A lo largo de los años 60, revistas
de cómic como Sissi, Susana, Guendalina, Claro
de Luna, Serenata y muchas más irán incorporando
fotogramas, fotos y canciones de las estrellas del momento,
mayoritariamente las de Hollywood, imitando su estética de
ambientación, vestido y peinado. Paralelamente, sin olvidar la
persistencia de los cómic de hadas, princesas, ambientes exóticos o
fantásticos con cada vez menos público, se irán creando nuevas
series en las que tendrán como protagonistas a mujeres jóvenes en
trabajos como azafata, periodistas, oficinistas…Series como Lilian,
azafata del aire, Mary Noticias o la adaptación de
Julieta Jones seguirán la tendencia de crear materiales más
modernos, dinámicos y atractivos, aunque la materialización de esta
propuesta estuvo mayoritariamente
en manos masculinas. A lo largo de la década, igualmente, se había
creado un nuevo tipo de cómic pensando en lectoras más adultas,
eran las novelas gráficas de contenido menos aventurero y más
sentimental, números únicos, con historias sin el famoso
“Continuará” que no crearon ningún personaje central
protagonista de serie, demasiado vigiladas por la censura y
excesivamente edulcoradas y previsibles no tuvieron el éxito deseado
y fueron desapareciendo. No obstante, esta década vivió un gran
éxito comercial y se fueron modernizando parte de las propuestas
gráficas con historias más elaboradas a nivel técnico y visual,
pero lo lejano, idealizado, inverosímil o reiterativo de la mayoría
de las historias dificultaba la identificación de gran parte de las
lectoras, que volvían la espalda a ciertas colecciones o no dudaban
en hacer llegar a las editoriales su demanda de modelos más reales y
cercanos, por lo que la industria del cómic se vio obligada a buscar
nuevas propuestas.
En
la siguiente década, la de la muerte del dictador, las editoriales
volverán la vista a la producción de series para chicas de la
Europa del momento en busca de materiales que pudieran mantener y
atraer a nuevas lectoras de distintas edades y gracias a esta
incorporación los tebeos serán muy variados y volverán a ser
atractivos. A partir de ahora los tebeos incluirán una serie
estrella (generalmente de título el nombre de la protagonista) que
irá cambiando según sea la respuesta de las lectoras, series de
producción propia, series traídas de revistas similares europeas
como Candy, Cristina y sus amigas, La familia feliz,
Caty, la chica gato, El tío Arthur… junto a las
cartas de las incansables lectoras distribuidas en distintos tipos de
consultorios, chistes, horóscopo, fotografías, comentarios,
reportajes o entrevistas con los actores o artistas musicales de
moda,… y las protagonistas, a su vez, también serán muy variadas:
chicas buenas, malas, traviesas, con poderes mágicos, modernas, de
distintas edades y estéticas… el trazo era distinto para cada una,
casi todas tenían personalidad propia, se leían con rapidez e
interés dada la calidad de los guiones, muchas de las historias
estaban contadas en clave cuento infantil. La década de los 70 fue
muy intensa en cuanto a la producción de cómic femenino en
Occidente; a principios de ella se puso en marcha el cómic
underground norteamericano, en el que las mujeres tomaron parte en un
número considerable.
En
los 80 continuarán muchas de las características, autoras y
géneros. Por un lado seguimos encontrando, con las mismas
características de la década anterior, el exitoso cómic para niñas
y adolescentes con Esther como buque insignia (a partir de
1981 tiene revista propia, dirigida por ¡una mujer! Montse Vives).
El tirón de la serie propició que se encargara otra serie a Purita
Campos que, con su marido Francisco Ortega, crearon el personaje y la
serie Gina. Ese mismo año la editorial Sarpe intentó hacerle
la competencia con la traducción y publicación de otra serie de
Purita creada para una revista holandesa: Jana. Ni Gina,
ni Jana conectaron con el público y desaparecieron en
pocos años. Igualmente, el minoritario cómic feminista seguiría su
andadura y experimentación. La novedad de esta década es la
incorporación de un nuevo cómic para adultos que vería la luz en
revistas de reciente creación (Rambla, El Víbora, Madriz, Cairo…
) y serviría para introducir nuevas autoras: Ana Juan, Ana Miralles,
Laura, Isa Féu, Victoria Martos,…
A
lo largo de los 90 la mayoría de las revistas de cómic para adultos
fueron cerrando aunque editoriales como la catalana Norma siguieron
buscando materiales extranjeros que destacaran por su calidad u
originalidad, así como una masiva adopción del nuevo fenómeno
manga, algunas de las editoriales consiguieron mantenerse publicando
material más violento, o más erótico cuando no directamente
pornográfico. Se usó y abusó del cuerpo femenino hasta la
extenuación lo que junto con la violencia de las propuestas provocó
una huida masiva de las mujeres que leían cómics incapaces de
identificarse o disfrutar de una propuesta tan aburrida, ofensiva y
denigrante. Este error de cálculo (?) ha mantenido apartadas a
potenciales lectoras de cómic durante más de una década y sólo la
cada vez más consolidada oferta de novela gráfica de alta calidad
actual está paliando la reticencia que todavía se puede detectar en
muchas mujeres adultas.
El
siglo XXI: en el panorama actual, las jóvenes artistas, en su
mayoría procedentes de la carrera de Bellas Artes, seguirían
llegando, esta vez con propuestas completamente distintas entre sí
pero de gran calidad y originalidad, como los hombres; sus trazos en
ocasiones delatan sus fuentes de inspiración (cómic de autor/a
europeo y norteamericano, manga japonés… ) pero también un
intenso trabajo en búsqueda de su propio estilo. Será una
antología la que muestre sus propuestas, con la principal virtud de
agrupar a la nueva generación de autoras, los nuevos trazos, nombres
y trabajos del panorama español: Raquel Alzate, Luci Gutiérrez,
Carla Berrocal, Lola Sánchez, Elena Cabrera, María Núñez, Esther
Gili, Emma Río, Lola Lorente y Olga Carmona. Estas mujeres jóvenes
tienen muchas características comunes: una gran preparación, un
pasado de publicaciones cortas en fancines y revistas, una gran
versatilidad, y familiaridad con el manejo del color. Muchas de ellas
en la actualidad tienen álbumes propios e incluso las hay con
proyección europea como Raquel Alzate. En lugar de conclusiones se
cierra una circunferencia trazada alrededor del primer cómic creado
en España por mujeres conscientes de la problemática femenina; una
figura que, por definición no concluye, pero con algo de suerte
permitiría empezar nuevos círculos pues, aunque en estos últimos
años se ha renovado el interés por los cómics en general y los
cómics de chicas en particular, una historia exhaustiva de las
autoras de cómic en el estado español está todavía por hacerse;
un manual crítico, llevado a cabo con las herramientas y
profesionalidad necesarias y sin prejuicios que perpetúen la
recepción crítica y estas líneas estimulen la lectura, escritura y
publicación de más materiales con los que el cómic de las mujeres
alcance el interés y reconocimiento que merece.. Es verdad que el
cómic de/para las mujeres, tanto de presente como de pasado, vive un
magnifico momento de creación y recepción. Sin embargo, todavía
queda mucho camino crítico que recorrer. Algunos críticos ya han
denominado al fenómeno femenino actual “Fenómeno nostalgia”
perpetuando el prejuicio de sentimentalidad que ya usará Jose
Antonio Ramírez en 1975
Un
eje temático de estudio innovador del tema es, posiblemente, el
enfoque masculino y sexista de las revistas que protagonizaron el
conocido como el boom del cómic en nuestro país. Marika Vila,
autora que vivió desde la primera línea en la revista El víbora
la eclosión de la «revolución» del cómic adulto, se ha
especializado en los estudios de género y feminismo, gracias a lo
cual ha sabido trazar una certera imagen de la situación
y la aportación al medio de aquellas mujeres pioneras en el cómic
de la llamada transición política y se posiciona desde un presente
que demanda la visibilidad y el conocimiento de la herstory
del cómic patrio para reivindicar así a Núria Pompeia, a las
dibujantes y guionistas que formaron parte del primer impulso de
denuncia del machismo en el cómic, entre las que destacaron Montse
Clavé, Mariel Soria y ella misma.
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