Ŷibrān Jalīl Ŷibrān ibn Mijā'īl ibn Sa'd (1883 - 1931) fue un poeta, pintor, novelista y ensayista
libanés residente en Estados Unidos, más conocido por la transcripción inglesa del original
árabe de su nombre: Khalil Gibran; en España también es usual referirse a él como Yibrán
Jalil Yibrán o Yubrán Jalil Yubrán. Gibran nació en una familia cristiana maronita y se educó en escuelas maronitas con influjos
del islam, y especialmente del misticismo sufí. Su conocimiento de la historia de su país, con
sus destructivas luchas intestinales, fortaleció su creencia en la unidad fundamental de las
ideologías y los pensamientos, que sus padres le inculcaron acogiendo en su hogar en
épocas difíciles a personas de distintas religiones. No era en absoluto un político, y solía
decir: “no soy político ni deseo serlo” y “me alejo de los acontecimientos políticos y las luchas
de poder, pues toda la tierra es mi patria y todos los hombres son mis compatriotas”. Sin
embargo, era nacionalista, y desde un punto de vista geográfico, no político, reivindicó el
árabe como lenguaje nacional de Siria. Cuando Gibran conoció al teólogo persa Abdul-Bahá
(fundador del bahaísmo, religión monoteísta cuyos fieles siguen las enseñanzas de su profeta
y fundador, a quien consideran la Manifestación de Dios para la época actual), quien había
viajado a los Estados Unidos en parte para promover la paz, admiró sus enseñanzas sobre
la paz, pero le advirtió no obstante que “las naciones jóvenes como la suya” deben ser
liberadas. A Gibran se debe una de las mejores definiciones/reflexiones sobre los hijos, resumida en el
poema Tus hijos no son tus hijos, alguno de cuyos fragmentos reproducimos aquí: “Tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida, deseosa de sí misma. No vienen de ti sino a través de ti y aunque siempre estén contigo no te pertenecen. …. Puedes esforzarte en ser como ellos pero no procures hacerlos semejantes a ti porque la vida no retrocede, no se detiene en el ayer. … “
Estatua de Gibran en el Gibran Museum de Bcharre (Líbano) |
Con esto de los hijos, hace pocos días se produjo un nuevo capítulo de la interminable
zapatiesta mediática entre Gobierno y oposición, esta vez con el trasfondo o excusa de los
hijos y el derecho (¿de posesión?) sobre ellos, la educación, etc, cosas que, en definitiva,
deberían estar al margen, y por encima, de la lucha partidista, pues con ellas se dirime el
futuro de todos. Y tiene su guasa que este rifirrafe coincidiera con el 24 de enero, Día
Internacional de la Educación, instaurado en esa fecha de cada año el 3 de diciembre de
2018 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas dentro de la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Todo esto viene a cuento de que en la Comunidad Autónoma de Murcia, la formación política
Vox propone aplicar el llamado “Pin Parental1” en los centros educativos, lo que ha dividido a
la esfera política entre quienes critican que se trata de una medida contra los derechos de
los menores y quienes defienden que los padres deben tener libertad para elegir los
contenidos ideológicos que reciben sus hijos. También ha generado malestar entre
asociaciones LGTBI, feministas y sindicatos de estudiantes. Ante ello, el Gobierno envió un requerimiento al gobierno de Murcia para que retirase la
medida y anunció que recurriría "cualquier intento de vulnerar el derecho de los menores a
recibir educación integral" y, por boca de la ministra de Educación en ese contexto, "No
hablamos de actividades voluntarias (...) sino de actividades complementarias que
configuran un currículum básico" que son "de obligado cumplimiento. (El Pin) vulnera el
derecho fundamental a la educación, que pertenece a cada persona desde su nacimiento.
No podemos pensar que los hijos pertenecen a los padres»". Y ahí fue Troya; todas las
formaciones anti-Gobierno, estuvieran o no en el fondo con la aplicación del Pin Parental,
salieron airadas y en tromba defendiéndolo y aferrándose como a un clavo ardiendo a la
frasecita de marras, y el Jefe de la Oposición publicó un mensaje con un argumento que
hizo fortuna entre los suyos: «Mis hijos son míos y no del Estado, y lucharé para que este
Gobierno radical y sectario no imponga a los padres cómo tenemos que educar a nuestros
niños. Saquen sus manos de nuestras familias». Nadie o casi nadie hablaba ya de educación
sino de los hijos considerados como una posesión, alejados de la definición de Gibran, o de
la de los hijos como préstamo según la cita apócrifa de Saramago, o del sentido de
responsabilidad de los padres en su futuro como personas,…, y todo se resumió en el uso
de la educación (y de los niños, no lo olvidemos) como herramienta política entre partidos.
Contradiciendo la teoría de que la ciencia política, ordenada al bien común, constituye una
rama de las ciencias sociales que se ocupa de la actividad en virtud de la cual una sociedad
libre, compuesta por personas libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia
colectiva, algunas personas cuyo modus vivendi es el que entre todos les paguemos el
sueldo diciéndonos que son políticos, se dedican sólo a sembrar odio y crispación (¿es eso
su “bien común”?) cuando algunos temas sensibles como éste de la educación se llevan al
terreno político. Es lo que pasó recientemente con el cabeza de lista del partido defensor de
la aplicación del Pin Parental que, airado contra el Gobierno (como siempre, por otra parte,
en su imagen habitual), invoca la constitucionalidad de su propuesta con el siguiente
mensaje (ampliamente reproducido por sus seguidores) que aparentemente se remite a la
Constitución y que reproducimos respetando sus palabras destacadas en negrita o
subrayadas (subrayado en rojo en el original): Artículo 27 Todos tienen el derecho a la educación. Los poderes públicos garantizan el derecho
que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de
acuerdo con sus propias convicciones. La enseñanza básica es obligatoria y gratuita. El problema es que citar este (u otro) artículo de una norma legal mutilado a capricho huele
a voluntad de engañar o manipular (o ambas) a seguidores exaltados influenciables que, a lo
sumo, sólo leen los titulares que les suministran, sin profundizar en su veracidad y se
“olvida” que, como nos recuerda el filósofo y ensayista García del Muro, la auténtica
democracia es incompatible con la mentira. Y así vamos, porque la letra y el espíritu de la
totalidad de ese artículo 27 va en sentido contrario de lo que se pretende con el fragmento
seleccionado y montado. Dice, y que cada cual saque sus conclusiones, atendiendo
especialmente a 27.2 y 27.6:
Artículo 27
1.
Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de
enseñanza.
2.
La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la
personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de
convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.
3.
Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres
para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté
de acuerdo con sus propias convicciones.
4.
La enseñanza básica es obligatoria y gratuita.
5.
Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación,
mediante una programación general de la enseñanza, con
participación efectiva de todos los sectores afectados y la creación
de centros docentes.
6.
Se reconoce a las personas físicas y jurídicas la libertad de
creación de centros docentes, dentro del respeto a los principios
constitucionales.
7.
Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán
en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la
Administración con fondos públicos, en los términos que la ley
establezca.
8.
Los poderes públicos inspeccionarán y homologarán el sistema
educativo para garantizar el cumplimiento de las leyes.
9.
Los poderes públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan
los requisitos que la ley establezca.
10.
Se reconoce la autonomía de las Universidades, en los términos que
la ley establezca.
La
educación (palabra que procede del latín ēducātiō -"crianza"-
y su homónimo ēdūcō -"Llevo adelante, guío"-) es el
proceso de facilitar el aprendizaje o la adquisición de
conocimientos, así como habilidades, valores, creencias y hábitos
que se da a través de diversas herramientas pedagógicas como el
debate, la narración de cuentos, la discusión, la enseñanza, la
investigación, el ejemplo y la formación en general. La educación
tiene un origen social, pues comenzó históricamente cuando los
adultos entrenaban a los jóvenes en el conocimiento y habilidades
consideradas necesarias en su sociedad, por lo que no parece excesivo
afirmar que educar es enseñar y aprender a vivir en sociedad ya que
la educación supone una interacción entre las personas que
intervienen enseñando y aprendiendo simultáneamente, en un juego de
relaciones personales que le confieren una dinámica particular a
este proceso.
Esto
no debe interpretarse, ni mucho menos, como que, al ser su finalidad
eminentemente social, toda la responsabilidad recaiga en los Poderes
Públicos, pero eso sí, para conseguir el objetivo final de pleno
desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios
democráticos de convivencia y a los derechos y libertades
fundamentales, como dice nuestra Constitución, los Poderes
Públicos y las familias han de ir muy de la mano, de forma que los
padres por un lado y los docentes por otro deben exigirse día a día
por complementarse más y trabajar en comunión, para alcanzar el
objetivo primordial de definir una sociedad y entregar a ésta,
hombres y mujeres responsables, útiles, con valores y organizados,
que sean capaces de aportar y no sean una tara en el futuro.
El
gran reto, pues, es saber qué sociedad, y por ende, qué clase de
ciudadano se quiere para el futuro, con la mirada puesta, no en lo
que convenga electoralmente a uno u otro partido sino, pensando y
asumiendo la realidad democrática de la posibilidad de alternancia
de partidos en el Poder, trabajar en un modelo consensuado que pueda
dar respuesta a los crecientes retos de la sociedad (insistimos, no
de los partidos) y, de la mano de profesionales (no de políticos),
se elaboren ciclos educativos de larga duración, no sometidos a
cambios cada vez que varía el color del gobierno.
En
este contexto, la transmisión de valores parece darse en forma
principal a través de la familia siendo entonces el clima familiar
con todos sus componentes socioafectivos lo que da sentido a los
valores, sin descuidar que hay otros agentes que intervienen en la
transmisión de valores: los medios de comunicación social, las
instituciones educativas, etc. Convivir, aprender normas de conducta,
comportamientos y otra serie de actos sociales son más fáciles de
aprender dentro de la familia, aunque no debemos olvidar el papel de
otras instituciones como la escuela que ayudan a reforzar todos estos
valores y muchas veces introducen otros nuevos.
No
es menor este aspecto ya que, si tras profundo y sereno debate se
llega a la conclusión de que la sociedad, cualquiera que sea su
forma de gobierno, sea una democracia plena (ojo, no otra cosa a la
que se le pone esa etiqueta pero que no pasa de ser un juego
aritmético de mayorías, eso sí, votado cada X años) fundamentada
en el debate de ideas y en el diálogo y no en la represión e
imposición, y por lo tanto en el respeto de personas e ideas
diferentes, la educación debe ser coherente con ese objetivo.
Eso
obliga a ser muy cuidadoso y responsable en el ámbito familiar con
los valores que se transmiten porque ellos forman parte importante de
la educación. A modo de ejemplo, si en casa se transmite sin matices
cosas como que mi religión es la única verdadera, o que el
sitio de la mujer es la cocina, o que el equipo de fútbol al
que sigo es el mejor del mundo, o incluso que mi pueblo es el
más bonito del mundo… sin enseñar que otros millones de
personas pueden tener idénticos sentimientos respecto de lo suyo,
y que eso, no solamente no es malo, sino que es lo deseable para
enriquecerse con la diferencia en aras de una convivencia sana, se
está educando en la intolerancia, no en el respeto ni,
políticamente, en la democracia buscada.
Si
pasara esa circunstancia, aparte de que serían necesarias toneladas
de pedagogía social y de sentido común a todos los niveles,
¿podrían intervenir los Poderes Públicos para encauzarlo?, ¿sería
intromisión?, que los padres pretendan educar a las generaciones del
futuro con directrices anti-convivencia y de menosprecio ante diferencias o minorías ¿de verdad es un derecho?..
Pues depende de si el sistema, llámesele como se quiera, contempla o
no el debate y el diálogo o se basa en la imposición.
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1“Pin
parental” es el término acuñado por Vox para definir "una
solicitud que va dirigida a los directores de los centros
educativos" para informar a los padres "a través
de una autorización expresa" sobre "cualquier
materia, charla, taller o actividad que afecte a cuestiones morales
socialmente controvertidas o sobre la sexualidad, que puedan
resultar intrusivos para la conciencia y la intimidad" de
los menores. Con ello, pretenden limitar la capacidad de los alumnos
de asistir a charlas y talleres sobre la identidad de género, el
feminismo o la diversidad LGTBI, únicamente en el caso de que los
progenitores den consentimiento para ello. La medida no ha pasado
desapercibida después de otra petición realizada el año pasado
para identificar con nombre y apellidos a quienes, amparados por las
leyes LGTB, imparten cursos y talleres en materia de igualdad,
respeto y contra el acoso escolar a este colectivo en colegios e
institutos.
Al hilo de tu exposición, que comparto plenamente, querría trasladarte un hecho que nos acaeció a Caro y a mí hará un par de domingos, cuando el vendaval nominado como Gloria. Con motivo de la ventolera acudió para una emergencia un albañil del multiriesgo de hogar. En una de las pausas de su tarea entablamos una conversación que no se como ni de que manera derivó hacia el tema que tratas y para sorpresa de mi hija y mía nos soltó a pie juntillas y casi literalmente "Mis hijos son míos y no del pu__ Gobierno, y no voy a consentir que estos progres de mier__ me digan cómo tengo que educarles". Caro y yo nos miramos y enmudecimos no por respeto sino por desconcierto. El albañil según nos contó venia de Fuenlabrada, el cinturón rojo de Madrid. ¿Que por que te lo cuento?, solo por mi desconcierto ante como se propagan estos lemas simplistas.Un abrazo
ResponderEliminarGracias por compartirlo. Es MUY preocupante ver lo fácilmente que están calando (e hipotecando el futuro DE TODOS, no lo olvidemos) ciertos mensajes y consignas extremistas. Esperemos que no sea tarde para un baño colectivo de lucidez y sentido común.
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