'A la
memoria de “Cristóbal el Grande”'
Estamos tan acostumbrados a que, por una cosa o por otra, nos llegue alterada la realidad, que, al final, uno no le presta demasiada atención a lo que le rodea ¡sólo faltaría, tener que reparar en las paradojas cotidianas! Pero ciertamente se dan, y muchas de todas clases, sean documentos, imágenes, incluso hitos geográficos: unas con intención de manipular directamente los hechos "históricos" (las famosas fotos de Franco e Hitler en Hendaya, el discurso de Lenin en el que Trotsky desaparece de la escena,...). En este sentido, las esculturas épicas suelen ser terreno abonado de esas paradojas, hasta el punto de que resulte relativamente frecuente asistir a esperpentos como que un monumento dedicado a glosar las gestas de "A", pasa a glosar las de su rival "B", ahora vencedor, mediante un simple cambio de rótulo. Sin llegar a esos extremos pero comprobando esas manipulaciones sin herir susceptibilidades por aquello de la cercanía, vamos a hacer algo de turismo.
Si uno decide realizar un relajado paseo por el “Nuevo Moscú”, ese que pretende atraer los turistas y viajeros provistos de buenas divisas que contribuyan a la verdadera normalización económica de un país con enormes posibilidades, seguramente le llamará la atención un monumento, de estética, no sólo discutible, sino ajena al entorno. Se trata del monumento al zar Pedro I el Grande, anclado en medio del río Moscova (curiosamente igual que la estatua de la Libertad, en medio del Sena, en París), concretamente en la confluencia del río Moscova y el Canal Vodootvodny en el centro de Moscú, casi enfrente del complejo del Kremlin. Y destaca, no sólo por sus dimensiones y su verticalidad, ya que estamos hablando de una escultura de cerca de 100 metros de altura, casi igual que nuestra Giralda, por hacernos una idea, sino por el anacronismo que representa la vestimenta medieval del personaje histórico. ¿Un error del escultor? ¿Una concesión a la añoranza estética de tiempos pasados?
Si uno decide realizar un relajado paseo por el “Nuevo Moscú”, ese que pretende atraer los turistas y viajeros provistos de buenas divisas que contribuyan a la verdadera normalización económica de un país con enormes posibilidades, seguramente le llamará la atención un monumento, de estética, no sólo discutible, sino ajena al entorno. Se trata del monumento al zar Pedro I el Grande, anclado en medio del río Moscova (curiosamente igual que la estatua de la Libertad, en medio del Sena, en París), concretamente en la confluencia del río Moscova y el Canal Vodootvodny en el centro de Moscú, casi enfrente del complejo del Kremlin. Y destaca, no sólo por sus dimensiones y su verticalidad, ya que estamos hablando de una escultura de cerca de 100 metros de altura, casi igual que nuestra Giralda, por hacernos una idea, sino por el anacronismo que representa la vestimenta medieval del personaje histórico. ¿Un error del escultor? ¿Una concesión a la añoranza estética de tiempos pasados?
Pues
no. La pequeña historia lo explica: resulta que, para conmemorar los 500 años
del descubrimiento de América, en 1992, y ya olvidada la tensión más virulenta de la Guerra Fría entre el comunismo y el capitalismo, se pensó en obsequiar a la ciudad de
Nueva York con una estatua
conmemorativa de la llegada de Occidente al Nuevo mundo en una alegoría de Colón y sus carabelas para lo que se confió el diseño al afamado artista georgiano Zurab Tsereteli (presidente de la Academia de Arte Rusa y hoy en plena controversia por sus obras entre las que destaca una en su museo de Putin a tamaño natural). Llegada la fecha de la
entrega, la visión de la escultura causó tal desasosiego estético (espanto
sería, quizá, más apropiado, pues, por ejemplo debe reconocerse a la vista de la escultura, entre otros detalles, que esa base con diferentes cascos de barco sobrepuestos uno tras
otro es poco menos que una auténtica aberración ornamental) que las autoridades americanas desplegaron toda sus
dotes de cortesía y diplomacia para rechazar el regalo de forma elegante, traspasando con
ello el problema a Moscú. ¿Qué hacer allí con la dichosa escultura de Colón? Porque,
la verdad, el almirante descubridor, mucha, mucha relación con Moscú, no tiene.
La
solución llegó con el recordatorio de la eterna pugna entre Moscú y San Petersburgo;
es sabido que esta última ciudad está sembrada de recuerdos ornamentales y
arquitectónicos de Pedro I de Rusia, llamado El Grande (1672-1725), mientras que la capital de la república no tenía ni
una triste placa que lo recordara en un edificio público, pese a que, para más inri, el personaje era moscovita de nacimiento. A alguien se le
ocurrió, entonces, arreglar el desaguisado con la excusa de conmemorar los 300 años de la Armada rusa, que Pedro el Grande estableció, aprovechando para ello el monumento "marino" a Colón.
¿Cómo? Por la vía rápida: sustituyendo la cabeza del personaje, manteniendo el
resto de escultura y ubicando todo en un emplazamiento "digno".
Y
es así que Moscú goza, desde 1997, de una estatua conmemorativa del zar más representativo de su historia… comandando unas
carabelas que corresponden a 200 años antes de que él viviese, y vestido de almirante medieval (olvidando una minucia tal como que
ambos elementos nunca han formado parte de la historia rusa). El pueblo, que es
muy sabio, no se pone de acuerdo con el nombre de la estatua, y la llama
indistintamente “de Pedro Colón” o “de Cristóbal el Grande”.
Es
una estatua de 98 metros de altura, el monumento a Pedro el Grande, que
se encuentra en la confluencia del río Moskva y el Canal Vodootvodny en
el centro de Moscú. Fue diseñada por el diseñador georgiano Zurab
Tsereteli para conmemorar los 300 años de la Armada rusa, que Pedro el
Grande estableció. Fue erigida en el 1997 y es la octava estatua más
alta del mundo. Su peso es de alrededor de 1.000 toneladas. - See more
at:
http://www.muycurioso.net/articulo/curiosidades/las-estatuas-m%C3%A1s-altas-del-mundo.html#sthash.NCyMVuzd.dpuf
Es
una estatua de 98 metros de altura, el monumento a Pedro el Grande, que
se encuentra en la confluencia del río Moskva y el Canal Vodootvodny en
el centro de Moscú. Fue diseñada por el diseñador georgiano Zurab
Tsereteli para conmemorar los 300 años de la Armada rusa, que Pedro el
Grande estableció. Fue erigida en el 1997 y es la octava estatua más
alta del mundo. Su peso es de alrededor de 1.000 toneladas. - See more
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