Cuando, recientemente, se produjo en Minneapolis (Estados Unidos) el caso del asesinato
por agentes de policía de George Floyd y, seguidamente, el crecimiento de las protestas en
prácticamente, todo el mundo para poner de relieve los legados de la esclavitud, el
colonialismo y la violencia blanca contra la comunidad negra y otras minorías, así como la
brutalidad de la policía, en estas líneas reflexionamos sobre la aporofobia como causa de
fondo de esos sucesos; lamentablemente, sólo pocos días después, un nuevo caso de
violencia policial contra un ciudadano afroamericano (o sea, negro) estremece otra vez a
Estados Unidos y al mundo. Según se ha publicado, un video de seguridad muestra a un
agente de la policía, blanco, de Atlanta que dispara por la espalda contra un hombre negro
(Rayshard Brooks, de 27 años, que fue declarado muerto poco después, en lo que las
autoridades forenses han calificado como "homicidio") al que había despertado unos minutos
antes porque se encontraba durmiendo en un área de recogida de pedidos de un restaurante
de comida rápida. La jefa de la policía de Atlanta, Erika Shields, dimitió tras el tiroteo.
Nada hacía prever el fatal desenlace. |
luctuoso incidente y que la prensa de Atlanta publique que este es el 48° caso de tiroteo con
policías implicados que investiga la Oficina de Investigación de Georgia desde comienzos de
año, indica que la reflexión centrada en la aporofobia queda incompleta si lo que se pretende
es analizar mínimamente unos hechos y ahora nos centraremos en el racismo estructural. Nos repetimos que todos somos iguales. Que todos somos seres humanos. Que todos
tenemos el mismo destino: seis metros bajo tierra. Pero, ¿de verdad nos lo creemos? Esto
es algo estructural. No es un conflicto político parte del revoltillo coyuntural. El racismo existe,
y existe en todo el mundo, no sólo en Estados Unidos. Algo tan superficial en el fondo
(perdón por la contradicción retórica) como el color de la piel nos afecta profundamente. El
racismo es un problema estructural y particular. En tierras como la del Tío Sam el asunto es,
además, institucional. No es una polémica de barra pese a que, desde fuera, la mejor y más
“civilizada” decisión es limitarse a los principios universales como el rechazo a la
discriminación y a la violencia, tanto de los policías como de los vándalos. George Floyd,
Rayshard Brooks y tantos otros eran negros, sí, pero sobre todas las cosas eran seres
humanos, un valor que no conoce de fronteras. Tampoco son temas ideológicos y no se debe pensar en que, como es la izquierda moderna
la que toma la bandera de la defensa de las minorías, caer en el simplismo de verlo como
una partida más entre liberales y conservadores. No. Primero, tengamos en cuenta que, en
los Estados Unidos donde ocurren estos hechos, la segregación de iure fue abolida tan
recientemente como en 1965 por un gobierno republicano, mientras las leyes que impedían
a los negros, entre otras cosas, usar los mismos baños o el mismo transporte que los
blancos, emanaron de las legislaturas locales controladas por el liberal Partido Demócrata.
De hecho, quien consiguió, con la espada, derogar el derecho de un ser humano a ser
dueño de otro fue el presidente Abraham Lincoln, del conservador Partido Republicano.
Ningún problema es realmente nuevo, y parece conveniente recordar las palabras de John
Donne1, dichas allá por 1624: Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una
parte de la masa. Si el mar se lleva un terrón, toda Europa queda disminuida, como si fuera
un promontorio, o la casa señorial de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de
cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntas por quién doblan las campanas: doblan por ti. Para establecer el marco conceptual, el sociólogo Robert Staples2 enfatiza que el perfil racial
en los Estados Unidos "no es simplemente una colección de delitos individuales" sino más
bien, un fenómeno sistémico en toda la sociedad estadounidense, que se remonta a la era
de la esclavitud y, hasta la década de 1950, fue, en algunos casos, "codificado en derecho".
La consagración de los ideales de perfil racial en la ley de los Estados Unidos puede
ejemplificarse en varios períodos importantes en la historia de los Estados Unidos. Haciendo
un poco de historia, en 1693, los funcionarios de la corte de Filadelfia otorgaron a la policía
la autoridad legal para detener y detener a cualquier negro (liberado o esclavizado) visto
deambulando. A partir de mediados del siglo XVIII, las patrullas de policía se utilizaron para
detener a los esclavos en cualquier lugar con el fin de garantizar que fueran legales. A
mediados del siglo XIX, los Códigos Negros, un conjunto de estatutos, leyes y normas, se
promulgaron en el Sur para recuperar el control sobre los esclavos liberados y ex esclavos y
relegar a los afroamericanos a un estatus social más bajo. El concepto de racismo institucional (pues de eso se trata) nace en los años sesenta en
EEUU en el contexto de la lucha por los derechos de los afroamericanos para hacer alusión
a aquellos ordenamientos legales y pautas de conducta establecidas con las que las
personas pertenecientes al grupo dominante oprimen al grupo subordinado, sin que ello
implique necesariamente una intención o propósito por parte del explotador ya que el énfasis
está puesto en las consecuencias. Hablando de la dimensión institucional del racismo, hay
que poner el acento sobre el carácter sistemático, estructural e implícito del mismo y, según
esta perspectiva es un fenómeno imbricado en el funcionamiento de la sociedad y es, en
parte, independiente de las intenciones y de la conciencia de algunos actores. En este
sentido, curiosamente, el racismo es compatible con los discursos antirracistas.
Dando un salto en el tiempo, a fines de la década de 1990, el perfil racial se politizó cuando
la policía y otras fuerzas del orden público estadounidenses fueron objeto de escrutinio por
las paradas desproporcionadas de tráfico de los automovilistas de etnias minoritarias.
Investigadores de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en
inglés) proporcionaron evidencia de un perfil racial generalizado, y un estudio mostró que si
bien los negros solo representaban el 42 por ciento de la población de conductores en el
estado de Nueva Jersey, representaban el 79 por ciento de los automovilistas detenidos en
ese estado. El mencionado perfil racial (ethnic profiling, como se le conoce oficialmente) es el sospechar
o atacar a una persona sobre la base de las características o el comportamiento atribuidos a
un grupo racial o étnico, en lugar de guiarse por una sospecha individual. Sin embargo, el
perfil racial no se limita solo a la etnia o raza de un individuo, sino que también puede
basarse en su religión o en su origen nacional. En los países europeos, como se ha apuntado
más arriba, el término "perfil étnico" también se usa en lugar de perfil racial. En España, el
uso del perfil racial por las fuerzas policiales es una práctica común y un estudio realizado
por la Universidad de Valencia descubrió que las personas de aspecto no blanco tienen
hasta diez veces más probabilidades de ser detenidas por la policía en la calle. Incluso
Amnistía Internacional ha acusado a las autoridades españolas de utilizar perfiles raciales y
étnicos, y a la policía de señalar a las personas que no parecen caucásicas en la calle y en
los lugares públicos. Como confirmación de este sensación, coincidiendo casualmente en el tiempo, la máxima
autoridad de la policía de Catalunya, los Mossos d’Esquadra, Eduard Sallent, en una
entrevista en el programa "Els matins" de la televisión pública catalana,TV3, ha admitido que
los Mossos y todas las policías del mundo tienen un hecho común universal, un "sesgo étnico"
a la hora de hacer su trabajo y, sobre todo, cuando se trata de hacer identificaciones. "Es
una cuestión que es transversal a todas las policías y que tiene mucho que ver con los
procesos migratorios y con la construcción de lo que han sido unas sociedades diversas. La
ley de extranjería, los procesos migratorios y determinadas realidades de exclusión social
producen en todos los cuerpos policiales, no sólo en los Mossos, un sesgo en las
identificaciones policiales".
Eduard Sallent durante la entrevista. |
situaciones que tienen que ver con su trabajo", esto puede generar un estereotipo sobre
aquella comunidad aunque el agente, en general, "no tiene una actitud racista activa. Se
puede generar un resorte que, cuando ves una determinada persona, te genera una
determinada alerta. Y que automáticamente lo pares y hagas una identificación, lo que es,
además, tremendamente injusto, porque se está victimizado una comunidad, aparte de
resultar tremendamente ineficaz", para lo que cita las conclusiones de un estudio que
hicieron en 2007 en Girona. Y eso a pesar de que en 2011, el Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la
Discriminación Racial (CERD) instó al gobierno español a tomar "medidas efectivas" para el
perfil étnico, incluida la modificación de las leyes y reglamentos existentes que permiten su
práctica, que en 2013, el Relator Especial de la ONU, Mutuma Ruteere, describió la práctica
de la elaboración de perfiles étnicos por parte de los oficiales de policía españoles como "un
problema persistente y generalizado" y que en 2014, el gobierno español aprobó una ley que
prohíbe la discriminación racial por parte de las fuerzas policiales. Y ¿qué dice Europa? Pues el Consejo de Europa describe el perfil racial o étnico en la
vigilancia como "el uso por parte de la policía, sin justificación objetiva y razonable, de
motivos tales como raza, color, idiomas, religión, nacionalidad u origen nacional o étnico en
actividades de control, vigilancia o investigación" y afirma que se trata de una práctica de uso
persistente y que, aunque de ninguna manera es nuevo, este fenómeno está muy extendido
en el área de los países del Consejo de Europa, a pesar de la creciente conciencia de la
necesidad de enfrentarlo con el apoyo de un cuerpo de jurisprudencia que está en
permanente evolución. Las políticas gubernamentales pueden otorgar poderes discrecionales excesivos a las
autoridades policiales, que luego usan esa discreción para dirigirse a grupos o individuos
según el color de su piel o el idioma que hablan. Muy a menudo, el perfil étnico es impulsado
por prejuicios y una de sus formas más frecuentes es el uso de procedimientos de detención
y búsqueda diferentes con grupos minoritarios y extranjeros. El perfil racial y étnico también
ocurre en el sistema de justicia penal, con personas que pertenecen a grupos minoritarios
que a menudo reciben sentencias penales más severas, a veces también debido a un sesgo
implícito que cada vez se perpetúa más. Según los resultados de una encuesta en toda la
UE realizada en 2015-2016 a más de 25,000 encuestados con diferentes antecedentes de
minorías étnicas e inmigrantes, el 14% había sido detenido por la policía en los 12 meses
anteriores a la encuesta y las estadísticas del Ministerio del Interior británico para 2017-2018
muestran que, en Inglaterra y Gales, las personas negras eran nueve veces y media más de
probabilidad de que sean detenidas que las personas blancas.
La recopilación y publicación de datos estadísticos sobre vigilancia policial, desglosados por
nacionalidad, idioma, religión y antecedentes étnicos, es un paso esencial para identificar las
prácticas de elaboración de perfiles y aumentar la transparencia y la responsabilidad de las
autoridades policiales. Los litigios estratégicos de los abogados, las ONG y las estructuras
de derechos humanos, cuando corresponda, también contribuirían a una mayor conciencia
del problema y obligarían a encontrar soluciones apropiadas. Además, la policía debe tener
cuidado de no difundir y perpetuar los prejuicios al vincular el origen étnico, el origen
nacional o el estado migratorio con la actividad criminal. Los medios de comunicación, por su
parte, deben evitar los estereotipos de personas pertenecientes a grupos minoritarios, así
como a migrantes, refugiados y solicitantes de asilo, ya que esto puede alimentar el racismo
y el odio y puede contribuir a la "normalización" de las prácticas discriminatorias, incluido el
perfil étnico. En cambio, debería reflejar correctamente la contribución positiva de los grupos
minoritarios a las comunidades en las que viven y asociarse con las escuelas, las
instituciones nacionales de derechos humanos y la sociedad civil para ayudar a construir
sociedades más inclusivas y tolerantes, incluso a través de programas de educación en
derechos humanos. Eso es parte de lo que dice en sus recomendaciones el Consejo de Europa. El papel, que lo
aguanta todo... -------------------------------------
1John
Donne (1572-1631) fue el más importante poeta metafísico inglés
de su época.
2Actual
profesor de Sociología de la Universidad de California, está
considerado una autoridad mundial en el estudio y divulgación de la
forma de vida de las familias negras en EEUU.
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