Volviendo al "banco malo", de entrada, no parece que nos encontremos ante un camino de rosas ya que la filosofía era la de que el "banco malo" pasaba a ser gestor de los activos tóxicos del sector inmobiliario que estaban en manos de la banca, eso sí, a un precio sensiblemente inferior para poderlos colocar en el mercado con cierta facilidad. Sin embargo, si tenemos en cuenta que solo en los últimos doce meses ha bajado más de un diez por ciento el precio de la vivienda, (y no ha tocado fondo, según los expertos), se nos antoja que las dificultades de optimizar los resultados de la Sareb son de mayor calado que las previstas, toda vez que, con ese escenario, las ventas no alcanzan ni de lejos lo esperado.
El sistema contempla que la Sareb pueda variar su plan estratégico a primeros de cada año, y ese puede ser un aliciente para poder pensar que podrá reorientarse la actividad. Hay, además, algunos factores a tener en cuenta en todo este embrollo, algunos de los cuales se trataron con sonora sordina en el momento de poner en marcha la Sareb:
- La Sareb está participada por bancos que, naturalmente, disponen de su propia cartera de inmuebles que desean realizar, por lo que se convierten, de facto, en competidores del "banco malo" en el que participan.
- El sistema de venta adoptado por la Sareb es el de aliarse con inversores que "colocan" los inmuebles y se parten los beneficios con el "banco malo", si bien hasta el momento de la venta, los inmuebles están en el balance de la Sareb.
- Los bancos que necesitan vender su stock de inmuebles recurren. a mayor abundamiento, a políticas agresivas para hacerlo, redundando en lo que apuntábamos más arriba de la feroz competencia con la Sareb, que debe vender los inmuebles que le han adjudicado esos bancos que dificultan su venta.
Un lío que esperemos que pueda resolverse para evitar que la economía española siga ad eternum anclada al ladrillo y sin perspectivas oficiales de recambio
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