Estos días, con el azote de la pandemia del desconocido Covid-19 sobre nosotros, ha cobrado
carta de naturaleza salir espontáneamente a una hora acordada tácitamente a los balcones y
terrazas de las casas donde uno está pasando como puede el obligado confinamiento para
evitar la propagación del virus y aplaudir de forma anónima como gesto de agradecimiento y
reconocimiento al personal sanitario (médicos, enfermeros, celadores, limpiadores,… ) por su
dedicación a los enfermos jugándose en ello, literalmente, la vida (y no es una frase retórica).
Esta mañana, día 4 de mayo, en un programa de televisión serio (que aún los hay), se ha
entrevistado, para conocer y divulgar su experiencia, a la segunda persona que recibió el alta
hospitalaria (felicidades, Manuela, por el resultado y por la positividad demostrada durante la
entrevista) después de estar ingresada una veintena de días en Cuidados Intensivos del
hospital barcelonés de referencia Vall de Hebrón, y cuando aún ni se sabía que eso que tenía
era coronavirus y no una simple neumonía y estaban permitidas las visitas de familiares.
Junto a ella se han entrevistado a la médico y la enfermera que la atendieron quienes, sin
ningún afán de protagonismo, han entrado a explicar y valorar los detalles del caso. Sin
embargo, hay dos puntos de su intervención que, más allá de la importancia del caso
particular que relataban, dejan huella y hacen pensar.
- Su miedo a un rebrote general del virus, que resultaría mucho peor de controlar, si en el
proceso de desconfinamiento que ahora se inicia se baja la guardia y la ciudadanía relaja la
observancia de las medidas de prevención actuales.
-El hecho (bochornoso para todos) de que la médico declara("¿Le puedo preguntar cuál es
su sueldo?") que trabaja con contrato temporal por el que cobra 1.200 euros al mes. Y se
desviven por los enfermos. Repuesto del asombro, nace la indignación. ¿Aplausos? Se nos
debería caer la cara de vergüenza por permitir, como sociedad, que estas cosas pasen; y no
vale culpar al gobierno de turno, que lo primero que dirá es que cumple la ley. Así se explica
que gran parte de nuestro personal sanitario haga las maletas para irse al extranjero, donde,
por cierto, son recibidos con los brazos abiertos. Si es cuestión de leyes, ¿qué hace nuestro
Legislativo?
Sin comentarios. O muchos.
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