sábado, 27 de abril de 2019

Reflexión con música

Hoy, jornada de reflexión tras una (para ser benévolo) agitada campaña preparatoria de las 
votaciones en las Elecciones Generales de mañana, 28 de abril, y aprovechando que 
Barcelona ciudad literaria es estos días invitada de honor en la Feria internacional del libro de 
Buenos Aires (Argentina) que se celebra estos días -¿ha salido la noticia en las teles? -, es el 
día indicado para alentar ese ejercicio de reflexión de ANTES de votar con la relajación de 
ánimo que proporciona la música, en este caso un tango (como indicador de la conexión 
cultural con la Argentina) que forma parte de la historia y la cultura argentina, La última curda.  
 
 
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La última curda es un tango compuesto en 1956 con letra de Cátulo Castillo y música de 
Aníbal Troilo. La palabra "curda" es un vocablo lunfardo1 de origen gitano que significa  
borrachera2. No hay que engañarse con la utilización del alcohol en las letras de los tangos; 
la curda es un subterfugio, es el modo de ocultar la verdadera razón de la discrepancia sobre 
la que se conversa, la herramienta para poder confesar la verdad - copa a copa, pena a pena, 
tango a tango - y ayuda a enfrentar cualquier desenlace – incluso la muerte - que se vea 
cercano. 
 
Destaca la letra de esta pieza por la riqueza del lenguaje, por sus hallazgos lingüísticos, por 
la destreza para construir imágenes con una precisión maravillosa como las que resultan de 
la ronca maldición maleva” del bandoneón3, o “la lágrima de ron” o “el hondo bajo fondo 
donde el barro se subleva”, la de proporcionar conceptos que luego se han popularizado 
como “la vida es una herida absurda” o “es todo, todo, tan fugaz, que es una curda, nada 
más, mi confesión”.

Como se dijera en algún momento - medio en broma medio en serio -, “La última curda” es un 
poema que podría haberlo firmado Jean-Paul Sartre. ¿Un tango existencialista? Puede ser, 
pero también podríamos decirle tango discepoliano4 y no nos equivocaríamos, aunque, para 
qué buscarle otras fuentes si no hay mejor presentación que decir que lo escribió el propio 
autor, Cátulo Castillo, en toda su obra porque los grandes poetas son creadores de una obra. 
Ése es el rasgo que los distingue y valen sobre todo porque en la totalidad de su obra hay una 
visión del mundo, una mirada sobre la vida y sobre la muerte que los hace diferentes, como 
puede decirse de Cátulo Castillo. “La última curda” en ese sentido es el eslabón, el último 
eslabón, de una obra perfecta por su coherencia interna, aunque sea un perfecto desconocido 
por estas latitudes. Es como que el tango agotara sus posibilidades poéticas. No es un 
problema de inspiración, es una cuestión de ciclos, de ciclos internos que se cumplen y que 
en este caso lo hacen con una expresión que clausura un tiempo, una sensibilidad, una 
manera de percibir la vida y el dolor de la vida. ¿Complicado? Tal vez. Pero Castillo era un 
tipo complicado. Si no lo hubiera sido no habría escrito lo que escribió. 
 
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Se dirá que estamos ante el tango que se solaza con el espectáculo de un hombre derrotado, 
de un hombre vencido. Puede ser. Pero, aunque a algunos amigos de cierta literatura de 
autoayuda esta verdad les moleste, nunca está de más recordar que, en la vida, el dolor, el 
fracaso y la culpa existen. También la derrota y la muerte, la sensación de que la función 
termina y la caída del telón es eso, el final.

En “La ultima curda” no hay lugar para la sonrisa o las distracciones livianas. Es un poema 
que a sus oyentes no les da tregua. Se canta con los labios apretados y en todos los casos 
la ceremonia se cumple al pie de la letra; presenciar una interpretación de “La última curda” 
se convierte en un caso serio porque el oyente sabe que está viviendo un momento sagrado, 
escuchando una confesión: “Contame tu condena, decime tu fracaso, ¿no ves la pena que 
me ha herido? Y hablame simplemente de aquel amor ausente tras un retazo del olvido. ¡Ya 
sé que te lastimo!, ¡ya sé que te hago daño llorando mi sermón de vino!, pero es el viejo 
amor que tiembla, bandoneón, y busca en el licor que aturde, la curda que al final termina la 
función corriéndole un telón al corazón. Y después ese final que es una metáfora de la 
soledad, la pena y la melancolía, pero también, por qué no, una metáfora de los ciudadanos 
ante las elecciones: “No ves que vengo de un país que está de angustia, siempre gris, tras el 
alcohol”. (dándole al alcohol el significado con que se aplica al tango).

No es fácil cantar este tango. No es un problema de dar con la nota justa, sino con la 
interpretación precisa. La tentación de caer en la sensiblería o el sentimentalismo es fuerte. 
Y para algunos cantores, irresistible. ¿Cómo cantar el dolor, el fracaso, la derrota y ser al 
mismo tiempo sobrio y trágico? Ésa es la gran pregunta que debe hacerse un cantor a la hora 
de cantar “La última curda”, y realmente la pudieron responder muy pocos  entre los que se 
encuentran históricamente Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche, Susana Rinaldi o el grupo 
Quilapayún, que es precisamente el que recordamos aquí para ayudarnos a reflexionar.
 
 
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1El lunfardo es una jerga desarrollada en Buenos Aires y otras ciudades de la región del Río de la Plata como Rosario (Argentina) y Montevideo (Uruguay) y es un habla popular compuesta de palabras y expresiones que no están registradas en los diccionarios castellanos corrientes; los lunfardismos son propios del habla subestándar del pueblo y de ninguna manera los cultismos y otros términos elevados pueden incluirse en esa categoría".

2Los estudiosos del tango y las conexiones en él del lunfardo con lo gitano ubican el nacimiento del significado de "curda" en 1912; se dice que ese año Italia arrebató a los turcos la región de Trípoli y que entre las informaciones que se hicieron populares en el país estaba la que decía que dentro del ejército turco los soldados provinentes de Curdistán, o sea los curdos, no podían pelear si no se les daba alcohol en abundancia.

3El bandoneón es un instrumento musical de viento parecido al acordeón pero sin teclado y con los armazones laterales cuadrados o rectangulares. Se dice que su uso fue inicialmente como órgano portátil para ejecutar música religiosa; de ahí su sonido sacro y melancólico único. Al llegar a la zona del Río de la Plata de la mano de marineros e inmigrantes, fue adoptado por músicos de la época y fue así como colaboró en la formación del sonido particular del tango rioplatense, constituyéndose en un verdadero símbolo de éste. 

4Relativo a Enrique Santos Discépolo, compositor, músico, dramaturgo y cineasta argentino, recordado especialmente por componer varios de los llamados «tangos fundamentales» o «tangos de oro», entre los que destacan Yira, yira , Cambalache, Uno y Cafetín de Buenos Aires (1948), en los que cristalizó su vena lírica y que terminaron por brindarle un gran prestigio.

La reflexión y D'Hondt

Cuando ya se ha acabado una campaña especialmente crispada, tensa e insólita (a decir de observadores, si bien es "normal" mentir en las campañas, en ésta, al parecer por primera vez, se ha mantenido la mentira después de demostrarse que lo era) en la que los políticos (?) han hablado sobre todo de lo que se promete hacer CONTRA alguien (por cierto, engañando al votante incauto al que se apela visceralmente y no racionalmente en el sentido de que la aplicación de esas medidas de fuerza que anuncian es CONSTITUCIONALMENTE imposible)  y muy poco o nada de lo que se debe hacer para solucionar los auténticos problemas en el día a día de la ciudadanía, ante el panorama de que en breves días comenzará otra campaña, esta vez para elegir, básicamente, a quién queremos que nos represente en el Parlamento Europeo, y atendiendo algunas solicitudes y comentarios recibidos, nos permitimos recordar la entrada que se hizo en su día (a finales de 2014 y seguimos como seguimos) en este blog sobre la norma D'Hondt, que se aplica en nuestro país para la asignación de escaños tras unas votaciones.


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A la postre, tan importante es la reflexión necesaria para decidirse a votar por quien piensa en construir un futuro (difícil, sin duda, sea el que sea) o por quien, dedicado a expandir la crispación y el enfrentamiento, no permite, ni siquiera, imaginar, ni pensar en ese futuro COMPARTIDO (mal síntoma si no se es capaz de diseñar políticamente un futuro CON todos), como tener en cuenta la influencia que pueda tener el sistema D'Hondt en el reparto de escaños, máxime en un escenario en el que se augura que tendrán representación parlamentaria hasta quince formaciones políticas y en el que las encuestas descartan mayorías claras.

jueves, 25 de abril de 2019

La amistad, con o sin Redes Sociales.

¿Tienen las Redes Sociales algo de brujería? Pues habrá que pensar muy seriamente la 
posibilidad de que sea así. Veréis, comparto una pequeña historia con vosotros: hace unas 
semanas, en la opción de Twitter que no se suele mirar “A quién seguir” me apareció y, 
curiosamente, aquel día lo vi, un nombre parecido al que yo recordaba de una persona con la 
que tuve una relación de amistad en una época en la que, parafraseando al gran García 
Márquez, yo era feliz e indocumentado1. Picado por la curiosidad (y, por qué no decirlo, por 
la presión mental ejercida inconscientemente por unos recuerdos agradables que de repente 
se agolparon en la memoria) hice algunas prudentes gestiones de contacto, procurando no 
molestar en el caso se que se tratara sólo de una coincidencia casual, con el asombroso 
resultado de que esa persona que Twitter me informó SÍ era la que se había relacionado 
conmigo en aquellos años. 
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A partir de aquí se revela como una experiencia interesante el percatarse de que se están 
recuperando de golpe sensaciones y vivencias de hace décadas, que habían quedado 
arrinconadas en véte a saber qué sitio del hipocampo (tiene migas que esta parte del cerebro 
gestione a la vez, por ejemplo, la memoria de los recuerdos a largo plazo – los recuerdos a 
corto plazo van a otro lugar -, el hambre, los instintos sexuales,… ) y que deberemos ordenar 
con algún criterio de hoy, no de entonces. Apasionante, pero eso, realmente, ya forma parte 
de otra historia.

Dejando de lado que, obviamente, sin la casualidad propiciada por las Redes Sociales 
seguramente no se habría producido ese reencuentro, la anécdota nos sirve como base, eso 
sí, para reflexionar, sin un propósito científico, acerca de la relación entre humanos.

Los seres humanos somos animales sociales (unos, como ya hemos repetido aquí a veces, 
más animales que otros), y todos los avances que a lo largo del tiempo hemos conseguido 
han sido gracias a las relaciones sociales: cultura, civilizaciones, generación y gestión de 
conocimiento… Pero además, nuestra personalidad se forja en el seno de relaciones sociales 
que son un medio para satisfacer objetivos personales: necesitamos contacto físico, intimidad 
y pertenencia al grupo porque eso nos da una seguridad enorme y nos tranquiliza. En cambio, 
la falta de relaciones o el aislamiento social están muy relacionados con trastornos y malestar 
psicológico. Así, las relaciones sociales son esenciales para nuestro desarrollo y 
beneficiosas para nuestro cerebro. Tan beneficiosas que, incluso, pueden retrasar o minimizar 
la aparición de deterioro cognitivo. 

 
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Nuestro cerebro es elástico. Tiene la habilidad de modificarse para funcionar mejor y para 
adaptarse a nuevas circunstancias. Costumbres como realizar actividades u ocupaciones 
estimulantes, dominar dos o más idiomas, adquirir nuevos conocimientos, hacer deporte y 
aprovechar el tiempo libre ayudan a mantener nuestro cerebro activo. En este contexto, tener 
interacciones sociales y mantener una red activa de amistades ha sido relacionado por los 
neurólogos con numerosos factores de salud; entre las personas con mayor actividad social, 
se ha observado un índice más bajo de depresión, de frecuencia de enfermedades, mejor 
funcionamiento inmunológico o menor riesgo de ataque cardíaco. Hacer planes, establecer 
metas comunes o anticipar reacciones de los demás nos da la posibilidad de mejorar las 
funciones ejecutivas de la mente.

Al parecer, el cómo las personas se relacionan socialmente puede constituir una forma de 
enriquecimiento intelectual. Además, tener una rica vida social también puede aportar retos 
cognitivos mediante la conversación con otros (por ejemplo, teniendo que atender a qué nos 
dice el interlocutor y recordar para ello información relevante). Según un estudio, cuando 
interactuamos con otros tendemos a adaptarnos a normas sociales y a involucrarnos en 
actividades más sanas y, aunque parezca una contradicción, relacionarnos también hace que 
entremos en conflicto con otras personas, mejorando así nuestra capacidad de resolución de 
problemas. Las relaciones sociales aportan otros beneficios que pueden proteger, de forma 
indirecta, nuestro cerebro. El estrés es un arma letal para nuestro cuerpo y nuestro cerebro. 
Así, las relaciones nos reconfortan, nos aportan nuevos puntos de vista, nos ofrece apoyo 
emocional y la posibilidad de hacer planes. De esta manera, son una fuente enorme de 
recursos para afrontar el estrés. ¿Quién no se ha sentido mejor después de una tarde con 
amigos?

Los amigos, ¡ah, los amigos…! Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, la 
palabra amistad, que dice que viene del latín vulgar amicĭtas, -ātis, derivado del latín culto 
amīcus 'amigo', es, en su primera acepción, el afecto personal, puro y desinteresado, 
compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato y, para estas reflexiones 
acudiremos a lo que nos decía Aristóteles. 
 
 
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 “Nadie querría vivir sin amigos, aun estando en posesión de todos los otros bienes”.

Como es bien sabido, Aristóteles (384 a.C. - 322 a.C.) era una persona con grandes 
conocimientos en diversas materias científicas o humanísticas. Sus saberes o, mejor dicho, su 
enorme curiosidad, le permitió adquirir un solvente dominio en áreas tan diversas como la 
lógica, la ciencia, la filosofía… Así, algo que sin duda resulta muy llamativo cuando nos 
acercamos a obras como Ética a Nicómaco2 es que describa en aquella época al ser humano 
como una criatura férreamente social. Nos describe como animales sociales, ahí donde la 
amistad supone sin duda la forma más satisfactoria de convivencia. Aristóteles siempre 
concedió un valor especial al tema de la amistad en su obra. Para él, era un bien valioso y un 
aliciente para una vida feliz. Sin embargo, concretó que en la vida podemos encontrarnos tres 
tipos de amistad, tres tipos de vínculos donde solo uno podía elevarse a una forma superior de 
relación, a un lazo excepcional alejado del interés y la simple casualidad.

Puede que en su momento el sabio no tuviera acceso ni posibilidad para conocer los misterios 
del cerebro, más arriba comentados, pero si hay algo que la ciencia moderna nos ha podido 
demostrar es que este órgano necesita de la interacción social para desarrollarse, sobrevivir y 
gozar a su vez de una adecuada salud. Somos sin duda animales sociales, como afirmaba 
Aristóteles, criaturas que necesitan de fuertes lazos con nuestros semejantes. Sin embargo, 
esos vínculos a los que deberíamos aspirar deben basarse sin duda en una serie de pilares.

Para Aristóteles, la amistad es un intercambio donde aprender a recibir y a otorgar, pero lejos 
de concebirse como un sistema de pagos, debemos recordar que “no es noble estar ansioso 
de recibir favores, porque solo el desgraciado necesita bienhechores, y la amistad es ante todo 
libertad, el estado más virtuoso del ser”. Por otro lado, algo que nos explica Aristóteles es que 
hay tres tipos de amistad, que, de algún modo, todos nosotros nos habremos encontrado en 
más de una ocasión.

La amistad interesada
Que las personas nos instrumentalizamos o intentamos hacerlo las unas a las otras es algo 
bien sabido. Algunos lo hacen con más frecuencia, otros no lo conciben y unos pocos 
entienden voluntariamente la amistad de este modo: “yo inicio una relación de falsa amistad 
contigo esperando obtener un beneficio” aunque, ciertamente, cuando contamos con uno o 
varios amigos, realmente esperamos obtener algo a cambio: apoyo, confianza, construir buenos 
momentos, compartir tiempo de ocio, etc.; hay quien utiliza la adulación y la manipulación en 
este capítulo para obtener dimensiones más elevadas: posición social, reconocimiento…

La amistad que solo busca placer
Este es uno de los tres tipos de amistad que sin duda nos será sobradamente conocido; es 
una interacción que suele darse mucho durante la adolescencia y primera juventud y que, 
más adelante, cuando nos volvemos más selectivos, cautos y aplicamos adecuados filtros es 
común ver venir este tipo de amistad de doble filo. Pero ¿en qué se diferencia la amistad 
interesada de aquella que busca placer? En la primera la persona busca obtener un beneficio, 
ya sean favores, acceso a otras personas, reconocimiento, etc. En el caso de esta segunda 
dimensión lo que se aspira es simplemente “a pasarlo bien”, orientándose a ese hedonismo 
vacío e intrascendente, donde se busca quedar con los demás para compartir en exclusiva 
instantes de distensión, de alegre complicidad, de grato bienestar. Así, en cuanto la persona 
necesita de un apoyo sincero, cuando se presenta un problema o cuando las cosas se 
complican, el falso amigo se diluye en la nada como un azucarillo en una taza de café. No, la 
amistad para Aristóteles consiste en querer y procurar el bien del amigo, favoreciendo a la vez 
nuestra propia realización individual al cuidar de ese vínculo tan especial. 
 
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La amistad perfecta
Entre los tres tipos de amistad que definió Aristóteles, existe la ideal, la más sólida, la más 
excepcional pero no imposible. Es esa donde más allá de la utilidad o el placer existe un 
aprecio sincero por el otro por como es. Hay una especie de altruismo en ese vínculo donde 
no se busca sacar provecho, donde se desea sencillamente, compartir los buenos momentos, 
la cotidianidad del día a día y ser también esa referencia permanente a la que acudir para 
recibir apoyo. Es la amistad basada en la bondad, esa que Aristóteles describió casi como una 
relación de pareja (para no meternos en camisa de once varas psicológica orillaremos aquí 
el eterno y espinoso tema de debate de si es posible una amistad sincera entre un hombre y 
una mujer). Porque al fin y al cabo, los amigos perfectos, los amigos de corazón son muy 
pocos, son escasos, son esas referencias con las que construir un sentido de intimidad muy 
profundo, donde esperamos no ser traicionados, donde se atesoran experiencias, recuerdos 
y promesas que el tiempo ni la distancia podrán destruir.

Para concluir, es muy posible (casi seguro) que muchos de nosotros tengamos en estos 
momentos los tres tipos de amistad descritos por Aristóteles: personas que quieren algo de 
nosotros, amigos que solo nos buscan para compartir instantes de diversión, y personas 
excepcionales que está ahí en momentos difíciles, de viento y marea. Amigos que no 
cambiaríamos por nada y que hacen de esta vida un viaje más llevadero a la vez que 
interesante.

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1Gabriel García Márquez (1927 - 2014) fue un escritor, guionista, editor y periodista colombiano. En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura. Famoso tanto por su genialidad como escritor como por su postura política, está relacionado de manera inherente con el “realismo mágico” y su obra más conocida, la novela Cien años de soledad, es considerada una de las más representativas de este movimiento literario, e incluso se considera que por el éxito de la novela es por lo que tal término se aplica a la literatura surgida a partir de los años 1960 en América Latina (en una época en la que la literatura latinoamericana se había convertido en referente. La música de protesta, los cantautores, la pintura, la poesía y, sobre todo, la literatura, empapó toda una generación de españoles que salían de 40 años de oscuridad. La música de Víctor Jara, Quilapayún, Daniel Viglietti o La Nueva Trova Cubana se sumaban al folclore de corridos, rancheras, cumbias y salsa. Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Alejo Carpentier, Mario Vargas Llosa, Mario Benedetti, Octavio Paz, Miguel Otero Silva, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Rómulo Gallegos, Miguel Ángel Asturias, Juan Rulfo o Pablo Neruda eran autores de culto)
Su obra Cuando era feliz e indocumentado (libro tremendamente difícil de encontrar hoy), publicada en 1973, recoge diversas crónicas, artículos y reportajes periodísticos de entre los años 1957 y 1959 en Caracas., donde se encontraba el autor ejerciendo el periodismo, y narra las vicisitudes de la época, ya que durante ese intervalo de tiempo, suceden muchas cosas a su alrededor que el escritor colombiano supo reflejar con su pluma. Su lectura es obligada, con ese título, tan actual y explicativo de un mundo en el que se promueve la ignorancia y un estado de felicidad artificial como mecanismo para establecer un régimen totalitario, omnímodo y despótico.

2 Ética a Nicómaco es el nombre dado a la obra más conocida de Aristóteles sobre ética, en la que se asume que con el título se refiere a su hijo Nicomachus. escrita en el siglo IV a. C. Se trata de uno de los primeros tratados conservados sobre ética y moral en la filosofía occidental. Este escrito consiste en diez libros, originalmente pergaminos, y su entendimiento está basado en notas de sus disertaciones sobre el mismo en el Liceo.
La obra abarca un análisis de la relación del carácter y la inteligencia con la felicidad. Junto con el mensaje bíblico judeocristiano, constituye uno de los pilares fundamentales sobre los que posteriormente se erigió la ética occidental. El texto está dividido en 10 libros de los que el VIII está dedicado al tema de la amistad, que define como un fenómeno universal y necesario a todo humano y el IX, que se conoce como continuación del VIII, y en el que, tras analizar la definición de la amistad, Aristóteles quiere mostrar sus características y el modo en que se relaciona con la ética. La amistad es recíproca, y lo que uno da el otro lo debe de pagar de alguna manera. La desigualdad y la decepción rompen las amistades y este efecto sirve para mostrar la raíz de la amistad.

domingo, 14 de abril de 2019

In memoriam Neus Català


Casi coincidiendo con la conmemoración del 14 de abril, día de la República, un día antes, nos ha dejado Neus Català, una figura señera en la lucha y la resistencia ante los regímenes totalitarios, desde el fraquismo, que la hizo huir de España cuando ya la ocupaban las tropas que ella siempre llamó rebeldes y nunca nacionales hasta el nazismo, que la hizo prisionera de sus campos de exterminio, de donde fue liberada al final de la Segunda Guerra Mundial para seguir luchando desde Francia contra el franquismo.

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Se pueden extraer a vuela pluma algunas conclusiones de su muerte, además de lamentarla: por razones que serían muy complejas de analizar pero que, cuando menos, hacen pensar, su figura fue sólo reconocida en Catalunya, no en el Estado Español: la Generalitat la galardonó con la Cruz de San Jordi en el año 2005 y, posteriormente, fue escogida Catalana del Año en el 2006 por su defensa de la memoria de las más de 92.000 mujeres que fallecieron en campo de concentración de Ravensbrück. En 2014, el Ayuntamiento de Barcelona le otorgó la Medalla de Oro al Mérito Cívico como reconocimiento por su tarea de preservación de la memoria histórica, la lucha antifascista y la defensa de los derechos de las mujeres. En el año 2015 recibió la Medalla de Oro de la Generalitat por su lucha por la justicia y las libertades democráticas, la memoria de los deportados y deportadas a los campos de exterminio nazi, y la defensa de los derechos humanos.

A raíz de esta diferencia en el ámbito de los reconocimientos (he oído a algún analista decir que eso "es comprensible porque el nazismo fue derrotado en Alemania, el fascismo lo fue en Italia pero el franquismo no sólo ganó en España sino que tejió los mimbres del actual Estado Español"), una anécdota: sólo la Televisión pública de Catalunya, TV3, abrió los informativos con la noticia de su traspaso mientras que para otros medios fue una noticia "de relleno" y otros, simplemente la ignoraron. Y, como quiera que Neus Català, el 1 de octubre de 2017, participó en el referéndum de independencia de Cataluña, no ha faltado algún descerebrado (siendo benévolo en el calificativo) que ha reaccionado en las Redes (sin que la Fiscalía, por cierto, aprecie delito de odio ni que se "rasguen las vestiduras" quienes, por mucho menos de otro signo, arman una escandalera mediática) con un miserable (siendo también benévolo) "Una independentista menos"

Para finalizar esta brevísima semblanza, reproducimos a continuación, sin ningún comentario adicional, el artículo que el periodista Domingo Marchena ha publicado sobre el tema en el diario La Vanguardia, de Barcelona:


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Neus Català: la presa que ganó a Hitler

Muere a los 103 años la última superviviente del campo nazi de Ravensbrück

La memoria de Neus Català , que ha fallecido a los 103 años, es hoy desgraciadamente más necesaria que nunca. Superviviente del horror nazi, la llama de esta luchadora antifascista se apagó ayer para siempre en el geriátrico de Guiamets, el pueblo de la comarca tarraconense de El Priorat donde nació en 1915. Su adiós se produce cuando aún resuenan los ecos por la burla que unos descerebrados realizaron de la imagen de Ana Frank en un campo de fútbol.

Hay cosas con las que no se puede bromear, decía siempre Neus Català. Quienes quieran acercarse a su legado tienen a su alcance libros como Testimoni d’una supervivent, coeditado por la Generalitat, o Cenizas en el cielo: una historia de solidaridad, coraje y supervivencia (Roca editorial), de Carme Martín, que noveló los recuerdos de esta figura inquebrantable. Sin quitarle ni un ápice de mérito a la escritora, el lector coincidirá en que debe haber muy pocas vidas más novelescas y épicas que esta.

Hija de campesinos, vinculada desde muy joven a las Joventuts Socialistes Unificades de Catalunya, tuvo que huir a Francia como tantas otras republicanas en 1939. Ella no lo hizo sola, sino con 180 huérfanos que estaban a su cuidado en una casa de colonias, Las Acacias, de Premià de Dalt. Ese detalle refleja la generosidad que marcó toda su existencia. Al otro lado de la frontera, conoció a su futura pareja, Albert Roger, con quien pudo convivir muy poco. Ambos se unieron al maquis y fueron detenidos por la Gestapo.

Ella acabó, entre otros campos nazis, en el de Ravensbrück; él, en el de Bergen-Belsen. En 1945 los dos fueron liberados en estado crítico: Neus Català pudo recuperarse, él no: fue uno de los miles y miles de prisioneros que murieron días después de que los aliados descubrieran el horror de las fábricas de la muerte.

En Ravensbrück, Neus coincidió con Mercè Núñez Targa (1911-1986), que también nos ha legado un testimonio conmovedor sobre Ravensbrück, El carretó dels gossos (Edicions 62). Quizá esta obra no tenga la fuerza literaria de Si esto es un hombre, del italiano Primo Levi (1919-1987). O de cualquiera de los títulos del húngaro Imre Kertész (1929-2016) o del español Jorge Semprún (1923-2011), entre otros supervivientes de la barbarie, pero gracias a mujeres como ella o como la propia Neus Català sabemos que hay seres humanos que jamás renuncian a sus ideales.

Tratada como mano de obra esclava, Neus fue la presa 27.534 en Ravensbrück y la 50.446 en Holleischen. Obligada a trabajar en la industria de guerra hitleriana, formó un comando clandestino que boicoteaba la fabricación de armas. Cada bomba que no explotaba, cada bala que se encasquillaba, era una victoria. Todas sabían que se jugaban la vida. Si las hubieran pillado, las hubieran matado en el acto o algo todavía peor. Pero pese a ello, nunca cejaron en su empeño y se convirtieron en una pesadilla para la Wehrmacht justo cuando más necesitada estaba de refuerzos.

Presidenta de la Amical de Ravensbrück, recibió numerosos premios y reconocimientos a lo largo de su vida. Creu de Sant Jordi, medalla de oro del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat, los homenajes que más le gustaban eran el silencio y la atención con que los escolares la escuchaban cuando acudía a explicar su historia en alguno de los muchos colegios que visitó. Una vez explicó que, cuando se marchaba de una de estas conferencias, una niña se refirió a ella como “la mujer que derrotó a Hitler”.

Que la tierra te sea leve, Neus.




miércoles, 10 de abril de 2019

De "persona" a "Recurso Humano" (II)



"El estanciero1 presume
de gauchismo2 y arrogancia;
él cree que es extravagancia
que su peón viva mejor
mas no sabe ese señor
que por su peón tiene estancia"
(Atahualpa Yupanqui3 – "Coplas del payador perseguido")

La poesía social, fuertemente entroncada con frecuencia con la poesía de raíces populares y con la poesía llamada de denuncia de determinados cantautores, nos ofrece la oportunidad de reflexionar, más directamente que con los rodeos y subterfugios que suele utilizar la poesía culta, acerca de temas considerados casi tabú o incómodos para las esferas de poder. Es lo que se desprende de la lectura del pequeño fragmento de la obra de Yupanqui con el que iniciamos esta entrada. En efecto, continuando con nuestras reflexiones de hace un tiempo con el título De Persona a "Recurso Humano" a las que, para ser consecuentes, hemos añadido el (I), bautizando la presente entrada con el (II), y a la vista de nuevas comunicaciones cuyos autores siguen pidiendo anonimato, la equiparación entre persona y cosa productiva se consolida y cada vez se asume con mayor "normalidad" aunque, eso sí, cambiando cosa por Recurso Humano, que se ve que suena mejor.

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Como en el poema, el considerar a las personas sólo como instrumentos útiles para los que las aspiraciones personales son meras extravagancias, forma parte de cierto discurso insano de un patriotismo que, por ejemplo, dicta que la persona debe estar siempre subsumida por lo que ellos proclaman machaconamente (y muchos lo creen sin más) el bien común y que, a poco que se rasque la superficie, de común, nada de nada. Porque, ¿qué es eso del bien común?

El bien común, algo que parece intuitivo, diáfano e indiscutible para la mejor convivencia, se ha convertido en realidad en un poderoso instrumento (uno más) de manipulación política que, seguramente aprovechando que es intuitivo en su significado global, se usa de manera malsana como una veleta, según el viento político que se desea que sople, dándole interpretaciones incluso opuestas (y muchos lo creen sin más, cualquiera que sea la interpretación) acordes a lo que interesa en ese preciso momento político.

Dos casos actuales de manipulación política del concepto: el primero, el hecho comprobado y denunciado de que en nuestro país crece el índice de pobreza, incluyendo ahora en él a personas que tienen trabajo (que el sueldo no les alcance para vivir no pasa de ser una anomalía estadística y es un tema que JAMAS se aborda en las manifestaciones grandilocuentes del gobierno, los partidos que lo sustentan y sus medios de comunicación/propaganda) pese a la disminución numérica y estadística de los escandalosos porcentajes de paro. Y cuando alguien, que sobre el papel, debe estar incluido en ese bien común que se dice defender, protesta por la situación, se le argumenta que el bien común, representado en este caso por los números macroeconómicos que se informan a los países socios, exige sacrificios personales (siempre de los mismos, claro) y que de revisar el sistema, ni hablar. O sea, que por ese bien común, sistemáticamente, con perdón, ajo y agua.

Radicalmente opuesta es la interpretación que se da cuando una sola persona expresa su rechazo a que sus hijos reciban la enseñanza en una escuela como la catalana, con un modelo educativo de éxito (avalado por diversas sentencias del Tribunal Constitucional, reconocido en la Comisión Europea y en todo el mundo excepto en ciertos círculos políticos españoles y sus altavoces mediáticos propagandísticos); en ese supuesto debería cambiarse el sistema para toda la clase,con el fin de adecuarse al único discrepante.

Que aplique alguien simultáneamente estas contradicciones en su política para ganar votos, y que lo consiga, permitiría definir el perfil de sus votantes, pero no entraremos ahí.
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No nos desviemos del tema lacerante de persona/recurso humano al que dedicábamos estas reflexiones. Nos ha llegado información contrastada de que, en particular, entidades financieras (alguna, de esas que figuran en las encuestas como objeto de deseo para trabajar en ella) banalizan y anulan a sus nuevos empleados (titulados académicamente, por supuesto) al comunicarles que la evaluación de su valía profesional se centrará sólo en los resultados obtenidos en la venta, no de productos o servicios financieros, ni siquiera de productos de seguro, vinculados de alguna forma con las finanzas, sino de electrodomésticos, automóviles en renting, vajillas, sistemas de alarma y mil cosas más, todas ellas directamente relacionadas con el mundillo financiero, como se puede ver. Y eso porque, le inculcan, dominar el front office es prioritario antes de acometer otras responsabilidades.

Corramos un piadoso velo ante la ignorancia que demuestra quien iguala sólo con la venta la labor del front office, que podríamos definir como el conjunto de las estructuras de una organización que gestionan la interacción con el cliente. Puntualicemos que el front office es un lugar donde el cliente entra en contacto con la empresa; es el espacio en el cual el consumidor se vuelve protagonista absoluto y donde la empresa tiene que dar la mejor imagen de si a los ojos de quien compra. ¿Y de verdad alguien cree que quien necesite instalar un sistema de alarma acude a una entidad financiera?

El front office de una empresa desarrolla distintas actividades:
- recepción del cliente: saber acogerlo con cortesía y amabilidad;
- escuchar al mismo a través de la conversación directa: aquí entra en juego la gestión de las relaciones interpersonales;
- notar las necesidades: el front office tiene que ser capaz de entender, en el poco tiempo que tiene a disposición, la real exigencia del cliente;
- ayudar para obtener la satisfacción del cliente: notadas las necesidades efectivas, existe la necesidad de dirigir al comprador final al lugar en el cual puede satisfacer su exigencia.

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Sin entrar en profundidades, no es igual vender un sombrero de paja en un chiringuito de la playa un día soleado que atender y gestionar las necesidades de un cliente en una entidad financiera. Nótese que, en el segundo caso, no hemos usado el verbo "vender" pues ¿qué vende una entidad financiera? ¿Hipotecas? ¿Rentabilidad de ahorros? ¿Planes de pensiones?...
No, una entidad financiera que no sepa y asuma que sólo vende credibilidad y confianza (que cuajan – o no – en la venta de productos y servicios financieros, de acuerdo) está abocada al fracaso. El front office eficaz a futuro de una entidad financiera no es el que condiciona a sus empleados a vender cuantas más participaciones preferentes (pongamos por caso), mejor sino el que es capaz de transmitir que, sabiendo que tiene ese producto en cartera, enseñar a escuchar activamente al cliente y ofrecerle aquello que realmente colme sus necesidades, aconsejándole, de paso, de lo que no le conviene de ninguna manera.

En general, el uso del término "front office" es un residuo del complejo comparativo con los mejores tiempos de la Banca de Inversión americana, y los defensores a ultranza de la evaluación de la valía profesional del empleado basada en el cumplimiento de objetivos de ese front office de venta de sistemas de alarma tienen razón en que, para desempeñar con eficacia y eficiencia labores de front office se precisa dominar con soltura aspectos como saber comunicar, incluido el aspecto no verbal, saber equilibrar las emociones (porque influyen sea en positivo que en negativo sobre el cliente/consumidor final), etc., que quedan fuera de estas reflexiones que pretenden focalizar la atención en el error (sea originado por equivocada política de empresa o por sesgada interpretación de quien lo transmite) de pervertir el concepto de front office, olvidando qué es lo que se vende (credibilidad y confianza, que no se olvide, lo que permitirá vender – ahora o dentro de un año – los productos o servicios financieros más acordes con ese cliente satisfecho) y nunca evaluar, y mucho menos asignar objetivos temporales cuantificables, de otras cosas.

Algo más que vender alarmas, ¿no? Porque, en el fondo hay que decidir sobre lo que se considera prioritario, si atender a la persona/cliente para un posible incremento de negocio futuro o vender hoy la dichosa alarma, y dedicar los esfuerzos y la formación del empleado a esa prioridad. Pero, si con todo lo dicho queda a la vista el ninguneo, anulación profesional y manipulación del empleado (sobre todo del nuevo empleado) con perversiones en las exigencias del que le dicen que es su cometido, como dice el refrán, "éramos pocos y parió la abuela"y la implementación de las nuevas tecnologías en el proceso previo, el de selección de personas, bien merece un comentario.

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Porque el tsunami tecnológico de la digitalización llega también a la gestión de los trabajadores; las primeras aplicaciones de los algoritmos ya están aquí. Comienzan a usarse en los primeros estadios de procesos de selección de personal y hacen posible que plataformas de ofertas de empleo pongan en contacto a millones de trabajadores con miles de empresas que buscan cubrir puestos de trabajo y aunque los expertos defienden que la decisión final sobre a quién contratar quedará siempre en manos de una persona y no de una máquina porque “El factor humano es determinante. Hay un componente emocional insustituible que tiene que pesar a la hora de valorar el encaje entre un candidato y su responsable”.

Más allá de discernir qué papel acabará teniendo la máquina en la toma de decisiones, la aplicación de procesos automatizados plantea un debate ético, cuando está al alcance de la mano de quien diseña el programa crear patrones con los que separar, por ejemplo, a los candidatos con tendencia a la depresión o llevar el registro con todos los movimientos de los trabajadores. En definitiva, no debe bajarse la guardia sobre los sesgos que pueden arrastrar los aparentemente imparciales algoritmos que definen los parámetros de análisis de la selección pues no es cierto que sean neutros, porque aprenden y se basan en la realidad, que puede estar sesgada. Y porque alguien ha programado ese algoritmo, por lo que es posible que haya volcado sus prejuicios de forma que en las cribas iniciales, se corre el riesgo de que muchas personas ni siquiera lleguen a la mesa del responsable de recursos humanos, lo que cabe contrastar con la evidencia práctica de que este tipo de programas son muchísimo más precisos que los test convencionales aplicados en recursos humanos durante décadas, porque los algoritmos van aprendiendo y trabajan con decenas de millones de combinaciones..

El riesgo de discriminar, en realidad, no está en la máquina, porque existen algoritmos que se usan éticamente, por ejemplo, para analizar aspectos emocionales como la fidelidad a la organización o la felicidad de los trabajadores. Diseñar parámetros para primar a los hombres sobre las mujeres, a los jóvenes sobre los mayores o a una determinada etnia lo fija la empresa que encarga la selección, es decir que la ética no ha de estar en el proceso, en la metodología; los valores parten de la empresa y los trabajadores tienen siempre derecho a saber por qué no han sido seleccionados, por qué han recibido un plus o por qué han sido despedidos.

Paralelamente, en un reciente informe del Instituto Cuatrecasas sobre inteligencia artificial y recursos laborales, se recomienda a las compañías asegurarse “de que los algoritmos con los que opera la inteligencia artificial estén todo lo libres posible de los prejuicios que hayan podido introducir, consciente o inconscientemente, no sólo los programadores sino también los derivados de la información de la que día a día se nutre la inteligencia artificial, tanto de comportamientos humanos cotidianos como los derivados de muestras no representativas de la población". Al final se impone una reflexión profunda de todos sobre qué datos son necesarios para fichar al mejor profesional, para gestionar una empresa la plantilla. “¿Realmente hay que pedirle a la máquina que busque y tenga en cuenta el pasado de nuestros padres o cómo son nuestros amigos en Facebook?”.

Pues por ahí van los tiros...
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1En casi toda América del Sur se conoce como estanciero al propietario de una estancia, que allí es una hacienda (finca agrícola) de campo destinada al cultivo, y más especialmente a la ganadería.

2El gauchismo se interpreta como una manera de entender el patriotismo, tomando como seña de identidad la figura del gaucho, originalmente el mestizo que, en los siglos XVIII y XIX, habitaba la Argentina, Uruguay y la zona de Río Grande del Sur, en el Brasil, jinete trashumante y diestro en los trabajos ganaderos, convertido por extensión en hombre de campo, experimentado en las faenas ganaderas tradicionales y tenido por persona noble, valiente y generosa.

3Atahualpa Yupanqui, seudónimo de Héctor Roberto Chavero (1908-1992), fue un cantautor, guitarrista, poeta y escritor argentino hijo de madre vasca, al que se considera el más importante músico argentino de folklore.Sus inicios fueron como guitarrista de música clásica, con obras de Sor, Albéniz, Granados y Tárrega, entre otros, aunque pronto empezaría a escribir poemas y musicarlos. Su afiliación al Partido Comunista le provocó la censura de su obra, la persecución, la tortura y el exilio. Autor de más de trescientas canciones y de una docena de libros, fue el símbolo vivo de la juventud de una época ya que, como la cancion de Woody Guthrie "This land is your land", la de Pete Seeger "We shall overcome", o el "Blowing in the wind" de Bob Dylan, muchas de las canciones del repertorio de Atahualpa eran símbolos de libertad. Alguien dijo que Atahualpa Yupanqui siempre sería un hombre anónimo, no reconocido, aunque esté incluido en todas las antologías de literatura. Curiosamente, siendo toda su obra en castellano, el reconocimiento oficial no le llegó de ningún país de habla hispana, sino de Francia, cuyo Ministerio de Cultura le condecoró en 1986 como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras.