domingo, 29 de marzo de 2015

Los idiomas del español y otras hierbas



Que la política debería ser una profesión digna y enaltecedora para quien la ejerce. de manera que lo ideal sería que todos los pueblos se sintieran satisfechos de su clase política, con independencia de la ideología, es algo que no suscita discusión, pero, claro, como dice el refrán, del dicho al hecho, va un trecho, y así abundan por desgracia los casos de quienes proclaman sin pudor que "están en política para forrarse" (el por qué que la sociedad en general, y sus propios compañeros en particular, lo permite, tanto la frase como el propio hecho que encierra, ya es otro cantar), los que medran a costa de quien o de lo que sea, los que llenan sus bolsillos descaradamente a la vez que, en un sublime acto de patriotismo, vacían las arcas a las que todos contribuimos....

Y luego, en un estrato aparte, están los llanamente ignorantes, cuyo único horizonte son las siglas de su partido y que, por conseguir la medalla de lograrle votantes, se aplican con denuedo a acciones que, aparte de dañinas para la sociedad y llenas de vileza para el ciudadano, muestran al mundo un elevado grado de cazurrez, que suele ser altanera en proporción directa al porcentaje de escaños que ostenta su partido.

La penúltima "hazaña" (en barrabasadas políticas, que se suceden a velocidad de vértigo, es arriesgado hablar de que una sea la última) de exhibición pública de ignorancia, la tenemos en la decisión del gobierno del Partido Popular en la Comunidad Valenciana de declarar oficialmente que no existe unidad lingüística entre catalán y valenciano.

Esa actitud y esa decisión recuerdan a aquel viejo chiste de la reunión entre el comandante y el cabo furriel revisando las existencias del armamento de la tropa:

- Apunte, cabo, que se han de pedir diez cajas de "carchutos"
- Serán "cartuchos", mi comandante.
- ¡Si yo digo "carchutos", son "carchutos"! ¿Quién dice lo contrario?
- Lo dice la Real Academia, mi comandante.
-¡Pues está equivocada la Real Academia! ¡Apunte "carchutos"!
- A la orden de usted, mi comandante...

Igualmente, los responsables políticos del Partido Popular pretenden enmendar la plana a la comunidad científica mundial , que desde siempre ha certificado que el idioma que se habla en Catalunya, Valencia, las islas Baleares, la franja oriental de Aragón, la ciudad sarda de Alguer y el sur del Languedoc-Roussillon francés es el mismo que es oficial en Andorra y que se llama catalán, eso sí, con variantes particulares de uso para cada territorio. Y si se admite que una lengua forma parte de la esencia de una persona, atacarla por mezquindad política es ruin porque es atacar a la persona que l tiene como propia, se llame como se llame. Ya en el libro Del origen y principio de la lengua castellana o romance, del canónigo de Córdoba Bernardo Aldredo, publicado en 1606 y Dirigido al Rey Católico de las Españas Don Felipe III se afirma que en el reino de Valencia, el principado de Catalunya y el reino de Aragón se habla el catalán, "mezcla del romance con la lengua francesa (por la creación del Condado de Barcelona, con conde carolingio, como parte de la Marca Hispánica en el siglo VII, según el autor)... poco diferente de la lengua del Languedoc o Narbonense, de donde tiene parte de su origen". 
Dando un salto en el tiempo y situándonos en el siglo XX, algo parecido se puede leer en la monumental obra oficial, de autoría colectiva, España, publicada en 1926, donde se hace eco "de los signos diferenciales del catalán que se habla en Valencia".

Carcajadas y bochorno de la comunidad científica internacional aparte, podría entenderse que políticamente, un territorio anhele una lengua que responda a su nombre, pero esto es una idea que cae por su peso si esa lengua ya existe y tiene un nombre: sería tan estúpido como proclamar que Vargas Llosa escribe en peruano, Neruda lo hacía en chileno o García Marquez en colombiano, por poner algún ejemplo. Harían bien en aprender de ellos, de su amor por la lengua con independencia de su nombre oficial, estos políticos nuestros capaces de renunciar (y atacar sembrando cizaña) a una lengua por tal de conseguir unos cuantos votos fruto del odio y del resentimiento.
¿Tampoco hay unidad lingüística dentro de Andalucía por ejemplo?

Pero ya se ve que la (mala) política y la ciencia, en casi cualquier forma, no acaban de hacer buenas migas, y que. por desgracia, en cuanto al tratamiento de algo tan sagrado como la lengua, el errático, provocador y partidista enfoque tradicional de este país nuestro, en el que impera la idea que alienta la ignorancia y el menosprecio ajeno de Un país, una lengua, (con indicadores tales como esas cosas sin importancia que se observan cuando se lee la prensa, se oye la radio o se ve la televisión, en que puede caerse en la paradoja errónea de que nuestro idioma tal como lo ven los poderes políticos es EL único, independientemente de que los acentos con los que se oye determinen variedades dialectales que nos resultan familiares: el andaluz cantarín, la dura expresión mesetaria, el marcado acento catalán, el dulce canario, y así todos y cada uno) provoca paradojas como las que siguen.

1.- Recurrentemente se declara la admiración y el apoyo al pueblo portorriqueño, en su lucha por mantener el español como idioma de uso ante la amenaza del inglés. 
Igualmente se habla con legítima admiración (curiosamente cada vez menos, todo hay que decirlo) de la pervivencia contra corriente de formas de expresión ligadas al español, la constatación de la existencia de lenguas como el ladino o el chamorro, ambas herederas del castellano, que realmente deja boquiabierto. De entre las dos es más conocida la primera, variante actual de lo que hubiera sido el castellano que se hablaba en la época de los Reyes Católicos mantenido sin cambios (es el famoso lenguaje de la diáspora judía tras la expulsión de su gente por los Reyes Católicos), Menos conocido es el segundo, reliquia de la dominación española de las islas de la actual Indonesia y, en concreto, de la isla de Guam (famosa después por su protagonismo en la segunda guerra mundial), las Marianas del Norte y alguna de las Carolinas. En todas ellas es cooficial junto al inglés. Otro idioma castellanizado es el que se habla oficialmente en la isla de Aruba, cerca de la cosa de Venezuela y por influencia de ésta … y tal vez convenga tener en cuenta la expansión que está teniendo el “spanglish” en los territorios fronterizos con Estados Unidos y en bastantes ciudades de éstos con importante presencia hispana.

Es de notar que este legítimo orgullo por la lengua (aunque, repetimos, poco conocido fuera de círculos científicos) se ciñe a la lengua del imperio, ya que, en contrapartida, también ocurre la otra cara de la moneda.

.
2.- A veces olvidamos que incluso dentro de los límites de la península, conviven formas dialectales castellanas casi olvidadas que es un crimen (lingüístico) dejarlas perder por motivos políticos. Y no se trata de otros idiomas peninsulares como el vasco, catalán o gallego, sino  acervos lingüísticos que sobreviven con dificultad en zonas muy concretas del territorio. ¿Qué decir, por ejemplo, del castuo, reliquia reducida a un ámbito extremeño muy concreto? Casi nadie lo conoce pero, si prestamos atención, encontraremos obras señeras escritas en castuo, de Gabriel y Galán, Chamizo y otros (Se dice para desprestigiarlo que el castuo es un invento de principios del siglo XX del poeta Luis Chamizo, cuando en realidad lo único que hizo el poeta fue dar un nombre al lenguaje rural que se venía utilizando en la zona) . ¿Qué decir de la variante dialectal de las tierras de Murcia y Cartagena? ¿Y el chapurreau, a medio camino e indefinido entre el catalán y el castellano?

Todos ellos, y más, o han sido borrados de un plumazo por esta fiebre uniformadora o están en grave peligro de desaparecer por un patriotismo, sin duda mal entendido. Porque, por ejemplo, nadie duda del patriotismo exhibido con normalidad y orgullo por el estadounidense medio, pero a nadie de la facción más radicalmente nacionalista se le ocurriría atacar su idioma porque se llame inglés y no estadounidense. Sabe que, si lo hiciera, sería el inmediato hazmerreir de la comunidad internacional y que, con toda seguridad, sus compañeros le harían el vacío pensando, precisamente en el bien del partido... y del país.

Igual que aquí.

miércoles, 25 de marzo de 2015

La arroba: de humilde notación a protagonista permanente


- ... y entonces se creó para incluir en la dirección del emisor y del receptor, como identificador de sistema, el símbolo @, que quiere decir por su forma que es abreviatura que engloba todo el nombre...

Y se quedó tan ancha ante la cara de asombro de algunos (no todos) sus alumnos. Hay que puntualizar que esto sucedió en una ponencia sobre temas informáticos para un auditorio anglohablante, que estuvo protagonizado por una ponente (excelente profesional en un mundillo, por cierto, dominado por hombres)  estadounidense, y que la etimología del símbolo @ no influye en absoluto en un análisis de datos o en la correcta programación de vete a saber qué juego, pongamos por caso, pero de ahí a exhibir esa ignorancia teñida de inconsciente menosprecio va un abismo.

Porque todo el mundo reconoce hoy el símbolo @ que está en medio de una dirección de correo electrónico, pero, ¿nos hemos preguntado, por mera curiosidad, de dónde procede y por qué se relacionó con Internet?

Y en nuestro terruño, precisamente, debería interesarnos porque los investigadores no se ponen de acuerdo en situar su origen en España durante la dominación árabe medieval o en la Italia de los mercaderes venecianos, si bien se admite la primera notación del símbolo, con el significado de “ánfora” (unidad de medida) que aparece en un documento comercial italiano del año 1536 y se da esa fecha por buena como la de origen. Sin embargo, ya en la España árabe se conoce el símbolo como “arroba”, cuya equivalencia de medida, traducida como “un cuarto”, equivale al ánfora italiana, como lo demuestra “El llibre dels usos i costums de la ilustre ciutat de Tortosa”, fechado en 1272 (casi trescientos años antes de la fecha de origen dada como oficial) en el que se menciona la arroba, “@”, como medida de volumen de uso consuetudinario de las gentes de las tierras catalanas (del condado de Barcelona) del Ebro, explicando que su uso era inmemorial.. De hecho, parece que la medida era conocida tanto en el mundo grecolatino como en el árabe, a juzgar por la traducción arroba > ánfora que se puede encontrar en un diccionario de español-latín de 1492, también anterior a la fecha oficial..


En cualquier caso, sea italiana o española, lo cierto es que, con el descubrimiento de América, navegó desde los prósperos puertos de Europa hacia las Indias utilizándose en los registros mercantiles de las naves de carga y llegando así hasta los confines del mundo entonces conocido que, posteriormente, se transformaría en imperio naval británico. Debido a ese uso generalizado, y dando un salto en el tiempo, el símbolo se incorporó en los teclados de las máquinas de escribir y de las primeras computadoras.

La relación con Internet se atribuye a uno de sus padres, el ingeniero estadounidense Ray Tomlison, que la incorporó como identificativo dentro de su propia dirección, entre su nombre y el del servidor que había de recibir el mensaje.

Por desgracia, no era un homenaje encubierto a las antiguas culturas sino algo más prosaico: estadísticamente, era el signo del teclado que menos se utilizaba, con lo que se eliminaban posibilidades de errores en su tratamiento por utilizaciones coincidentes no previstas. Hay que agradecer, pese a todo, a Tomlison, que permitiera indagar, a quien lo considerara conveniente, en los orígenes de la humilde y prestigiada @.

sábado, 21 de marzo de 2015

Lucha de clases dentro de la misma clase



Hace unos días fui oyente involuntario de parte de la entrevista de trabajo que efectuaba un reputado entrevistador/seleccionador (con quien después había de verme para solventar algunas cuestiones de ámbito no profesional) y un candidato a un puesto de trabajo que la empresa de selección para la que trabajaba el entrevistador había publicado. En el tiempo en el que la puerta del despacho donde tenía lugar la entrevista permaneció abierta pude oír la conversación (?) entre ambos, y una pregunta de las que hizo el entrevistador captó mi atención:

-          .. Y usted, ¿por qué quiere acceder al puesto, porque realmente colma su vocación o porque está en el paro?

Confieso que me quedé perplejo al escuchar la pregunta y el resto de las que oí, hasta que al poco rato un alma caritativa cerró la puerta del despacho, se me pasó totalmente por alto.

En el camino de regreso no paraba de darle vueltas a la pregunta de marras y deduje que debía ser una pregunta trampa; no tiene lugar, en su caso tal alarde de ignorancia en una persona (reputada, ya digo) que se mueve en el mundo de los Recursos Humanos. No puede ser que desconozca o use de forma tan torticera la pirámide de necesidades que en su día divulgó Maslow[1]. No puede ser que desconozca que una persona precisa atender debidamente las necesidades básicas (sí, esas que una situación de paro impide cubrir) antes de poder fijar su atención en factores ligados a la realización personal, de forma que plantearle una pregunta que le invite a alterar ese orden primario e instintivo es, cuando menos, sádico e inmoral si se hace en serio y estúpido si se desconoce su alcance. Otra cosa es que el  candidato no estuviera desempleado, en cuyo caso sí tiene más sentido indagar acerca de su identificación con el puesto que se le ofrece respecto al que desempeñase actualmente. La única explicación es que se mueve en parámetros diferentes a los del entrevistado (y, posiblemente, míos).

Casualmente, a mi vuelta, encontré en el buzón una revista que edita una asociación de reconocido prestigio (bien ganado todo hay que decirlo) del mundo de la gestión de Recursos Humanos y de la estrategia empresarial y, al ojearla inmediatamente después de la experiencia descrita,  pude advertir que la mayoría de sus articulistas parecen pertenecer a un mundo diferente del que se percibe en la calle y, en definitiva, abanderan una nueva sociedad de clases en la que la línea roja entre ellas la marca el tener o no trabajo. Y, claro, algunos no disimulan la arrogancia de saberse “en el bando privilegiado” ante quien no lo está, en una evidente demostración de cuánto se ha retrocedido en muy poco tiempo en el campo de la solidaridad. Y se observan matices en eso de estar o no en el bando privilegiado: quien tiene un trabajo fijo es quien marca realmente la pauta respecto de quien está en paro, la escala de los “privilegios[2]” sigue en el tipo de contrato, sea indefinido, temporal o directamente precario[3], y por el nivel de ingresos, desde quien gana 2.000 euros al mes respecto al mileurista[4] o quien cobra el salario mínimo.

Es la manipulación de convertir la “lucha de clases” en lucha dentro de la misma clase, sin que lo gobiernos parezcan ser conscientes de ello, pese a los repetidos avisos que se están dando sobre la peligrosidad de alentar el crecimiento de la brecha entre grupos sociales en eventos tan poco sospechosos de pro-proletarios como el Foro Económico de Davos, ya el pasado año y éste. Se va viendo que no hay realmente clases, en el sentido tradicional que justifica la lucha por la igualdad ya que no hay redistribución del capital al trabajo, ni incluso de ricos a pobres; la lucha se alienta solo en el interior del mundo del trabajo y en el seno de lo que ha conocido como clases medias, para conseguir alcanzar una media-alta desde una media-baja.

Y el mundo empresarial no es ajeno a ello, pregonando/exigiendo, como si el mercado laboral no estuviera como está, el compromiso de “empleados felices” cuya única felicidad es la suerte de poder trabajar, a veces en condiciones que difícilmente le permiten llevar una vida digna. ¿Y qué decir de la inopia de algunos “gurús” que parecen vivir en una burbuja cuando publican hoy sin ningún rubor, por ejemplo, que el empleado “…tiene que tener un toque de intransigencia en un esfuerzo por mantener (imponer) su visión y, con ello, hacer prevalecer su opinión en aquellos temas que a él/ella les parecieran clave…” (Sic)? ¿De veras cree que eso puede aplicarse como filosofía en un momento como el actual en que uno se agarra como a un clavo ardiendo al trabajo, por insatisfactorio que éste sea y en que sabe que la discrepancia con “la empresa” basta para verse de patitas en la calle?  No dudo de las buenas intenciones del gurú de turno ni de la validez teórica de la idea, pero exponerla así, sin paracaídas y de forma genérica, demuestra lo que decíamos, que se está abriendo una brecha entre los “privilegiados” con una visión ceñida a su segmento del mundo (en el que se encuentran a gusto sin percatarse de que ese mundo cada vez está más alejado de la realidad, y los “no privilegiados”, a pesar de poderse identificar unos y otros dentro de la misma clase social.


[1] En el boletín nº 39 del mes de septiembre de 2014 tuvimos la oportunidad de reflexionar sobre la pirámide de jerarquía de necesidades de Abraham Maslow.

[2] Es doloroso recordar la, digamos, confusión que afecta en estos temas a altos dirigentes de la CEOE que, públicamente, siembran la cizaña de equiparar “derechos laborales” con “privilegios”

[3] Hay que resaltar que en España, “para paliar estas diferencias” se está yendo a un contrato único, naturalmente, precario, en una provocación social cuyo resultado está por ver.

[4] ¿Nadie recuerda los tiempos aún cercanos, en los que muchos medios de comunicación de tema económico aplicaban casi con desprecio de clase el término “mileurista”?