Jean Claude Trichet acaba de declarar que la crisis (de la deuda) es sistémica y que necesita una salida urgente. Trichet se suma así a cuantos han defendido desde hace tiempo que la crisis es de ms calado de lo que se quería admitir´ante la opinión pública. Vale la pena repensar en este punto la responsabilidad de la clase política (a veces, realmente bienintencionada) en su tozuda ocultación de la realidad hasta que, como una bomba de relojería mal programada, le estalla en las manos. Pasa en todos sitios: la crisis que es presentada como desaceleración, el desastre de Fukushima presentado como un simple escape sin importancia, el escape de fuel del Prestige ofrecido como unos hilillos de plastilina o, como en el caso que nos ocupa, los esfuerzos por hacer ver que esto que nos envuelve es una cuestión pasajera de las entidades financieras.
Quizá convenga hacer un repaso de urgencia sobre el poliedro de la crisis:
- económica, por la competencia derivada de la globalización, por el agotamiento de los mercados tradicionales, por la fuerte caída del consumo,...
- financiera, por el endeudamiento de países, empresas y familias, por la deslocalización en búsqueda de beneficios, ....
- de liderazgo por el divorcio entre el político y el ciudadano, por la confusión empresarial, por la falta de coordinación entre el sector público y el privado,...
- de modelo, en fin, y este punto final, que resume todos los anteriores, citados y no citados. es el que preocupa. Parece evidente que es necesario un cambio de modelo, pero ¿cómo hacerlo? ¿cómo desguazar un sistema que se derrumba cuando no se dispone de alternativa?
Más allá de los "indignados" o del "occupy Wall Street", el cambio necesita un nuevo paradigma en el que la constante exigencia de derechos dé paso a la aceptación de la responsabilidad de cada uno, cada persona, cada partido, cada organización, cada empresa, en la labor necesaria para solventar la crisis (el coloquial "arrimar el hombro" que sustituya al "pues tú, más") y la admisión de que el nuevo modelo no será comparable con el tradicional. Y ello puede empezarse alineando el conocimiento con las finanzas y la producción, pero también alineando lo público con lo privado.
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