domingo, 2 de febrero de 2020

Educación y futuro

Ŷibrān Jalīl Ŷibrān ibn Mijā'īl ibn Sa'd (1883 - 1931) fue un poeta, pintor, novelista y ensayista 
libanés residente en Estados Unidos, más conocido por la transcripción inglesa del original 
árabe de su nombre: Khalil Gibran; en España también es usual referirse a él como Yibrán 
Jalil Yibrán o Yubrán Jalil Yubrán. 

Gibran nació en una familia cristiana maronita y se educó en escuelas maronitas con influjos 
del islam, y especialmente del misticismo sufí. Su conocimiento de la historia de su país, con 
sus destructivas luchas intestinales, fortaleció su creencia en la unidad fundamental de las 
ideologías y los pensamientos, que sus padres le inculcaron acogiendo en su hogar en 
épocas difíciles a personas de distintas religiones. No era en absoluto un político, y solía 
decir: “no soy político ni deseo serlo” y “me alejo de los acontecimientos políticos y las luchas 
de poder, pues toda la tierra es mi patria y todos los hombres son mis compatriotas”. Sin 
embargo, era nacionalista, y desde un punto de vista geográfico, no político, reivindicó el 
árabe como lenguaje nacional de Siria. Cuando Gibran conoció al teólogo persa Abdul-Bahá 
(fundador del bahaísmo, religión monoteísta cuyos fieles siguen las enseñanzas de su profeta 
y fundador, a quien consideran la Manifestación de Dios para la época actual), quien había 
viajado a los Estados Unidos en parte para promover la paz, admiró sus enseñanzas sobre 
la paz, pero le advirtió no obstante que “las naciones jóvenes como la suya” deben ser 
liberadas. 

A Gibran se debe una de las mejores definiciones/reflexiones sobre los hijos, resumida en el 
poema Tus hijos no son tus hijos, alguno de cuyos fragmentos reproducimos aquí:Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida,
deseosa de sí misma.
No vienen de ti sino a través de ti
y aunque siempre estén contigo
no te pertenecen..
Puedes esforzarte en ser como ellos
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede,
no se detiene en el ayer.
… “ 
  
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Estatua de Gibran en el Gibran Museum de Bcharre (Líbano)
 
Con esto de los hijos, hace pocos días se produjo un nuevo capítulo de la interminable 
zapatiesta mediática entre Gobierno y oposición, esta vez con el trasfondo o excusa de los 
hijos y el derecho (¿de posesión?) sobre ellos, la educación, etc, cosas que, en definitiva, 
deberían estar al margen, y por encima, de la lucha partidista, pues con ellas se dirime el 
futuro de todos. Y tiene su guasa que este rifirrafe coincidiera con el 24 de enero, Día 
Internacional de la Educación, instaurado en esa fecha de cada año el 3 de diciembre de 
2018 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas dentro de la 
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Todo esto viene a cuento de que en la Comunidad Autónoma de Murcia, la formación política 
Vox propone aplicar el llamado “Pin Parental1” en los centros educativos, lo que ha dividido a 
la esfera política entre quienes critican que se trata de una medida contra los derechos de 
los menores y quienes defienden que los padres deben tener libertad para elegir los 
contenidos ideológicos que reciben sus hijos. También ha generado malestar entre 
asociaciones LGTBI, feministas y sindicatos de estudiantes.

Ante ello, el Gobierno envió un requerimiento al gobierno de Murcia para que retirase la 
medida y anunció que recurriría "cualquier intento de vulnerar el derecho de los menores a 
recibir educación integral" y, por boca de la ministra de Educación en ese contexto, "No 
hablamos de actividades voluntarias (...) sino de actividades complementarias que 
configuran un currículum básico" que son "de obligado cumplimiento. (El Pin) vulnera el 
derecho fundamental a la educación, que pertenece a cada persona desde su nacimiento.  
No podemos pensar que los hijos pertenecen a los padres»". Y ahí fue Troya; todas las 
formaciones anti-Gobierno, estuvieran o no en el fondo con la aplicación del Pin Parental, 
salieron airadas y en tromba defendiéndolo y aferrándose como a un clavo ardiendo a la 
frasecita de marras, y el Jefe de la Oposición publicó un mensaje con un argumento que 
hizo fortuna entre los suyos: «Mis hijos son míos y no del Estado, y lucharé para que este 
Gobierno radical y sectario no imponga a los padres cómo tenemos que educar a nuestros 
niños. Saquen sus manos de nuestras familias». Nadie o casi nadie hablaba ya de educación 
sino de los hijos considerados como una posesión, alejados de la definición de Gibran, o de 
la de los hijos como préstamo según la cita apócrifa de Saramago, o del sentido de 
responsabilidad de los padres en su futuro como personas,…, y todo se resumió en el uso 
de la educación (y de los niños, no lo olvidemos) como herramienta política entre partidos. 
 
 
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Contradiciendo la teoría de que la ciencia política, ordenada al bien común, constituye una 
rama de las ciencias sociales que se ocupa de la actividad en virtud de la cual una sociedad 
libre, compuesta por personas libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia 
colectiva, algunas personas cuyo modus vivendi es el que entre todos les paguemos el 
sueldo diciéndonos que son políticos, se dedican sólo a sembrar odio y crispación (¿es eso 
su “bien común”?) cuando algunos temas sensibles como éste de la educación se llevan al 
terreno político. Es lo que pasó recientemente con el cabeza de lista del partido defensor de 
la aplicación del Pin Parental que, airado contra el Gobierno (como siempre, por otra parte, 
en su imagen habitual), invoca la constitucionalidad de su propuesta con el siguiente 
mensaje (ampliamente reproducido por sus seguidores) que aparentemente se remite a la 
Constitución y que reproducimos respetando sus palabras destacadas en negrita o 
subrayadas (subrayado en rojo en el original):

 Artículo 27
 Todos tienen el derecho a la educación. Los poderes públicos garantizan el derecho 
que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de 
acuerdo con sus propias convicciones. La enseñanza básica es obligatoria y gratuita.

El problema es que citar este (u otro) artículo de una norma legal mutilado a capricho huele 
a voluntad de engañar o manipular (o ambas) a seguidores exaltados influenciables que, a lo 
sumo, sólo leen los titulares que les suministran, sin profundizar en su veracidad y se 
“olvida” que, como nos recuerda el filósofo y ensayista García del Muro, la auténtica 
democracia es incompatible con la mentira. Y así vamos, porque la letra y el espíritu de la 
totalidad de ese artículo 27 va en sentido contrario de lo que se pretende con el fragmento 
seleccionado y montado. Dice, y que cada cual saque sus conclusiones, atendiendo 
especialmente a 27.2 y 27.6:

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Artículo 27

1. Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza.

2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.

3. Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.

4. La enseñanza básica es obligatoria y gratuita.

5. Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación, mediante una programación general de la enseñanza, con participación efectiva de todos los sectores afectados y la creación de centros docentes.

6. Se reconoce a las personas físicas y jurídicas la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto a los principios constitucionales.

7. Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca.

8. Los poderes públicos inspeccionarán y homologarán el sistema educativo para garantizar el cumplimiento de las leyes.

9. Los poderes públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley establezca.

10. Se reconoce la autonomía de las Universidades, en los términos que la ley establezca.

La educación (palabra que procede del latín ēducātiō -"crianza"- y su homónimo ēdūcō -"Llevo adelante, guío"-) es el proceso de facilitar el aprendizaje o la adquisición de conocimientos, así como habilidades, valores, creencias y hábitos que se da a través de diversas herramientas pedagógicas como el debate, la narración de cuentos, la discusión, la enseñanza, la investigación, el ejemplo y la formación en general. La educación tiene un origen social, pues comenzó históricamente cuando los adultos entrenaban a los jóvenes en el conocimiento y habilidades consideradas necesarias en su sociedad, por lo que no parece excesivo afirmar que educar es enseñar y aprender a vivir en sociedad ya que la educación supone una interacción entre las personas que intervienen enseñando y aprendiendo simultáneamente, en un juego de relaciones personales que le confieren una dinámica particular a este proceso. 
 
Esto no debe interpretarse, ni mucho menos, como que, al ser su finalidad eminentemente social, toda la responsabilidad recaiga en los Poderes Públicos, pero eso sí, para conseguir el objetivo final de pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales, como dice nuestra Constitución, los Poderes Públicos y las familias han de ir muy de la mano, de forma que los padres por un lado y los docentes por otro deben exigirse día a día por complementarse más y trabajar en comunión, para alcanzar el objetivo primordial de definir una sociedad y entregar a ésta, hombres y mujeres responsables, útiles, con valores y organizados, que sean capaces de aportar y no sean una tara en el futuro.
El gran reto, pues, es saber qué sociedad, y por ende, qué clase de ciudadano se quiere para el futuro, con la mirada puesta, no en lo que convenga electoralmente a uno u otro partido sino, pensando y asumiendo la realidad democrática de la posibilidad de alternancia de partidos en el Poder, trabajar en un modelo consensuado que pueda dar respuesta a los crecientes retos de la sociedad (insistimos, no de los partidos) y, de la mano de profesionales (no de políticos), se elaboren ciclos educativos de larga duración, no sometidos a cambios cada vez que varía el color del gobierno.

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En este contexto, la transmisión de valores parece darse en forma principal a través de la familia siendo entonces el clima familiar con todos sus componentes socioafectivos lo que da sentido a los valores, sin descuidar que hay otros agentes que intervienen en la transmisión de valores: los medios de comunicación social, las instituciones educativas, etc. Convivir, aprender normas de conducta, comportamientos y otra serie de actos sociales son más fáciles de aprender dentro de la familia, aunque no debemos olvidar el papel de otras instituciones como la escuela que ayudan a reforzar todos estos valores y muchas veces introducen otros nuevos.

No es menor este aspecto ya que, si tras profundo y sereno debate se llega a la conclusión de que la sociedad, cualquiera que sea su forma de gobierno, sea una democracia plena (ojo, no otra cosa a la que se le pone esa etiqueta pero que no pasa de ser un juego aritmético de mayorías, eso sí, votado cada X años) fundamentada en el debate de ideas y en el diálogo y no en la represión e imposición, y por lo tanto en el respeto de personas e ideas diferentes, la educación debe ser coherente con ese objetivo.

Eso obliga a ser muy cuidadoso y responsable en el ámbito familiar con los valores que se transmiten porque ellos forman parte importante de la educación. A modo de ejemplo, si en casa se transmite sin matices cosas como que mi religión es la única verdadera, o que el sitio de la mujer es la cocina, o que el equipo de fútbol al que sigo es el mejor del mundo, o incluso que mi pueblo es el más bonito del mundo… sin enseñar que otros millones de personas pueden tener idénticos sentimientos respecto de lo suyo, y que eso, no solamente no es malo, sino que es lo deseable para enriquecerse con la diferencia en aras de una convivencia sana, se está educando en la intolerancia, no en el respeto ni, políticamente, en la democracia buscada.

Si pasara esa circunstancia, aparte de que serían necesarias toneladas de pedagogía social y de sentido común a todos los niveles, ¿podrían intervenir los Poderes Públicos para encauzarlo?, ¿sería intromisión?, que los padres pretendan educar a las generaciones del futuro con directrices anti-convivencia y de menosprecio ante diferencias o minorías ¿de verdad es un derecho?.. Pues depende de si el sistema, llámesele como se quiera, contempla o no el debate y el diálogo o se basa en la imposición.



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1“Pin parental” es el término acuñado por Vox para definir "una solicitud que va dirigida a los directores de los centros educativos" para informar a los padres "a través de una autorización expresa" sobre "cualquier materia, charla, taller o actividad que afecte a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad, que puedan resultar intrusivos para la conciencia y la intimidad" de los menores. Con ello, pretenden limitar la capacidad de los alumnos de asistir a charlas y talleres sobre la identidad de género, el feminismo o la diversidad LGTBI, únicamente en el caso de que los progenitores den consentimiento para ello. La medida no ha pasado desapercibida después de otra petición realizada el año pasado para identificar con nombre y apellidos a quienes, amparados por las leyes LGTB, imparten cursos y talleres en materia de igualdad, respeto y contra el acoso escolar a este colectivo en colegios e institutos.

2 comentarios:

  1. Al hilo de tu exposición, que comparto plenamente, querría trasladarte un hecho que nos acaeció a Caro y a mí hará un par de domingos, cuando el vendaval nominado como Gloria. Con motivo de la ventolera acudió para una emergencia un albañil del multiriesgo de hogar. En una de las pausas de su tarea entablamos una conversación que no se como ni de que manera derivó hacia el tema que tratas y para sorpresa de mi hija y mía nos soltó a pie juntillas y casi literalmente "Mis hijos son míos y no del pu__ Gobierno, y no voy a consentir que estos progres de mier__ me digan cómo tengo que educarles". Caro y yo nos miramos y enmudecimos no por respeto sino por desconcierto. El albañil según nos contó venia de Fuenlabrada, el cinturón rojo de Madrid. ¿Que por que te lo cuento?, solo por mi desconcierto ante como se propagan estos lemas simplistas.Un abrazo

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  2. Gracias por compartirlo. Es MUY preocupante ver lo fácilmente que están calando (e hipotecando el futuro DE TODOS, no lo olvidemos) ciertos mensajes y consignas extremistas. Esperemos que no sea tarde para un baño colectivo de lucidez y sentido común.

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