La Nochebuena se vie-ene, la Nochebuena se va-a y nosotros nos ire-emos y no volveremos má-ás… Gran verdad. La Nochebuena, preámbulo o el inicio de la Navidad, ha cambiado tanto desde
que uno era niño o adolescente que se puede decir que es irreconocible. No hay que ser
especialmente religioso ni menos un fanático, pero la Nochebuena y la Navidad eran fiestas
religiosas, celebratorias, alegres, incluso con excesos, pero religiosas. En aquella ilusión
navideña, sobre todo para la lejana niñez, la letra de ese villancico recordado al inicio parecía
fuera de lugar e inquietaba, dejaba una pelllizquito de congoja en el corazón y no había más
remedio que arrancarse decididamente con otra canción más alegre para conseguir que la
sombra se disolviera como por encanto. Y las Nochebuenas se vinieron, y se fueron... Se
llevaron lo que queríamos, a quienes queríamos, que no volvieron más, dejando en su lugar
compras atareadas, prisas, reuniones no siempre deseadas y muchos, muchos huecos. En las
sillas y en el corazón.
A la vista de ello, la reflexión profunda que se suscita es que todo nace y muere… y puede
volver a renacer, menos nosotros que, cuando marchamos, es para siempre, luego parece
desprenderse que el concepto “tiempo” ha de ser diferente para las personas que para todo lo
demás. Formalmente, el tiempo (del latín tempus), igual para todo y para todos, es una simple
magnitud física con la que se mide la duración o separación de acontecimientos y ha sido
durante mucho tiempo un importante tema de estudio en la religión, la filosofía y la ciencia,
pero definirlo de manera aplicable a todos los campos ha sido siempre un quebradero de
cabeza para los estudiosos. No obstante, campos tan diversos como los negocios, la industria,
los deportes, las ciencias, etc., incorporan alguna noción de tiempo en sus respectivos
sistemas de medición. El tiempo también tiene una importancia social significativa, ya que
tiene, o al menos, se le da, un valor económico ("el tiempo es oro". En una entrevista a Manuel
Vázquez Montalbán, flamante Premio Planeta por su novela Los mares del sur, el autor decía
que con el premio había ganado, no dinero, sino tiempo). así como un valor personal, debido a
la conciencia del tiempo limitado en cada día y en la la duración de la vida humana (¿Alguna
vez nos hemos puesto a reflexionar en lo corto que nos queda el tiempo para todo? ¿No te has
encontrado alguna vez trabajando tanto para ti mismo sin resultados y en vez de disfrutar decir:
«estoy ocupado»? ¿Nuestros padres son los culpables? Quizás, porque nos enseñaron la
idea de estar ocupados para tener lo que tenemos - o no tenemos -Pero ahora detengámonos
un momento para pensar. El dedicar tiempo en las cosas que tenemos ocupados, hace que la
vida nos parezca corta).
Decía el filósofo Lucio Anneo Séneca (creador de la doctrina filosófica del estoicismo) en su
Sobre la brevedad de la vida que lo único que es realmente nuestro es el tiempo y que “la vida
es lo bastante larga para realizar las cosas más importantes que se nos otorgan con
generosidad, si se emplea a bien toda ella”. Lo más importante, pues, es aprender a ser
consciente del tiempo que tenemos y dedicar a vivir auténticamente, es el camino a vivir
felices. Y vivir felices es decidir. Es dedicar el tiempo en el desarrollo de nuestro talento. Si el
talento está en la profesión, entonces el producto de este talento rinde lo que necesitamos
para vivir (por añadidura) y no se afane si a veces nos rinde «justo» lo que necesitamos para
vivir. Porque lo que cuenta, es el fruto que solo se saborea con el alma. Ese es el fruto más
dulce porque trae gratitud . Gratitud de sentir el concepto del amor en la vida: la familia, el
roce de una caricia movida por el corazón de nuestra pareja, de los momentos inolvidables de
la amistad sincera y fiel, el sentimiento de devolver algo que recibimos en demasía para darlo
a aquél que lo necesita, ya siendo a través de la dadivosidad generosa o la nobleza de
enseñanza en aulas. En fin, el conjunto de talentos, una vez uno consciente de la existencia
de ellos, son las herramientas para definir un propósito de nuestra existencia. Caminar hacia
el propósito es la plenitud. La vida se divide en tres momentos: el que ha sido, el que es, y el
que será. El camino que se recorre ya es conocido, lo que vamos a recorrer es dudoso. Pero
lo dudoso es nuestra elección minuto a minuto, hora tras hora, día tras día. Esa elección se
convertirá en una profesión exitosa, la felicidad junto al amor de la pareja, o quizás en un
afanoso trabajo, endeudado, con una miserable y egoísta relación tóxica,… Hay que tener en
cuenta que por falta de decisión, algunas personas olvidan el pasado y el futuro, y estos son,
según Séneca, los que viven una vida breve, ignorando el presente. Hay personas que
trabajan duro para acumular cosas, pero a su vez, más duro para retener lo ganado. Es bueno
sentirse tranquilo con tener un colchón económico como fruto de los esfuerzos; sin embargo
en todo momento hay algo que jamás volverá, que es, justamente, el tiempo que ha
transcurrido en estos esfuerzos. Así que si tenemos todavía tiempo, hay que preguntarse:
¿Qué es útil para mí en este tiempo? ¿Es útil en el largo plazo? Mientras se responde esa
pregunta; el tiempo de hoy, ¿lo estoy disfrutando? ¿Hacia dónde voy?, ¿Cuándo fue la última
vez que se cenó con la abuela para preguntarle cómo era la madre o el padre de niños?
¿Cuándo fue la última vez que tomó a la madre de la mano para sentir su calor... y notar lo
dañada que está ya la palma de esa mano? El paso inane del tiempo está profusamente
tratado en la cultura popular, desde la noche de los tiempos hasta nuestros días; bien mirado,
es lo que dice el joven músico y compositor barcelonés, de Sant Feliu de Llobregat para más
señas, Nil Moliner en su canción Se nos escapa: “...estás perdiendo las horas, preocupándote
sin más, que la vida son dos días, y uno lo has pasado ya. Se nos va a escapar la lluvia, se
nos va escapar el sol, si tú sigues caminando, que sea por amor...” o lo que afirmaba la
escritora recientemente fallecida Almudena Grandes, "Luego alcancé a comprender que el
tiempo nunca se gana y que nunca se pierde, que la vida se gasta, simplemente".
Ya se ha apuntado más arriba aquello de que “el tiempo es oro”, y es que la noción del tiempo
es diferente para la empresa que para la persona; para la empresa se trata de una
planificación de las horas, iguales para todos, que tiene por objetivo aumentar el rendimiento
y la eficiencia en los trabajos, por lo que la gestión del tiempo es de suma importancia en la
metodología de trabajo de una empresa, pues ayuda a planificar procesos y tareas dentro de
un equipo además de identificar prioridades. O sea, que el tiempo se traduce en resultados,
en beneficios económicos. Y esa idea se da por buena también para la persona hasta el punto
de que la capacidad de gestión del tiempo de las personas es el punto de referencia que se
traduce en satisfacción dentro y fuera del ambiente de trabajo. Completar las tareas que nos
proponemos es un factor esencial para demostrar nuestra valía. También evidenciamos
nuestra capacidad de liderazgo si gestionamos adecuadamente el tiempo de nuestro equipo y
lo hacemos más productivo (para la empresa, claro). Sin embargo, visto lo visto, nada mejor
que acabar estas reflexiones con un poema breve, con el título de “Invictus1”, escrito por el
poeta inglés William Ernest Henley en 1875, que terminaría siendo, la epifanía sagrada de
Nelson Mandela en sus 27 años de cárcel en Sudáfrica, pues se dice que tuvo el poema
escrito en una hoja de papel durante su prisión, ayudándole a sobrellevar su encarcelamiento:
“En la noche que me envuelve, negra, como un pozo insondable, doy gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable. Más allá de este lugar de ira y llantos que vigila la oscuridad con
su horror. No obstante, la amenaza de los años me encuentra, y me hallará sin temor, ya no
importa cuán recto haya sido mi camino, ni castigos llevar la espalda, pues soy yo el amo de
mi destino, soy yo el capitán de mi alma”. Esta es una enseñanza de Séneca: nadie debe
haber perdido el equilibrio de la felicidad por estar muy ocupado en los quehaceres de la vida.
Porque eso significa vivir durante el día esperando la noche para descansar, pero durante la
noche, no dormir tranquilo porque detesta el amanecer La vida es larga para las cosas
realmente buenas, pero al mismo tiempo, corta para las vanidades.
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1Sirvió para darle título a la película dirigida en 2009 por Clint Eastwood y protagonizada por Morgan Freeman y Matt Damon, basada en el libro El factor humano de John Carlin., que trata sobre Nelson Mandela y su uso de la Copa del Mundo de Rugby de 1995 como una oportunidad para unir a Sudáfrica. En la película, Mandela le escribe el poema al capitán de la selección sudafricana, Francois Pienaar, antes del comienzo del campeonato, si bien en la realidad Mandela le dio un extracto de "The Man in the Arena", un discurso de Theodore Roosevelt.