Consumatum est. Europa es ya, a partir de hoy, un poco más pequeña. En algo que ya ordenaba el referéndum
de 2016, el Reino Unido ha dejado de pertenecer a la Unión Europea,en virtud del resultado de
esa consulta pública llamada Brexit (Britain+Exit, Bretaña+Salida) si bien a partir de hoy
comenzarán once meses de transición, hasta el 31 de diciembre de este año, en el que
ambas partes negociarán cómo será su futura relación, aún no definida tras más de tres años
de negociaciones. Es decir (aviso de navegantes): primero se votan los deseos, a los que
después, con tiempo, se les da forma.
Arriando la bandera del Reino Unido en las instituciones europeas. |
No es momento, ahora, ni lugar, aquí, de extenderse en consideraciones sobre el Brexit que,
por otra parte, sigue generando ríos de tinta, y que refleja grandes dudas internas sin resolver
y con importantes escollos (Escocia, Irlanda del Norte, el creciente sentimiento
independentista o proeuropeo de Gales, Gibraltar en lo que a nosotros respecta, etc.) pero
nos permitiremos alguna reflexión sobre temas, seguramente, menores. El referéndum tuvo lugar el 23 de junio de 2016 y en la votación, un 48,1% de los británicos
votó a favor de quedarse en el bloque europeo, pero un 51,8% se pronunció a favor de
abandonar la UE, y el país y sus habitantes, en una muestra de madurez democrática (no
exenta de controversias en el proceso, particularmente alrededor de que los votantes se
sentían engañados con lo que iban sabiendo tras la consulta) aceptó el resultado de las urnas
y empezó a trabajar para darle forma. Hay que recordar que ya en 1975, dos años después de su incorporación a lo que entonces
era Europa, la Comunidad Económica Europea, el Reino Unido celebró un primer referéndum
para su permanencia o no en ella, en el que se obtuvo un claro resultado, del 67 %, a favor
de la permanencia. Pero los británicos nunca se han considerado europeos (conducen por la
izquierda, mantienen su moneda, geográficamente están separados,… ) lo que, para algunos
partidarios del Brexit, era fácil convertir su “amor a lo suyo” en arma arrojadiza que justificara
el rechazo a otras cosas de más calado, como que la pertenencia a la Unión Europea implica
la aceptación de las llamadas "cuatro libertades fundamentales": la libre circulación de
trabajadores, mercancías, servicios y capitales. Y el principal argumento de la campaña a
favor de la salida fue que con el Brexit los británicos iban a "recuperar el control" sobre sus
propios asuntos, en particular sobre sus fronteras, lo que permitiría un mejor control de la
migración, verdadero “ogro” europeísta.
El affaire de los plátanos en el Brexit. |
El papel de los medios fue fundamental (algún día, en este y otros casos, los medios de
comunicación tendrán que rendir cuentas sobre sus falsedades, desinformación y
manipulación para cambiar el sentido de la decisión y el voto de personas bienintencionadas)
en la creación de un clima y un estado de ánimo colectivo favorable al Brexit con “noticias”
incluso estrambóticas pero que, en su día fueron creídas a pie juntillas1. A todos los niveles,
sin embargo, se crearon fake news; hasta el actual primer ministro, Boris Johnson, se
enfrentó a la presentación de demandas por haber mentido sobre la Sanidad en campaña. ¿Y ahora qué? ¿Han cambiado de opinión los votantes británicos sobre el Brexit?
¿”Regrexit2”? Porque más de 3 millones de votantes piden que se celebre un segundo
referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. Todo lo que se
puede decir con certeza es que el país está dividido en dos tal como lo estaba en junio de
2016 y que (más avisos de navegantes) la incertidumbre sobre el resultado de cualquier
referéndum futuro se pone de relieve cuando miramos debajo del capó de las urnas ya que la
razón por la cual la mayoría de las encuestas ahora muestran la opción de permanecer en la
UE por delante de la del Brexit no se debe a que haya más votantes a favor del Brexit que
hayan cambiado de opinión sino que la mayor parte del cambio de dirección del voto se debe
al 28% que no votó en 2016 y que ahora es mucho más probable que votara a favor de
permanecer, es decir, que las nuevas generaciones son más proeuropeas que sus mayores,
lo que permite augurar un nuevo referéndum (favorable a la integración) en el plazo de una
generación. Apasionante todo y lleno de intriga, como un relato de la también inglesa Agatha Christie, en
esta historia de amor y desamor desde los tiempos de Winston Churchill, ¿Cómo seguirá?
¿O se ha acabado definitivamente así? El tiempo lo dirá.
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1Un
diario sensacionalista, por ejemplo, llegó a publicar en su portada
que la UE planeaba prohibir el consumo de plátanos con forma
curvada, como eran habituales en el Reino Unido, y pretendía
imponer únicamente los de forma recta. Resulta chusco, ¿verdad?
Pues el asunto creció y la UE se vio obligada a emitir un
comunicado negándolo.
2Término
acuñado, al parecer, por la BBC y usado hoy con profusión por los
analistas.
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