domingo, 9 de junio de 2024

Las verdades del barquero.



Hace años, en un trabajo que tuve (y que pasó a la historia) dirigido, no sólo por una persona tóxica que, en el fondo, era una buena persona con desdoblamiento de personalidad, sino por un auténtico maestro de la manipulación, la embaucación y todo lo que se quiera de ese estilo en la doble personalidad, descubrí esta canción (junto al escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, que se ve que la adoraba, y el director de cine Pedro Almodóvar, que la incluyó en la banda sonora de “Mujeres al borde de un ataque de nervios”) que, salvando las distancias emocionales y de sentimientos, le sentaba como un guante. Guadalupe Victoria Yolí Raymond, mejor conocida como La Lupe, nacida en San Pedrtio, un pueblecito cerca de Santiago de Cuba ("Nací en un pueblo pequeño, nadie lo sabía hasta que me fui”), marcó la historia de la época dorada de la salsa, y gracias a ella fue conocida como “The Queen of Latin Soul”. Sus delirios en el escenario eran tan impresionantes como el tono de su voz; era habitual en sus presentaciones que se arrancara la peluca, atacara al pianista y tirara sus joyas y zapatos al público. La Lupe fue un enigma, un ataque de nervios: diva incontrolable y también una de las cantantes más expresivas del género afrocaribeño, tuvo una voz privilegiada, y lo que más sorprende —más allá de las actitudes estrafalarias que la transformaron en leyenda— es la ternura que imprimió a grandes temas de su cancionero como este Puro teatro. Lupe Victoria cursó estudios de maestra antes de lanzarse en los clubes nocturnos de La Habana con Los Tropicuba, un trío que integraba junto a su primer esposo. Una joven Lupe se inspiró para cantar después de ver una actuación televisiva de Edith Piaf; la Lupe era una cosa increíble, tenía una de las mejores voces y la habilidad de interpretar cualquier género musical, y, de la noche a la mañana se transformó en una tormenta de pasión para el público cubano. Locuras o no, la época entre el final de los años 60 y principio de los 70 fue la cúspide comercial de la cantante, cuando se dio a conocer como “The queen of Latin Soul” con discos clásicos y ganancias millonarias, gracias a canciones como “La tirana”, “Puro teatro” y su versión en inglés de “Fever”. Además de vender millones de discos, fue invitada a tocar en festivales de rock con artistas como Iron Butterfly, Jethro Tull, The Supremes y Ray Charles, buscando atraer a la multitud del pop psicodélico. Durante la década de los años 70 La Lupe fue eclipsada por “la otra reina” de la música tropical, Celia Cruz, pero hasta el día de hoy, su discografía sorprende con su variedad y elegancia. Lamentablemente, La Lupe no supo aprovechar su éxito. Un segundo matrimonio fallido, su involucración en la santería y la pésima administración de su fortuna la dejaron en la bancarrota (se rumoreaba que la adicción a las drogas, los problemas de dinero, el incendio de un apartamento y una caída debilitante la estresaron severamente, obligándola a confiar en la misericordia de los refugios para personas sin hogar); a fines de los 80, se convirtió al cristianismo y grabó discos de música religiosa. El 28 de febrero de 1992 sufrió un paro cardíaco fulminante mientras dormía en un humilde apartamento que compartía con su hija Rainbow en el Bronx neoyorkino. Tuvo un velorio como cualquier persona común y fue enterrada en una tumba que se encuentra en el cementerio St. Raymond’s del Bronx, barrio que ahora tiene La Lupe Street. La Lupe murió predicando, y era muy feliz haciendo eso, sufrió mucho, pero no murió con esa penuria. La Lupe murió feliz. Había sido una luchadora toda su vida, superando obstáculos raciales, políticos y personales en el camino. “Soy negra y cubana, no agrado a mucha gente por esto. Prejuzgaron porque eres negro, prejuzgaron porque estás gordo… Había prejuicio en Cuba, pero no me importa. También había prejuicios en Estados Unidos cuando vine aquí. Sigo peleando por La Lupe, sigo peleando… hago música soul porque me gusta. ¡Cantaría en China siempre que la gente tuviera alma!". Su trayectoria, prácticamente olvidada por una generación, fue rescatada por la comunidad homosexual hispana.



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