‘A horse with no name’ (Un caballo sin nombre), que recordamos hoy y que inicialmente fue titulada como ‘Desert song’ (Canción del desierto), significó el debut de America (grupo con el nombre inicial de Daze of London, pero optaron por América, que erróneamente se atribuye a la nación de la que provenían los padres de dos de ellos cuando realmente hacía referencia a una máquina de discos de aquella época) en 1972. El trío británico, sí, británico, aunque su música siempre fue muy estadounidense, comparable a la de Kansas o Eagles, gracias a su estilo depurado basado en guitarras acústicas que recuerdan mucho a Crosby, Stills, Nash & Young, lo bordó con esta composición de corte acústico, épica y cargada de trabajadas armonías vocales que ha pasado a la historia del rock and roll. Su lanzamiento en Europa pasó casi desapercibido pero, por contra, al otro lado del Atlántico, pese a que fue vetada por algunas emisoras de radio por sus supuestas referencias al consumo de drogas, esta canción llegó al número uno y obtuvo el disco de platino al ser el single más vendido de 1972. ‘A horse with no name’ nos narra un viaje al desierto para hallar orígenes, pasado y raíces, todo un ritual místico-surrealista para describir el vuelco hacia nosotros mismos que en alguna ocasión todos nos hemos visto obligados a realizar cuando nos sentimos un caballo sin nombre que no sabe hacia donde caminar. Nadie nos comprende en esos momentos y somos nosotros mismos los que tenemos que encontrar el camino pese a que nos sintamos solos en el mundo. Metafóricamente hace alusión al éxodo del pueblo comanche y realmente podría ser también una introducción en el ácido. Al parecer la inspiración llegó de un viaje que Dewey Bunnell, uno de los componentes del grupo, realizó para visitar a sus familiares de Arizona, donde el mismo desierto que cabalgó John Wayne le dejó maravillado. Ambiente bucólico y hechizante, y voces puras sumaron el mayor logro de la historia del conjunto, jamás superado por otras obras futuras, también de gran calidad pero carentes de la magia de ‘A horse with no name’. Al oírla todos cabalgamos sin rumbo determinado, buscando la felicidad perdida. Sus siguientes trabajos, pese a no reducir la calidad, ya no alcanzaron la fama del primer disco. En 1977 se convirtieron en un dúo tras el abandono de otro componente, Dan Peek, para abrazar la fe cristiana e intentaron abordar nuevos sonidos, pero sólo lo consiguieron parcialmente aunque no por ello han dejado de actuar en giras por todo el mundo donde ofrecer sus canciones de siempre. La letra de la canción ha sido interpretada por unos como una descripción descarnada de la vida como una sucesión situaciones sin sentido que conducen a la muerte, pero en el desierto puedes estar seguro ya que allí puedes recordar tu nombre porque no hay nadie que te vaya a hacer daño; mientras que otros hablan de las paranoias que le sobrevienen a una persona enganchada al caballo sin nombre (la heroína). La música arranca con unas notas de guitarras acústicas sobre la que escuchamos la voz aguda y monótona del cantante que es acompañado primero por el bajo, después por la percusión y más tarde las perfectas armonías vocales del grupo, creando así una obra de gran impacto.
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