martes, 16 de mayo de 2023

¿Oxímoron musical?



Hace un tiempo tuve la oportunidad de asistir a un concierto en un auditorio de música clásica protagonizado por una banda municipal las que, ya se sabe, están formadas por tres grandes grupos de instrumentos: de viento madera, de viento metal y de percusión
mientras que, en el programa de mano facilitado, figuraba, sobre todo, una composición difícil de imaginar sin los violines. Picado por la curiosidad, fue inevitable que apareciera en la mente el concepto “música militar” como oxímoron clásico. El oxímoron puede parecer un recurso retórico inofensivo, ya sabéis, "nieve ardiente", "instante eterno" y cosas así: la yuxtaposición de dos conceptos antitéticos, por cierto, hay gente que utiliza con tal frecuencia que ya no percibimos el oxímoron. No es broma eso de que o es militar o es música; si hacemos un poco de historia, las primeras manifestaciones que tenemos sobre las bandas de música fueron bajo el reinado de Servio Tulio (578-534 a. c.) y su principal finalidad era conseguir acompasar la marcha (inolvidable la película Ben-Hur y el ritmo a golpes de mazo para los remeros encadenados). Estas primitivas agrupaciones tenían una escasa variedad de instrumentos musicales, solamente estaban constituidas por litus, tubas o trompetas rectas y buccinas romanas; durante la Edad Media se usaban tambores y trompetas para las batallas. Las Cruzadas tuvieron un impacto particular en la música occidental a través de la introducción de una amplia gama de instrumentos en los ejércitos sarracenos: los metales, maderas, tambores y timbales. Es conocido que el ejército sarraceno hacía formar delante de sus combatientes a nutridas filas de tambores, cuyas sonoridades atemorizaban tanto a los cristianos, que creían ver con la llegada de estos adversarios el fin del mundo. El ejército empezó a usar las marchas para la disciplina castrense, por lo que las bandas se hicieron imprescindibles. Inicialmente fueron los tambores y luego se agregaron los pífanos (flautas traveseras de madera, de una sola pieza; acompañaban al tambor señalando los tres eventos principales de cada día en los soldados: el toque de diana, tropa y retirada, y en cada una de estas tres ocasiones, los tambores y pífanos tocaban una sucesión prescrita de melodías alrededor del campamento); el concepto de tambores y pífanos fue heredado de los turcos, primero los adoptaron en Francia y posteriormente en Inglaterra. El desarrollo de las bandas como las conocemos hoy en día estuvo muy influenciado por la Revolución Francesa, durante la cual, las bandas fueron ocupando poco a poco un lugar importante en las celebraciones patrióticas y en las fiestas al aire libre. Lo que es evidente, es que las agrupaciones formadas exclusivamente por instrumentos de viento y percusión, se utilizaban para las interpretaciones al aire libre; como ejemplo de ello, Purcell empleó un conjunto de trompetas y timbales para los funerales de la Reina Mary II de Inglaterra. También Haendel compuso música para banda, concretamente la música para los Reales Fuegos Artificiales. Poco a poco, las bandas llevaron a cabo la respuesta a una necesidad social a lo largo de toda Europa, donde muchos pueblos llegaron a tener un grupo de estos ministriles. Su estructura era un pequeño conjunto de músicos profesionales que tenía como misión formar parte del séquito ciudadano, amenizando los actos públicos y, al mismo tiempo, resaltando la brillantez de las procesiones, visitas reales y todas los actos en los que la música instrumental sirviese para realzar su carácter festivo y solemne. Volviendo al principio, el arreglo de una partitura conocida para instrumentos de cuerda en para instrumentos de viento, y que no se note, es una hazaña. Chapeau.



 

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