jueves, 8 de marzo de 2018

En el Día de la Mujer (con mayúscula)

Hoy, día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer (antes Día de la Mujer Trabajadora), institucionalizado en 1975 por la ONU para conmemorar la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona, en un año, 2018, en que se han globalizado las manifestaciones reivindicativas en diferentes ámbitos y con objetivos segmentados (igualdad de derechos, acoso, maltrato, violencia,...), parece justo homenajear a esas mujeres anónimas que, con sus aciertos y errores, consagraron su vida a mejorar (no sólo económicamente) su entorno cotidiano sin recibir nunca reconocimiento por su esfuerzo. Y es que la lucha por la igualdad no puede convivir con los estereotipos comunes, que a veces pasan desapercibidos, de "micromachismo".

Viene como anillo al dedo recordar una anécdota de Buenaventura Durruti, una de las "bestias negras" de las derechas de este país por su combate, en vida, al franquismo. Se cuenta que un día fue a visitarlo Manuel Pérez, secretario del sindicato CNT-FAI, y lo encontró en la cocina, haciendo la cena; ante su expresión de asombro y estupefacción, Durruti le dijo:

- Si se está convencido de la necesidad de una revolución y se decide luchar por ella, la revolución empieza en casa.

Más claro, el agua; eso saca a la luz hipocresías como la de quienes predican igualdad entre todos los humanos... de puertas afuera. Un ejemplo: cuando el Papa vino a Barcelona para bendecir para el culto la inacabada Basílica de la Sagrada Familia, el ÚNICO protagonismo femenino en una ceremonia trufada de circunspectos personajes ensotanados fue el de unas monjitas que, provistas de bayetas y fregonas, limpiaron a conciencia el altar ceremonial. Ahí están las imágenes. De ahi a calificar el feminismo como el demonio por un obispo que no ha entendido nada de nada, un paso. Y muchas feligresas se lo creen a pie juntillas porque busca cambiar lo que para él y ellas es "normal" (¿Se entiende que cojan escalofríos cuando dirigentes políticos abogan en todo por "volver a la normalidad" cuando en realidad se instalan en un inmovilismo que olvida que la política es/debe ser espejo de la realidad?). O como los partidos que dicen no sumarse a las acciones reivindicativas porque aún no hay paridad en los convocantes, confundiendo posiblemente "mayoría masculina" con "mayoría machista". Y no es lo mismo.
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Por eso resulta repugnante que hoy aún haya hombres ¡y mujeres! que, con argumentos que difícilmente se sostienen, ataquen, menosprecien o se burlen de este más que justificado ejercicio de reivindicación. Sin hacer política, lo que se observa es que quienes alientan y divulgan estas burlas se suelen asociar a unos colores políticos que exhiben sin ningún reparo la marca identificativa de hacer chanza y menospreciar todo aquello que sobrepasa sus entendederas y que son, por tanto, incapaces de gestionar.

Con nuestro homenaje y respeto a todas las mujeres, usualmente menospreciadas (y consentido por la sociedad) por el simple hecho de ser eso, mujer.

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