Tomo prestada para el título
de esta entrada la definición que hizo el genial aunque hoy
semidesconocido escritor ampurdanés Josep Pla1
de los diferentes niveles de relación con las personas con las que
tratamos en nuestra vida cotidiana: amigos, conocidos y saludados,
con el propósito de reflexionar, muy brevemente, sobre la influencia
de la generalización del uso de las Redes Sociales en conceptos que
creíamos afianzados.
Las personas somos,
generalmente, animales racionales sociales (unos más animales que
otros, según el dicho popular y según el esfuerzo visiblemente
desarrollado por algunas en demostrarlo continuamente con sus
actitudes o acciones) a los que nos gusta relacionarnos entre
nosotros. Por cierto, por puro sentido común y salud mental, salvo
que alguien parta de la base de que el mundo está para rendirle
pleitesía, es importante plantearnos alguna vez cuál es nuestro
papel hacia los demás. Pero eso forma parte de otro escenario en el
que no entraremos hoy.
Antes de entrar en el fondo
del análisis de los cambios observados en la definición de Pla,
quizá convenga preguntarse ¿cómo son estas relaciones sociales?
Obviamente, cada persona es un mundo y no se debe generalizar, porque
cada cual siente sus relaciones hacia los demás como le han
enseñado, como ha interpretado por su cuenta o como buenamente
puede. Sería como intentar explicar como experimentamos cada uno de
nosotros la alegría o la tristeza… Lo importante en el campo
relacional (y no digamos si lo que se intenta es mejorarlo) de
verdad, es poder llegar a entender y respetar como las sienten los
demás. Otro error muy común es querer etiquetar a las personas que
nos rodean: “¡Esta persona es amigo, esta no!” y actuar
sólo conforme a esa etiqueta. En la vida, quien menos te esperas,
aparece entre la multitud (como Simón Cirineo en la subida de Jesús
al Gólgota) para ayudar desinteresadamente y sin conocernos a cargar
con nuestra pesada cruz… en cambio, personas en quien realmente
confiabas, van a desaparecer de tu lado cuando estés a punto de caer
al suelo derrotado…
Josep Pla en su imagen característica. |
Técnicamente, antes de
llegar a la clasificación de Pla, hemos de partir de la evidencia de
que nuestra relación hacia el resto de humanos la podemos separar en
dos grandes grupos: los no conocidos, que son la gran masa de
personas de todo el planeta de la que desconocemos totalmente su
existencia, ya que nunca hemos visto u oído hablar de ellos aunque
pueden vivir en la casa contigua a la nuestra o en Australia, y los
conocidos, que son el grupo de humanos que, como mínimo,
conocemos de vista u oído, y que podemos dividir en diferentes
niveles de relación entre los que se pueden incluir los "saludados"
de Pla: simples conocidos, compañeros, pseudoamigos, amigos y
amados. Y dentro de los simples conocidos podemos ubicar a los
saludados, esas personas con las que el reconocimiento puede
ser mutuo, pudiendo incluso coincidir en determinados lugares de
forma más o menos habitual (por ejemplo, cada mañana, en la parada
del autobús), pero no existir con ellas ningún otro tipo de
relación.
Si queremos ampliar la visión en esta
división propuesta, los compañeros son el grupo de personas con las
que ya mantenemos algún tipo de relación conjunta, por ejemplo: de
trabajo, de estudio, deportiva, política, etc., los pseudoamigos
(colegas, amiguetes, etc.) pueden ser también compañeros pero, con
ellos ya compartimos los momentos de ocio y recreo (como ir al
teatro, de bares, a un concierto, a bailar...), el amigo es la
persona con quien mantenemos una relación de amistad, ese
sentimiento difícil de explicar y fácilmente confundible por otros
más banales y, por último, el amado, que es la persona con/por la
que sentimos el súmum de todos las emociones humanas: ¡el amor! Si
ya decimos que es difícil explicar la amistad, más difícil es
definir el amor, que sobrepasa los objetivos de esta entrada y en el
que, por tanto, no entraremos.
Las relaciones humanas son
complejas y, obviamente, mucha gente le dice amigo a personas que no
pasarían de pseudoamigos, compañeros o, incluso, simples conocidos
en la anterior clasificación... como siempre, se puede hacer una
mala interpretación de los sentimientos. Muchas personas proclaman y
presumen de que tienen “muchos amigos”... ¿seguro que lo son?
Tener simples conocidos es normal si vivimos en sociedad; tener
compañeros o pseudoamigos también es una cuestión relativamente
fácil si nos relacionamos… pero tener un verdadero amigo es ya más
difícil (seguramente se pueden contar con los dedos de una mano... y
quizá sobren).
Simón de Cirene (Tiziano): ayudar a alguien sin conocerlo. |
Con todo lo visto, ya puede
definirse la clasificación que hacía Josep Pla, entre amigos,
conocidos y saludados como de lo más acertada ya que en muchas
ocasiones utilizamos la palabra amistad de una forma mal entendida
englobando en ella a todo tipo de relaciones. Incluimos a aquellos
con los que vamos a tomar unas copas y poco más, aquellos con los
que solemos charlar pero cuyas conversaciones son banales y
superfluas, y a unos pocos, en realidad, muy poquitos, a los cuales
si podemos darles el apelativo de amigos. Son aquellos que, pase lo
que pase, el tiempo que pase, y como pase, siempre los tendremos ahí.
Son aquellos que no desaparecen en las situaciones difíciles de
nuestra vida, y que ante éstas, no se escabullen o diluyen como el
agua, y que nos brindan su ayuda (física o emocional) y no una
palmadita en la espalda con la típica frase de "todo saldrá
bien” mientras cogen la chaqueta para salir corriendo por la puerta
antes que les puedas pedir algún tipo de favor o ayuda. Esos son los
verdaderos amigos, y es en situaciones complicadas, difíciles, y en
ocasiones, traumáticas, cuando descubres a quien puedes llamar
amigo. Y es en estas circunstancias, cuando te puedes llevar una
grata sorpresa al descubrir que alguno de los que considerabas como
conocido o saludado está a tu lado, sin esperar nada, sin exigir
nada a cambio.
En conclusión, amigos
tenemos habitualmente muy pocos, conocidos muchos y saludados muchos
más y siempre debe tenerse en cuenta que en ningún caso se tratan
de compartimentos estancos donde están localizados unos y otros,
sino que, contrariamente, las amistades, como muchos otros aspectos
de la condición humana, nacen y mueren.
Sí, sí, todo eso ya se
sabía, pero ¿qué pueden variar en este tinglado las Redes
Sociales?
La palabra amistad2
la podemos definir, según el DRAE, como el afecto personal, puro y
desinteresado compartido con otra persona que nace y se fortalece con
el trato. Sin embargo, a diario interactuamos con muchas personas a
las que llamamos "amigos", en una relación que consiste, a
lo sumo, en saber de su vida por lo que publica en sus Redes
Sociales, compartir sus comentarios y darle un "me gusta" a
las fotos y video que difunde. Incluso hay quienes llaman "amigos"
a las personas que son "contactos" virtuales y que jamás
han visto cara a cara ya que una característica de las Redes
Sociales es la de solicitar (y, habitualmente, conceder) "amistad"
a personas que no conocemos de nada. Frente a esta realidad, ¿es
preciso actualizar el concepto de amistad? ¿Las personas con las
cuales hablamos exclusivamente a través de las Redes pueden ser tan
amigas como aquellas con quienes compartimos momentos de la vida
real?
¿Son esas las relaciones que se buscan? |
Afirman los psicólogos que
el significado y el valor que se le atribuye a la amistad sigue
siendo el de siempre, toda vez que un amigo se define como un par con
el cual uno se identifica, se comparten las mismas características y
valores independientemente de raza, color, creencias, ideas
políticas, etc., incluso independientemente de distancia física.
Además, se espera que esté presente ante las necesidades o
problemas, como así también que destinen tiempo a la construcción
de la amistad.
Con ello se pone de
manifiesto la idea de que los "amigos virtuales" son tan
importantes como los de la vida real. Y eso es así porque el
significado que uno le otorga a la amistad tiene que ver con la
autopercepción, o sea que si una persona cree que la otra está
cuando lo necesita, es escuchado y acompañado -más allá del medio
en que se desarrolle esta amistad- será una amistad verdadera como
la de "amigos físicos tradicionales" pese a saberse que la
mayoría de los mensajes relacionales no se dan a través del
lenguaje, sino a través de la comunicación no verbal, como los
gestos, la postura, el tono y el ritmo de la voz, entre otros.
"Decimos "te quiero" mucho más con la cara y el
sonido de la voz que con el lenguaje. Por ejemplo, uno construye la
relación con los hijos a través de miradas, caricias, sonrisas.
Después se puede mantener el contacto, claro, a través del teléfono
o las redes sociales, pero ninguno de estos medios per se
proporciona toda la variedad de mensajes que tiene el estar cara
a cara con el otro.
Según el psicólogo
evolucionista británico Robin Dunbar, un individuo puede tener solo
una o dos personas que funcionen como amigos íntimos, con las cuales
hay interacción a diario. En otro nivel se encuentran los individuos
con los que uno interactúa por afinidad y siente aprecio por ellos.
Más abajo se encuentra el resto de los amigos, en los cuales se
invierte menos tiempo en la relación, la conexión es más
superficial y el contacto no es constante.
Por lo tanto, es difícil
que la relación de amistad pueda construirse con la misma intensidad
a través de WhatsApp o Facebook ya que son medios emocionalmente más
distantes aunque hay estudiosos del tema que afirman que,
efectivamente, se puede mantener una "amistad verdadera"
sin que haya contacto cara a cara, como alguna vez se tuvo por carta
(los amigos por correspondencia, y antes también) porque,
argumentan, el contacto presencial fue perdiendo su significado a
través de distintas generaciones y hoy, los jóvenes miden la
amistad en contacto y sostén, pero no en la manera de cómo es dicho
contacto. Mientras que para los mayores puede ser inconcebible tener
como amigo íntimo a alguien a quien nunca vieron en persona, esto no
sucede en las más jóvenes pues no hay que olvidar que los
adolescentes nacieron en la época donde las redes sociales se
transformaron en un medio masivo de comunicación que estrechó los
vínculos y posibilitó las nuevas formas de comunicación, generando
nuevas creencias sobre los vínculos amistosos y en la manera en que
estos llegan a manifestarse".
Evidentemente, no hay una
verdad absoluta en torno al concepto de amistad en la era de las
redes sociales. Deberá entonces, cada cual, reflexionar acerca de
cuan intensas son las relaciones que uno mantiene con las personas
con las cuales se comunica exclusivamente a través de los medios
digitales. Lo que sí es relevante es distinguir que el significado
que encierra el concepto de amistad tradicional y el de
amistad virtual estándar de las Redes son muy diferentes y
usar conscientemente los recursos de una u otra (o, más exactamente,
los de una por otra) proporciona al observador más datos
psicológicos de personalidad de los que cabría suponer.
Para entender que el saber
(el querer debe darse por descontado, si no, el escenario es
muy otro) usar apropiadamente el canal correcto para no dar lugar a
consecuencias en las relaciones que pueden ser catastróficas,
partamos de un supuesto: supongamos una persona A, del montón, con
amigos tradicionales con nexos de vivencias y sueños comunes,
con un alto grado de confianza, con un conocimiento mutuo forjado
durante años de relación, y con amigos virtuales (alguno
coincidente con los tradicionales) en las Redes Sociales. Supongamos
que A pasa un bache emocional intenso por una circunstancia
irreversible, de esas que se identifican con el que "las
palabras no sirven para nada" y en las que sí que es relevante
el cómo se expresan esas palabras y la actitud (física o a
distancia) que se percibe en quién las dice. Vamos, que parece
lógico que A espere de un amigo tradicional B, a quien
posiblemente le ha comunicado directamente la noticia de la
desgracia, que lo acompañe en privado con auténticas
muestras de apoyo en demostración de que A le interesa, como, por
ejemplo, "¿Quieres hablar del tema?¿Quieres que yo hable o
que sólo escuche?¿Quieres hablar de otra cosa?¿Se te ocurre que yo
puedo hacer algo?..." o similares, todas ellas (no
generalizables, por supuesto) demostrativas de la transparencia y
confianza que se supone en la relación. Si en lugar de ello, B,
también amigo en las Redes, opta sólo por un mensaje
típico y tópico en abierto en éstas, ciertamente queda la
constancia pública ante terceros de su mensaje, pero su sentido de
la amistad auténtica que conduce a preocuparse por la situación
anímica de A salta hecho añicos y resulta sugerente comprobar, desde un punto de vista de análisis psicológico, que el hecho de usar la "amistad" de las Redes (priorizando la imagen propia ante terceros) en lugar de la tradicional (priorizando la persona) puede tener iguales consecuencias devastadoras en la relación, sea consciente o inconsciente ese uso.
Volviendo al principio, a la
clasificación de Josep Pla, ¿dónde cabría ubicar ahora a los B de
turno que confunden (¿inconscientemente?) la gimnasia y la magnesia?
Es probable, incluso, que su lugar hasta ahora pueda ser ocupado por
un amigo virtual con una mayor sensibilidad.
-----------------------------
1Josep
Pla i Casadevall (1897 - 1981), fue un escritor y periodista español
en lenguas catalana y castellana. Su original y extensa obra
literaria fue esencial en la modernización de la lengua catalana y
en la divulgación de las costumbres y tradiciones locales. Sus
artículos de opinión, sus crónicas periodísticas y sus
reportajes sociales de numerosos países constituyen también un
singular testimonio de la historia del siglo XX. Todo ello, le ha
consagrado de forma unánime como el prosista más importante de la
literatura catalana contemporánea sin desdeñar su importantísima
obra en lengua castellana.
2No
es casual constatar que la amistad era una divinidad alegórica
entre los griegos y romanos. Las estatuas que le erigieron los unos
y los otros resaltaban su atemporalidad al ponerle una corona con
las palabras: "invierno" y "verano", en la
franja de su túnica se leían estas otras: "La Muerte" y
"La Vida" y la inscripción: "De cerca y De lejos".
Pintaban también a la amistad con los pies desnudos, dando a
entender con esto que no hay incomodidad por grande que sea que no
venza un verdadero amigo en beneficio de otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario