¿Quién
se acuerda ya, con la escalada de noticias relacionadas que se producen diariamente, del escándalo de los “papeles de Panamá” y el
rosario de “patriotas” puestos al descubierto con él y a los que, pasado
el repentino impacto de los titulares de prensa en la ciudadanía, no
les pasó NADA porque lo que hacían estaba dentro de la Ley?. Una
Ley, por cierto, que hace convivir el aparente compadreo con el
chorizo vocacional con el que un juez identifique la discrepancia con la
rebelión, por poner un ejemplo, pero ese es otro tema, alineado con la triste evidencia de que
nuestra clase política ha perdido (si anteriormente el actuar sólo siguiendo consignas le permitía tenerla) totalmente su capacidad de
análisis si trata con un mismo rasero todas las leyes, sea cual sea
su objetivo y contenido. A lo que íbamos con lo de Panamá: resulta
que Mossack Fonseca, el bufete panameño de abogados
offshore cuyos 11.5 millones de archivos filtrados estaban en el
corazón de la investigación de los
papeles de Panamá,
se cerrará.
Según
un comunicado obtenido por el Consorcio Internacional de Periodistas
de Investigación (ICIJ por su nombre en
inglés), la
firma de abogados cerrará sus oficinas antes de fin de mes,
"El
deterioro de la reputación, la campaña mediática, el asedio
financiero y las acciones irregulares de algunas autoridades
panameñas han causado un daño irreparable, cuya consecuencia
obligatoria es el cese total de las operaciones para el público",
según el comunicado de la firma de abogados. La firma dijo que
"seguiría pidiendo justicia" y cooperaría con las
autoridades para "demostrar que no se ha cometido ningún
delito" siguiendo la máxima de que si lo que se hace está dentro de la Ley no es delito. ¿Para cuándo la equiparación real de "ley" y "justicia"?
Ya en un comunicado enviado a los
clientes en noviembre de 2017, que parece haber presagiado el cierre
de la empresa, Mossack Fonseca dijo que tenía que "reducir
significativamente" a su personal debido a cambios en las leyes
y un "entorno comercial adverso".
Haciendo
algo de memoria, la desaparición de la
firma de abogados llega casi dos años después de que la
investigación de los papeles
de Panamá revelara los lazos económicos
de algunas de las personas más poderosas y corruptas del mundo. Los
archivos internos filtrados de la empresa contenían información
sobre más de 214,000 entidades offshore vinculadas a 12 jefes de
estado actuales y anteriores, 140 políticos de primera fila y muchos otros. La
investigación también derribó a los primeros ministros de Islandia
y Pakistán. Más de 400 periodistas de 80 países han publicado
cientos de historias desde la primera ola de revelaciones el 3 de
abril de 2016.
A consecuencia de
la información destapada, la policía y
los investigadores allanaron las oficinas de Mossack Fonseca en
Panamá y El Salvador, las
autoridades en Venezuela arrestaron a un empleado local y
a finales
de 2016, se habían cerrado al menos nueve oficinas de Mossack
Fonseca, incluida una en los Estados Unidos.
Fundada en
1986, la firma de abogados de Panamá se convirtió en un imperio
offshore con más de 40 oficinas en todo el mundo, desde las Islas
Vírgenes Británicas hasta Nueva Zelanda. En 2013, empleó a más de
600 personas y sus facturas excedieron los 42 millones de
dólares.
"Durante
40 años, Mossack Fonseca ha operado sin inconvenientes en nuestro
país de origen y en otras jurisdicciones donde tenemos operaciones",
dijo un comunicado de la empresa cuando
saltó el escándalo . "Nuestra
empresa nunca ha sido acusada ni acusada en relación con una
infracción penal".
Eso cambió en febrero de 2017,
cuando la policía en Panamá arrestó a los fundadores de Mossack
Fonseca, Ramón
Fonseca y Jurgen Mossack, por cargos de blanqueo
de capitales como parte de las
investigaciones sobre el escándalo de soborno más grande de Brasil.
Por separado, los fiscales en Panamá iniciaron una investigación
sobre la firma de abogados y los Papeles de Panamá.
Los
gobiernos en Europa, África, Asia y las dos
Américas, la del
Norte y la del Sur, han recuperado más de
500 millones de dólares
como resultado de las revelaciones. Pero en los territorios en
los que se admite como excusa que los actos que envuelven corrupción
están "dentro de la Ley"...
Muchos de los que hoy ya
peinan canas (por peinar algo) tendrán, seguramente, en su recuerdo
la mítica Editorial Bruguera, fundada con ese nombre en
Barcelona el mismo año que acababa nuestra guerra (in)civil, 1939,
por los hermanos Bruguera, como continuación de la empresa creada
por su padre en 1910 con el nombre de Editorial El gato negro,
que se había especializado en folletines, libros de chistes y sobre
todo revistas de historietas, de las que destacaba el semanario
Pulgarcito, lanzado en el lejano año 1921, siguiendo la
estela de la entonces joven revista TBO (nacida en 1917 y que
dio nombre a todo un género).
Desde 1947, una vez
empezadas a superar las dificultades de la inmediata posguerra, la
editorial aumentó su negocio editando otros tebeos, colecciones de
novelas de consumo popular (en las que editó la obra de autores
paradigmáticos de la novela rosa como Corín Tellado o de la novela
del oeste como Marcial Lafuente Estefanía), novelas cortas de
temática variada dentro de la marca Bolsilibros donde se acogió a
autores represaliados por el franquismo1
a los que se les cambiaba el nombre (por poner un ejemplo, el
prolífico Silver Kane no era otro que Francisco González Ledesma2),
y los entonces novedosos cuadernillos de historietas de aventuras de
un solo personaje, como El Cachorro (Iranzo) o El Capitán Trueno
(Ambrós).
En el campo de la
historieta, el papel desempeñado por la editorial Bruguera en la
posguerra española fue fundamental y el escritor Terenci Moix acuñó
la expresión "escuela Bruguera" para referirse a la
producción de historieta humorística de la editorial con un estilo
fácilmente reconocible, a medio camino entre el entretenimiento
infantil y el costumbrismo satírico. Antes del boom de Francisco
Ibáñez con la creación en 1958 de Mortadelo y Filemón,
hubo otros dibujantes que pusieron los cimientos de la "escuela",
como Peñarroya, Cifré, Jorge (Bernet Toledano), Escobar, Conti,
Vázquez, Martz Schmidt (Gustavo Martínez), Enrich, etc.
Una muestra de los más de 1.000 títulos publicados por F.G.Ledesma como Silver Kane.
Pero dejemos Bruguera y su
azarosa trayectoria hasta su desaparición en 2010, paradójicamente cuando su catálogo se nutría de más obras de literatura "culta" que de la "popular" de su época dorada, para fijarnos
ahora en uno de los dibujantes citados como pioneros de la "escuela":
Vázquez3,
que firmaba con by Vázquez, y, en concreto, una de sus obras
más conocidas, creada en 1951 y aparecida por primera vez en la
revista DDT, La familia Cebolleta.
La familia Cebolleta, como
otras de historieta nacidas o desarrolladas en la época, como las
Gambérrez, Churumbel, Ulises, Trapisonda, Pepe, etc., responde a la
consigna oficial de la sociedad de posguerra, que quiere intentar
reinstaurar los viejos valores y la situación anterior a la II
República. Las relaciones dentro del núcleo familiar van a quedar
configuradas como una relación de sumisión y de dependencia de la
mujer frente al marido. La mujer debe obediencia y está sometida
primero al padre, y posteriormente, una vez que se haya casado, a su
marido. La mujer tiene una función procreadora, y aún más,en la
décadas de los 40 y los 50, debido a las bajas de la guerra y a la
política demográfica franquista para aumentar la natalidad. Para
ello la consigna se basaba en conceptos como autoridad, obediencia,
sumisión, disciplina, feminidad y valores religiosos. La educación
influenciada por el pensamiento católico, que diferenciaba el papel
de cada sexo, favoreciendo el mantenimiento del sistema patriarcal
familiar. Esta educación partía de la premisa de la
inferioridad intelectual de la mujer frente al hombre, por lo tanto,
se impone una
educación diferente para
cada sexo, se suprime la coeducación, se impone una educación
“especial” para las mujeres, se depuran las escuelas... Además,
se intenta imponer un modelo de mujer basado en la moral católica
que controlaba la familia, el modo de vestirse, el trabajo, la manera
de divertirse....
Lo preocupante socialmente
es que, en la regresión que estamos viviendo hoy, parecen
recuperarse con fuerza estas consignas. Pero este es otro problema.
En el caso de los Cebolleta,
se trata de un grupo integrado por el cabeza de familia, Rosendo
Cebolleta, calvo, con bigote y pajarita; su esposa, el ama de casa
Leonor (al principio, Laura); su pequeño hijo Diógenes, que
cambiará radicalmente su aspecto, de calvito con gafas a travieso
rubio; y Jeremías, un loro parlanchín algo cínico, que como el
José Carioca de Disney, no se separa de su cigarro puro. También
forma parte de la familia (y aparece en contadas ocasiones, hasta que
se la cargó la censura, activa también en publicaciones infantiles)
una hija mayor, Pocholita o Lolita, ejemplo de dibujo de joven
atractiva de la editorial Bruguera. Pero sobre todo, destaca por su
personalidad el recordado abuelo Cebolleta, padre de Leonor, con
barba, bufanda, bastón y un pie vendado, cuyo único afán es
relatar sus supuestas peripecias en batallas del pasado (ha pasado al
imaginario colectivo y a la lengua común a través de la frase
hecha: "Cuentas más batallitas que el abuelo Cebolleta").
El tiempo que ocupa el anciano en hablar de sus hazañas se alarga
hasta el infinito en la historieta, y todos a su alrededor intentan
escabullirse como pueden del torrente de palabras. Su deseo frustrado
de ser escuchado se inscribe en los cánones más ortodoxos de
motivaciones de personajes. Siempre desazonado por sus achaques
cotidianos, la gota y el lumbago, la única satisfacción a que
aspira el abuelo Cebolleta es relatar algún episodio bélico en el
que participara, ya sea en una campaña de las guerras coloniales
británicas al mando de un regimiento de cipayos (tropas indígenas
bajo mando inglés) o en la Guerra de Cuba (circunstancia que nos
permite, por cierto, establecer un mínimo de edad para el personaje
de unos ochenta años en 1951, momento de iniciación de la serie,
dado que en sus relatos siempre se coloca al mando, con lo que en
1898 debía tener, como oficial, por lo menos, cerca de 30 años), o
en guerras y batallas de difícil identificación.
El abuelo Cebolleta "en su salsa".
Más allá del tratamiento
jocoso/costumbrista que le da Vázquez a las situaciones ficticias
que narra en las historietas, la verdad es que el personaje del
abuelo Cebolleta tiene más de real que de imaginado si nos
atenemos a los rasgos anteriormente descritos de su perfil:
desazonado por sus achaques cotidianos, anhela ser escuchado en algo
que narra (inventado tal vez) que sólo él conoce. Esta, no nos
engañemos, puede ser en la realidad una muestra del deterioro social
que comportan los años en la medida que los recuerdos de uno cada
vez son menos compartidos cuando, por esa llamada ley de vida, van
desapareciendo las personas con las que se comparten.
Una de las características
de la memoria es su subjetividad, de manera que sabemos que un mismo
hecho vivido por varias personas queda (o no) archivado en la memoria
de cada una de forma diferente según los puntos que cada cual, de
forma íntima e instintiva, considere relevantes en el escenario
creado; es por eso que, al evocar una vivencia con otra persona
también partícipe de ella, la recreación resulta positiva siempre,
al poder incorporar a las sensaciones del recuerdo propio las
matizaciones enriquecedoras aportadas por otro. A medida que se van
perdiendo las referencias comunes va cobrando valor el relato propio
y puede llegar el momento en que no queda nadie para compartir el
recuerdo de la vivencia y el abuelo Cebolleta de turno
necesita imperiosamente que alguien sea capaz de escuchar algo que,
comprensiblemente, le resulta completamente ajeno, paso previo a la
etapa de tener que hacerse compañía uno mismo aunque esté rodeado
de una multitud teóricamente cercana, eso que los ingleses llaman
solitude,y
que a veces desemboca en cuando uno se encuentra sólo, privado de
compañía humana y también de la propia compañía, identificado
como loneliness.
No es un capricho, en este
contexto de la reflexión, acudir a los matices del concepto de
soledad en inglés, y es que, según publicó la BBC el pasado
18 de enero, "La primera ministra británica, Theresa
May, anunció esta semana la creación de un Ministerio
de la Soledad, al frente del que estará
Tracey Crouch, quien deberá lidiar con una problemática que afecta
a 9 millones de personas en ese país(el 13,7% de la población total)..."
Poca broma. En unos días en
los que, casualmente, hemos de soportar la desvergüenza pública
exhibida por nuestros políticos debatiendo acerca de la dignidad de
los pensionistas (repugna que se admita con normalidad eso como tema
de debate; y de los medios que lo corean, mejor no hablar) con
variopintos argumentos, se agradece ver la sensibilidad de gobiernos
(que no son ¡ay! el nuestro y, si me apuráis, ideologías aparte)
que conocen la realidad social y la abordan sin complejos.
Theresa May define el
problema de la soledad como la triste realidad de la vida moderna
y, aunque ciertamente este fenómeno no distingue edades, los más
afectados son las personas mayores, los abuelos Cebolleta
protagonistas de esta reflexión, claramente más vulnerables
precisamente porque son viejos, pobres, desdichados, fracasados o
tímidos se ven abocados a ella contra su voluntad (cuando, a la
vez,es posible que su espíritu sea jovial, generoso, emprendedor y
afable, y eso aún les produce un mayor desasosiego); se estima que
en Inglaterra, la mitad de los ancianos de 75 años viven solos, lo
que equivale a unos 2 millones de personas y muchos de ellos dicen
que pasan días, incluso semanas, sin ningún tipo de interacción
social (según datos estadísticos de encuestas, más de 200.000
personas mayores en el Reino Unido no han hablado con nadie en más
de un mes). Varios expertos afirman que la soledad, entendida como
aislamiento social, puede ser una amenaza mayor para la salud que la
obesidad y aseguran que sociabilizar puede reducir en un 50% la
muerte prematura de quienes se sienten y están completamente solos.
Hay que decir que los
responsables de la sanidad inglesa se han apresurado a elogiar la
creación del Ministerio, no sólo porque “la soledad es
psíquicamente dolorosa, sino por dar lugar a consecuencias médicas
graves: enfermedades cardíacas, cáncer, depresión, diabetes y
suicidio”. Así lo prueban abundantes estudios epidemiológicos
y clínicos (que algunos, todo hay que decirlo, cuestionan). Es
decir, que combatiendo la soledad podrían ahorrársele a las arcas
públicas ingentes cantidades del dinero, destinadas ahora al
tratamiento de esas enfermedades. El escritor Andrés Trapiello, en
un comentario publicado sobre el tema, apunta que entre los
estudios asociados, se menciona uno según el cual la soledad reduce
la esperanza de vida tanto como fumar quince cigarrillos diarios, lo
cual no debe importar gran cosa a los solitarios, pues muchos de
ellos, para sobrellevar su soledad, son fumadores y alcohólicos.
¿Es éste el futuro final
que queremos para nuestros abuelos Cebolleta que han
contribuido con su esfuerzo a que estemos donde estamos y seamos
quienes somos, precisamente cuando las expectativas de vida se han
multiplicado por dos, al tiempo que ¡cuidado! las nuevas tecnologías y el
entretenimiento enlatado (seriales, cine, videojuegos, móviles,
tabletas, internet) propician la soledad.?
--------------------------------------
1Bruguera
(conocida como "los rojos" por las autoridades de la
época) estaba, en el fondo, vinculada a la izquierda anarquista y
republicana. La empresa responsable de la edición de Las
hermanas Gilda, Carpanta o
Mortadelo y Filemón y sus trabajadores estaban muy conectados
con la izquierda -catalana sobre todo-; algunos estuvieron en campos
de concentración y volvieron, o lucharon en la guerra (in)civil en
el bando republicano. Bajo la aparente inocuidad de las viñetas
juveniles de humor, dibujantes como Conti, Vázquez, Escobar,
Schmidt o Cifré, retrataron de modo hiperbólico a una sociedad
magullada y pobre recién salida de la guerra. Hay que fijarse que,
en los tebeos de los comienzos, el hambre no sólo lo tiene
Carpanta, que es el personaje que se ha mantenido, sino que casi
todos los personajes de cómic de la posguerra pasaban penurias:
Doña Urraca y Don Pío, por ejemplo, se quejaban
siembre del hambre que tenían.
2Francisco
González Ledesma (1927 - 2015) fue abogado, periodista, guionista de
historietas y novelista, especializado en los últimos años en el
género policíaco; fue considerado como uno de los principales
impulsores de la novela negra de corte social en España, junto a
Manuel Vázquez Montalbán. Utilizó varios seudónimos para su obra, el más
popular, en la posguerra, el de Silver Kane, con el que publicó más
de 1.000 novelas, la mayoría del oeste. En 1984 obtuvo el Premio
Planeta por Crónica sentimental en rojo.
3Manuel
Vázquez Gallego (1930 – 1995), que no debe confundirse con su
casi homónimo Manuel Vázquez Montalbán, fue un historietista
cómico español, uno de los autores más influyentes del mercado
nacional junto con Francisco Ibáñez, autor de una ingente obra
gráfica entre la que destacan sobre todo sus series Las hermanas
Gilda, La familia Cebolleta y Anacleto, agente
secreto. Vázquez fue siempre irreverente, marginal y bohemio.
Su falta de disciplina le privó de lograr un mayor reconocimiento
popular... y de una mayor libertad real (cuentan que se casó siete
veces y fue encarcelado tres veces, una de ellas
por bígamo). Siempre atravesó problemas económicos, de los que
salía con un descomunal talento para el sablazo (Ibáñez ha
confesado que su personaje del sablista en su serie 13, Rue del
Percebe, está inspirado en Vázquez) y un ingenio fuera de lo
común, de lo que siempre se sintió orgulloso.
Tomo prestada para el título
de esta entrada la definición que hizo el genial aunque hoy
semidesconocido escritor ampurdanés Josep Pla1
de los diferentes niveles de relación con las personas con las que
tratamos en nuestra vida cotidiana: amigos, conocidos y saludados,
con el propósito de reflexionar, muy brevemente, sobre la influencia
de la generalización del uso de las Redes Sociales en conceptos que
creíamos afianzados.
Las personas somos,
generalmente, animales racionales sociales (unos más animales que
otros, según el dicho popular y según el esfuerzo visiblemente
desarrollado por algunas en demostrarlo continuamente con sus
actitudes o acciones) a los que nos gusta relacionarnos entre
nosotros. Por cierto, por puro sentido común y salud mental, salvo
que alguien parta de la base de que el mundo está para rendirle
pleitesía, es importante plantearnos alguna vez cuál es nuestro
papel hacia los demás. Pero eso forma parte de otro escenario en el
que no entraremos hoy.
Antes de entrar en el fondo
del análisis de los cambios observados en la definición de Pla,
quizá convenga preguntarse ¿cómo son estas relaciones sociales?
Obviamente, cada persona es un mundo y no se debe generalizar, porque
cada cual siente sus relaciones hacia los demás como le han
enseñado, como ha interpretado por su cuenta o como buenamente
puede. Sería como intentar explicar como experimentamos cada uno de
nosotros la alegría o la tristeza… Lo importante en el campo
relacional (y no digamos si lo que se intenta es mejorarlo) de
verdad, es poder llegar a entender y respetar como las sienten los
demás. Otro error muy común es querer etiquetar a las personas que
nos rodean: “¡Esta persona es amigo, esta no!” y actuar
sólo conforme a esa etiqueta. En la vida, quien menos te esperas,
aparece entre la multitud (como Simón Cirineo en la subida de Jesús
al Gólgota) para ayudar desinteresadamente y sin conocernos a cargar
con nuestra pesada cruz… en cambio, personas en quien realmente
confiabas, van a desaparecer de tu lado cuando estés a punto de caer
al suelo derrotado…
Josep Pla en su imagen característica.
Técnicamente, antes de
llegar a la clasificación de Pla, hemos de partir de la evidencia de
que nuestra relación hacia el resto de humanos la podemos separar en
dos grandes grupos: los no conocidos, que son la gran masa de
personas de todo el planeta de la que desconocemos totalmente su
existencia, ya que nunca hemos visto u oído hablar de ellos aunque
pueden vivir en la casa contigua a la nuestra o en Australia, y los
conocidos, que son el grupo de humanos que, como mínimo,
conocemos de vista u oído, y que podemos dividir en diferentes
niveles de relación entre los que se pueden incluir los "saludados"
de Pla: simples conocidos, compañeros, pseudoamigos, amigos y
amados. Y dentro de los simples conocidos podemos ubicar a los
saludados, esas personas con las que el reconocimiento puede
ser mutuo, pudiendo incluso coincidir en determinados lugares de
forma más o menos habitual (por ejemplo, cada mañana, en la parada
del autobús), pero no existir con ellas ningún otro tipo de
relación.
Si queremos ampliar la visión en esta
división propuesta, los compañeros son el grupo de personas con las
que ya mantenemos algún tipo de relación conjunta, por ejemplo: de
trabajo, de estudio, deportiva, política, etc., los pseudoamigos
(colegas, amiguetes, etc.) pueden ser también compañeros pero, con
ellos ya compartimos los momentos de ocio y recreo (como ir al
teatro, de bares, a un concierto, a bailar...), el amigo es la
persona con quien mantenemos una relación de amistad, ese
sentimiento difícil de explicar y fácilmente confundible por otros
más banales y, por último, el amado, que es la persona con/por la
que sentimos el súmum de todos las emociones humanas: ¡el amor! Si
ya decimos que es difícil explicar la amistad, más difícil es
definir el amor, que sobrepasa los objetivos de esta entrada y en el
que, por tanto, no entraremos.
Las relaciones humanas son
complejas y, obviamente, mucha gente le dice amigo a personas que no
pasarían de pseudoamigos, compañeros o, incluso, simples conocidos
en la anterior clasificación... como siempre, se puede hacer una
mala interpretación de los sentimientos. Muchas personas proclaman y
presumen de que tienen “muchos amigos”... ¿seguro que lo son?
Tener simples conocidos es normal si vivimos en sociedad; tener
compañeros o pseudoamigos también es una cuestión relativamente
fácil si nos relacionamos… pero tener un verdadero amigo es ya más
difícil (seguramente se pueden contar con los dedos de una mano... y
quizá sobren).
Simón de Cirene (Tiziano): ayudar a alguien sin conocerlo.
Con todo lo visto, ya puede
definirse la clasificación que hacía Josep Pla, entre amigos,
conocidos y saludados como de lo más acertada ya que en muchas
ocasiones utilizamos la palabra amistad de una forma mal entendida
englobando en ella a todo tipo de relaciones. Incluimos a aquellos
con los que vamos a tomar unas copas y poco más, aquellos con los
que solemos charlar pero cuyas conversaciones son banales y
superfluas, y a unos pocos, en realidad, muy poquitos, a los cuales
si podemos darles el apelativo de amigos. Son aquellos que, pase lo
que pase, el tiempo que pase, y como pase, siempre los tendremos ahí.
Son aquellos que no desaparecen en las situaciones difíciles de
nuestra vida, y que ante éstas, no se escabullen o diluyen como el
agua, y que nos brindan su ayuda (física o emocional) y no una
palmadita en la espalda con la típica frase de "todo saldrá
bien” mientras cogen la chaqueta para salir corriendo por la puerta
antes que les puedas pedir algún tipo de favor o ayuda. Esos son los
verdaderos amigos, y es en situaciones complicadas, difíciles, y en
ocasiones, traumáticas, cuando descubres a quien puedes llamar
amigo. Y es en estas circunstancias, cuando te puedes llevar una
grata sorpresa al descubrir que alguno de los que considerabas como
conocido o saludado está a tu lado, sin esperar nada, sin exigir
nada a cambio.
En conclusión, amigos
tenemos habitualmente muy pocos, conocidos muchos y saludados muchos
más y siempre debe tenerse en cuenta que en ningún caso se tratan
de compartimentos estancos donde están localizados unos y otros,
sino que, contrariamente, las amistades, como muchos otros aspectos
de la condición humana, nacen y mueren.
Sí, sí, todo eso ya se
sabía, pero ¿qué pueden variar en este tinglado las Redes
Sociales?
La palabra amistad2
la podemos definir, según el DRAE, como el afecto personal, puro y
desinteresado compartido con otra persona que nace y se fortalece con
el trato. Sin embargo, a diario interactuamos con muchas personas a
las que llamamos "amigos", en una relación que consiste, a
lo sumo, en saber de su vida por lo que publica en sus Redes
Sociales, compartir sus comentarios y darle un "me gusta" a
las fotos y video que difunde. Incluso hay quienes llaman "amigos"
a las personas que son "contactos" virtuales y que jamás
han visto cara a cara ya que una característica de las Redes
Sociales es la de solicitar (y, habitualmente, conceder) "amistad"
a personas que no conocemos de nada. Frente a esta realidad, ¿es
preciso actualizar el concepto de amistad? ¿Las personas con las
cuales hablamos exclusivamente a través de las Redes pueden ser tan
amigas como aquellas con quienes compartimos momentos de la vida
real?
¿Son esas las relaciones que se buscan?
Afirman los psicólogos que
el significado y el valor que se le atribuye a la amistad sigue
siendo el de siempre, toda vez que un amigo se define como un par con
el cual uno se identifica, se comparten las mismas características y
valores independientemente de raza, color, creencias, ideas
políticas, etc., incluso independientemente de distancia física.
Además, se espera que esté presente ante las necesidades o
problemas, como así también que destinen tiempo a la construcción
de la amistad.
Con ello se pone de
manifiesto la idea de que los "amigos virtuales" son tan
importantes como los de la vida real. Y eso es así porque el
significado que uno le otorga a la amistad tiene que ver con la
autopercepción, o sea que si una persona cree que la otra está
cuando lo necesita, es escuchado y acompañado -más allá del medio
en que se desarrolle esta amistad- será una amistad verdadera como
la de "amigos físicos tradicionales" pese a saberse que la
mayoría de los mensajes relacionales no se dan a través del
lenguaje, sino a través de la comunicación no verbal, como los
gestos, la postura, el tono y el ritmo de la voz, entre otros.
"Decimos "te quiero" mucho más con la cara y el
sonido de la voz que con el lenguaje. Por ejemplo, uno construye la
relación con los hijos a través de miradas, caricias, sonrisas.
Después se puede mantener el contacto, claro, a través del teléfono
o las redes sociales, pero ninguno de estos medios per se
proporciona toda la variedad de mensajes que tiene el estar cara
a cara con el otro.
Según el psicólogo
evolucionista británico Robin Dunbar, un individuo puede tener solo
una o dos personas que funcionen como amigos íntimos, con las cuales
hay interacción a diario. En otro nivel se encuentran los individuos
con los que uno interactúa por afinidad y siente aprecio por ellos.
Más abajo se encuentra el resto de los amigos, en los cuales se
invierte menos tiempo en la relación, la conexión es más
superficial y el contacto no es constante.
Por lo tanto, es difícil
que la relación de amistad pueda construirse con la misma intensidad
a través de WhatsApp o Facebook ya que son medios emocionalmente más
distantes aunque hay estudiosos del tema que afirman que,
efectivamente, se puede mantener una "amistad verdadera"
sin que haya contacto cara a cara, como alguna vez se tuvo por carta
(los amigos por correspondencia, y antes también) porque,
argumentan, el contacto presencial fue perdiendo su significado a
través de distintas generaciones y hoy, los jóvenes miden la
amistad en contacto y sostén, pero no en la manera de cómo es dicho
contacto. Mientras que para los mayores puede ser inconcebible tener
como amigo íntimo a alguien a quien nunca vieron en persona, esto no
sucede en las más jóvenes pues no hay que olvidar que los
adolescentes nacieron en la época donde las redes sociales se
transformaron en un medio masivo de comunicación que estrechó los
vínculos y posibilitó las nuevas formas de comunicación, generando
nuevas creencias sobre los vínculos amistosos y en la manera en que
estos llegan a manifestarse".
Evidentemente, no hay una
verdad absoluta en torno al concepto de amistad en la era de las
redes sociales. Deberá entonces, cada cual, reflexionar acerca de
cuan intensas son las relaciones que uno mantiene con las personas
con las cuales se comunica exclusivamente a través de los medios
digitales. Lo que sí es relevante es distinguir que el significado
que encierra el concepto de amistad tradicional y el de
amistad virtual estándar de las Redes son muy diferentes y
usar conscientemente los recursos de una u otra (o, más exactamente,
los de una por otra) proporciona al observador más datos
psicológicos de personalidad de los que cabría suponer.
Para entender que el saber
(el querer debe darse por descontado, si no, el escenario es
muy otro) usar apropiadamente el canal correcto para no dar lugar a
consecuencias en las relaciones que pueden ser catastróficas,
partamos de un supuesto: supongamos una persona A, del montón, con
amigos tradicionales con nexos de vivencias y sueños comunes,
con un alto grado de confianza, con un conocimiento mutuo forjado
durante años de relación, y con amigos virtuales (alguno
coincidente con los tradicionales) en las Redes Sociales. Supongamos
que A pasa un bache emocional intenso por una circunstancia
irreversible, de esas que se identifican con el que "las
palabras no sirven para nada" y en las que sí que es relevante
el cómo se expresan esas palabras y la actitud (física o a
distancia) que se percibe en quién las dice. Vamos, que parece
lógico que A espere de un amigo tradicional B, a quien
posiblemente le ha comunicado directamente la noticia de la
desgracia, que lo acompañe en privado con auténticas
muestras de apoyo en demostración de que A le interesa, como, por
ejemplo, "¿Quieres hablar del tema?¿Quieres que yo hable o
que sólo escuche?¿Quieres hablar de otra cosa?¿Se te ocurre que yo
puedo hacer algo?..." o similares, todas ellas (no
generalizables, por supuesto) demostrativas de la transparencia y
confianza que se supone en la relación. Si en lugar de ello, B,
también amigo en las Redes, opta sólo por un mensaje
típico y tópico en abierto en éstas, ciertamente queda la
constancia pública ante terceros de su mensaje, pero su sentido de
la amistad auténtica que conduce a preocuparse por la situación
anímica de A salta hecho añicos y resulta sugerente comprobar, desde un punto de vista de análisis psicológico, que el hecho de usar la "amistad" de las Redes (priorizando la imagen propia ante terceros) en lugar de la tradicional (priorizando la persona) puede tener iguales consecuencias devastadoras en la relación, sea consciente o inconsciente ese uso.
Volviendo al principio, a la
clasificación de Josep Pla, ¿dónde cabría ubicar ahora a los B de
turno que confunden (¿inconscientemente?) la gimnasia y la magnesia?
Es probable, incluso, que su lugar hasta ahora pueda ser ocupado por
un amigo virtual con una mayor sensibilidad.
-----------------------------
1Josep
Pla i Casadevall (1897 - 1981), fue un escritor y periodista español
en lenguas catalana y castellana. Su original y extensa obra
literaria fue esencial en la modernización de la lengua catalana y
en la divulgación de las costumbres y tradiciones locales. Sus
artículos de opinión, sus crónicas periodísticas y sus
reportajes sociales de numerosos países constituyen también un
singular testimonio de la historia del siglo XX. Todo ello, le ha
consagrado de forma unánime como el prosista más importante de la
literatura catalana contemporánea sin desdeñar su importantísima
obra en lengua castellana.
2No
es casual constatar que la amistad era una divinidad alegórica
entre los griegos y romanos. Las estatuas que le erigieron los unos
y los otros resaltaban su atemporalidad al ponerle una corona con
las palabras: "invierno" y "verano", en la
franja de su túnica se leían estas otras: "La Muerte" y
"La Vida" y la inscripción: "De cerca y De lejos".
Pintaban también a la amistad con los pies desnudos, dando a
entender con esto que no hay incomodidad por grande que sea que no
venza un verdadero amigo en beneficio de otro.
La película de 1965
Sonrisas y lágrimas (The Sound of Music originalmente
y La novicia rebelde en su distribución en Hispanoamérica),
que lanzó a la fama a Julie Andrews y Christopher Plummer, es una
adaptación de la novela La historia de los cantantes de la
familia Trapp y narra en forma de musical edulcorado una parte de la historia real en la que, pocos meses
antes de que Austria se uniera a la Alemania de Hitler, en la ciudad
de Salzburgo una novicia llamada María (Julie Andrews) es enviada a
casa de un viudo capitán de la antigua Marina Imperial austriaca
llamado Georg von Trapp (Christopher Plummer) para que trabaje como
institutriz de sus hijos, con los que entabla amistad a través de la
música y acaba casándose con el viudo capitán, viviendo con él y
los niños en Salzburgo. Formado un grupo musical en el que
intervenía toda la familia, María, ya en la vida real, planeó una gira ficticia a
América, y así fueron cómodamente en tren a Italia, de donde
siguieron subrepticiamente a Londres y de ahí finalmente lograron
emigrar a los Estados Unidos. Dicen las crónicas que allí siguieron cantando durante años,
pero, al parecer, dejaron de hacerlo cuando el grupo empezaba a tener
miembros de fuera de la familia.
Este es, posiblemente, un
caso extremo y anecdótico del influjo del mundo de la música en los avatares
de la vida pero lo que es una evidencia es que la música tiene
incidencia real sobre nuestros procesos mentales, sensaciones y
percepciones. La música ejerce una importante fuerza emocional sobre
las personas, sobre nuestro comportamiento en cualquier etapa de la
vida.
La música está más
presente en nuestras vidas de lo que pensamos. Desde que somos muy
pequeños, estamos expuestos a la voz de las personas de nuestro
entorno, que nos llega en forma de una melodía muy particular,
especialmente la de los padres. La música está muy relacionada con
la inteligencia emocional, por lo que escucharla de la forma adecuada
permite desarrollar y controlar ciertas habilidades como la empatía,
es decir, la capacidad de ponerte en el lugar de otra persona, de
compartir sus sentimientos.
Por hablar sólo de algunos aspectos que genera, confianza, placer, sensación de unidad con los demás y
el mundo, amor por la Naturaleza, euforia, tranquilidad, ganas de
hacer cosas y acercarnos a los demás. También el recuerdo de
momentos y lugares bellos, sensaciones de apertura espiritual,
elevación del nivel de consciencia, alegría sin causa, lágrimas…
Estas son sólo algunas de las variadas e intensas emociones y
sensaciones que puede provocar en los seres humanos la música, esa
singular combinación de melodía, ritmo y armonía, que para el
filósofo griego Platón “es para el alma lo que la gimnasia
para el cuerpo”, y que según el dramaturgo y novelista
irlandés Oscar Wilde era “el arte más cercano a las lágrimas
y los recuerdos...”. Según sea suave, lenta y relajante, o
trepidante, rápida y estimulante, la música puede provocar en la
persona que la escucha un impacto sentimental tan variado como
intenso.
Si hubiéramos de censar los
beneficios de la música,seguramente los podríamos agrupar, más o
menos, como sigue:
- Aísla al estrés. Un
mínimo del 25% de las enfermedades que sufrimos hoy día está
asociado al estrés y, afirman los psicólogos, escuchar media hora
de música suave aunque sea dos veces por semana, reduce
significativamente los niveles de estrés y ansiedad. Escuchar música
suave también ayuda a reducir la frecuencia cardíaca y la presión
arterial y, por tanto, reduce el riesgo de sufrir problemas de salud.
- Aumenta el rendimiento
porque la música no solamente elimina la sensación de fatiga,
cansancio y aburrimiento sino que actúa como un estimulante que
aumenta la productividad. Un estudio realizado en 2005 demostró que
escuchar música mientras se hace ejercicio aumenta la pérdida de
peso y ayuda a ser constante.
- Facilita el sueño.
Escuchar música de baja frecuencia induce a la relajación, y
facilita y mejora el sueño. Esto ayuda a que nos pongamos en un
estado saludable: los efectos del estrés y la ansiedad desaparecen.
- Aumenta el optimismo. La
música también puede ser usada para trasladarnos a un estado de
ánimo mucho más positivo. Gracias a la música recordamos momentos
felices, pero también aumentamos la autoestima y la confianza en
nosotros mismos. Otro de sus múltiples beneficios es que cuenta con
la virtud de cambiar el ánimo de una persona rápidamente, y ayuda a
tener autocontrol, mejora el poder de seducción y vence la timidez.
Todo eso hace que la convierta en el mejor remedio para uno mismo.
- Invita a socializar. La
música une a personas que comparten una pasión similar. Ayuda a
conocer gente nueva, a hacer vida social y a unir grupos.
- Facilita meditar. Las
melodías suaves tienen un efecto mágico y relajante sobre los
estados de tensión y el estrés del día a día. Ayuda a meditar a
muchísima gente que hasta entonces tenía dificultades para hacerlo,
y está demostrado que dedicar unos minutos al día a la música de
baja frecuencia es una de las mejores técnicas de relajación que
existen.
Pero si nos preguntamos si
provoca el mismo efecto en todas las personas y en todas las culturas,
es decir, si la música es verdaderamente un lenguaje universal, como
suele afirmarse, hemos de puntualizar que, de acuerdo a un reciente
estudio del Instituto Max Planck de Neurología de Leipzig
(Alemania), la respuesta es afirmativa, ya que los sentimientos
expresados musicalmente se entienden igual en todo el mundo y la
música logra superar sin mayores dificultades las barreras entre las
culturas.Sabemos que, en la
antigüedad, Pitágoras, Aristóteles y Platón ya creían que la
música puede influir a nivel físico y emocional, además de que
estaban convencidos de que aumenta el bienestar social y mejora la
calidad de vida, aunque hemos de reconocer que las opiniones no
siempre han sido favorables; ahí está, sin ir más lejos, Napoleón
Bonaparte (a quien, paradójicamente, Berlioz, Fauré, Tchaikovsky y
hasta el mismísimo Beethoven, entre otros, le dedicaron obras) y su
famosa afirmación de que “La música es el más bello de los
ruidos... pero ruido al fin.”.
Desde la antigua Grecia,
pues, se tiene constancia de la existencia de formas de notación
musical; sin embargo, es a partir de la música de la Edad Media,
principalmente el canto gregoriano, cuando se comienza a emplear el
sistema de notación musical que evolucionaría al actual y dejaría
constancia de la música que se hacía. Las distintas formas de
notación musical y los soportes empleados han sido muy diversos a lo
largo de la historia, y son objeto de estudio por parte de los
musicólogos e historiadores de la música en la actualidad. Los
diversos sistemas de notación dan testimonio de la realidad
artística y cultural del momento, de forma que, si bien es cierto
que desconocemos la música que escuchaba Pitágoras y sólo nos
quedan las pinturas y relieves, y contados hallazgos arqueológicos,
que nos muestran los instrumentos que utilizaban, a partir de la Edad
Media podemos comprobar que la buena música no tiene edad, y que
provoca similares emociones ahora que cuando se compuso.
Es el caso de "Greensleeves" (algo así
como "Casquivana"), canción y melodía tradicional del
folklore inglés de la que la leyenda, muy extendida, asegura que fue
compuesta por el Rey Enrique VIII (1491-1547) para su amante y futura
reina consorte Ana Bolena. No se sabe si la leyenda es cierta, pero
la canción todavía se asocia comúnmente a dicha dama en la opinión
pública. Y probablemente circuló primero oralmente y después en
forma de manuscrito, como mucha música de uso social, mucho antes de
que fuera impresa. En la obra de Shakespeare Las alegres comadres
de Windsor, escrita alrededor de 1602, el personaje de Ama Ford
se refiere dos veces, sin ninguna explicación, a «la melodía de
Green Sleeves». Desde que la técnica permite conservar registros
sonoros, son centenares las versiones grabadas (con y sin letra) de
la melodía, en prácticamente todos los estilos, desde el jazz a la
música celta. Incluso hay referencias en música "culta"
ya que, en 1934, el compositor británico Ralph Vaughan Williams
compuso una Fantasía sobre Greensleeves, así como una
versión para piano y violín de la misma melodía.
Lo relevante para lo que nos ocupa es la constatación
de que sigue despertando en todas las versiones los mismos
sentimientos.
Con los adelantos técnicos,
hoy día puede encontrarse música "por encargo" que, a
través de la aplicación de sintetizadores, mezcladores de sonidos y
otras novedades técnicas, consiguen piezas musicales, a veces con
resultados apreciables, en las que se intenta remedar el
funcionamiento fisiológico de los resortes que activan determinadas
sensaciones, derivado de la transmisión de ondas desde el oído
hasta el cerebro, pasando por el sistema nervioso central.
Pero si es cierto, y lo es,
que la música nos permite explorar los sentimientos a fin de, en
definitiva, lograr hacer cambios positivos en nuestro estado de ánimo
y emocional y ser capaces de desarrollar un sentido de control de
nuestras vidas, no es descabellado pensar que eso es posible a través
de experiencias de otro, es decir, que, de alguna forma, nos
convertimos en reflejo emocional del compositor de esa música que
nos está influyendo.
La composición musical
tiene mucho de arte y mucho más de brujería; lograr que con la
combinación del sonido de siete notas musicales principales en
determinados tonos, ritmos, intensidades,... y usando diferentes
instrumentos para expresarlo (es diferente como se oye un Do al
piano, al oboe o al cello, pongamos por caso) nuestro ánimo se
vuelva triste, soñador o eufórico, trasciende las barreras de la
comprensión racional y entra en el terreno de la magia,
Claro, que si Mozart compuso
por un lado La marcha turca y por otro la Lacrimosa,
por fuerza hemos de convenir en que todas las composiciones tienen un
algo de registrar el estado anímico del compositor en ese momento
y no, seguramente, en toda su obra, y si esa sensación se transmite
a nosotros al escucharla, nos convertimos sin saberlo en replicantes
anímicos del compositor. A lo largo de la historia de la música
encontramos que, en una obra con una cierta uniformidad en su
llegada a nuestros oídos, pueden percibirse ramalazos de
tratamientos, más altos o más bajos en su aspecto emocional que el
resto de obra, que parecen obedecer a baches emocionales del autor.
Es lo que se observa, por ejemplo, escuchando atentamente Cuadros
de una exposición, de Mussorgsky.1
Famoso retrato de Mussorgsky pintado por Ilya Repin
Unos antecedentes
necesarios: en 1873 fallece a los 39 años, víctima de un ataque
cardíaco, Victor Hartmann, arquitecto, acuarelista, diseñador y
amigo personal de Modest Mussorgsky. Éste, que no era la más
estable de las personas, se hundió en una profunda depresión, estaba obsesionado por la muerte de su amigo y por una irracional creencia
de que era en parte responsable de ella2.
Empezó a beber, vendió algunas de sus pertenencias para obtener
ingresos, sufría de alucinaciones, desapareció durante días, se
involucró en un alboroto y le echaron de su apartamento. Vladimir
Stassov, amigo tanto de Hartmann como de Mussorgsky, estaba
preocupado por la salud mental y física de este último y creía que
podría ser de ayuda para el compositor si le comprometía en alguna
actividad en honor de Hartmann, así que organizó un año después
de los hechos, a modo de homenaje, una exposición de alrededor de
400 obras del artista. Mussorgsky asistió a la exposición y se
sintió conmovido por lo que veía, pero no pudo componer una pieza
conmemorativa para Hartmann (que era lo que le sugirió Stassov) hasta algunos meses más tarde. Cuando
finalmente se puso a trabajar, decidió escribir una suite para piano
de diez movimientos, cada uno de los cuales representaba uno de los
cuadros de Hartmann, en la que intenta evocar a partir de la música
los cuadros contemplados y las sensaciones allí percibidas. El
nexo de unión entre todos los movimientos era un tema de "paseo",
tema común que, a decir del propio Mussorgsky, lo representa a él mismo
en la transición entre cada cuadro.
En la audición estamos ante
un ejemplo de música programática, ese tipo de música de carácter
descriptivo (que tuvo su momento de mayor esplendor en el
romanticismo) que tiene como objetivo evocar ideas o imágenes
extra-musicales en la mente del oyente. Mússorgsky realizó un
conjunto de piezas brillantemente descriptivas que adquieren unidad y
continuidad con el repetitivo tema del "paseo" (Promenade),
destacando en el conjunto una salvaje y furiosa pieza llamada Baba
Yaga que debe su nombre a la bruja de una leyenda rusa que vivía
en una cabaña en ruinas sostenida por gigantes patas de pollo. Pero,
como contrapunto obligado por la desaparición de Hartmann, compone la pieza
Il vecchio castello (así, en italiano), apaciguada y a la vez
melancólica tonada, acentuada por la posterior orquestación de Ravel, que
está inspirada en la acuarela de un viejo castillo italiano en
ruinas, y la figura en ella de un trovador que escribe poesía y toca
música. Las imágenes musicales de Mússorgsky transmiten un
sentimiento de nostalgia por una época cuyo esplendor, junto con las
personas asociadas a él, desapareció hace mucho tiempo.
En suma, a través del trabajo y sentimiento de los
músicos, la música es capaz de crearnos/transmitirnos sensaciones
que hacen aparecer imágenes que, seguramente, están guardadas en
algún lugar de nuestro mundo interior, nos trae recuerdos de épocas
pasadas, de encuentros y de desencuentros y, a la postre, la música
está presente en todos los momentos de nuestra vida, incluso en los de soledad, de
euforia o de depresión, también como compañera y cómplice de esos
momentos.
---------------------------------------
1Modest
Petrovich Mussorgsky (1839 - 1881) Compositor ruso, el que mejor
supo reflejar el alma del pueblo ruso, a pesar de las profundas
carencias de su preparación técnica. Músico de formación
autodidacta, muchas de sus obras quedaron inacabadas por falta de
conocimiento del oficio de compositor, pero a pesar de ello revelan
un talento y una originalidad que ejercerían una profunda
influencia en autores posteriores. Hijo de un terrateniente, su vida transcurrió en el medio rural hasta que fue
destinado por su familia a seguir la carrera militar pero, en 1857
entró en contacto, en San Petersburgo, con los compositores
Balakirev, Borodin, Cui y Rimski-Korsakov, con quienes formaría el
Grupo de los Cinco y dejó el ejército para iniciar carrera en la
música ganándose la vida de forma discontinua como funcionario.
De su obra destaca la magistral ópera Boris Godunov, el
ciclo vocal Canciones y danzas de la muerte, la suite
pianística Cuadros de una exposición, orquestada
posteriormente por Maurice Ravel, y la pieza orquestal Una noche
en el Monte Pelado. Epiléptico y alcohólico, Mussorgsky
falleció prematuramente sin poder acabar una nueva ópera,
Jovanchina, culminada por Rimski-Korsakov.
2Se
cuenta que su pena se mezclaba con sentimientos de culpa, pues
recientemente había estado paseando con Hartmann cuando el
arquitecto tuvo un primer ataque y no podía respirar. En lugar de
llevarle a un médico, Mussorgsky trató de calmar al afligido
Hartmann: "Descansa un poco, tranquilo, y luego seguiremos"
Debido a este incidente, Mussorgsky ilógicamente se culpaba a sí
mismo por la muerte de Hartmann: "Cuando recuerdo esta
conversación, me siento desdichado, porque me comporté como un
cobarde con temor a la enfermedad. Este temor existía porque yo
temía preocupar a Hartmann, ¡así que me comporté como un tonto
niño de escuela!",se
puede leer en su correspondencia posterior.
Hoy, día 8 de marzo, Día
Internacional de la Mujer (antes Día de la Mujer Trabajadora),
institucionalizado en 1975 por la ONU para conmemorar la lucha de la
mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la
sociedad y en su desarrollo íntegro como persona, en un año, 2018,
en que se han globalizado las manifestaciones reivindicativas en
diferentes ámbitos y con objetivos segmentados (igualdad de
derechos, acoso, maltrato, violencia,...), parece justo homenajear a
esas mujeres anónimas que, con sus aciertos y errores, consagraron
su vida a mejorar (no sólo económicamente) su entorno cotidiano sin
recibir nunca reconocimiento por su esfuerzo. Y es que la lucha por
la igualdad no puede convivir con los estereotipos comunes, que a
veces pasan desapercibidos, de "micromachismo".
Viene como anillo al dedo
recordar una anécdota de Buenaventura Durruti, una de las "bestias
negras" de las derechas de este país por su combate, en vida,
al franquismo. Se cuenta que un día fue a visitarlo Manuel Pérez,
secretario del sindicato CNT-FAI, y lo encontró en la cocina,
haciendo la cena; ante su expresión de asombro y estupefacción,
Durruti le dijo:
- Si se está convencido de
la necesidad de una revolución y se decide luchar por ella, la
revolución empieza en casa.
Más claro, el agua; eso
saca a la luz hipocresías como la de quienes predican igualdad entre todos los humanos... de
puertas afuera. Un ejemplo: cuando el Papa vino a Barcelona para
bendecir para el culto la inacabada Basílica de la Sagrada Familia,
el ÚNICO protagonismo femenino en una ceremonia trufada de
circunspectos personajes ensotanados fue el de unas monjitas que,
provistas de bayetas y fregonas, limpiaron a conciencia el altar
ceremonial. Ahí están las imágenes. De ahi a calificar el feminismo como el demonio por un obispo que no ha entendido nada de nada, un paso. Y muchas feligresas se lo creen a pie juntillas porque busca cambiar lo que para él y ellas es "normal" (¿Se entiende que cojan escalofríos cuando dirigentes políticos abogan en todo por "volver a la normalidad" cuando en realidad se instalan en un inmovilismo que olvida que la política es/debe ser espejo de la realidad?). O como los partidos que dicen
no sumarse a las acciones reivindicativas porque aún no hay paridad
en los convocantes, confundiendo posiblemente "mayoría
masculina" con "mayoría machista". Y no es lo mismo.
Por eso resulta repugnante
que hoy aún haya hombres ¡y mujeres! que, con argumentos que
difícilmente se sostienen, ataquen, menosprecien o se burlen de este
más que justificado ejercicio de reivindicación. Sin hacer
política, lo que se observa es que quienes alientan y divulgan estas
burlas se suelen asociar a unos colores políticos que exhiben sin
ningún reparo la marca identificativa de hacer chanza y menospreciar
todo aquello que sobrepasa sus entendederas y que son, por tanto,
incapaces de gestionar.
Con nuestro homenaje y
respeto a todas las mujeres, usualmente menospreciadas (y consentido por la sociedad) por el simple
hecho de ser eso, mujer.
¡Cuánta razón tenía
nuestro hoy poco valorado Nobel Aleixandre! Sin darnos cuenta, todos vamos muriendo poco a poco
mientras nos esforzamos en hacer ver que vivimos. Y en este proceso,
cuyo final conocemos de antemano, no sólo juegan las condiciones
físicas y su inevitable deterioro sino, y de forma más lacerante,
sobre todo, la progresiva desaparición (por eso que llamamos ley
de vida) de los puntos de referencia, particularmente los
emocionales, indiferentes a las distancias físicas, de los que,
ingenuamente, pensábamos que dispondríamos siempre, y cuya ausencia
(repentina o no) se traduce, seamos o no conscientes de ello, en un
peldaño que nos vemos obligados a bajar porque es un asidero de
nuestra vida que desaparece.
Hace muchos años, una
persona conocida, de esos que se identifican como amigo de un
amigo, tuvo un gravísimo accidente de coche que le produjo
semanas de hospitalización hasta conseguir recuperar una cierta
normalidad para poder afrontar los esfuerzos que exige la vida
cotidiana. Contaba después el accidentado que, cuando se despertó
en la UCI del hospital, un día después del accidente, su primera
impresión era que había asistido en esas horas a la proyección de
una película en cámara rápida en la que se había repasado toda su
vida, remarcando episodios que él consideraba poco importantes o
incluso olvidados.
Pero ese pase de película
que citaba esa persona no
es privativo de esas ocasiones o similares, y se extiende a casi
cualquier situación traumática. Cuando a uno le comunican la noticia de que
todo indica que una persona de esas que es referencia de vida ha
iniciado el proceso de su marcha de con nosotros, después de los
primeros sentimientos de confusión, de ira (¿por qué tiene que
pasar ésto?) o de frustración (impotencia por no poder hacer NADA
para evitarlo)… una de las emociones que termina por instalarse en
cualquiera de nosotros es… la tristeza. Tristeza hacia nosotros
mismos, no hacia la persona que inicia su marcha por la evidencia de
que en adelante no nos acompañará; tristeza, por tanto, por la
llegada de una cierta forma de soledad,del final de un algo compartido.
En ocasiones resulta muy
duro tener que aceptar, cuando ésto sucede, que el deterioro físico
puede impedir, no ya el acompañamiento en esos momentos delicados
del traspaso, sino la simple repetición del abrazo fraterno que
otrora, periódicamente, permitía una recarga de energía vital. Es,
pues, en esas ocasiones, cuando cobra toda su importancia asistir, quizá dolorosamente, a
esa película hecha de recuerdos, vivencias, experiencias
difíciles, silencios compartidos,.. e insconcientemente diseñamos
un guión para la película en el que cobran protagonismo de quien nos deja pequeños
retazos de una vida que ahora calificamos como ejemplar, y pasan ante
nuestros ojos las imágenes de una lejana niñez llena de privaciones
pero feliz, una adolescencia y juventud marcadas por las renuncias,
una vida, en definitiva, que se identifica con el sacrificio por
terceros, nunca por beneficio propio, sólo atenuado este sacrificio por el amor volcado en sus hijos (personas
maravillosas, por otra parte, a los que supo inculcar su filosofía
de vida), y todo ello sin un mal gesto, ni incluso en los momentos más difíciles, transmitiendo a todos una
serenidad envidiable. Son retazos, en suma, de los que realmente
somos co-partícipes y de los que se guardan recuerdo vivo porque la
obligada lejanía física nunca significó alejamiento sino, al
contrario, acrecentamiento constante del cariño y respeto, y afortunado redescubrimiento
en cada reencuentro: bastaba estar ahí.
En estos casos, la
tendencia natural es la de considerar que sólo es uno quien siente la
intensidad de determinadas emociones y sentimientos, incluso que
nadie es capaz de entenderlo, cuando la verdad es que estos
sentimientos tienen bastante de universalidad si bien la forma de
exteriorizarlos tiene mucho que ver con cómo es cada uno. Para
muestra, un botón, en una canción archiconocida compuesta e
interpretada por Alberto Cortez en la que, eso sí, hay que hacer
abstracción de que el autor se refiere a que la pérdida está
encarnada por la pareja amorosa y fijarnos solamente en los
sentimientos universales que provoca la ausencia.
Pero ahora, de repente, esa
persona no está ahí. Y ha saltado hecho trizas el nexo auténticamente valioso y sólido con un tiempo, unos lugares, unas gentes, unas vivencias,... que fueron parte de un aprendizaje de vida y que ahora, perdido el poder de evocación conjunta como instrumento de crecimiento personal, quedan, como mucho, como una sucesión de postales aisladas, como una pesada carga para uno solo, con sólo el valor de dato estadístico. ¿Qué hacer? Porque la vida sigue, con
sus penas y alegrías... Es conocido el dicho popular de que "si
has nacido, ya sabes que, antes o después, te toca morir", o
sea que la muerte es una faceta natural de la propia vida consustancial con ella y como tal
deberíamos tomarla, sin aspavientos y cuidando de priorizar, en el
momento del traspaso, el valor que nos aportó la persona que nos
deja por encima del dolor que nos causa su marcha. Nadie dice que sea
fácil, es más, uno de los aspectos más difíciles de asumir no es,
curiosamente, el de la propia muerte en un futuro desconocido, sino
el hecho de que, en el tiempo que nos quede de vida, ya no volveremos
a tener la compañía/referencia de la persona que marcha. Terreno
abonado, en la desesperación, por cierto, para TODAS las religiones,
que, vía resurrección, vida eterna, reencarnación, etc., prometen
que la ausencia será puntual, y dentro de un tiempo indeterminado se
recuperará la feliz y añorada convivencia en el Más Allá.
Dejando a un lado las
respetables creencias y sus promesas de vida futura, lo cierto y punzante es
que en el presente se ha originado un doloroso vacío que no sabemos
bien cómo tratar: ¿focalizando las acciones en la persona que se ha
ido? ¿actuar únicamente de cara a quien queda? ¿con una actuación
diferente en el círculo común con el finado y en el círculo más amplio con terceros? La
pregunta, en todo caso, es si nuestros actos han de ser,
efectivamente, selectivos y, para ayudarnos a tomar la decisión
correcta (si se puede denominar así en estas circunstancias),
podemos acudir a la idea recurrente de imaginar que no se ha
producido la pérdida y que esa persona sigue con nosotros
observándonos, por lo que no es descabellado proponerse realizar el
esfuerzo de actuar en todo momento y ante cualquiera, aunque sólo
sea como muestra de respeto a su memoria, de tal forma que se
sintiera contenta y orgulllosa de nosotros o, al menos, que no le
diéramos a sabiendas motivos para censurarnos.
En unos momentos en los que
surgen como hongos los llamados libros de autoayuda, no podían
faltar entre ellos cantidad de manuales (?) de cómo
afrontar una pérdida o algo parecido, que igual se aplican a un
divorcio, a la muerte de una mascota, a la pérdida de un empleo o,
por extensión, a casi cualquier circunstancia presuntamente
traumática. Sin restarles validez para quien los considere válidos,
nos permitiremos reflexionar sobre el tema de la actuación ante la
pérdida de un ser querido, no desde la teoría sino desde la óptica de un afectado,
con los sentimientos a flor de piel, procurando aplicar la objetividad apuntada en el párrafo anterior,
es decir, imaginando que aún nos acompaña, partiendo de la base
necesaria de que para manejar esta intensa y a veces desbordante
emoción, hay que reconocerla y comprenderla. Y pensar que nuestra
actuación tiene fuerte influencia en el entorno: luchemos por que
esta influencia sea siempre positiva.
Para entenderos, intentaremos refleionar sobre el periodo
inmediatamente posterior a sufrir una pérdida, que se llama época de
duelo (seguramente porque duele) emocional, que es un
proceso de adaptación que nos permite restablecer el indispensable
equilibrio personal que ha quedado alterado por la pérdida. Las
consecuencias emocionales están directamente relacionadas con la
persona que hemos perdido y también con el modo en el que se ha
producido la pérdida, con el tiempo de relación, la intensidad y
las circunstancias de esa relación, lo imprevisto de la pérdida…
Pero siempre supone un gran dolor, tristeza, desestructuración y
desorganización. A pesar del sufrimiento que causa, el duelo
emocional es un proceso necesario y ayuda a adaptarse a la pérdida,
prepara para vivir sin la presencia física de esa persona, y es
fundamental, para conducir correctamente el vínculo afectivo con
ella de forma que sea compatible con la realidad presente y posterior. Su
duración es muy variable, pero dicen los psicólogos expertos en el
tema que los dos primeros años suelen ser los más duros, aunque
cada persona tiene su propio ritmo y necesita un tiempo distinto para
la adaptación a su nueva situación. Sobre todo no hay que
desalentarse y anclarse en el pasado, confiando siempre en que se
saldrá adelante.
No hay que olvidar que, a
decir de los expertos, al trago psicológico con su marasmo de
sensaciones y emociones, hay que añadir determinados síntomas físicos
que conviene conocer para contrarrestar, tales como sensación de
estómago vacío, falta de energía, agotamiento, llanto,
alteraciones del sueño (tanto insomnio como sueño excesivo),
inapetencia, pérdida de peso, opresión en el pecho o palpitaciones
y, al parecer, un largo etcétera según cada persona.
Si hemos de hacer caso a la
duración de esos dos años de la fase más crítica del duelo
estimada por los psicólogos, lo que sería una locura insoportable
es pensar que la intensidad de las emociones fuera la misma, lineal,
en todo el proceso, por lo que cabe pensar que en él se van
sucediendo, llamémosle, etapas, posiblemente solapadas, que conducen
al final el estadio de serenidad deseado, seguramente cuando la
evocación de los recuerdos de la persona que se ha marchado ya no es
un obstáculo emocional sino un apoyo íntimo. En este sentido, vamos
a intentar agrupar esa evolución según los sentimientos que van
aflorando: en la primera etapa, que suele ser breve (días o incluso
horas) domina el desconcierto, el aturdimiento, y funciona como un
mecanismo de defensa. Implica un shock de irrealidad y, posiblemente,
aparece la sensación de no sentir, de no pensar junto al estrés
físico, y las expresiones más frecuentes son del tipo “Esto no
puede ser”, “Esto no puede estar pasando”, “Seguro que es un
error”. Se niega lo ocurrido como una forma de darnos más tiempo
para ir procesando la pérdida aún cuando se haya sido testigo directo del
fatídico lance, esperado y temido o, contrariamente, soportando u dolor casi físico si no ha habido oportunidad de acompañamiento y calor en la despedida. Debemos tener en cuenta (válido
para todo el proceso, nuestro entender) que si nos "cerramos"
emocionalmente en esta etapa y no progresamos mentalmente, nos va a
costar mucho aceptar y entender nuestras emociones, así como
expresarlas.
Cuando ya somos conscientes
del vacío que ha dejado la pérdida nos invade una tristeza profunda
y anhelo-búsqueda porque el futuro que nos imaginábamos/imaginamos
ya no es posible, buscamos el confort que solíamos tener con la
persona que nos ha dejado, e intentamos llenar ese vacío de su
ausencia. Aquí seguimos identificándonos con ella, buscando
recordatorios constantes y formas de estar más cerca de ella y de su
recuerdo. Una vez que nos hemos enfrentado seriamente a la realidad
aparecen emociones intensas, como pena, dolor, miedo, ira, culpa y
resentimiento. Es natural sentirse frustrado e irascible, con una ira
que puede dirigirse hacia uno mismo, hacia los demás (mucho cuidado
con involucrar a terceros del entorno o de fuera de él), incluso
hacia el ser querido por habernos abandonado. Racionalmente sabemos
que no podemos culparla pero emocionalmente estamos enfadados.. al
mismo tiempo que nos sentimos culpables por estar enfadados. Es
cuando nacen los condicionales: “¿Qué habría pasado si…?”
“Debería haberlo hecho mejor cuando…”, “No le cuidé lo
suficiente”. Como apuntamos en el paso anterior, también aquí, si
nos estancamos, vamos a pasar la vida intentado llenar ese vacío de
la pérdida y teniendo en nuestra mente de forma constante a ese ser
querido.
El paso siguiente es cuando
se toma conciencia de la pérdida (a nuestro juicio es diferente la
consciencia del vacío que produce la pérdida de la de la propia
pérdida) y aceptamos que todo ha cambiado y no volverá a ser como
era o como nosotros imaginábamos, de lo que la pérdida implica en
nuestra vida y eso conduce a la desorganización/desesperación con
la aparición de síntomas depresivos como la apatía y desinterés,
tristeza sostenida, sensación de soledad, fragilidad física y falta
de objetivos. Se siente como si la vida nunca va a mejorar o no va a
volver a tener sentido sin la presencia del fallecido, con el riesgo
de alejar a los demás de nosotros si no controlamos estas actitudes;
si no superamos esta etapa continuaremos consumidos en la tristeza,
la depresión, y nuestra actitud ante la vida va a ser negativa y sin
esperanza.
Sin abandonar, sin embargo,
el dolor y sin caer en el olvido consciente del ser querido, sino
manteniendo (y controlando) siempre un recuerdo emocionado, llega el
momento en que la fe en la vida comienza a recuperarse, se acepta
plenamente la realidad de la pérdida, pero reaparece la esperanza y
la adaptación a la nueva realidad, nuevos objetivos, nuevas
relaciones. Poco a poco te empiezas a reconstruir y te das cuenta de
que la vida puede (y debe, como a ella le gustaría) ser positiva
después de la pérdida. Se reestablece la confianza lentamente; en
esta etapa, el duelo no se ha ido del todo, pero la pérdida
retrocede a una parte más reservada de la mente, donde continua
influyéndonos pero no está en la primera línea.
Por supuesto, no somos expertos y no pretendemos
convertir estas reflexiones en etapas lineales ni universales a observar. Cada
persona lleva su propio proceso de duelo, que puede ser diferente al
de los demás y es posible que no pasemos por todas las etapas descritas, que
retrocedamos en alguna porque puede admitirse que parecen fases comunes,
pero en ningún caso son “obligadas”. De hecho, el duelo real se
parece más a una montaña rusa de emociones que a una lista de
etapas ordenadas.
El gran poeta granadino Antonio Carvajal, Premio de la
Crítica de la Junta de Andalucía y Premio Nacional de Poesía en
2012, escribió un hermoso soneto, nada triste ni sombrío, inédito,
a la muerte de la madre de un amigo común, el mismo que me lo dio a
conocer emocionado. Estoy seguro de que nadie pondrá ningún
inconveniente en que lo reproduzca aquí en esta ocasión. Dice así:
Del fondo
gris del horizonte brota
penúltimo
un carmín algo subido
como de un
pensamiento malherido
surge una
pena viva, mas remota.
No falta
nada: el barco, la gaviota,
el paseo
recién encandecido,
el rumor
de las olas, el crecido
candor de
ese lucero – leve nota
en el
acorde pleno de la tarde -.
No falta
nada. En la memoria arde
el amor
bien cumplido y su certeza.
Y el agua,
siempre nueva aunque mirada
siempre,
le dice al alma enamorada
que mire y
busque siempre su belleza.
Lacrimosa dies illa Qua
resurget ex favilla Judicandus homo reus. Huic
ergo parce, Deus: Pie Jesu Domine, Dona eis
requiem. Amen.