un fresco general procedente
de Galicia domina toda España”, referido al Dictador Franco.- La portada del Huevo-de-Colón: más célebre que las anteriores si cabe es, en el falso
recuerdo popular, aquella que dicen que presentaba a toda página un gran huevo de gallina,
con el rótulo “El huevo de Colón”. Y luego, más abajo, en letra pequeña: “Tenemos otro. La
semana que viene lo publicaremos”. - El Título Invertido: cuando a Francis (Francisco), el hijo varón de los marqueses de Villaverde
y nieto del dictador, le cambiaron el orden de los apellidos llamándole Franco Martínez en vez
de Martínez Franco, La Codorniz apareció como “Codorniz La”.Esas portadas, según el mismo director Laiglesia, que lo dejó escrito en su último libro “La
Codorniz sin jaula”, nunca existieron en la revista pero la leyenda está tan arraigada que,
hablando con algunas personas de edad, aseguran con convicción haber visto “con sus propios
ojos”, por ejemplo, ¡¡la portada de los frascos y la piña!!
Al parecer, esta portada es un montaje apócrifo posterior.
Por la revista pasaron nombres que hoy forman parte de nuestra pequeña historia como Tono,
Neville, Herreros, el propio Álvaro de Laiglesia, entre otros, y también se fueron incorporando
escritores “generalistas” como Wenceslao Fernández Flórez, Enrique Jardiel Poncela y Ramón
Gómez de la Serna o especializados en humor satírico como Rafael Azcona, Ángel Palomino,
Evaristo Acevedo o Alfonso Sánchez, además de dibujantes como Mingote, Gila, Chumy
Chúmez, Forges, Ops o El Perich, con secciones fijas que pronto se hicieron famosas: La
crítica de la vida, Tiemble después de haber reído, La cárcel de papel y La comisaría de papel.
Como se puede apreciar, en la revista trabajaban casi todos los escritores de humor de la
época. En los años 60’, y 70' la leían personas de todas las tendencias políticas y celebraban
sus chistes como una chirigota nacional. En definitiva, constituían un grupo de amigos y hacían
un humor surrealista, absurdo y muy desconcertante para la época, que provocaba igual
irritación que entusiasmo. Como se ha apuntado, uno de los colaboradores literarios de la revista era Evaristo Acevedo,
humorista y escritor de reconocida ironía, que también firmó algunos de sus miles de artículos
en otros medios bajo seudónimo (Evaristóteles, Fernando Arrieta, Noé), y que fue el
responsable de las secciones fijas La cárcel de papel, en la que tomaban a un personaje,
generalmente político, y le sacaban los colores reproduciendo los despropósitos que había
dicho en los últimos tiempos1 y La comisaría de papel, en cuyos calabozos “encerraba” a los
escritores/periodistas, sin respeto de edad, fama o condición, que cometían lo que entonces se
llamaba "un gazapo" (realmente este término ha ido desapareciendo ahora, precisamente por
su mayor abundancia), y ello prueba su ironía y buen conocimiento del idioma, además de
objetividad al ver la realidad circundante.Si hiciéramos el esfuerzo de imaginación de trasladar La Codorniz a nuestros días, más de
cuatro décadas después de su desaparición, podríamos observar con sorpresa (o no) que
muchos de sus chistes y artículos no se publicarían hoy por la perceptible regresión en la
libertad de expresión que nos afecta (comparada con la época de la dictadura -!!-), mientras
que, paralelamente, todo indica que Evaristo Acevedo se vería obligado a hacer horas extras:
por lo que se refiere a La cárcel…, no daría abasto a reproducir las insensateces que dicen
nuestros políticos (basta echar una ojeada a la hemeroteca de los últimos años), con la gran
diferencia de que lo mismo que antes producía que le salieran los colores, hoy se hace con
total impunidad/inmunidad y nadie pide responsabilidades, y, en lo tocante a La comisaría…, en
la época de la eclosión de las fake news (vulgo “mentiras”, no lo olvidemos), seguramente
habría muy pocos que se salvarían del calabozo, y no meramente por gazapos lingüísticos.
"Titulares - ¡Malditas mentiras!"
En el fondo, estas diferencias son reflejo, nos guste o no, del profundo cambio de valores y la
comodidad e indiferencia crecientes que registran nuestras sociedades en los últimos tiempos.
Se han vertido ríos de tinta por parte de los defensores y los críticos de esos cambios, y no
contribuiremos en estas líneas al debate, pero aprovechando que estamos con la evolución
observada con La Codorniz, nos fijaremos en un detalle, seguramente menor, en los medios y
que es, sin duda, causa/efecto en alguna filosofía de algún pequeño matiz dentro de los
cambios globales.Estamos (nadie lo discute) en la era de la información; cada momento del día y de la noche
estamos sometidos a un perenne e intenso bombardeo de noticias (?) hasta el punto de que se
nos hace difícil, aunque sólo sea por falta de tiempo, seleccionarlas, estudiar la fiabilidad de las
fuentes, cribarlas, compararlas y analizarlas con el fin de, al final de ese proceso, tomar la
decisión razonada pertinente sobre el tema o formarnos adecuadamente una opinión basada
en la ponderación de todos los datos y puntos de vista. Ante esa manifiesta incapacidad casi
fisiológica, buscamos alternativas, y una de ellas es confiar en los titulares de la noticia para,
en función de ellos, profundizar en la información, o lo que es peor, llegar conclusiones sólo
con el titular.Dice el apartado d) del articulo 20 de la Sección 1.ª, De los derechos fundamentales y de las
libertades públicas, de nuestra Constitución que tenemos derecho “A comunicar o recibir
libremente información veraz por cualquier medio de difusión...”, pero nada se puntualiza de la
veracidad exigida a los titulares. Y aquí nacen los líos, no encuadrables, además, en ninguno
de los trabajos de Evaristo Acevedo. Veámoslo en la práctica con un caso real: hace un tiempo
se publicaron simultáneamente en dos medios de comunicación los siguientes titulares:”Rajoy
asegura un incremento anual de las pensiones” y “Rajoy condena a la pobreza a los
pensionistas”. Algo chirría, ¿verdad?. El fondo de la noticia, común con algún matiz
interpretativo en ambas publicaciones, es que el gobierno había acordado que las pensiones,
efectivamente, se incrementarían cada año en un porcentaje muy inferior al coste de la vida y
no vinculado con él, con lo que ciertamente el pensionista perdería poder adquisitivo año tras
año hasta llegar a un escenario de futuro de pobreza.Dejando de lado que, en cualquier caso, falta información necesaria para formarse una opinión
sólida sobre el tema (forma jurídica de la medida – ley, decreto,...-, horizonte temporal de
vigencia, parámetros para una eventual revisión, etc.), queda meridianamente claro que los
titulares NO SON noticia, sino meros instrumentos de manipulación de voluntades y de creación
de una opinión totalmente sesgada en quien se fía sólo de ellos. Y eso admitiendo que
realmente dicen parte (pero sólo parte interesada) de la verdad. Es como si en la vieja
canción de Salvatore Adamo “Le futur n’existe pas” (El futuro no existe) nos quedamos en el
título para deprimirnos sin más y obviamos que, en el fondo, la canción aborda un sesudo
problema filosófico que puede entenderse fácilmente si uno se ciñe al hecho de que en
realidad el futuro aún no está y que, para que suceda, debe hacerse ahora.
Efectivamente, escuchando la canción, accedemos a las claves: “El futuro no existe, no está
trazado, se construye todos los días y nadie sabe su recorrido. El futuro no existe, es lo que
haremos tejiéndolo punto por punto porque el futuro está en nuestras manos…El futuro es
ahora, en cada paso, cada momento… “ ¿Se entiende mejor si no nos limitamos al título/
titular? Y eso partiendo de la base de que el sesgo/manipulación se hace sobre datos
parcialmente verdaderos o incompletos. ¿Qué puede llegarse a alcanzar en la guía/dominio
de una voluntad con fake news? Claro, que siempre habrá quien se quede en el titular, sin
profundizar (no sea que el conocer toda la verdad le haga replantearse sus esquemas), y su
reacción se referencie solamente a él. En cualquier caso, y casi por salud mental, tengamos
1En
La cárcel de papel dieron
con sus huesos literarios infinidad de figuras a lo largo de los
años. Los "encausados" raramente admitían con buen
espíritu su "encarcelamiento"; algunos solían aceptarlo
riendo de dientes afuera pero la mayoría replicaba, bien con airada
cartas a la propia revista, bien desde las páginas de otros
periódicos. Reacciones notables fueron, por ejemplo, la de un
sector de valencianos cuando fue "encarcelada" la Fallera
Mayor de sus fiestas locales, en los años 50; puso el grito en el
cielo y hasta procedió a arrojar ejemplares de La Codorniz al
fuego. Y más notables todavía las producidas entre los políticos
de la última etapa del franquismo: a La cárcel
de papel fueron a parar el ministro Laureano López
Rodó, después "Los Noventa Ministros de Franco", y por
último Torcuato Fernández Miranda, presidente interino de gobierno
tras el asesinato de Luis Carrero Blanco. Esto desencadenaría una
serie de expedientes y cierres, que a la larga determinarían la
desaparición de La Codorniz por auténtica asfixia económica.
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