domingo, 27 de diciembre de 2020

Por un Año Nuevo “diferente”.


 Uno ya no sabe si con esto de las diferentes fases de un confinamiento (eso sí, disimulado) en el que todos, de una forma u otra, estamos inmersos con eso de evitar la propagación del maldito y desconocido virus Covid-19 hasta que clínicamente haya un remedio eficaz contra él y con medidas que nos causan cada vez menos sorpresa pero más hastío, y con la acostumbrada suspensión o prórroga de acontecimientos que, para nosotros, eran “normales” y los teníamos muy interiorizados, los eventos tradicionales siguen manteniendo su fecha. 

 Es lo que nos pasa ahora con estas fechas que atravesamos, que estábamos convencidos hace unos meses que “se salvarían de la quema” y, por lo que representan, esperábamos ilusionados, alborozados aunque también (¿por qué no confesarlo?) un punto temerosos (“”A ver si… “). Y se ha cumplido ese temor, claro, y nos hemos quedado todos hundidos, confusos, enfadados (¿con quién?) y con todo el desánimo que se diga, porque Navidad sin poder reunirse con las personas que quieres a dar buena cuenta de un plato de suculento potaje regado con un buen trago (pero controlado, ¿eh?) de cava no es Navidad. Otro tanto se puede decir de las uvas con las tradicionales campanadas de la despedida del Año Viejo y bienvenida colectiva del Nuevo. 

¿Qué hacer? Pues propongo, como evasión de la dura realidad, un distraído ejercicio mental aprovechando eso que nos dicen de que todo será diferente, y jugando a que el Año Nuevo se pospone unas semanas desde el familiar 1 de enero, siguiendo ese sistema fruto de la pandemia y que tanto nos marea, hasta el 12 de febrero, coincidiendo en esa fecha este año con el Año Nuevo chino, y lo que eso significaría. 

De entrada, para abrir boca, ¿por qué no empieza en China el año en una fecha fija como es costumbre general, el 1 de enero? Pues porque los años, en su cultura, se componen de meses que son ciclos lunares, por lo que recibe el nombre de Año Lunar (instaurado pese a que en la antigüedad, el Calendario Lunar causaba graves problemas a los agricultores por la dificultad de fijar las estaciones para las cosechas), que se usa también en el mundo musulmán, en Taiwan, en la India, en la tradición judía, etc. En el caso concreto de China, el Año Nuevo comienza con la segunda luna después del solsticio de invierno, una fecha que puede ir desde finales de enero hasta mediados de febrero en el calendario gregoriano; este 2021 es el próximo 12 de febrero, viernes, que empezará el año 4719 (que acabará el 31 de enero de 2022), año del buey, siguiendo la costumbre de identificar los años con animales. Esto es así porque la leyenda china cuenta que Buda convocó a todos los animales para reunirse con él durante el Día de Año Nuevo y nombró los años con los 12 animales que acudieron. De manera que los animales en el calendario chino son, rotativamente cada 12 años, el perro, el cerdo, la rata1, el buey, el tigre, el conejo, el dragón, la serpiente, el caballo, la oveja, el mono y el gallo. También dice la tradición, de forma similar a lo que se dice que ocurre con nuestro horóscopo astrológico occidental, que las personas nacidas en cada año animal tienen algún rasgo de la personalidad de ese animal2 


.
Oficialmente, con el Año Nuevo Lunar, empieza la celebración más larga e importante del calendario chino. Son 15 días de festividades (tampoco nos escandalicemos: para nosotros, entre Navidad, los Inocentes, Año Nuevo, Reyes,… son aún más días), reuniones familiares, danzas de dragones, entrega de regalos y mucho, mucho rojo: el color de la suerte. Cada uno de los 15 días que compone la celebración tiene sus propias tradiciones. Los cinco días antes del festival se limpia la casa y se realizan las compras de año nuevo. La gente limpia sus casas con escobas viejas, que luego se tiran a la basura.y cuelgan carteles rojos con versos poéticos en las puertas y se decoran las paredes con cuadros y faroles rojos. 

En la víspera del día de Año Nuevo, las familias se reúnen para cenar juntas y además se entrega dinero en un sobre de color, por supuesto, rojo a niños y adultos sin pareja, acabando la cena con el lanzamiento de petardos y fuegos de artificio. La tradición de lanzar fuegos artificiales proviene de la costumbre de encender tallos de bambú para alejar a los malos espíritus, como el monstruo mitad dragón, mitad león, que según la leyenda sale de su escondite en el Año Nuevo Lunar para atacar personas, pero sus oídos son su debilidad, así que en tiempo antiguos la gente prendía fuego a tallos de bambú para asustarlo y, con el tiempo, esto derivó en los fuegos artificiales. La celebración del Año Nuevo Lunar termina con el Festival de las Linternas, celebrado de noche con desfiles y exhibiciones de linternas decoradas; el principal evento de esta jornada final es la Danza del Dragón con hermosos dragones hechos de papel, seda y bambú que son sostenidos sobre las cabezas de los porteadores y parece que bailaran durante el desfile.

 Como en Occidente, pues, tradiciones aparte, es una época en que las familias se reúnen y atraviesan largas distancias para poder llegar a casa a ver a sus seres queridos. En el caso de muchos, incluso es la única oportunidad del año que tienen de regresar a sus hogares y llevar las consabidas bolsas de regalos. En China, pese a la pandemia, se espera que este año que se realicen 3.000 millones de viajes cuando las personas se trasladan para celebrar Año Nuevo Lunar. Y sí, es considerada la mayor migración humana del planeta. De ese total de viajes, 440 millones se realizarán por ferrocarril. Unos 79 millones serán en avión, pero la mayoría hará su travesía en automóvil y motocicleta. Los chinos también, como nosotros, hacen lo que sea necesario para ver a sus seres queridos. 

Por eso, es que este año, en medio del brote del coronavirus que afecta al país y a todo el mundo, la celebración ha despertado tanta preocupación3, siendo comedido en la expresión, entre las autoridades debido a la alta posibilidad de contagio, habiendo hoy aún más de 30 millones de personas afectadas por las restricciones en 11 ciudades, a pesar de que parece que se han atajado los contagios internos (se difunde la idea de que la pandemia no empezó en China) y de que ha vuelto la “normalidad” previa a las calles con, eso sí, numerosos negocios desaparecidos y con visibles cicatrices del terremoto socio-económico originado.


____________________
 

1Curioso que el “pandémico” 2020 fuera el año de la rata.

2Ya puestos, para comparar horóscopos, el signo del Buey según la astrología china representa la prosperidad, alcanzada a través de la fortaleza y el trabajo. Podría ser también la valentía del toro aunque a veces se asocia a la tranquilidad, pasividad y nobleza de la vaca. Una persona nacida bajo este signo será, según esa astrología, digna de confianza, tranquila y metódica. Trabajador paciente y esforzado, el Buey es rutinario, sabe escuchar y es muy difícil hacerle cambiar de opinión, es tozudo y tiene algunos prejuicios

3Porque, aunque es cierto que mientras Europa parece sufrir la segunda ola del coronavirus, con nuevas medidas restrictivas y unas cifras de contagios y muertes que empiezan a recordar demasiado a las de marzo, la imagen actual de China, donde se originó la pandemia, nada tiene que ver con lo que se vive en estos países. Parecen haber controlado el virus y apenas quedan allí vestigios de que el Covid-19 un día paró sus vidas. El símbolo de esta normalidad es Wuhan, epicentro de la pandemia a principios de año, y donde hoy reina la normalidad. La ciudad se ha convertido en uno de los principales focos turísticos del país. Allí la normalidad es absoluta, por ejemplo, en los campos de fútbol, donde los espectadores pueden celebrar los goles de su equipo sin mascarilla, ni límite de aforo ni distancia de seguridad. Y esta no es la primera muestra de normalidad que vemos. En verano, la región celebró un macrofestival a la que miles de personas asistieron con flotador, pero de nuevo sin mascarilla. Se apostó desde el primer momento por un confinamiento extremo con estado de excepción, como en la guerra y solo un miembro de cada familia podía salir a hacer la compra dos veces por semana. Cualquiera que saliese a la calle sin justificación podía ser detenido. La población fue sometida a un estricto control con drones, con sanitarios visitando a los ciudadanos casa por casa para tomar la temperatura uno a uno y persiguiendo casos sospechosos. Es reseñable, además, la disciplina individual de sus ciudadanos, a base de mano dura, eso sí. Pero con esa fórmula han conseguido llegar hasta hoy con una ciudad a la que han viajado en los últimos días 52 millones de turistas chinos para celebrar la fiesta nacional en la región. Sí, la ciudad parece estar de vuelta a la normalidad, pero para mucha gente y muchos dueños de negocios, las cosas no son como antes y todavía hay mucha preocupación. En otras ciudades del país la situación también es aparentemente idílica. La sensación de normalidad se repite en buena parte del país y cada vez se menos gente utiliza las mascarillas en las calles, ya no es obligatorio utilizarlas. "Esto, por una parte muestra que la situación ha mejorado drásticamente, pero por otro lado puede ser un arma de doble filo porque el virus no ha desaparecido, no tenemos una vacuna efectiva en la actualidad y si la gente baja la guardia y se viene una segunda ola puede resultar catastrófico". Y las autoridades están preocupadas ante el Año Nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario