Cuando Alphonse Daudet escribió su clásico literario «L’Arlesienne» («La chica de Arles»), es poco probable que imaginase que, merced a la música, iba adquirir cierta notoriedad, superior a la de sus otras obras. Daudet, contemporáneo de Dickens, tenía más en común con un personaje dickensiano que con su autor. Su vida trágica, su temprana promiscuidad, su posterior parálisis sifilítica, su controvertido activismo social, su antisemitismo y algunas otras características específicas lo hacían todo muy complicado si Georges Bizet (1838-1875) no lo hubiera incorporado a su producción. Daudet escribió esa pequeña novela en 1869, como parte de una colección titulada «Cartas desde un molino de viento», con un argumento fiel al verismo: una mujer ha sido infiel antes del matrimonio y el resultado final incluye traición, celos y un suicidio. En 1871, pidieron a Daudet que rehiciera la historia en una obra de tres actos, para la que Bizet escribió 27 escenas. Tres años antes de su muerte y tres años antes de Carmen, su Magnum Opus, las 27 escenas se habían condensado cuatro concisas delicias musicales que se conocen como Suite No. 1, estrenada en 1872. La tragedia de la temprana muerte de Bizet resulta aún más conmovedora por el hecho de que, como Mozart, nunca supo hasta donde llegaría su influencia, nunca supo lo exitosa que iba a ser Carmen, nunca supo que los musicólogos lo considerarían como ese pivote histórico que llevaría la ópera al verismo. Simplemente estaba componiendo, con un ardiente amor por el teatro y por cómo capturarlo en la música. El legado que Bizet dejaría a la corriente del «realismo» se observa en los diálogos hablados de Carmen. Ahora todos admitimos que la ópera progresa con la ventaja teatral que le da el diálogo real, todos nos damos cuenta de que el formato de Bizet consistía en proporcionar viñetas perfectas de música para cada escena, creando una verdadera fuerza motriz con una música absolutamente entroncada con el momento teatral. Ciertamente, en los primeros 50 años de las representaciones de Carmen, las adiciones y enmiendas de Guiraud contuvieron a un mundo que no estaba dispuesto a aceptar lo que Bizet estaba ofreciendo y no es de extrañar que la orquestación de la Suite No. 2 de «L’Arlesienne», presentada cuatro años después de la muerte de Bizet, también sea enteramente obra de Guiraud, En cualquier caso, estas extraordinarias viñetas son una música excelente. Hay algo maravillosamente cálido y abierto en el sonido de Bizet. No es solo un fenómeno de orquestación, también es un tamborileo en la psique del hombre corriente. Por todo lo dicho, tampoco logró el éxito la partitura original del melodrama “L’Arlésienne”, aunque varios de sus números se han hecho famosos, recogidos en dos suites orquestales, la primera realizada por el propio compositor en el mismo año y la segunda arreglada y publicada después de su muerte que todavía se interpretan actualmente. No podemos olvidar aquí que Bizet compone su ópera “Los pescadores de perlas” en 1863, estrenada también con poco éxito porque su estilo plenamente personal choca con el conservadurismo francés. Su mayor éxito llegó a finales de su vida con la famosa ópera "Carmen", la obra que le proporcionará fama internacional. Pero el 3 de junio de 1875 moría en Bougival de una enfermedad coronaria.
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