domingo, 15 de noviembre de 2020

¿Existe el tiempo?


Esta pandemia del coronavirus Covid-19 que nos azota en lo que no se sabe muy bien si es 
realmente segunda ola, resaca de la primera o vete tú a saber qué, ha puesto de moda, sin 
que nos demos mucha cuenta porque prima la incertidumbre ante todo (debida, en parte, a los 
continuos “globos-sonda” que lanzan los diferentes “responsables” en forma de “Descartamos 
que...”, medidas que se aplican al cabo de unas horas), hablar del factor tiempo para todo lo 
que lo rodea: cuántos meses durará este confinamiento, cuántos días está vivo el virus en 
según qué superficie, en cuántos días se incuba, cuánto tiempo requiere el estudio, prueba y 
comercialización de la vacuna, en cuánto tiempo volverá la “normalidad” que conocemos, 
cuánto tiempo hay entre ola y ola y un largo etcétera de “cuántos” a criterio de la situación, 
curiosidad o estrés de cada persona, estando convencidos, en el fondo, de que dominamos 
sin problemas y en cualquier situación eso del factor tiempo, que es algo que está a nuestras 
órdenes, vaya.

 
Pero, permitidme la licencia filosófica para desarrollar la reflexión alrededor de una pregunta 
capital; ¿existe realmente el tiempo? La verdad es que, junto con el espacio, son conceptos 
tan fundamentales que se resisten a ser definidos (como en la conocida cita de San Agustín1
¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Si me lo preguntan, no lo sé”). Su 
naturaleza última está fuera del alcance de la ciencia y, sin embargo, toda la física se basa en 
ellos. Han evolucionado con la ciencia: el espacio y tiempo absolutos fueron esenciales para 
el desarrollo de toda la mecánica newtoniana y un espacio-tiempo que depende del observador 
y que se ve deformado por la materia es el núcleo de la revolución traída por la relatividad 
general de Einstein. Todo es relativo: por ejemplo la especie humana tiene menos de veinte 
años galácticos de existencia, que equivalen a 4.500 millones de años terrestres. (los 
científicos calculan que han pasado unos 4.500 millones de nuestros años desde el nacimiento 
de la Tierra mientras que datos recientes apuntan a que el Homo sapiens surgió hace solo 
unos 190.000 años).


 
Parece claro que, también en este asunto, la Ciencia necesita ayuda de la Filosofía, y que es 
indispensable en este punto identificar y analizar los supuestos que subyacen a las teorías 
dominantes actuales. Las viejas preguntas deben ser revisitadas con ojos nuevos: ¿Cuál es la 
naturaleza del espacio y el tiempo? ¿Son continuos o alternos? (y esta pregunta no tiene por 
qué tener la misma respuesta para ambos). ¿Son independientes de la consciencia? ¿Tienen 
sentido el espacio vacío o el tiempo sin cambio? ¿Cómo interactúan con la materia? La 
Filosofía ha reflexionado sobre estos problemas durante siglos y revisar sus conclusiones 
puede proporcionar un buen punto de partida.  No sorprende, pues, encontrar en Grecia los 
dos primeros ejemplos bien conocidos de filósofos del tiempo. Heráclito2 (profusamente citado, 
casualmente, en este blog) defendía que todo a nuestro alrededor se encontraba en un estado 
de constante fluir, que el cambio era lo único que permanecía. Por el contrario, para 
Parménides3, el cambio era una ilusión, ya que para él era lógicamente imposible y su 
discípulo Zenón4 formuló las paradojas que le hicieron célebre, en las que trataba de 
demostrar que el movimiento era imposible porque se componía de la suma de infinitas partes 
(por ejemplo, Aquiles, en una de las más conocidas paradojas, no podrá nunca alcanzar a la 
tortuga a la que dio ventaja en una carrera, porque cuando llega al punto en el que se 
encontraba el animal un instante atrás, éste siempre ha avanzado algo más). Aunque hoy en 
día estas paradojas nos resultan muy ingenuas, podemos sacar en claro que Parménides y 
Zenón asumían que el espacio y el tiempo eran continuos; es más, éste es el caso de todos 
los filósofos naturales griegos bien conocidos.

 
Más cerca de nosotros se relacionaba ya el concepto tiempo con la concepción de divinidad, 
de forma que los teólogos medievales sostenían que Dios no existe en el tiempo sino en la 
eternidad, entendida como la existencia sin tiempo más que como tiempo sin principio ni final. 
Como lo expresó Boecio5: “La eternidad es la posesión completa y perfecta de vida ilimitada 
en un único instante”. Es interesante notar que para los maestros medievales como San 
Agustín o Boecio, este ojo divino que lo ve todo en un mismo instante no suponía ninguna 
amenaza para la libertad. El conocimiento que Dios tiene del futuro no es equivalente al 
conocimiento humano de lo que está por venir, puesto que para Él, todos los momentos de la 
historia son equivalentes. 

 
Newton6 creó definiciones precisas de los conceptos de movimiento, espacio y tiempo. De 
acuerdo con ellas, el tiempo fluye perfectamente uniforme, imperturbable. Kant7, por su parte, 
interpretaba el espacio y el tiempo como nociones a priori que no son abstraídas por la 
experiencia, sino que son el marco que hace que ésta sea posible. Y ya Einstein8 derivó un 
nuevo paradigma en el que todas las leyes de la Física son idénticas e independientes del 
observador. En ellas, el espacio y el tiempo están completamente entrelazados en el 
espacio-tiempo, y ya no son inmutables, sino que se ven deformados por la materia que 
contienen. Su Teoría de la Relatividad ha sido probablemente la transformación más profunda 
en nuestra comprensión del espacio y el tiempo, haciendo avanzar nuestro conocimiento de la 
Física. Ahora, la pregunta es si otro cambio en nuestra interpretación de estos conceptos 
puede traernos la próxima revolución.

 

El actualmente considerado una autoridad en la cosmología del tiempo, el físico británico 
Julian Barbour afirma que está totalmente fuera de nuestras capacidades medir cómo 
cambian las cosas en el tiempo. Más bien al contrario, el tiempo es una abstracción a la que 
llegamos a través de los cambios en las cosas, y continúa sus reflexiones con la idea de que 
cuando medimos tiempo estamos en realidad midiendo distancia (utilizamos el ángulo 
cubierto por la manecilla del reloj analógico para inferir el tiempo transcurrido, el tiempo solar 
es la distancia recorrida por el sol en el cielo, el tiempo sideral, lo que se han desplazado las 
estrellas, el tiempo atómico, las oscilaciones de un átomo de cesio…).

 
Fascinante,¿no? Múltiples trabajos e investigaciones (que no vienen a cuento por su 
complejidad) de Neumann, Tait, Poincaré, Penrose, Sorkin y un ejército de físicos, permiten 
elucubrar una hipótesis: es posible que el espacio y el tiempo no tengan otra naturaleza que 
la que les asignemos por convención y parece que podemos encontrar teorías igualmente 
válidas basadas en supuestos muy diferentes. Esto puede indicar que su realidad 
fundamental no existe independientemente de la experiencia que los asume, en una 
interdependencia inevitable aunque también podría ser que su naturaleza más básica no 
pudiera expresarse matemáticamente y sólo pudiéramos encontrar aproximaciones. O, 
finalmente, podría significar que la naturaleza puede describirse de varias maneras distintas. 
Los diferentes modelos que funcionen con éxito deberían ser entendidos como descripciones 
de la misma realidad, pese a sus diferentes expresiones.


 
Pues hasta aquí hemos llegado. Si estas reflexiones filosóficas sobre el tiempo han 
conseguido, precisamente, que durante un tiempo el lector deje de pensar en la pandemia del 
Covid-19 y sus efectos, que es de lo que se trataba, objetivo cumplido. ¡Ah! Las hipótesis 
citadas son reales, luego cabe ciertamente la pregunta: ¿Existe el tiempo?
 
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1Agustín de Hipona, san Agustín (354 - 430), es un santo, padre y doctor de la Iglesia católica y lideró una serie de luchas contra las herejías . Fue el máximo pensador del cristianismo del primer milenio. Autor prolífico, dedicó gran parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología.

2Heráclito de Éfeso (540 a. C.- 480 a. C.), conocido como El Oscuro de Éfeso debido a la naturaleza oracular y paradójica de su filosofía, y El filósofo llorón al ser considerado un misántropo ante el mundo, creía que éste estaba regido de acuerdo con lo que denominó el Logos ("palabra", "razón" o "discurso").

3Parménides de Elea (entre 530 y 515 aC - ?) fue un filósofo griego que escribió una sola obra: un poema filosófico en verso épico del cual nos han llegado únicamente algunos fragmentos conservados en citas de otros autores.

4Zenón de Elea (hacia 490 aC- 430 aC) fue un filósofo griego discípulo directo de Parménides. No estableció ni conformó ninguna doctrina positiva de su propia mano y es famoso por sus intrincadas paradojas que discuten la pluralidad de entes y en algunos casos el movimiento, entre otras cosas.

5Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio, conocido también como San Severino Boecio (480 – 524/525) fue un filósofo y poeta latino romano, estadista, traductor de filosofía griega y autor de tratados sobre distintas disciplinas como la música, la aritmética o la astronomía. Acusado de conspirar a favor del Imperio bizantino fue encarcelado, torturado y decapitado, y se le reconoce y celebra en la liturgia como mártir en la fe.

6Isaac Newton (25 de diciembre de 1642jul./ 4 de enero de 1643greg. - 20 de marzojul./ 31 de marzo de 1727greg.) fue un físico, teólogo, inventor, alquimista y matemático inglés que describió la ley de la gravitación universal y estableció las bases de la mecánica clásica mediante las leyes que llevan su nombre.

7Immanuel Kant (1724 - 1804) fue un filósofo y científico alemán de la Ilustración, considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal.

8Albert Einstein (1879 - 1955) fue un físico alemán de origen judío, nacionalizado después suizo, austriaco y estadounidense. Se le considera el científico más importante, conocido y popular del siglo XX.

 

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