Con la que está cayendo, cuando se tiene la sensación de que todo lo que hay alrededor se derrumba sin remedio, se publican nuevas noticias que vienen a aportar una mayor intranquilidad.
Alguna vez hemos dicho que las normas y las leyes están pensadas para las personas decentes; que situaciones como la actual aconsejan un mínimo de sosiego para superarlas, dentro de esa tranquilidad que otorga la decencia, sin dejarse llevar por el desánimo de los voceros, las agencias de calificación y otros elementos distorsionadores.
Pero cuando se confirma que un país (que, si hay que creer a los "expertos", puede llevarnos a todos a la bancarrota, a unos por el impacto directo de compartir la moneda única y al resto por el efecto dominó) ha hecho trampas en sus informes ayudado, eso sí, por una institución, curiosamente americana, de gran prestigio y, al parecer, libre de culpa. cuando otro país reconoce que también ha hecho trampas y teme ahora verse sometido a mayor presión por el resto de socios comunitarios, cuando otros países parecen estar "a verlas venir" sin tomar decisiones que, obviamente, resultan dolorosas, ... puede llegar a entenderse que no todos son lo decentes que se suponía y que el acrónimo de "pigs" (o piigs) utilizado en su día por los medios, quizá no andaba desencaminado en algún caso.
Y nos referimos, claro, a Grecia y sus cuentas falseadas con la colaboración de Goldman, y a Portugal con las trampas en las cuentas de Madeira.
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