Hoy se ha conocido la noticia del apoyo que el financiero George Soros (y otros, como Noam Chomsky)presta al movimiento de los "indignados" que, a estas alturas, no se sabe muy bien si es reflejo de las revueltas árabes, o es algo diferente aún con puntos de coincidencia.
Que Mr. Soros, que algo de los entresijos del mundillo financiero debe saber, declare su solidaridad con el movimiento porque realmente "muchas personas lo pasan mal debido a las medidas que aplican los bancos que. además, están asfixiando a muchos pequeños empresarios" debería ser algo más de un toque de atención a quien corresponda en el sentido de que no valen bromas y que el movimiento ha de tomarse muy en serio. La primera medida debe ser identificar y canalizar las propuestas y la segunda (seguramente simultánea con la primera) estudiar todas las que sean razonables y viables priorizando en orden a las necesidades de la sociedad y no de la clase política.
Un movimiento que (revueltas políticas árabes aparte) nace en un país exótico y de segundas para quien mueve los hilos como es España, pero que adquiere músculo en un país como USA abanderando una rebelión que inicialmente va contra Wall Street y lo que ella representa, pero que ya guarda el germen de la inconformidad contra los sistemas políticos, no puede tomarse a la ligera. Los poderes no pueden caer en el recurso fácil de la desacreditación global considerándolos un puñado de desharrapados alborotadores antisistema.
La respuesta hasta ahora ha sido la represión, pero, como quiera que, en España y fuera de ella, estamos en permanente campaña electoral no parece descabellado sugerir que algún partido político de los que dicen priorizar en la búsqueda del bien y del bienestar común analice en serio las peticiones y asuma las que sean razonables, colores políticos aparte. Y después las cumpla, claro.
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