jueves, 18 de junio de 2020

“Ethnic profiling”.

Cuando, recientemente, se produjo en Minneapolis (Estados Unidos) el caso del asesinato 
por agentes de policía de George Floyd y, seguidamente, el crecimiento de las protestas en 
prácticamente, todo el mundo para poner de relieve los legados de la esclavitud, el 
colonialismo y la violencia blanca contra la comunidad negra y otras minorías, así como la 
brutalidad de la policía, en estas líneas reflexionamos sobre la aporofobia como causa de 
fondo de esos sucesos; lamentablemente, sólo pocos días después, un nuevo caso de 
violencia policial contra un ciudadano afroamericano (o sea, negro) estremece otra vez a 
Estados Unidos y al mundo. Según se ha publicado, un video de seguridad muestra a un 
agente de la policía, blanco, de Atlanta que dispara por la espalda contra un hombre negro 
(Rayshard Brooks, de 27 años, que fue declarado muerto poco después, en lo que las 
autoridades forenses han calificado como "homicidio") al que había despertado unos minutos 
antes porque se encontraba durmiendo en un área de recogida de pedidos de un restaurante 
de comida rápida. La jefa de la policía de Atlanta, Erika Shields, dimitió tras el tiroteo. 
Nada hacía prever el fatal desenlace.
El hecho de que las imágenes del vídeo desmientan la versión primera de la policía sobre el 
luctuoso incidente y que la prensa de Atlanta publique que este es el 48° caso de tiroteo con 
policías implicados que investiga la Oficina de Investigación de Georgia desde comienzos de 
año, indica que la reflexión centrada en la aporofobia queda incompleta si lo que se pretende 
es analizar mínimamente unos hechos y ahora nos centraremos en el racismo estructural.

Nos repetimos que todos somos iguales. Que todos somos seres humanos. Que todos 
tenemos el mismo destino: seis metros bajo tierra. Pero, ¿de verdad nos lo creemos? Esto 
es algo estructural. No es un conflicto político parte del revoltillo coyuntural. El racismo existe, 
y existe en todo el mundo, no sólo en Estados Unidos. Algo tan superficial en el fondo 
(perdón por la contradicción retórica) como el color de la piel nos afecta profundamente. El 
racismo es un problema estructural y particular. En tierras como la del Tío Sam el asunto es, 
además, institucional. No es una polémica de barra pese a que, desde fuera, la mejor y más 
“civilizada” decisión es limitarse a los principios universales como el rechazo a la 
discriminación y a la violencia, tanto de los policías como de los vándalos. George Floyd, 
Rayshard Brooks y tantos otros eran negros, sí, pero sobre todas las cosas eran seres 
humanos, un valor que no conoce de fronteras.

Tampoco son temas ideológicos y no se debe pensar en que, como es la izquierda moderna 
la que toma la bandera de la defensa de las minorías, caer en el simplismo de verlo como 
una partida más entre liberales y conservadores. No. Primero, tengamos en cuenta que, en 
los Estados Unidos donde ocurren estos hechos, la segregación de iure fue abolida tan 
recientemente como en 1965 por un gobierno republicano, mientras las leyes que impedían 
a los negros, entre otras cosas, usar los mismos baños o el mismo transporte que los 
blancos, emanaron de las legislaturas locales controladas por el liberal Partido Demócrata. 
De hecho, quien consiguió, con la espada, derogar el derecho de un ser humano a ser 
dueño de otro fue el presidente Abraham Lincoln, del conservador Partido Republicano. 
 
Ningún problema es realmente nuevo, y parece conveniente recordar las palabras de John 
Donne1, dichas allá por 1624:

Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una 
parte de la masa. Si el mar se lleva un terrón, toda Europa queda disminuida, como si fuera 
un promontorio, o la casa señorial de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de 
cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca 
hagas preguntas por quién doblan las campanas: doblan por ti.

Para establecer el marco conceptual, el sociólogo Robert Staples2 enfatiza que el perfil racial 
en los Estados Unidos "no es simplemente una colección de delitos individuales" sino más 
bien, un fenómeno sistémico en toda la sociedad estadounidense, que se remonta a la era 
de la esclavitud y, hasta la década de 1950, fue, en algunos casos, "codificado en derecho". 
La consagración de los ideales de perfil racial en la ley de los Estados Unidos puede 
ejemplificarse en varios períodos importantes en la historia de los Estados Unidos. Haciendo 
un poco de historia, en 1693, los funcionarios de la corte de Filadelfia otorgaron a la policía 
la autoridad legal para detener y detener a cualquier negro (liberado o esclavizado) visto 
deambulando. A partir de mediados del siglo XVIII, las patrullas de policía se utilizaron para 
detener a los esclavos en cualquier lugar con el fin de garantizar que fueran legales. A 
mediados del siglo XIX, los Códigos Negros, un conjunto de estatutos, leyes y normas, se 
promulgaron en el Sur para recuperar el control sobre los esclavos liberados y ex esclavos y 
relegar a los afroamericanos a un estatus social más bajo. 

El concepto de racismo institucional (pues de eso se trata) nace en los años sesenta en 
EEUU en el contexto de la lucha por los derechos de los afroamericanos para hacer alusión 
a aquellos ordenamientos legales y pautas de conducta establecidas con las que las 
personas pertenecientes al grupo dominante oprimen al grupo subordinado, sin que ello 
implique necesariamente una intención o propósito por parte del explotador ya que el énfasis 
está puesto en las consecuencias. Hablando de la dimensión institucional del racismo, hay 
que poner el acento sobre el carácter sistemático, estructural e implícito del mismo y, según 
esta perspectiva es un fenómeno imbricado en el funcionamiento de la sociedad y es, en 
parte, independiente de las intenciones y de la conciencia de algunos actores. En este 
sentido, curiosamente, el racismo es compatible con los discursos antirracistas.
 
Dando un salto en el tiempo, a fines de la década de 1990, el perfil racial se politizó cuando 
la policía y otras fuerzas del orden público estadounidenses fueron objeto de escrutinio por 
las paradas desproporcionadas de tráfico de los automovilistas de etnias minoritarias. 
Investigadores de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en 
inglés) proporcionaron evidencia de un perfil racial generalizado, y un estudio mostró que si 
bien los negros solo representaban el 42 por ciento de la población de conductores  en el 
estado de Nueva Jersey, representaban el 79 por ciento de los automovilistas detenidos en 
ese estado.

El mencionado perfil racial (ethnic profiling, como se le conoce oficialmente) es el sospechar 
o atacar a una persona sobre la base de las características o el comportamiento atribuidos a 
un grupo racial o étnico, en lugar de guiarse por una sospecha individual. Sin embargo, el 
perfil racial no se limita solo a la etnia o raza de un individuo, sino que también puede 
basarse en su religión o en su origen nacional. En los países europeos, como se ha apuntado 
más arriba, el término "perfil étnico" también se usa en lugar de perfil racial. En España, el 
uso del perfil racial por las fuerzas policiales es una práctica común y un estudio realizado 
por la Universidad de Valencia descubrió que las personas de aspecto no blanco tienen 
hasta diez veces más probabilidades de ser detenidas por la policía en la calle. Incluso 
Amnistía Internacional ha acusado a las autoridades españolas de utilizar perfiles raciales y 
étnicos, y a la policía de señalar a las personas que no parecen caucásicas en la calle y en 
los lugares públicos.

Como confirmación de este sensación, coincidiendo casualmente en el tiempo, la máxima 
autoridad de la policía de Catalunya, los Mossos d’Esquadra, Eduard Sallent, en una 
entrevista en el programa "Els matins" de la televisión pública catalana,TV3, ha admitido que 
los Mossos y todas las policías del mundo tienen un hecho común universal, un "sesgo étnico" 
a la hora de hacer su trabajo y, sobre todo, cuando se trata de hacer identificaciones. "Es 
una cuestión que es transversal a todas las policías y que tiene mucho que ver con los 
procesos migratorios y con la construcción de lo que han sido unas sociedades diversas. La 
ley de extranjería, los procesos migratorios y determinadas realidades de exclusión social 
producen en todos los cuerpos policiales, no sólo en los Mossos, un sesgo en las 
identificaciones policiales".
Eduard Sallent durante la entrevista.
A modo de ejemplo, explicó que si "un policía sólo entra en contacto con una comunidad en 
situaciones que tienen que ver con su trabajo", esto puede generar un estereotipo sobre 
aquella comunidad aunque el agente, en general, "no tiene una actitud racista activa. Se 
puede generar un resorte que, cuando ves una determinada persona, te genera una 
determinada alerta. Y que automáticamente lo pares y hagas una identificación, lo que es, 
además, tremendamente injusto, porque se está victimizado una comunidad, aparte de 
resultar tremendamente ineficaz", para lo que cita las conclusiones de un estudio que 
hicieron en 2007 en Girona.

Y eso a pesar de que en 2011, el Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la 
Discriminación Racial (CERD) instó al gobierno español a tomar "medidas efectivas" para el 
perfil étnico, incluida la modificación de las leyes y reglamentos existentes que permiten su 
práctica, que en 2013, el Relator Especial de la ONU, Mutuma Ruteere, describió la práctica 
de la elaboración de perfiles étnicos por parte de los oficiales de policía españoles como "un 
problema persistente y generalizado" y que en 2014, el gobierno español aprobó una ley que 
prohíbe la discriminación racial por parte de las fuerzas policiales.

Y ¿qué dice Europa? Pues el Consejo de Europa describe el perfil racial o étnico en la 
vigilancia como "el uso por parte de la policía, sin justificación objetiva y razonable, de 
motivos tales como raza, color, idiomas, religión, nacionalidad u origen nacional o étnico en 
actividades de control, vigilancia o investigación" y afirma que se trata de una práctica de uso 
persistente y que, aunque de ninguna manera es nuevo, este fenómeno está muy extendido 
en el área de los países del Consejo de Europa, a pesar de la creciente conciencia de la 
necesidad de enfrentarlo con el apoyo de un cuerpo de jurisprudencia que está en  
permanente evolución.
Las políticas gubernamentales pueden otorgar poderes discrecionales excesivos a las 
autoridades policiales, que luego usan esa discreción para dirigirse a grupos o individuos 
según el color de su piel o el idioma que hablan. Muy a menudo, el perfil étnico es impulsado 
por prejuicios y una de sus formas más frecuentes es el uso de procedimientos de detención 
y búsqueda diferentes con grupos minoritarios y extranjeros. El perfil racial y étnico también 
ocurre en el sistema de justicia penal, con personas que pertenecen a grupos minoritarios 
que a menudo reciben sentencias penales más severas, a veces también debido a un sesgo 
implícito que cada vez se perpetúa más. Según los resultados de una encuesta en toda la 
UE realizada en 2015-2016 a más de 25,000 encuestados con diferentes antecedentes de 
minorías étnicas e inmigrantes, el 14% había sido detenido por la policía en los 12 meses 
anteriores a la encuesta y las estadísticas del Ministerio del Interior británico para 2017-2018 
muestran que, en Inglaterra y Gales, las personas negras eran nueve veces y media más de 
probabilidad de que sean detenidas que las personas blancas. 

La recopilación y publicación de datos estadísticos sobre vigilancia policial, desglosados por 
nacionalidad, idioma, religión y antecedentes étnicos, es un paso esencial para identificar las 
prácticas de elaboración de perfiles y aumentar la transparencia y la responsabilidad de las 
autoridades policiales. Los litigios estratégicos de los abogados, las ONG y las estructuras 
de derechos humanos, cuando corresponda, también contribuirían a una mayor conciencia 
del problema y obligarían a encontrar soluciones apropiadas. Además, la policía debe tener 
cuidado de no difundir y perpetuar los prejuicios al vincular el origen étnico, el origen 
nacional o el estado migratorio con la actividad criminal. Los medios de comunicación, por su 
parte, deben evitar los estereotipos de personas pertenecientes a grupos minoritarios, así 
como a migrantes, refugiados y solicitantes de asilo, ya que esto puede alimentar el racismo 
y el odio y puede contribuir a la "normalización" de las prácticas discriminatorias, incluido el 
perfil étnico. En cambio, debería reflejar correctamente la contribución positiva de los grupos 
minoritarios a las comunidades en las que viven y asociarse con las escuelas, las 
instituciones nacionales de derechos humanos y la sociedad civil para ayudar a construir 
sociedades más inclusivas y tolerantes, incluso a través de programas de educación en 
derechos humanos.

Eso es parte de lo que dice en sus recomendaciones el Consejo de Europa. El papel, que lo 
aguanta todo...


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1John Donne (1572-1631) fue el más importante poeta metafísico inglés de su época.

2Actual profesor de Sociología de la Universidad de California, está considerado una autoridad mundial en el estudio y divulgación de la forma de vida de las familias negras en EEUU.

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