Que
los viajes son una indiscutible fuente de enseñanzas a poco que uno
vaya con los sentidos abiertos y predispuesto a aprender, nadie lo
discute hoy, más allá del disfrute y la evasión meramente
turísticos.
En
mi primer viaje a la isla de Menorca, hace muchos años, lo que viví
(como en todos los viajes, por otra parte) me permite aún hoy
reflexionar sobre algunos aspectos de alguna de esas vivencias que no
han perdido actualidad. No se trata de ponderar la belleza de la
isla, realmente un museo al aire libre, entonces con una incipiente
industria turística para divulgarlo, ni de la hospitalidad de sus
gentes, ni de lo extrañas que nos sonaban las expresiones en su
lengua (con un léxico coloquial trufado de anglicismos fruto del
reciente siglo de dominación británica de la isla tras el Tratado
entre Gran Bretaña y España de 1715, de los conocidos como de La
Paz de Utrecht, y con una personalidad propia en la pronunciación
del catalán/menorquín que te dejaba descolocado cuando oías "Mó"
o "Aló" al referirse a Mahó o a Alaior respectivamente),
ni de....
Había
enseñanzas paralelas, como por ejemplo el compaginar en un mismo día
la asistencia a la perpetración de un desaguisado urbanístico (por
fortuna desechada su continuidad tras la construcción de un primer
-y horrible- bloque, de los varios previstos) en la playa de Son Bou,
la más extensa de la isla, al sur, con la visita a unas cercanas
ruinas de una basílica paleocristiana... convertida en redil para el
ganado, o la contemplación de unas, también cercanas, cuevas
trogloditas con vistas al mar, habitadas por una comuna de hippies
¡en pelotas!
Sin
embargo, lo que hoy me hace rememorar ese viaje es un detalle
aparentemente pueril: lo hicimos en el mes de mayo, fuera del clásico
período vacacional, que entonces estaba casi religiosamente
concentrado en el mes de agosto. Ese hecho provocó que fuéramos los
únicos huéspedes españoles del hotel (ocupado, por lo que
recuerdo, por estadounidenses y canadienses) y que, en una excursión
que se montó (entonces se organizaban in situ, no formaban parte de
ningún pack contratado en origen) al Santuario de Monte Toro, la
montaña más alta de la isla, fuéramos gentilmente invitados por la
comunidad religiosa, creo que franciscana, que administraba el
Santuario a compartir su mesa para comer o que el director del hotel
acabara haciéndonos compañía durante las sobremesas, en las que
solía mostrar su secreto anhelo de que España dejara de concentrar
las vacaciones en un solo mes, lo que, en su opinión de entonces,
moderaría su dependencia del visitante extranjero y permitiría un
mejor servicio, sin agobios, al visitante nacional.
Hoy,
con los cambios sociales pero, sobre todo, con el flagelo de la
crisis, lo cierto es que las vacaciones (para quien tiene trabajo y,
además, tiene unos ingresos que le permiten hacerlas) se han
desestacionalizado algo, aunque no es menos cierto que agosto sigue
siendo el rey de la inactividad (empezando por la las instituciones u
organismos oficiales), bien sea porque está todo cerrado o porque se
organizan con horarios, digamos, laxos. De entrada, si hay niños,
hay que decidir qué semanas de agosto, y parte de septiembre se
dejan con unos abuelos y qué semanas con los otros, ya que resulta
que solo hay actividades en el mes de julio para tenerlos distraídos.
Y si se tienen que hacer gestiones administrativas, se trabaja y se
piensan hacer por la tarde, ¡imposible! ya que Hacienda, Seguridad
Social, Inem, etc. solo trabajan por la mañana (circunstancia que no
suele ceñirse a agosto, sino que se alarga de junio a septiembre).
Y
una consecuencia conocida de le existencia de ese período de tiempo
en que los comerciantes, los talleres de reparación de coches, los
restaurantes de ciudad (aún recuerdo el vía crucis que había que
organizar hace un tiempo para buscar una panadería, frutería,
colmado cafetería, etc. abiertas), los periodistas, los médicos,
los políticos (hay quien sostiene que las vacaciones deben estar
limitadas a las personas que trabajan, y que los políticos... pero
no entraremos en ese jardín) desaparecen es que el nivel de
"producción" de noticias desciende, y hubo un tiempo en
que tomaron fuerza las llamadas "serpientes de verano".
Acudiendo
a Wikipedia, que lo sabe casi todo (pero que frecuentemente cabe
revisar, seleccionar o verificar lo que nos dice),
Serpiente de verano
o "culebrón del verano" es una expresión que se refiere a
las noticias irrelevantes o sorprendentes que publican
algunos diarios para llenar sus páginas durante las vacaciones de
verano, cuando la mayor parte de la sociedad está de vacaciones y no
se producen sucesos ni noticias interesantes. Según algunos
expertos en comunicación, el término podría provenir de
Nessie, el mítico monstruo del escocés Lago Ness, "al
que se hacía reaparecer a capones todos los agostos para que los
diarios tuvieran algo de lo que hablar" Parece más apropiado, y
más serio, llamar a tales noticias tormenta de verano, por los
motivos que se acaban de apuntar, puesto que se producen y se
desvanecen sin que, en definitiva, hayan tenido repercusiones dignas
de recordarse.
Las
temáticas que cubre este fenómeno del periodismo son variadas: la
criptozoología, campo en que destacan tanto el mencionado Nessie
como el Yeti o el Bigfoot de la cultura sajona, la arqueología, con
el descubrimiento de algún resto que se proclama como confirmación
de algún episodio bíblico; la ufología, los círculos en los
cultivos que aparecieron a mediados de la década de 1970 al sur de
Inglaterra; la parapsicología con, por ejemplo, el misterio de las
caras de Belmez, etcétera.
A
la vista de todo esto, a uno le queda la sospecha de que los
periodistas "de guardia" se
veían en la obligación de sacar de debajo de las piedras –si es
que no inventarse– noticias
para
llenar las páginas de los diarios durante las vacaciones estivales,
cuando toda la gente importante se largaba de vacaciones y los tenía
a dos velas, sin casi nada que contar, y
así salía en portada
algún cerdo de dos cabezas nacido en alguna ignota aldea de
Filipinas o algún abuelo de 120 años (casi siempre de
una comunidad aislada en el Asia central,
no sé por qué) que atribuía su longevidad a que llevaba toda la
vida fumando sin parar y bebiendo litros y litros de vodka cada
día.
Por
supuesto que todo era mentira, pero inocente. Se entretenía a la
parroquia, y a correr. A fin de cuentas, “no
news, good news” (la
falta de noticias es una buena noticia).
Pero
lo cierto es que desde hace unos años, sin embargo, vivimos en una
montaña rusa y el verano se ha convertido en una jungla de noticias
y acontecimientos, dignos de cualquier otra estación. Los
periodistas que pueden tomarse unas semanas de asueto se van con el
corazón encogido y casi a rastras y asustados porque dedicándose
como se dedican a la verdad cambiante -(algunos, todo hay que
decirlo), que eso es la información en definitiva, temen que en su
ausencia ocurran cosas extraordinarias que hagan perder el hilo del
relato. O del cuento, dado como están ahora mismo las cosas. Todo y
nada es posible, más que nada por cierta inercia instintiva del
lector a considerar que lo que se publica ahora, algo de
serpiente de verano sí que tiene.
Y
no les falta razón si miramos la evidencia de que noticias reales e
importantes que merecerían despacharse en no más de cinco lineas un
día se traducen en veinte editoriales a toda página ese día mas
diversos pseudoanálisis en los diez días posteriores, quebrando,
además, frecuentemente, una máxima del periodismo serio, cual es el
confundir la información con la opinión ¿con el fin de influir
interesadamente en las conclusiones del lector?
Y
digo yo ¿por qué no aprovechar este tiempo en que el volumen de
noticias adelgaza para ampliar la información (no la opinión) sobre
noticias que han quedado en stand-by pero que volverán a cobrar
rabiosa actualidad en pocas semanas en lugar de seguir rellenando
páginas con las serpientes de verano típicas y tópicas?
De
los variados temas que tendrían cabida en este capítulo nos
atrevemos a sugerir sólo un par:
1)
El embrollo del si-no-si-no-.. a la investidura para formar gobierno,
evitando publicar día sí día también únicamente lo de la presión
al PSOE, y ampliando la información a lo que hacen o no hacen los
demás partidos, a las alternativas reales que existen, al historial
de incumplimientos (en su caso, de quien corresponda) para llegar al
bloqueo actual, y todo cuanto ayude a que la información sea eso,
información.
2)
El tema grave de lo que empezó como el arreglo de un desajuste con
Catalunya y que la ignorancia/desprecio/desidia/ineptitud/arrogancia
de este gobierno (no es opinión; ahí está la hemeroteca) se
apresuró a convertir en una petición formal de independencia con un
sentimiento creciente de la misma entre la ciudadanía. El ciudadano
debe saber, y ahora puede ser buen momento, además de las
comprensibles soflamas oficiales, cómo se nos ha llevado a todos a
este callejón ¿sin salida?, y para ello bastaría la recopilación
de hemeroteca en una crónica DE HECHOS (no de opiniones ni
consignas) de unos y otros de los últimos diez años, aunque con
especial atención a los cinco últimos.
En
fin, que hablando de cosas serias que nos pueden influir, nuestros
políticos dicen que quizá no tengan vacaciones este año, pero es
por su incapacidad de ponerse de acuerdo y repiten en agosto el
desencuentro de enero. Quizá habría que modificar su relación
laboral y contratarles por objetivos como a algunos deportistas (por
numero de plenos, iniciativas o acuerdos) o colocarlos en un cónclave
como a los cardenales de la Curia romana hasta que eligieran a un
nuevo director. Como puede verse, esto también es otra serpiente de
verano.
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