domingo, 26 de diciembre de 2021

Tempus fugit.


La Nochebuena se vie-ene,
la Nochebuena se va-a y nosotros nos ire-emos y no volveremos má-ás… Gran verdad. La Nochebuena, preámbulo o el inicio de la Navidad, ha cambiado tanto desde 
que uno era niño o adolescente que se puede decir que es irreconocible. No hay que ser 
especialmente religioso ni menos un fanático, pero la Nochebuena y la Navidad eran fiestas 
religiosas, celebratorias, alegres, incluso con excesos, pero religiosas. En aquella ilusión 
navideña, sobre todo para la lejana niñez, la letra de ese villancico recordado al inicio parecía 
fuera de lugar e inquietaba, dejaba una pelllizquito de congoja en el corazón y no había más 
remedio que arrancarse decididamente con otra canción más alegre para conseguir que la 
sombra se disolviera como por encanto. Y las Nochebuenas se vinieron, y se fueron... Se 
llevaron lo que queríamos, a quienes queríamos, que no volvieron más, dejando en su lugar 
compras atareadas, prisas, reuniones no siempre deseadas y muchos, muchos huecos. En las 
sillas y en el corazón.

 

A la vista de ello, la reflexión profunda que se suscita es que todo nace y muere… y puede 
volver a renacer, menos nosotros que, cuando marchamos, es para siempre, luego parece 
desprenderse que el concepto “tiempo” ha de ser diferente para las personas que para todo lo 
demás. Formalmente, el tiempo (del latín tempus), igual para todo y para todos, es una simple 
magnitud física con la que se mide la duración o separación de acontecimientos y ha sido 
durante mucho tiempo un importante tema de estudio en la religión, la filosofía y la ciencia, 
pero definirlo de manera aplicable a todos los campos ha sido siempre un quebradero de 
cabeza para los estudiosos. No obstante, campos tan diversos como los negocios, la industria, 
los deportes, las ciencias, etc., incorporan alguna noción de tiempo en sus respectivos 
sistemas de medición. El tiempo también tiene una importancia social significativa, ya que 
tiene, o al menos, se le da, un valor económico ("el tiempo es oro". En una entrevista a Manuel 
Vázquez Montalbán, flamante Premio Planeta por su novela Los mares del sur, el autor decía 
que con el premio había ganado, no dinero, sino tiempo). así como un valor personal, debido a 
la conciencia del tiempo limitado en cada día y en la la duración de la vida humana (¿Alguna 
vez nos hemos puesto a reflexionar en lo corto que nos queda el tiempo para todo? ¿No te has 
encontrado alguna vez trabajando tanto para ti mismo sin resultados y en vez de disfrutar decir: 
«estoy ocupado»? ¿Nuestros padres son los culpables? Quizás, porque nos enseñaron la 
idea de estar ocupados para tener lo que tenemos - o no tenemos -Pero ahora detengámonos 
un momento para pensar. El dedicar tiempo en las cosas que tenemos ocupados, hace que la 
vida nos parezca corta). 

 

Decía el filósofo Lucio Anneo Séneca (
creador de la doctrina filosófica del estoicismo) en su  
Sobre la brevedad de la vida que lo único que es realmente nuestro es el tiempo y que “la vida 
es lo bastante larga para realizar las cosas más importantes que se nos otorgan con 
generosidad, si se emplea a bien toda ella”. Lo más importante, pues, es aprender a ser 
consciente del tiempo que tenemos y dedicar a vivir auténticamente, es el camino a vivir 
felices. Y vivir felices es decidir. Es dedicar el tiempo en el desarrollo de nuestro talento. Si el 
talento está en la profesión, entonces el producto de este talento rinde lo que necesitamos 
para vivir (por añadidura) y no se afane si a veces nos rinde «justo» lo que necesitamos para 
vivir. Porque lo que cuenta, es el fruto que solo se saborea con el alma. Ese es el fruto más 
dulce porque trae gratitud . Gratitud de sentir el concepto del amor en la vida: la familia, el 
roce de una caricia movida por el corazón de nuestra pareja, de los momentos inolvidables de 
la amistad sincera y fiel, el sentimiento de devolver algo que recibimos en demasía para darlo 
a aquél que lo necesita, ya siendo a través de la dadivosidad generosa o la nobleza de 
enseñanza en aulas. En fin, el conjunto de talentos, una vez uno consciente de la existencia 
de ellos, son las herramientas para definir un propósito de nuestra existencia. Caminar hacia 
el propósito es la plenitud. La vida se divide en tres momentos: el que ha sido, el que es, y el 
que será. El camino que se recorre ya es conocido, lo que vamos a recorrer es dudoso. Pero 
lo dudoso es nuestra elección minuto a minuto, hora tras hora, día tras día. Esa elección se 
convertirá en una profesión exitosa, la felicidad junto al amor de la pareja, o quizás en un 
afanoso trabajo, endeudado, con una miserable y egoísta relación tóxica,… Hay que tener en 
cuenta que por falta de decisión, algunas personas olvidan el pasado y el futuro, y estos son, 
según Séneca, los que viven una vida breve, ignorando el presente. Hay personas que 
trabajan duro para acumular cosas, pero a su vez, más duro para retener lo ganado. Es bueno 
sentirse tranquilo con tener un colchón económico como fruto de los esfuerzos; sin embargo 
en todo momento hay algo que jamás volverá, que es, justamente, el tiempo que ha 
transcurrido en estos esfuerzos. Así que si tenemos todavía tiempo, hay que preguntarse: 
¿Qué es útil para mí en este tiempo? ¿Es útil en el largo plazo? Mientras se responde esa 
pregunta; el tiempo de hoy, ¿lo estoy disfrutando? ¿Hacia dónde voy?, ¿Cuándo fue la última 
vez que se cenó con la abuela para preguntarle cómo era la madre o el padre de niños
¿Cuándo fue la última vez que tomó a la madre de la mano para sentir su calor... y notar lo 
dañada que está ya la palma de esa mano? El paso inane del tiempo está profusamente 
tratado en la cultura popular, desde la noche de los tiempos hasta nuestros días;  bien mirado, 
es lo que dice el joven músico y compositor barcelonés, de Sant Feliu de Llobregat para más 
señas, Nil Moliner en su canción Se nos escapa: “...estás perdiendo las horas, preocupándote 
sin más, que la vida son dos días, y uno lo has pasado ya. Se nos va a escapar la lluvia, se 
nos va escapar el sol, si tú sigues caminando, que sea por amor...” o lo que afirmaba la 
escritora recientemente fallecida Almudena Grandes, "Luego alcancé a comprender que el 
tiempo nunca se gana y que nunca se pierde, que la vida se gasta, simplemente".

 

Ya se ha apuntado más arriba aquello de que “el tiempo es oro”, y es que la noción del tiempo 
es diferente para la empresa que para la persona; para la empresa se trata de una 
planificación de las horas, iguales para todos, que tiene por objetivo aumentar el rendimiento 
y la eficiencia en los trabajos, por lo que la gestión del tiempo es de suma importancia en la 
metodología de trabajo de una empresa, pues ayuda a planificar procesos y tareas dentro de 
un equipo además de identificar prioridades. O sea, que el tiempo se traduce en resultados, 
en beneficios económicos. Y esa idea se da por buena también para la persona hasta el punto 
de que la capacidad de gestión del tiempo de las personas es el punto de referencia que se 
traduce en satisfacción dentro y fuera del ambiente de trabajo. Completar las tareas que nos 
proponemos es un factor esencial para demostrar nuestra valía. También evidenciamos 
nuestra capacidad de liderazgo si gestionamos adecuadamente el tiempo de nuestro equipo y 
lo hacemos más productivo (para la empresa, claro). Sin embargo, visto lo visto, nada mejor 
que acabar estas reflexiones con un poema breve, con el título de “Invictus1”, escrito por el 
poeta inglés William Ernest Henley en 1875, que terminaría siendo, la epifanía sagrada de 
Nelson Mandela en sus 27 años de cárcel en Sudáfrica, pues se dice que tuvo el poema 
escrito en una hoja de papel durante su prisión, ayudándole a sobrellevar su encarcelamiento: 
En la noche que me envuelve, negra, como un pozo insondable, doy gracias al Dios que fuere 
por mi alma inconquistable. Más allá de este lugar de ira y llantos que vigila la oscuridad con 
su horror. No obstante, la amenaza de los años me encuentra, y me hallará sin temor, ya no 
importa cuán recto haya sido mi camino, ni castigos llevar la espalda, pues soy yo el amo de 
mi destino, soy yo el capitán de mi alma”. Esta es una enseñanza de Séneca: nadie debe 
haber perdido el equilibrio de la felicidad por estar muy ocupado en los quehaceres de la vida. 
Porque eso significa vivir durante el día esperando la noche para descansar, pero durante la 
noche, no dormir tranquilo porque detesta el amanecer La vida es larga para las cosas 
 realmente buenas, pero al mismo tiempo, corta para las vanidades. 
 
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1Sirvió para darle título a la película dirigida en 2009 por Clint Eastwood y protagonizada por Morgan Freeman y Matt Damon, basada en el libro El factor humano de John Carlin., que trata sobre Nelson Mandela y su uso de la Copa del Mundo de Rugby de 1995 como una oportunidad para unir a Sudáfrica. En la película, Mandela le escribe el poema al capitán de la selección sudafricana, Francois Pienaar, antes del comienzo del campeonato, si bien en la realidad Mandela le dio un extracto de "The Man in the Arena", un discurso de Theodore Roosevelt.

 

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